La economía mundial continúa entrampada en una espiral de endeudamiento público, crisis, ajustes y alto nivel de desempleo. La orgía de economía especulativa de 1997-2007 llegó a su fin a fines de 2008 con una montaña de créditos impagos que llevó a la quiebra a cientos de grandes empresas y bancos que debieron ser rescatados por los Estados.
Como consecuencia, la deuda pública, que ya era elevada, alcanzó cotas nunca vistas en los países más desarrollados, cuyo peso fue trasladado a la población con severos programas de ajuste, que agravaron la crisis e impulsaron una ronda de ataques a las condiciones de vida de la clase trabajadora que está viendo desaparecer todas las conquistas conseguidas en décadas.
Aunque América Latina pareció quedar al margen de la crisis, por su vínculo creciente con las economías asiáticas en su papel principal de proveedor de materias primas, de a poco sus efectos están dejándose sentir, conforme China y otras economías asiáticas ven cerrarse sus mercados de exportación en Europa y EEUU. China lleva varios meses de caída en su actividad económica y Brasil, principal economía latinoamericana, cerró el 2011 con el menor crecimiento en años, un 2,7% del Producto Bruto Interno (PBI), menos de la mitad del 7,2% alcanzado en 2010. Además, la producción industrial brasileña cayó en enero un 3,4% en comparación con el mismo mes del año pasado, y lleva 5 meses consecutivos de caída.
Un pronóstico sombrío
Según el FMI, EEUU crecerá un miserable 1,8% en 2012, la Unión Europea decrecerá un 0,5% y Japón crecerá un 1,7%. Esto explica que el Banco Mundial haya reducido su pronóstico de crecimiento global para el 2012, del 3,4% al 2,5% del PBI mundial, y emitiera una declaración que decía que “el mundo puede caer en una recesión tan, o hasta más grave, que la de 2008-2009” (El País de España, 18-01-12).
Tal recaída haría que la recuperación subsiguiente demorara más tiempo que en 2008-2009, porque los Estados no tendrán los recursos fiscales para lanzar nuevos programas de rescate gigantescos como en aquellos momentos, debido a su mayor endeudamiento.
Por eso no funcionan ninguna de las políticas diseñadas. El programa keynesiano (gasto público) no funciona porque no hay dinero, pero los programas basados en el ajuste del gasto público sólo agravan la crisis, al reducir el consumo. De manera que están atrapados. Pese a que los bancos centrales están inyectando dinero a los bancos privados, el crédito está congelado porque todo el mundo está endeudado y ninguna empresa va a producir mercancías que nadie va a comprar.
Mayor concentración del capital
Son las grandes multinacionales quienes se benefician de la situación. Así, la inversión extranjera directa (IED) de las empresas transnacionales creció en 2011 un 17% respecto a 2010 y alcanzó la cifra de US$ 1,5 billones, la mayor desde la crisis de 2008. Lo interesante del dato es que los flujos de capital para creación de nuevas empresas cayeron un 3% en el mundo respecto a 2010. Esta caída se produce por tercer año consecutivo. Y lo que aumentó fue la IED destinada a “fusiones y adquisiciones” de empresas existentes, unos US$ 755.000 millones, que se dio fundamentalmente en los países más ricos y particularmente en Europa, donde la IED aumentó un 23%. Por eso estas enormes inversiones no tuvieron efecto en el aumento del empleo en Europa y EEUU el año pasado.
En América Latina ocurrió lo opuesto. La IED creció un promedio del 35%, pero mientras que el capital destinado a fusiones y adquisiciones cayó un 31%, lo que aumentó fue la IED destinada a nuevas inversiones que, de acuerdo a la CEPAL, fue destinada principalmente a minería e hidrocarburos; es decir, a profundizar el saqueo y la apropiación de recursos naturales y materias primas.
Incremento de la desigualdad
Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la brecha entre ricos y pobres en los países de la Unión Europea trepó a sus máximos históricos en 30 años.
En la mayoría de las economías avanzadas, los ingresos del 10% más rico de la población son casi nueve veces superiores al del 10% más pobre. En el caso de Italia y Reino Unido esta diferencia es de 10 a 1, mientras que en Estados Unidos es de 14 a 1. En países de América latina, como Chile y México, la diferencia entre los ingresos de los más ricos y los más pobres incluso supera el nivel de 25 veces a 1, la mayor de los países de la OCDE.
Lucha de clases
La perspectiva es de crisis más largas y profundas seguidas de recuperaciones raquíticas cada vez más cortas. Lo más importante de todo es que la clase obrera se ha recuperado de la conmoción inicial de la crisis y está entrando en acción en un número cada vez mayor de países.
Nuestro deber en esta etapa, como socialistas revolucionarios, es explicar que sólo la expropiación de los banqueros y capitalistas, y la sustitución de la anarquía capitalista por una economía democráticamente planificada, puede proporcionar una salida a la crisis.