Con cierto retraso hemos tenido conocimiento de un artículo escrito por uno de los dirigentes del Partido Obrero, Rafael Santos (“El Militante” oportunista, 17 de noviembre), donde ataca a nuestra corriente por apoyar la candidatura presidencial de Cristina Fernández en las elecciones del 23 de octubre (Ver: Elecciones Presidenciales: Votar a Cristina para derrotar a la derecha), y también porque pusimos en duda la utilidad de votar al Frente de Izquierda y de los Trabajadores, integrado entre otros por el PO (Ver: ¿Es útil votar al Frente de Izquierda?).
En la conocida tradición “polemista” de la dirección del PO, el artículo de Santos está plagado de descalificaciones, tergiversaciones y conclusiones arbitrarias contra nuestra corriente. Rafael Santos “cita” frases y palabras aisladas de artículos nuestros sin mencionar el título, negando a sus lectores la posibilidad de que comprueben por sí mismos la veracidad de lo que decimos y en su contexto adecuado.
Nos llamó mucho la atención que Rafael Santos mencionara, ya en el primer párrafo y a título de advertencia, que
Está claro que la dirección del PO, como los demás grupos que integran el FIT, se han encontrado con dificultades para explicar y justificar ante sus bases el fracaso en conseguir representación parlamentaria en las elecciones del 23 de octubre. Aunque ahora lo niegan, durante la campaña electoral estaban convencidos, y así lo transmitieron a sus militantes y periferia, de que iban a conseguir la elección de, al menos, dos diputados. Y en aquellos momentos no parecían muy preocupados por
No contento con ironizar sobre la irrelevancia de nuestra corriente en Argentina, Santos nos vincula a una inexistente “V Internacional chavista de Alan Woods”. Es fácil advertir detrás del tono sarcástico de Rafael Santos su miedo, teñido de respeto, hacia
“Fervientes defensores del gobierno K”
Resulta imposible entrar a responder las innumerables chicanas infantiles e insultos tontos que nos dirige Rafael Santos, como cuando nos denomina “El Militante oportunista”. Centraremos nuestra respuesta en su crítica a nuestra relación con el kirchnerismo, al papel del FIT, y a nuestra posición general sobre el trabajo de los marxistas en las organizaciones y movimientos de masas.
Rafael Santos comienza su artículo diciendo: “
La realidad es que nuestra corriente decidió desde fines del año pasado otorgar un apoyo crítico al gobierno kirchnerista, lo que se concretó en las elecciones del 23 de octubre en un llamado a votar la candidatura presidencial de Cristina Fernández ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que apoyamos todo lo que representa un paso adelante para los trabajadores y el pueblo; y criticamos, al punto de llamar a movilizar si fuera necesario, todo aquello que consideramos negativo o contrario a los intereses obreros y populares. Esta posición la hemos defendido antes de las elecciones, durante la campaña electoral, y al día siguiente de las elecciones. Y pensamos que se corresponde exactamente con lo que piensan los casi 12 millones que votaron por Cristina, cuya mayoría aplastante está formada por trabajadores y jóvenes. Es por eso que en nuestra declaración electoral manifestamos:
“En estas elecciones llamamos a votar la candidatura de Cristina Fernández porque entendemos que es el voto más útil para cerrar el paso a la derecha y que no se instale en el país el gobierno directo de los enemigos de clase de los trabajadores. Al mismo tiempo apelamos a la organización, a la lucha y a la movilización obrera y popular como la única garantía de avanzar en las conquistas conseguidas hasta ahora e impedir cualquier intento de rebajarlas y disminuirlas…”.
Y añadimos: “…Nuestro alerta a la organización y la movilización popular se justifica más que nunca, teniendo en cuenta la crisis profundísima que azota al capitalismo y que tarde o temprano tendrá una incidencia en nuestro país y que, como en Europa y EEUU, los grandes empresarios tratarán de utilizar para arrebatarnos lo conquistado.” (Elecciones Presidenciales: Votar a Cristina para derrotar a la derecha, Editorial de El Militante Nº 64).
Es nuestra decisión acompañar la experiencia de millones de obreros y jóvenes que no quieren –con bastante razón– ver a la derecha en el gobierno y que no ven alternativa creíble, por ahora, a la izquierda del kirchnerismo –también con bastante criterio.
Ciertamente, el kirchnerismo es un movimiento contradictorio. Su base electoral y militante es obrera y popular; pero su dirección trata de conciliar los intereses opuestos de obreros y patrones, lo que hasta ahora ha podido sobrellevar con más o menos resultado por el ciclo económico excepcional que ha atravesado el país y la región. Pero a falta de una alternativa, esta es una experiencia inevitable que millones de trabajadores y jóvenes tendrán que llevar a cabo con un gobierno al que consideran como propio.
Sería muy lindo contar con un partido obrero de masas ideal y hermoso listo para hacer la revolución. Pero las cosas son un poco más complicadas. Hay que tomar la realidad tal cual es e intervenir en el movimiento real de la clase obrera, separando lo que hay de progresivo de lo que es reaccionario, y plantear en todo momento la necesidad de dotar al movimiento de un programa de transición al socialismo. Esta será la mejor manera de fundir el programa científico del socialismo con las tendencias de clase que inevitablemente surgirán dentro y alrededor del kirchnerismo en una determinada etapa, conforme los intentos de conciliar los intereses de obreros y patrones alcancen sus límites.
Rafael Santos no acepta esto, e insiste: ”el espantapájaros de la polarización [del kirchnerismo] con la derecha es usado, para bloquear el surgimiento de una oposición de izquierda obrera y socialista”. Pero el éxito de este “bloqueo” contra la izquierda –que nadie duda y que Rafael Santos reconoce dolorosamente- nos lleva a dos conclusiones que Santos ni siquiera acierta a entrever.
La primera conclusión es que si dicho “espantapájaros” tiene éxito en bloquear el surgimiento de una oposición de izquierda obrera y socialista; es decir, que los trabajadores ven en el kirchnerismo, y no en la oposición de “izquierda”, la mejor garantía para enfrentar a la derecha, eso significa que –contra lo que opinan los dirigentes del PO– los trabajadores sí ven diferencias significativas entre la oposición de derecha y el kirchnerismo, porque su instinto de clase les lleva a ver a la primera como el enemigo principal.
La segunda conclusión es que debe existir alguna razón relevante para que la aplastante mayoría de la clase obrera y de la juventud no confíen en la oposición de “izquierda”, ni la consideren de utilidad, para frenar a la derecha ni para que haga de contrapeso a las tendencias procapitalistas que anidan dentro del kirchnerismo y del gobierno.
La primera conclusión nos lleva a analizar la naturaleza y el carácter de clase del kirchnerismo; y la segunda a analizar la política que ha caracterizado a los grupos ubicados a la izquierda del kirchnerismo en estos 8 años.
El carácter de clase del kirchnerismo
El kirchnerismo es un subproducto del Argentinazo. Es cierto que la dirección kirchnerista es procapitalista, como lo ha admitido sin disimulos la propia presidente Cristina Fernández, pero tiene contradicciones recurrentes con los grandes empresarios y monopolios del país al pretender mantener un cierto grado de independencia de la clase dominante; en gran medida porque la base del movimiento es obrera y popular.
Para tratar de sostener la estabilidad social de conjunto, el kirchnerismo se ve obligado periódicamente a limitar y a regular las tendencias depredadoras del gran capital. Y es ese papel de contralor, de arbitraje entre las clases, lo que no toleran los sectores decisivos de la burguesía nacional y del imperialismo, que necesitan gobiernos completamente adictos a favor de sus intereses como los anteriores de Alfonsín, Menem o De
El kirchnerismo forjó una relación con la clase trabajadora y la juventud no en condiciones de armonía social sino en combate frontal contra la derecha peronista y contra sectores importantes del aparato del Estado y de la propia clase dominante –cimentado en el fortalecimiento numérico y social de la clase obrera a partir del ciclo económico prolongado que ha atravesado el país.
Tampoco es secundario que el kirchnerismo se empeñara en cultivar relaciones con aquellos gobiernos que son vistos como los más izquierdistas de América Latina (Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc.), e internacionalmente aparezca a la izquierda de gobiernos “populares” como los de Brasil o Uruguay.
Si se desestima todo este rico análisis dialéctico, toda la multiplicidad de factores que inciden en el fenómeno del kirchnerismo y en sus relaciones recíprocas, es inevitable caer en abstracciones metafísicas, vacías y sectarias tales como que el kirchnerismo y la derecha son lo mismo, que el gobierno representa los intereses del enemigo de clase de los trabajadores, y otras por el estilo; que no encuentran asidero en la experiencia práctica de la inmensa mayoría de los trabajadores y que, por lo tanto, tienen poco o ningún efecto en la clase trabajadora.
La experiencia con la oposición “de izquerda”
La realidad es que el desarrollo y fortalecimiento del kirchnerismo ha corrido a la par con la incapacidad de la oposición a su izquierda de estar a la altura de lo que demandaban la clase trabajadora y la juventud revolucionaria.
Luis Zamora, cuyo proyecto político fue incluso anterior al surgimiento del kirchnerismo, fracasó porque se negó –por cobardía, irresponsabilidad, o por falta de voluntad y confianza en sí mismo- a poner en pie un movimiento político de masas en el momento en que era considerado el político argentino más popular del país, en la primera mitad del 2002. Su boicot a las elecciones presidenciales del 2003 no hizo más que profundizar su declive político.
A partir de ese momento, los sectores más avanzados de los trabajadores y de la juventud giraron su atención hacia la izquierda, pero el fracaso de una coalición electoral de la izquierda por mezquinos intereses de aparato, comenzando por IU (PC-MST) y PO en las presidenciales del 2003, y en sucesivas oportunidades hasta 2011, frustraron las expectativas e ilusiones de cientos de miles. En realidad, esto no fue más que un reflejo del fracaso y de la incapacidad de todos estos aparatos “de izquierda” en alcanzar políticas de frente único efectivas y duraderas en el frente piquetero, sindical, estudiantil, barrial, etc.
Es un escándalo que los dirigentes del FIT, que ahora pintan con los colores más vivos la oportunidad de una coalición electoral de la izquierda, no hicieran autocrítica pública por los fracasos anteriores y no hayan tenido la valentía de reconocer que fue gracias a la proscriptiva ley electoral del oficialismo –que exigía un padrón mínimo del 1,5% en votos para presentarse a las elecciones– lo que los forzó a formar el FIT.
¿Y qué decir de los dirigentes
Proyecto Sur fue la última frustración para muchos cientos de miles que buscaban algo a la izquierda del kichnerismo. Luego de conseguir el resultado espectacular de casi el 25% de los votos en la ciudad de Buenos Aires, sus dirigentes pusieron todo de su parte para alejar e impedir la participación activa y democrática de miles de activistas, jóvenes fundamentalmente, que trataban de organizarse en todo el país alrededor del movimiento. En cambio, estos mismos dirigentes se prestaron a un cretinismo parlamentario tan lamentable que los llevó a enlodarse junto a la oposición de derecha.
La oposición de “izquierda” y el kirchnerismo
Pero, fundamentalmente, la oposición “de izquierda” al kirchnerismo (lo que comúnmente se considera “la izquierda”, Proyecto Sur, y el movimiento que se fraguó alrededor de
Y claro que hay diferencias entre la derecha y el kirchnerismo. Y vaya si lo trabajadores son bien conscientes de que no es lo mismo un gobierno presidido por Cristina Fernández que por Macri, Duhalde o Carrió. La realidad es concreta. Las amplias masas de trabajadores no suelen leer los programas de los partidos, ni fijarse en sus puntos y comas, pero su experiencia de vida sí los ha dotado de un poderoso instinto de clase, de un “olfato” político que es un guía infalible en coyunturas decisivas.
Y como decíamos en nuestra declaración electoral: “En el momento de la verdad, cuando más peligrosamente arreciaba la presión de la derecha con su programa reaccionario debajo del brazo, la mayoría de los trabajadores y de la juventud vieron desertar del campo de batalla a los grupos más significados de la izquierda y del “progresismo”, que o bien se apartaron a una cómoda distancia para declararse “neutrales”, o bien se pasaron al campo del enemigo en variadas ocasiones. De esta manera, el kirchnerismo apareció como la única fuerza que enfrentaba a la derecha” (Ibíd..).
Dentro del FIT, de Proyecto Sur y del entorno de
Como regla de comportamiento general, critican con más elocuencia y vigor al kirchnerismo que a la oposición de derecha. En estas condiciones, ¿puede extrañarle a Rafael Santos que muchos trabajadores acusen a la “izquierda” de favorecer a la derecha? ¿O que la campaña oficialista del “espantapájaros” alcance un eco de masas hasta el punto de “bloquear” el surgimiento de una oposición de “izquierda”, cualquiera que sea ésta? A nosotros no nos extraña en absoluto.
¿Somos injustos en nuestras conclusiones con los compañeros del FIT? Bueno, estamos dispuestos a rectificar. Emplazamos entonces a Rafael Santos, o a cualquier otro dirigente del PO, a que declare públicamente qué hubieran votado en el Congreso y en el Senado en relación a
Vandalismo político
Para tratar de presentarnos como unos centroizquierdistas sin principios, Rafael Santos recurre al típico estilo de “hooliganismo” político que caracteriza a la dirección del PO. Así, dice que en el pasado apoyamos “al Frente del Sur del centroizquierdista Pino Solanas, y antes a
Se podrá reprochar cualquier cosa a Proyecto Sur y a
Hay aspectos de la crítica de Rafael Santos muy cómicos. Así, señala que
Mentiras, pequeñas mentiras y estadísticas
Un apartado interesante de la polémica de Rafael Santos es su empeño en tratar de demostrar que en las elecciones del 23 de octubre “la izquierda [el FIT] avanzó”. Santos nos corrige y dice que fueron 4.000 votos y no 20.000 los que le faltaron al FIT para conseguir un diputado en la ciudad de Buenos Aires. El dato que aporta Santos surge de la aplicación de
Pero aun cuando aceptamos la “corrección” de Rafael Santos ese dato no quita ni una coma de fuerza a la explicación que damos de por qué el FIT fue incapaz de conseguir un diputado en el distrito electoral que le es históricamente más favorable, la ciudad de Buenos Aires. Al contrario, la subraya más todavía.
El mismo Santos se ve obligado a reconocer en su artículo que la derecha “no constituía NINGUNA [en mayúsculas en el original] amenaza para la reelección presidencial K”. Si esto es así, el amigo Santos estará de acuerdo en que no se justificaba la idea de agrupar hasta el último voto alrededor de Cristina y de sus diputados, y que por lo tanto esto debería haber favorecido el voto al FIT ya que no había un peligro inminente de victoria de la derecha. Pero, entonces, ¿por qué razón el FIT bajó en número de votos para su candidatura presidencial, respecto a las primarias, y por qué fue incapaz de recoger el número de votos indispensable para conseguir aunque fuese un solo diputado en todo el país? ¿Cuál podría ser la razón, entonces?
Santos masculla una queja sorda sobre las leyes proscriptivas, el injusto piso elevado para conseguir un diputado, etc. En realidad, es una excusa que trata a toda costa de mantener el prestigio de la dirección pero que cierra los ojos a los hechos. Si en las mejores condiciones imaginables, como explicamos en nuestro artículo de balance, el FIT fue incapaz de sacar el número de votos indispensable para conseguir un diputado en
En Sociología se dice que hay tres métodos para disfrazar la realidad y engañar a la gente: primero con mentiras, luego con pequeñas mentiras, y cuando no es suficiente se recurre a las estadísticas. Esto se aplica al amigo Rafael Santos.
Así, cuando en nuestro balance electoral señalamos que un 25% de los 660.000 votantes que votaron a los candidatos a diputados del FIT votaron a Cristina para presidente, Rafael Santos nos retruca con una frase que nos mata de la risa, al afirmar: “se desespera El Militante oportunista porque una masa de trabajadores que votaron por el kirchnerismo, decidió cortar boleta y apoyar a los candidatos a diputados del FIT” ¿De verdad se cree eso, compañero Santos? Y prosigue, con entusiasmo fingido:”150.000 trabajadores de
Y ahora, vamos al grano. No es cierto, como han señalado repetidas veces los dirigentes del FIT, que estos 660.000 votos a nivel nacional sean un registro histórico para la izquierda argentina del período reciente. Esta cantidad de votos, con alzas y bajas, ha sido el promedio del voto a la izquierda desde el 2001 hasta la fecha. Aconsejamos a nuestros lectores que vayan al sitio web del Ministerio del Interior www.elecciones.gov.ar donde podrán encontrar todos los datos que consignamos acá.
En octubre del 2001, el conjunto de las candidaturas de izquierda consiguió en
Seremos más precisos. En la “joya de la corona”, que es la provincia de Salta para el PO, donde ha conseguido los mejores registros del país desde el 2001 hasta la fecha, el 23 de octubre de este año el PO consiguió el 8,59% de los votos para sus candidatos a Diputados y el 3,67% para Presidente. Es decir, el PO se vio favorecido por un corte de boleta del 230%. Pero es que en el 2003 el PO consiguió el 7,64% para diputados y 2,85% para presidente, en el 2005 consiguió el 10,80% para diputados y el 7,28% en el 2009. Es decir, con leves alzas y bajas, el PO mantuvo a lo largo de estos años porcentajes de voto en las elecciones para Diputados muy similares a los de octubre del 2011, Lo que viene a corroborar que en Salta, la franja mayoritaria de votantes habituales al PO para Diputados ha venido votando para presidente a Néstor y a Cristina Kirchner, indistintamente.
¿Qué nos dicen todos estos datos? Que todo el voto conseguido por el FIT provino de votantes tradicionales de la izquierda, que no sólo es falsa y arbitraria la afirmación de Rafael Santos de que el 25% de los votos conseguidos para los diputados del FIT vinieron de votantes kirchneristas que “dan un paso de ruptura” con el oficialismo, sino que provinieron de votantes tradicionales de la izquierda que le dieron la espalda a la candidatura presidencial del FIT y optaron por votar a Cristina. Esta es toda la verdad del asunto. Lo que confirma nuestro análisis sobre el balance del voto al FIT.
Hay que cambiar de tácticas y de política
¿Es cierto que
Rafael Santos se ríe de nuestro consejo cuando escribimos: “No se trata de que se hagan kirchneristas, sino de que señalen a la derecha como el enemigo principal y den apoyo crítico a todo aquello que signifique un paso adelante. Sólo de esta manera podrían ganar una autoridad ante los trabajadores y jóvenes que apoyan al oficialismo –que son la gran mayoría– para criticar sus limitaciones e insuficiencias. Estamos seguros de que un amplio sector de militantes y votantes de izquierda acordaría con esta táctica, y los animamos a que planteen este debate (¿Es útil votar al Frente de Izquierda?. 7 de octubre).
Lamentablemente, no tenemos ninguna confianza en que los dirigentes del FIT saquen las conclusiones correctas de su falsa política. Nuestro pesimismo hacia la evolución del FIT se confirma cada día que pasa. Ahora están sembrando la ilusión vana de que un eventual desencanto de las bases kirchneristas con su dirección empujará a decenas de miles a buscar una alternativa en el FIT. Pero es imposible generar expectativas en sectores que mañana podrían romper con sus antiguas direcciones cuando no se han construido en el periodo precedente vínculos, simpatías y políticas consistentes de frente único, con una línea política correcta, que faciliten mañana el tránsito de esos sectores en dirección a una organización política alternativa.
Sólo hacemos una corrección a nuestro vaticinio sobre la disolución del FIT. Es muy posible que el FIT permanezca como una herramienta electoral, ya que de otra manera difícilmente los grupos que lo integran superen por separado el piso del 1,5% de los votos del padrón en próximas elecciones primarias, lo que sí vaticinamos es que la existencia del FIT no tendrá un correlato ni un reflejo en políticas de frente único de sus integrantes en el terreno sindical, estudiantil, barrial, etc. como ha sucedido durante años.
Apéndice: Los marxistas y el trabajo en las organizaciones de masas |
Consideramos necesario incluir un apéndice en nuestra respuesta a Rafael Santos sobre la orientación de nuestra corriente internacional hacia los movimientos y organizaciones de masas, tomando como base escritos nuestros anteriores. Y es que al comienzo de su artículo, Rafael Santos señala que En su pequeño horizonte de sectario, Santos nos reprocha que aparezcamos clara e inequívocamente al lado del chavismo en Venezuela y del MAS en Bolivia, como si eso supusiera un descrédito ante el movimiento obrero y popular argentino y latinoamericano. Nos declaramos culpables de esa acusación, y estamos orgullosos de ello, sentimiento que compartimos con la aplastante mayoría de los trabajadores, campesinos pobres y jóvenes revolucionarios de América latina, y de más allá. Como pasa con el kirchnerismo, los grupos sectarios como el PO y otros, son orgánicamente incapaces de comprender la naturaleza del movimiento bolivariano en Venezuela, del MAS en Bolivia, del movimiento alrededor de Correa en Ecuador, así como de cualquier movimiento de masas del mundo. Por eso permanecen completamente aislados del movimiento de las masas en todas partes. No es ninguna casualidad que, fuera de Argentina, todos estos grupos que acá exhiben orgullosos sus músculos y su aparato –que no dejan de ser pequeños en relación al movimiento en general– carecen de vínculos políticos en otros países o, si los tienen, son verdaderamente “de casi nulo peso político”. Como contraste, basta comparar la actitud amistosa y cuidadosa que León Trotsky mantuvo hacia Lázaro Cárdenas y su movimiento en México, a fines de los años 30, cuando éste atacó intereses imperialistas en México; y la manera con que los grupos sectarios tratan abiertamente a Chávez y al movimiento bolivariano, por ejemplo. Muchos no saben que Trotsky rompió políticamente con los ultraizquierdistas mexicanos (como Luciano Galicia y sus amigos) que criticaban por insuficiente la política de Cárdenas, hasta el punto que fueron apartados de La necesidad de construir un partido revolucionario independiente es el ABC para los marxistas. Sin embargo, después del ABC hay más letras en el alfabeto político del marxismo. En la época actual, los revolucionarios se enfrentan a poderosas organizaciones de masas, en general de carácter reformista -tanto partidos y movimientos políticos de masas como sindicatos- que tienen el apoyo de millones de trabajadores y demás sectores populares. La capacidad de los socialistas revolucionarios para crecer dependerá decisivamente de su capacidad para ganar a las bases de estas organizaciones para una política socialista. De este hecho se desprenden las tácticas a desarrollar en cada país para conectar con el movimiento vivo y real de las masas trabajadoras. Es por eso que
Cuestiones de principios y de táctica
Para los grupos sectarios, la cosa es muy fácil. Para ellos lo único que se necesita es proclamar el partido y pedirle a los trabajadores que se les unan. Si fuera tan fácil… La cuestión clave es cómo, siendo una minoría muy pequeña, ganamos el derecho a ser escuchados por la clase obrera, o al menos por sus capas más avanzadas. La experiencia histórica demuestra que los trabajadores no muestran interés por las organizaciones pequeñas, incluso aunque defiendan un programa 100% correcto, lo cual ni siquiera es el caso de los grupos sectarios. En estas condiciones, proclamar un partido independiente o actuar como una tendencia dentro del movimiento general de masas de la clase obrera, no es una cuestión de principios sino de oportunidades reales en la intervención concreta de la lucha de clases. Como explica Trotsky: “Por supuesto, un partido marxista debe aspirar a su plena independencia y a la mayor homogeneidad, pero en su proceso de formación a menudo debe actuar como fracción de un partido centrista o incluso de un partido reformista” (Carta a la sección británica. Septiembre 1933).
Los clásicos marxistas y las organizaciones de masas
Las objeciones contra la participación de los marxistas en los movimientos y organizaciones de masas no procedían de Marx, Engels, Lenin ni Trotsky, sino de los ultraizquierdistas contra quienes ellos polemizaban. Los grandes maestros del marxismo siempre explicaron que allá donde los marxistas son una minoría de la clase obrera tienen el derecho y la obligación de participar dentro del movimiento de masas donde esté presente la clase trabajadora, aunque tenga una dirección reformista, o incluso burguesa. Como explicó Engels: “…Cuando nosotros regresamos a Alemania en la primavera de 1848, nos unimos al Partido Democrático porque éste era el único medio posible de llegar a la clase obrera; fuimos el ala más avanzada de ese partido, pero al fin y al cabo un ala. Cuando Marx fundó Los partidos comunistas de masas, después de la revolución rusa, surgieron de escisiones de masas de los viejos partidos socialistas, a través de fracciones comunistas que trabajaron en su interior durante un tiempo más o menos prolongado. Lenin, en el II Congreso de Trotsky recomendó a sus partidarios ingresar en los años 30 en los partidos socialistas de Europa y EEUU para trabajar en su interior, en el mismo momento en que se estaban formando en ellos tendencias de izquierda de masas. Para ganarse el derecho a ser reconocido como parte integrante del movimiento obrero y popular de cada país hay que participar en el mismo, defendiendo una posición socialista consecuente, como ala marxista del movimiento de masas. Esta será la mejor manera de organizar una alternativa socialista de masas a las direcciones reformistas de estas organizaciones y, por lo tanto, una alternativa de dirección política para los millones de obreros y jóvenes que las siguen.
Intervención en el movimiento de masas
Nuestros compañeros de Como explicó Ted Grant sobre las organizaciones de masas: “Desde dentro de sus filas, entre los luchadores de la clase obrera, surgirán las fuerzas del marxismo revolucionario. Fuera de las organizaciones de masas no se creará nada que pueda resistir la fuerza del tiempo”. |