Una deuda pública colosal, agravada por los rescates de los grandes bancos, y el estancamiento económico, ahogan Europa. Los especuladores financieros están desprendiéndose de los títulos de deuda pública por miedo a la cesación de pagos. Para conseguir compradores de deuda los gobiernos europeos están viéndose obligados a elevar su rendimiento, incrementando los tipos de interés, haciendo crecer la deuda y agravando el problema. Los países más afectados son Grecia, Italia, Irlanda, Portugal, España y Bélgica. Pero también asoman amenazas para Francia y Alemania.
Ataques a los derechos democráticos
La consigna es: exprimir a los trabajadores hasta el hueso para pagar la deuda. Pero eso está empujando peligrosamente en dirección a una tormentosa lucha de clases, desconocida en décadas.
De ahí la tendencia de la burguesía europea y de sus gobiernos a cercenar derechos democráticos que desnudan la dictadura del gran capital.
Expresiones de esto fueron la imposición de la dimisión de Pappandreu en Grecia y Berlusconi en Italia, ante su agotamiento popular, y su sustitución por gobiernos de “tecnócratas”, formados por economistas y “profesionales” procedentes de los directorios de las grandes empresas, bancos y universidades, que no han sido elegidos por el pueblo, y que llevan cabo la implementación de durísimos planes de ajuste que tampoco votó el pueblo: como elevar la edad de jubilación, aumentar el IVA, reducciones salariales, más horas de trabajo, limitaciones a la negociación de convenios colectivos de trabajo, privatizaciones, ajuste del gasto social, y otros.
Las medidas contra los ricos son casi inexistentes, o cosméticas (gravar compras de bienes de consumo de lujo), y exponen el carácter de clase de estos gobiernos.
Ahora surgió la propuesta de los gobiernos alemán y francés – los mandamases de Europa – de transferir competencias de los gobiernos nacionales a
Divisiones en la burguesía
La burguesía europea está jugando con fuego. La clase obrera europea es muy poderosa y tiene grandes tradiciones de lucha, incluso revolucionarias. En una serie de países estos planes de ajuste sólo han podido imponerse inicialmente con el apoyo de los dirigentes socialdemócratas (Grecia, España, Portugal), que cayeron en el completo descrédito. Hay divisiones en la burguesía, porque un sector es consciente de la guerra de clases que se avecina. Este sector propone unificar la deuda pública de los países europeos con la emisión de “eurobonos”, respaldados por los bancos centrales de todos los países, y así dar mayores garantías de pago y frenar a los especuladores financieros, pero Alemania se niega resueltamente temiendo asumir demasiadas responsabilidades por los demás países europeos.
De ahí que haya impuesto su idea de disciplina presupuestaria férrea en toda Europa, pero la consecuencia será unificar la lucha de clases a nivel continental.
Ya hubo una docena de huelgas generales en Grecia, y en noviembre una huelga general en Portugal y la huelga del sector público en Gran Bretaña, la mayor huelga en este país en décadas. También se anuncian movilizaciones en Italia y otras partes.
Las elecciones españolas
La victoria de la derecha en España forma parte de este proceso. El Partido Socialista fue castigado duramente y perdió la insólita cantidad de 4,2 millones de votos. El Parido Popular sólo incrementó sus votos en 550.000. El resto se fueron a otros partidos de oposición, como Izquierda Unida (que pasó de
Guerra de clases en el horizonte
Los tormentosos acontecimientos que están desarrollándose en Europa, y que se profundizarán, conmoverán las organizaciones obreras de masas, comenzando por los sindicatos. Provocarán crisis, escisiones y el surgimiento de corrientes de izquierda de masas que crearán condiciones excepcionales para el desarrollo de fuertes tendencias marxistas en el período que viene.
Hay una crisis capitalista global de la que ningún país ni continente puede escapar. El estancamiento económico de los Estados Unidos y el desarrollo del movimiento Occupy the street (Ocupa la calle) es un ejemplo de esto. También China, paradigma del desarrollo capitalista de la década pasada, está empezando a sentir los efectos de la crisis con despidos, huelgas y movilizaciones obreras masivas que anuncian un período histórico dramático de alcances revolucionarios.