Bicentenario, revolución, socialismo (IX): La siniestra dictadura militar de 1976-1983

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 El 24 de marzo de 1976 se produjo el golpe militar más sangriento y reaccionario de la historia argentina, que tuvo como blanco principal el movimiento obrero organizado y su ala revolucionaria: la izquierda peronista y los activistas clasistas y de izquierda. 30.000 compañeros desaparecidos dan un testimonio elocuente de ello.

 El 24 de marzo de 1976 se produjo el golpe militar más sangriento y reaccionario de la historia argentina, que tuvo como blanco principal el movimiento obrero organizado y su ala revolucionaria: la izquierda peronista y los activistas clasistas y de izquierda. 30.000 compañeros desaparecidos dan un testimonio elocuente de ello.

El golpe contó con el apoyo tácito de la derecha peronista y de la dirección de la UCR, representantes políticos de la clase dominante.

Aunque el golpe se justificó ante la población para combatir a la guerrilla (montoneros y ERP) ésta nunca significó una amenaza para el sistema. Para marzo del 76, la guerrilla estaba diezmada y, prácticamente, desarticulada.

La dictadura interviene los sindicatos y disuelve la CGT. Separa las Obras Sociales de los gremios. Suspende las comisiones internas y cuerpos de delegados. Desparecen los convenios nacionales de trabajo, y se decretan penas de cárcel de 6 años por participar en una huelga y de 10 por incitarla.

 

Colaboracionistas y opositores

 

Con los mejores cuadros revolucionarios muertos, presos, desaparecidos y exiliados, bajo una feroz represión, y con la burguesía, la Iglesia y sectores de la burocracia sindical apoyando la dictadura y complaciéndola, entregando dirigentes, militantes y activistas, pronto el movimiento obrero tuvo que bajar los brazos, diezmado por el esfuerzo realizado en los 7 años previos.

Pese a todo, durante la dictadura se siguieron registrando medidas de fuerza menores, y pequeños sabotajes diarios por parte de los trabajadores, ofreciendo una resistencia solapada, nada despreciable tal como estaban las cosas.

Los últimos coletazos del gremialismo clasista tienen lugar con las huelgas automotrices de septiembre y octubre de 1976. Decenas de delegados son detenidos y desaparecidos, con la ayuda de la burocracia sindical del SMATA. Liquidada el ala izquierda del movimiento obrero, es la burocracia sindical de la CGT quien mantiene el único vínculo organizado con las fábricas; aunque, formalmente, algunos de sus principales dirigentes – como Lorenzo Miguel – permanecen detenidos y, excepcionalmente, otros son desaparecidos, como Oscar Smith, de Luz y Fuerza.

La burocracia sindical se escinde. Un ala colabora abiertamente con el régimen militar y en 1978 crea la CNT, entre cuyos dirigentes destacan Jorge Triaca (plásticos) y el aún activo Armando Cavalieri (Comercio). Otra ala forma el Grupo de los 25, en referencia a 25 sindicatos que no fueron intervenidos, los de menor relevancia. Entre sus dirigentes destaca Saúl Ubaldini (cervecero). Este sector, que entiende que sólo un régimen democrático-burgués puede devolverles los privilegios perdidos, pasa a la oposición; aunque mantiene canales de discusión con el régimen.

 

Consecuencias económicas

 

Suele afirmarse que el golpe buscaba implantar un régimen de capitalismo salvaje, reducir las conquistas obreras y abrir el país a los negocios imperialistas. Creemos que se confunden las causas con las consecuencias. En realidad el golpe se produce para aplastar el proceso revolucionario. Lo otro es una consecuencia de lo anterior.

El pánico a la clase obrera que sufrió la burguesía nacional entre 1969-1976 jugó un papel en la liquidación de una parte de la industria nacional. Esto se vio favorecido, además, por la política económica de Martínez de Hoz. Muchos industriales cerraban sus empresas y depositaban la plata en negocios financieros que ofrecían rentabilidades extraordinarias por los elevados tipos de interés. La mermada capacidad de compra de la sociedad, como consecuencia de la caída de la producción industrial, fue compensada con el endeudamiento masivo del país a través de una deuda externa que se dispara.

Al final de la dictadura, en 1983, el PBI industrial estaba un 10% por debajo de 1973. La cantidad de obreros industriales se redujo en más de un tercio (34,30%). Pero la productividad media de la mano de obra aumentó un 37,6%, al tiempo que el salario real disminuyó un 17,3%, lo que da cuenta del incremento de la explotación y de la extracción de plusvalía.

 

La huelga general de abril de 1979

 

En octubre y noviembre de 1977 se dan algunas huelgas aisladas en empresas por aumentos salariales; Subte, YPF, colectivos, etc. Hay una huelga de ferroviarios que es respondida con el fusilamiento de varios dirigentes sindicales.

En abril de 1977 surge el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo, que juega un papel  heroico en la lucha contra la dictadura y por el reclamo de los desaparecidos

Tras dos años de terror, con la policía presente en los lugares de trabajo en las grandes fábricas, a comienzos de 1979 se produce un reanimamiento. El Grupo de los 25 convoca una  huelga general el 27 de abril de 1979, que tiene un eco importante en el Gran Buenos Aires y los principales centros industriales del interior. La respuesta del régimen fue endurecer la represión.

En noviembre de 1980, el Grupo de los 25, ya hegemónico en los centros industriales, refunda la CGT, conocida como la CGT Brasil, por encontrarse su sede en la calle Brasil de la Capital Federal.

Paralelamente, se conforma a Multipartidaria, un frente de partidos políticos que pide negociar con los militares para buscar una salida "democrática" al Proceso Militar; entre ellos está el PJ y la UCR, y otros grupos menores. Salvo declaraciones generales sobre la "democracia" la Multipartidaria no juega ningún papel en la lucha contra la dictadura y se niega a dar apoyo público a los paros y movilizaciones que organiza la CGT Brasil.

En 1981, gobierna ya el país el teniente general Viola, que sustituye a Videla, que introduce un relajamiento en la represión. Al final del año será sustituido por Galtieri, que vuelve a introducir un endurecimiento del régimen.

 

La huelga general de julio de 1981

 

El 22 de julio de 1981 la CGT Brasil convoca una huelga general que tiene un impacto muy importante en la industria, a la que se sumaron las líneas Mitre, Roca y Sarmiento; pese a que los sindicatos ferroviarios y la UOM, que están intervenidos, integran la CNT. Este nuevo éxito empujó a la CGT Brasil a convocar en noviembre, junto a un sector de la Iglesia que inteligentemente empezó a tomar distancias del régimen, una misa pública en el templo de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers. Acudieron 30.000 personas, la movilización de masas más numerosa desde el golpe. Fue la primera vez que se coreaba la consigna: "se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar".

El malestar social se extendía a todas las capas de la sociedad, y la credibilidad del régimen, en medio de una dura crisis económica, se erosionaba rápidamente. Los militares trataron de desviar la atención con el recurso al nacionalismo y a las aventuras militares. Lo intentaron primero con Chile por la disputa del Canal de Beagle, hasta que decidieron jugarse el todo por el todo con la preparación de la invasión de las Islas Malvinas.

 

La jornada de lucha del 30 de marzo y la invasión de las Malvinas

 

A comienzos de 1982 la CGT Brasil planteó públicamente la necesidad de terminar con la dictadura militar, y convocó la jornada de lucha del 30 de marzo de 1982 en la Plaza de Mayo. El régimen la reprimió brutalmente. Los enfrentamientos duraron todo el día, y terminaron con 3.000 detenidos. También hubo movilizaciones en Córdoba, Rosario, Tucumán y Mendoza. En una huida hacia delante, dos días más tarde, el 2 de abril, la Junta Militar decidió invadir las Malvinas. Esta fue una aventura reaccionaria que buscaba desactivar el proceso revolucionario en curso. Y tuvo un éxito en conseguirlo. La CGT Brasil sacó un comunicado con el título: "La patria primero", y llamó a detener las movilizaciones en marcha.

La aventura de las Malvinas terminó en un fracaso. La Junta Militar no quería una guerra contra Gran Bretaña, porque no confiaba en ganarla. En su desesperación, pensaba que el imperialismo británico aceptaría el hecho a cambio de la entrega de los recursos de las islas a sus multinacionales y de la instalación de una base militar británica. Pero el orgullo herido del imperialismo británico pesó más, y decidió reconquistar las islas. La Junta Militar entró en pánico y no hizo más que preparar las condiciones para la rendición, pese al sacrificio de la vida de cientos de soldados argentinos enviados a las islas sin preparación ni equipos adecuados. 

 

La dictadura, herida de muerte

 

La derrota militar en Malvinas dejó herida de muerte a la dictadura militar. La burguesía argentina y el imperialismo eran conscientes de que el régimen no podía durar más tiempo so pena de provocar una explosión revolucionaria abierta que barriera con todo. Ya bajo el mando de Bignone se aceleraron los preparativos para negociar una salida "democrática" con la Multipartidaria. La transición culminó meses más tarde con el anuncio de elecciones democráticas para 1983 y la liberación de los presos políticos.

El movimiento obrero fue la punta de lanza en la lucha contra la dictadura y fueron las luchas heroicas de los trabajadores las que condujeron a la caída de la dictadura, acelerada por la derrota en Malvinas,.