Austeridad para toda una generación
Las noticias de que la coalición de gobierno ha alcanzado un acuerdo con la Unión Europea y con el FMI no han supuesto ninguna sorpresa. Hace días que circulaban informaciones de que la Unión Europea y el Ministerio de Hacienda irlandés estaban enzarzados en discusiones, y algunas de estas informaciones han llegado a afirmar que el FMI ha mantenido reuniones con pesos pesados de la prensa internacional con la intención de presionar a la coalición y a los partidos de la oposición para que aceptaran un acuerdo. Este artículo fue escrito antes de que se anunciara ese acuerdo, pero su análisis se ha visto confirmado por los acontecimientos.
Austeridad para toda una generación
Las noticias de que la coalición de gobierno ha alcanzado un acuerdo con la Unión Europea y con el FMI no han supuesto ninguna sorpresa. Hace días que circulaban informaciones de que la Unión Europea y el Ministerio de Hacienda irlandés estaban enzarzados en discusiones, y algunas de estas informaciones han llegado a afirmar que el FMI ha mantenido reuniones con pesos pesados de la prensa internacional con la intención de presionar a la coalición y a los partidos de la oposición para que aceptaran un acuerdo. Este artículo fue escrito antes de que se anunciara ese acuerdo, pero su análisis se ha visto confirmado por los acontecimientos.
El Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera fue creado en Julio, con la
intención de anticiparse a situaciones como la del colapso del sistema bancario
irlandés y de la economía irlandesa. Mientras que los mercados financieros han
respondido favorablemente a los rumores de un acuerdo, que esperan pueda
estabilizar la eurozona, debería recordase que todas las esperanzas similares
aireadas con anterioridad nunca llegaron a materializarse. Irlanda es sólo uno de los
pacientes más graves de la sala, pero en absoluto el único. La Unión Europea está
persiguiendo sus propios intereses.
Para los dirigentes de Fianna Fáil, sin embargo, las implicaciones de un pacto
con la Unión Europea son muy graves. Las preocupaciones acerca de la soberanía
nacional y de la humillación que supondría un rescate de entre 70 y 85 mil millones
de euros amenazan con dividir el partido, cuyas tradiciones se remontan a las fuerzas
republicanas en la Guerra Civil. El ofrecimiento de los conservadores británicos para
ayudar en el rescate tampoco traerá nada positivo. Con la popularidad del primer
ministro Cowen por los suelos, según las encuestas, la sensación existente de caos
y de una mala administración de la hacienda pública no hace sino añadir fuego a
la crisis. Ned O’Keeffe, senador crítico del Fianna Fáil, ha pedido la renuncia de
Lenihan y hay informaciones que indican que los intentos de crear una web con el
nombre de Fianna Fáil Nua (Nuevo Fianna Fail) sólo pudieron ser frustrados después
de que un grupo de seguidores leales a la dirección del partido comprara el dominio.
Es muy probable que el gobierno no dure más de unos meses más, si acaso.
Ciertamente, numerosos trabajadores contemplan la situación con total desesperación.
El gobierno se enfrenta al desastre en las elecciones parciales del 29 de noviembre
y, como hemos informado, al menos un senador ha amenazado con votar en contra
del presupuesto. Éste, que deberá ser aprobado el 7 de diciembre, introduce recortes
en el gasto de hasta 15 millones de euros durante los próximos cuatro años. Pero
incluso su aprobación está en duda. Los gobiernos francés y alemán están solicitando
un incremento del impuesto de sociedades, actualmente en el 12,5%, a modo de
compensación por el rescate. La capacidad de la burguesía nacional irlandesa para
solucionar los problemas del Estado está en duda. Como es conocido, Connolly señaló
que izar la bandera verde sobre el castillo de Dublín no resolvería los problemas de
Irlanda, ya que los británicos continuarían su dominio a través de sus bancos y sus
capitalistas. Hoy más que nunca sus palabras nos suenan cargadas de verdad, aunque
esta vez sean la UE, el FMI, la City de Londres y los EEUU quienes impongan sus
condiciones.
Aunque algunos afirman que la intervención de la UE no podría ser peor de lo que tenemos ahora, lo cierto es que cualquier acuerdo vendrá acompañado por estrictas reglas y restricciones. Patrick Jenkins comentaba desde las páginas del Finacial Times:
“Finalmente, las autoridades de Dublín fueron incapaces de aprender la lección del colapso de Lehman Brothers. Es la ausencia de liquidez, más que la debilidad de su capital, lo que mata a un banco. La garantía sobre los depósitos de los clientes
ofrecida por Irlanda evitó que la gente acudiera a sus sucursales a retirar su dinero,
pero los grandes clientes empresariales han retirado millones de euros de depósitos.
Al mismo tiempo, Irlanda fue puesta en la lista negra del mercado interbancario,
dejando que los bancos centrales europeo e irlandés actuaran como proveedores de
liquidez en última instancia.
Al mirar atrás, podemos entender que este resultado era inevitable. Lo más
importante ahora es que las condiciones para el rescate de la UE y del FMI sean lo
suficientemente duras. Los modelos sobre activos y los cálculos sobre la escasez
de capital deben ser tan conservadores como sea posible. De la credibilidad de este
rescate no sólo depende la supervivencia de los bancos irlandeses, sino la salud del
sistema bancario de la eurozona.”
La burguesía tiene una posición clara: Irlanda ha de ser exprimida al máximo. Ned
O’Keeffe, senador del FF, ha hecho hoy un comentario muy interesante: que la
intervención del FMI ha llevado a la formación de “numerosos países de izquierda”.
El comentario es muy interesante, pues la historia de intervenciones del FMI,
particularmente en América latina, fue una de programas de austeridad y políticas
económicas monetaristas que han provocado enormes penurias a la gente de los
países ex-coloniales. Los movimientos de masas que sacuden el continente, como en
Venezuela, Bolivia y Ecuador, hunden sus raíces en la crisis de la deuda de los años 80.
La crisis de la economía irlandesa ha socavado la idea que hacía apología de una
unidad de intereses dentro de la sociedad, que había sido la norma durante los años
del Tigre Celta. La serie de ataques a los trabajadores del sector público y la continua
incapacidad de los sindicatos y del gobierno para llegar a un acuerdo estable son
síntomas de la gravedad de la crisis. El Acuerdo de Croke Park, que los líderes de
los principales sindicatos impusieron a la ICTU (Central Sindical Irlandesa) frente
a la abierta oposición de numerosos trabajadores y un número significativo de otros
sindicatos, fue presentado como una salvaguarda de los salarios de los trabajadores a
cambio de “flexibilidad” y “reformas” en el sector público.
Los trabajadores irlandeses se enfrentan a toda una generación de austeridad.
Este acuerdo será acompañado de tales condiciones que hará palidecer a las
recomendaciones sobre el gasto público realizadas en el informe An Bord Snip.
Los mismos periódicos y expertos que intentaron vendernos el acuerdo de Croke
Park están ahora clamando al cielo para que se abandone y para que, en su lugar, el
gobierno reduzca los salarios y se incrementen los despidos. Todos los ingredientes
para la lucha de clases están sobre la mesa.
Sin embargo, hay enormes dudas sobre la capacidad de los líderes sindicales para
representar adecuadamente a sus miembros y liderar la lucha por la defensa de los
servicios públicos, el empleo y las condiciones de trabajo. La capacidad de reacción
de los líderes de la ICTU está limitada por su política de colaboración con los
empresarios en un momento en que éstos están preparando un nuevo asalto contra los
trabajadores. El movimiento necesita prepararse para las luchan que le aguardan. La
cuestión central es la forja de un liderazgo con la suficiente claridad de miras como
para, cuanto menos, ser capaz de entender cómo llevar la lucha adelante.