Tras casi un mes de escuelas tomadas y corte de calles, la lucha de los secundarios, por el momento, ha llegado a su fin. Mientras tanto, es preciso evaluar qué lecciones sacamos. El gobierno de Macri se comprometió a refaccionar de manera inmediata todas las escuelas que presentaron reclamos.
Tras casi un mes de escuelas tomadas y corte de calles, la lucha de los secundarios, por el momento, ha llegado a su fin. Mientras tanto, es preciso evaluar qué lecciones sacamos. El gobierno de Macri se comprometió a refaccionar de manera inmediata todas las escuelas que presentaron reclamos.
La toma alcanzó a 29 escuelas. En el aniversario de la noche de los lápices, 16 de septiembre, estuvieron 30 mil estudiantes en la calle, junto con padres y maestros.
La lucha de la juventud estudiantil es una inspiración para todos los que padecen las consecuencias de este sistema bárbaro y explotador que se llama Capitalismo.
La juventud, y particularmente los jóvenes de las familias trabajadoras, somos el sector que más agudamente sufrimos las injusticias de una sociedad que está organizada para que los grandes empresarios, terratenientes y banqueros vivan a costillas de los trabajadores y del resto de sectores populares oprimidos.
Los hijos de las familias trabajadoras estudiamos, en la mayoría de los casos, en escuelas con falencias edilicias, escasez de docentes y de medios materiales; pero también sufrimos un sistema de salud deficiente, barrios carenciados y, aquellos que trabajan, empleos basura y mal pagos.
Somos simple mercadería para los ricos; nos consideran sujetos descerebrados para consumir compulsivamente, mientras nos llaman vagos y delincuentes. Pero cuando nos levantamos para luchar por nuestro futuro, para estudiar y trabajar en condiciones dignas, nos califican de extorsionadores, violentos, y transgresores de la ley. Esa es la moral de ricachones del tipo Macri, Bullrich o Michetti.
La unidad entre los trabajadores y los estudiantes
El gran éxito de las tomas fue instalar este debate en la sociedad y generar simpatía en la población. Las tomas fueron resultados de meses tras meses de reclamos sin ninguna respuesta. Fueron también el resultado de las condiciones a las que han llegado las escuelas, que día tras día están peor. En muchas escuelas no hay sillas, en otras el techo está cayéndose, o no hay calefacción. Los baños están sin condiciones de uso. El sueldo de los maestros no alcanza.
La lucha desnudó los recortes de dinero destinados a la educación pública en la ciudad de Buenos Aires. Pues puso en discusión el interés del gobierno en la educación pública. Pues gran parte del dinero ha ido como subvenciones a la educación privada. Mientras que, este año, hasta el mes de junio, sólo se gastó el 7% del dinero presupuestado para gastos de infraestructuras en las escuelas públicas.
Esto fue lo que llevó a Macri a hacer algunas concesiones. Pues su imagen quedo peor de lo que ya estaba. Y el éxito de la lucha está en haber demostrado la fuerza de la organización de los estudiantes. En haber conseguido unir en una sola lucha a padres maestros y estudiantes. Este debe ser el camino: la unidad entre trabajadores y estudiantes. Con todo, las tomas también mostraron ciertos límites a la hora de implicar a la mayoría de los estudiantes, de ahí que en próximas luchas deberían complementarse con medidas que faciliten no sólo la participación masiva de los estudiantes sino también de toda la comunidad educativa: padres y docentes; con marchas, asambleas, actos en los barrios, etc.
Debemos sacar las lecciones de nuestra pelea y prepararnos para la próxima batalla por venir, extendiendo el movimiento y consolidando la organización por escuela, la puesta en pie de cuerpos de delegados por curso y la formación de Centros de Estudiantes en las escuelas que no los hubiere. Para que así podamos avanzar en la lucha por la defensa irrestricta de la educación pública y en contra del capitalismo.