Nos encontramos en el inicio de un proceso importante en la recomposición del movimiento obrero argentino. La presión implacable de la explotación capitalista y la suba de precios empujan a la lucha, mientras que la burocracia sindical de la CGT actúa con mayor vigor que nunca como la policía de los patrones y del gobierno en las empresas. Esta situación abona el terreno para el surgimiento de tendencias de oposición en el seno de la CGT que deberían tratar de unificarse en cada gremio y sector a nivel nacional.
Nos encontramos en el inicio de un proceso importante en la recomposición del movimiento obrero argentino. La presión implacable de la explotación capitalista y la suba de precios empujan a la lucha, mientras que la burocracia sindical de la CGT actúa con mayor vigor que nunca como la policía de los patrones y del gobierno en las empresas.
Esta situación abona el terreno para el surgimiento de tendencias de oposición en el seno de la CGT que deberían tratar de unificarse en cada gremio y sector a nivel nacional.
La incapacidad mostrada por los grupos de izquierda para conformar agrupaciones sindicales de carácter nacional y sectorial, por su sectarismo infantil y falta de madurez política, ha hecho que la iniciativa de orientar y organizar a nuevas camadas de luchadores obreros en decenas de empresas y sectores ha pasado, en muchos casos, a la CTA, que además de ser una central representativa y reconocida entre los trabajadores dispone de recursos y de un aparato que facilita dicha organización.
La CTA ayudó a impulsar el nuevo sindicato del Subte (AGTSyP) que agrupa a la gran mayoría de los 3.000 obreros del Subterráneo. Otro hecho notorio fue la creación de la Organización Sindical Mineros Argentinos (OSMA-CTA) que hizo pie en una de las principales explotaciones mineras del país, en la Barrick Gold de San Juan, y luego de una dura pelea fue reconocido como gremio representativo. La misma notoriedad alcanzó la Unión de Colectiveros (UCRA-CTA), enfrentada a la UTA, que organizó un paro de colectiveros en la Terminal de Retiro de Capital Federal, que enfrentaron a las patotas y matones de la burocracia de la UTA.
Lo relevante es que muchas de estas experiencias tienen como actores, no a activistas de izquierda, sino a obreros de base sin afiliación partidaria en sectores económicos clave. Esto revela la profundidad del malestar de los trabajadores y cómo la burocracia sindical está minando sus bases de apoyo en gremios importantes. Hay que destacar que en todos estos casos, la recomposición vino del trabajo clandestino durante años, y continuó con la elección de delgados de base hasta hacerse fuertes en las comisiones internas. Procesos similares se dieron en aceiteros, construcción, en comisiones internas de la UOM de diversas fábricas, etc. A lo que debemos sumar el avance que se produjo en el 2009 con la expropiación de la fábrica cerámica Zanón de Neuquén y con la discusión de democracia sindical dentro de muchas empresas.
También hubo experiencias negativas donde la CTA precipitó escisiones prematuras de una minoría de trabajadores avanzados, como ha sido el caso en trabajadores petroleros de Santa Cruz.
Como conclusión, creemos que lo importante es ganar a la masa de trabajadores para una política sindical clasista, antiburocrática; y no precipitarse en formar sindicatos nuevos a cualquier precio. Lo fundamental es ganar, con un trabajo paciente, una mayoría en la base; y sólo después considerar la formación de un sindicato nuevo o mantenerse en las estructuras de los gremios ya existentes.
Lo que se necesita es un trabajo coordinado entre la CTA y las agrupaciones sindicales de izquierda para desarrollar una labor frentista en la CGT que apunte a la regeneración del movimiento sindical de nuestro país. Igualmente, exigimos el respeto a la democracia sindical dentro de la CTA y defendemos la organización en su seno de agrupaciones sindicales para defender estos derechos y levantar una alternativa sindical clasista y antiburocrática.