La lucha del Subte y las tareas del activismo sindical antiburocrático

La Corriente Socialista El Militante se solidariza con la justa lucha de los obreros del Subterráneo de Buenos Aires por el reconocimiento legal de la organización sindical que, libre y autónomamente, se han dado a sí mismos. La negativa del Ministerio de Trabajo a reconocer la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) es un ataque escandaloso a la libertad de organización de los trabajadores y conculca uno de los principios fundamentales de la Constitución Nacional, de la que el gobierno de Cristina Fernández se vanagloria de ser su más firme defensor.

 

La Corriente Socialista El Militante se solidariza con la justa lucha de los obreros del Subterráneo de Buenos Aires por el reconocimiento legal de la organización sindical que, libre y autónomamente, se han dado a sí mismos. La negativa del Ministerio de Trabajo a reconocer la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) es un ataque escandaloso a la libertad de organización de los trabajadores y conculca uno de los principios fundamentales de la Constitución Nacional, de la que el gobierno de Cristina Fernández se vanagloria de ser su más firme defensor.

Contra la violencia policial y patoteril

Condenamos enérgicamente la violencia patoteril y mafiosa ejercida contra los trabajadores y dirigentes de los obreros del Subte a manos de grupos de matones de la burocracia sindical de la Unión Tranviaria Automotor (UTA) y del servicio de seguridad de la empresa Metrovías, con la complacencia del Ministerio del Interior y del Gobierno nacional. Condenamos particularmente el ataque cobarde de la policía bonaerense en la localidad de Moreno contra los familiares del delegado Néstor Segovia.

La violencia contra los trabajadores del Subte forma parte de una deriva represiva que se acentuó en los últimos meses y semanas con la brutal represión a los trabajadores  de Kraft-Terrabusi, contra la protesta piquetera en la Av. 9 de Julio en Buenos Aires, o en la protesta pacífica en Plaza de Mayo contra el desalojo del edificio de la Mutual Sentimiento; hechos que tuvieron el aval, en algunos casos, del gobierno de Cristina y, en otros, de sectores del aparato del Estado

Ni el gobierno nacional de Cristina Fernández ni la oposición burguesa al oficialismo (UCR, Coalición Cívica, PRO, PJ "disidente") han condenado ninguno de estos ataques, lo que muestra que todos ellos defienden los intereses de la empresa Metrovías y demás patronales, y avalan los métodos violentos empleados por las mismas y por la burocracia sindical contra los trabajadores que salen a luchar al margen de su control.

Una democracia falsa

Todo esto desnuda la falsedad de esta democracia burguesa para ricos, cuando los trabajadores ven conculcados sus derechos democráticos básicos puertas adentro de las empresas; y ningún poder del Estado toma iniciativa alguna para terminar con esta situación.

Es evidente que hay un frente único sólido entre el gobierno, la burocracia sindical de la CGT y las patronales, con el apoyo y comprensión de toda la oposición de derecha,  contra la libertad y la democracia sindical que persiguen los trabajadores de nuestro país. Por eso cierran filas por el no reconocimiento del sindicato del subte, contra el otorgamiento de la personería gremial a la CTA, y en el acoso y persecución de los delegados y comisiones internas antiburocráticos (como fue el caso de Kraft-Terrabusi, entre otros muchos).

Temen, con bastante razón, que un movimiento obrero sin una burocracia sindical corrupta, mafiosa y vendida al gran capital que lo frene, despliegue tal capacidad de lucha y de organización que no sólo obligue a los patrones y al gobierno a otorgarle importantes concesiones en materia de salario y empleo, sino que también acreciente la confianza y conciencia política de los trabajadores y les haga ver claramente el objetivo histórico que se desprende de sus luchas, que no es otro que una sociedad sin clases sociales, sin opresión ni explotación: una sociedad socialista.

La marcha del 20 de noviembre

La convocatoria a la marcha del 20 de noviembre por parte de la cúpula de la CGT, con la excusa de la "desestabilización" y de mostrar su solidaridad al gobierno de Cristina Fernández, sólo pretendía defender el "modelo sindical" actual de conciliación con los patrones y de criminalización de toda acción independiente, autónoma y antiburocrática de los trabajadores. Por eso tenía un carácter completamente reaccionario.

La Presidente Cristina Fernández, más inteligente que los burócratas que pueblan los despachos de la CGT de Azopardo, era consciente que la demostración de fuerza por parte de unos dirigentes que son repudiados por sectores amplios de la clase trabajadora argentina, podía arrastrar a su gobierno a un descrédito mayor, y por eso llamó a levantar el acto.

Pese a todos sus intentos, ni el gobierno kirchnerista, ni la patronal negrera, ni la burocracia sindical de la CGT, podrán detener el proceso ya iniciado de autoorganización de los trabajadores, dentro de sus sindicatos y de las empresas. Mientras más obstáculos oponga la burocracia sindical de la CGT a la organización interna de los trabajadores, y más se implique en las políticas antiobreras de los patrones, mayor será el estallido de rebelión sindical de la clase trabajadora argentina cuando llegue su hora. Kraft-Terrabusi y el Subte son apenas dos ejemplos de lo que está por venir.

Por la formación de corrientes sindicales de oposición

Por eso, la tarea del momento es la puesta en pie de corrientes sindicales de oposición en el seno de los sindicatos, que deberían tener un carácter amplio y democrático, sustentadas en un programa elemental de democracia sindical: elección y revocabilidad  en cualquier momento de los dirigentes, congresos sindicales anuales y democráticos, que ningún sindicalista rentado reciba un sueldo superior al promedio de un trabajador calificado, apertura de los libros de cuentas a los afiliados, asambleas democráticas decisorias, etc.; unido a un programa básico de demandas laborales: salario equivalente a la canasta familiar, ningún empleo en negro, semana laboral máxima de 40 horas, indexación automática de los salarios con el aumento de precios, etc.

Por una conferencia sindical antiburocrática

Debido a la autoridad largamente ganada, y al referente claro en que por derecho propio se han convertido dentro del movimiento obrero antiburocrático del país, consideramos que los dirigentes de los trabajadores del Subte deberían hacer un llamamiento público al conjunto de la clase obrera argentina y convocar a una conferencia sindical nacional de delegados de empresa y sindicatos antiburocráticos para dar un cauce organizativo a la tarea enunciada en el apartado anterior. En nuestra opinión, las demandas a debatir y aprobar por esta conferencia podrían ser, al menos, las siguientes:

-Reconocimiento del sindicato del subte

-Otorgamiento de la personería gremial a la CTA

-Por la libertad y democracia sindical, que incluya, ente otras, las demandas  mencionadas en el párrafo anterior

-Ningún paso atrás en nuestras condiciones laborales: por salarios y empleos dignos.

-Constituir una corriente sindical nacional, clasista y antiburocrática que aglutine y coordine a todo el activismo antiburocrático del país.

Contra el escisionismo en los sindicatos

La puesta en pie de corrientes sindicales de oposición en modo alguno significa que defendamos la escisión sindical y la formación de gremios nuevos al margen de los ya existentes. Aunque pueda estar justificado en el caso del Subte, creemos que sería un grave error copiar indiscriminadamente esta experiencia. En general, nos oponemos a la escisión de los sindicatos porque separan a los obreros más concientes y avanzados de la masa de trabajadores que no acompaña esta salida. La burocracia sindical sale beneficiada con esto porque se libera de la presencia incómoda de los activistas sindicales más avanzados y resueltos, y fortalece su posición sobre la mayoría de los trabajadores que permanecen en las estructuras sindicales tradicionales.

La CTA podría jugar un papel importante en el surgimiento de tendencias democráticas en el seno de los gremios de la CGT, dada la autoridad conseguida en una capa de activistas en muchos gremios, si se dotara de una política inteligente y audaz. El objetivo no debería ser propiciar escisiones prematuras de unos pocos cientos de activistas, sino el de estimularlos a que luchen por regenerar los gremios cegetistas y extiendan su influencia en su seno.

Sería un paso adelante en esta tarea que la CTA emplazara a la CGT a políticas de frente único. Aunque este ofrecimiento sea ignorado, la CTA incrementaría su autoridad sobre las bases de la CGT al mostrarse como el más firme partidario de la unidad de acción del movimiento obrero. El descrédito de los dirigentes de la CGT estimularía, además, el surgimiento de corrientes sindicales de oposición a la burocracia sindical.

La unidad y regeneración del movimiento obrero argentino sólo podrá darse con la premisa de conquistar el apoyo de la mayoría de los trabajadores de los gremios más relevantes de la CGT para una política clasista y antiburocrática, lo cual requiere un trabajo prolongado en el seno de esos gremios y en sus estructuras. Sólo después de esto, sería un asunto formal considerar si la regeneración sindical culminará con el control del aparato de los viejos sindicatos o con la formación de gremios nuevos, como ha sido el caso del Subte.

Pero sí podemos afirmar que escisiones prematuras, motivadas por la impaciencia, sí podrían dar al traste con esta perspectiva y retrasar en el tiempo la deseable regeneración y recomposición del movimiento sindical en nuestro país.

La lucha del Subte tiene que triunfar

Una de las tareas principales es ayudar a conseguir una victoria de la lucha de los compañeros del Subte. Tal victoria daría un impulso formidable a las tendencias antiburocráticas que están gestándose en la mayoría de los gremios.

Apoyamos incondicionalmente las medidas de fuerza impulsadas por los trabajadores del Subte hasta el momento. Pero dada la envergadura política que ha adquirido este conflicto pensamos que las medidas de fuerza gremiales en un sector tan sensible como es el del transporte público de pasajeros, por sí mismas y con ser tan importantes, son insuficientes para ganar esta pelea. Creemos que sería necesario desarrollar en paralelo una campaña pública a lo largo y ancho del país, y particularmente en los barrios obreros del área metropolitana de la Capital Federal, y de la Capital Federal misma, consistente en actos públicos masivos y reparto de propaganda, para ganar el apoyo y la simpatía de los trabajadores, que son los principales usuarios del transporte del Subterráneo, y así establecer una correlación de fuerzas en la sociedad que les doble finalmente el brazo al gobierno y la burocracia sindical.

Ahora es más verdad que nunca la consigna: ¡si gana el Subte, ganamos todos!

¡Viva la lucha de los trabajadores del Subterráneo!

¡Por el reconocimiento legal de la Asociación Gremial de los Trabajadores del Subte y Premetro!

¡Personería gremial para la CTA, ya!

¡Abajo la burocracia sindical!

¡Por la libertad y la democracia sindical!

¡Por una corriente sindical nacional, clasista y antiburocrática que aglutine y coordine a todo el activismo antiburocrático del país!