Es necesario un gobierno frenteamplista "de izquierda en serio"
El domingo 25 de octubre se realizan las elecciones presidenciales en Uruguay. El Frente Amplio, que con su histórico triunfo de fines de 2004 rompió con 170 años de bipartidismo blanco-colorado, obtendría el triunfo pero no alcanzaría el 50% necesario para lograr la llegada de Mujica a la presidencia en esta primera vuelta. Es necesario que sus líderes atiendan el reclamo de los trabajadores y el pueblo y asuman un programa transformador, hacia el socialismo y la unidad latinoamericana, para asegurar la continuidad del proceso emancipador.
Es necesario un gobierno frenteamplista "de izquierda en serio"
El domingo 25 de octubre se realizan las elecciones presidenciales en Uruguay. El Frente Amplio, que con su histórico triunfo de fines de 2004 rompió con 170 años de bipartidismo blanco-colorado, obtendría el triunfo pero no alcanzaría el 50% necesario para lograr la llegada de Mujica a la presidencia en esta primera vuelta. Es necesario que sus líderes atiendan el reclamo de los trabajadores y el pueblo y asuman un programa transformador, hacia el socialismo y la unidad latinoamericana, para asegurar la continuidad del proceso emancipador.
El gobierno de Tabaré Vázquez se caracterizó por su adaptación al capitalismo, y limó todas las aristas que podían aparecer como ¨radicalizadas¨ de la política del FA. Subordinó sus medidas a la banca internacional y a los exportadores, rebajó las propuestas más transformadoras (como el veto presidencial a la ley de aborto, o la demora en derogar la ley de Caducidad que impide juzgar el genocidio de la dictadura) y en el plano internacional firmó con un acuerdo bilateral con EEUU excusándose en el relegamiento de Uruguay en Mercosur por parte de los socios mayores.
Pese a todo, aprovechó la coyuntura internacional de altos precios de exportaciones hasta 2007 para mejorar muy gradualmente los ingresos de los trabajadores, bajo la presión de los sindicatos. Pero desde el estallido de la burbuja en la economía internacional las cosas se complicaron y se discute la posibilidad de un fuerte ajuste fiscal: privatizaciones, menos empleo estatal, menores salarios, recortes en salud y educación, etc.
Polarización a izquierda y derecha
Este ¨posibilismo¨ produjo una rebelión interna que se manifestó en escisiones inmaduras por izquierda. Pero también, a partir de la demanda de las bases, esa rebelión se expresó en el recambio de autoridades y candidatos del FA y en una fuerte exigencia, bajo la consigna ¨Por un Frente Amplio de izquierda en serio¨.
El ex líder de Tupamaros, Pepe Mujica, canalizó ese descontento frente a los sectores más derechistas (PS, seregnistas, ex guerrilleros arrepentidos, etc.) y triunfó en la interna del 28 de junio. Pero en sus declaraciones y acciones intenta mostrarse muy moderado y como una continuidad del gobierno de Tabaré.
A este proceso, le corresponde otro de polarización hacia la derecha en los partidos tradicionales. El conservador partido Nacional (los Blancos, el partido tradicional de la oligarquía) se ha recostado en el ex presidente, Lacalle Herrera. Su principal lema de campaña es ¨pasar la motosierra al gasto público¨, con eje en la ¨administración eficaz de los recursos del área social¨. Según los encuestadores, obtendría un 32% de los sufragios.
Y el partido Colorado (tradicional expresión de la burguesía liberal) se ha reducido a su mínima expresión histórica pagando el mayor costo de las políticas pro mercado de las últimas décadas. Intenta realizar un recambio generacional, pero lleva como candidato al hijo del ex dictador Bordaberry. Aunque ha elegido como vice al popular ex futbolista y DT Hugo De León, no levanta cabeza en las encuestas, donde ronda sólo el 9%.
Contra la ¨motosierra¨, ¡impulsemos un programa socialista!
Mujica ya manifestó que su modelo es Lula, eligió al representante de la derecha frenteamplista Astori como vice y pretende nombrar para ministro de economía a ¨un liberal, amigo de los empresarios¨. Declara además que ya arregló con el PC y los dirigentes sindicales una reforma del sector estatal, con recortes presupuestarios y privatizaciones. Sería un gravísimo error que los dirigentes de la central sindical PIT-CNT se hagan cómplices de estas políticas. El fortalecimiento del movimiento obrero en los últimos años no puede ser entregado alegremente al reformismo posibilista. La concepción etapista del PC es responsable de estas vacilaciones en la dirigencia sindical.
Desde la Corriente Marxista Internacional sostenemos que los dirigentes del FA deben escuchar el reclamo de las bases y del pueblo oriental por un giro a la izquierda. Es necesario, por lo tanto, impulsar una corriente socialista revolucionaria en el seno del FA con un programa socialista de nacionalizaciones de las palancas fundamentales de la economía, que deben ser puestas bajo control obrero; con una auténtica democracia basada en las organizaciones comunitarias y obreras; y avanzar hacia la integración latinoamericana a partir de los procesos revolucionarios cubano, venezolano, boliviano y ecuatoriano.
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