Los acontecimientos de Irán tomaron por sorpresa a mucha gente, pero no a la Corriente Marxista Internacional, que hace tiempo detectó el desarrollo de un ambiente social explosivo en este país y así lo expuso en innumerables artículos. La estabilidad del régimen también está siendo afectada por la crisis económica, con la caída del precio del petróleo.
Los acontecimientos de Irán tomaron por sorpresa a mucha gente, pero no a la Corriente Marxista Internacional, que hace tiempo detectó el desarrollo de un ambiente social explosivo en este país y así lo expuso en innumerables artículos. La estabilidad del régimen también está siendo afectada por la crisis económica, con la caída del precio del petróleo.
El régimen de Irán es un régimen monstruoso, una dictadura brutal y sanguinaria surgida del descarrilamiento de la revolución obrera que derrocó el Sha en 1979. Pero después de 30 años surgió este gran movimiento de masas, que explotó por el fraude electoral de mediados de junio.
El movimiento de protesta es heterogéneo, con un peso importante de sectores medios que durante décadas fueron el principal sostén del régimen y ahora pasaron a la oposición. Pero es verdad que todavía la clase obrera no ha participado de manera independiente en los acontecimientos.
Enfrentado al movimiento de masas, el gobierno lanzó contra él a las bandas de matones (basijis) traídos de las zonas atrasadas del país. Pero esto no tuvo el mismo efecto del pasado. La represión no puede terminar con el movimiento, si bien éste ha entrado en una pausa con una retirada temporal de las masas. Esto era de esperar.
A las grandes marchas de protesta de fines de junio no le siguieron pasos a un nivel superior, como por ejemplo la convocatoria de una huelga general, mientras la represión continuaba. Los dirigentes reformistas del régimen, como Mousavi, que por la presión de las masas tuvieron que colocarse en abierta oposición al mismo, estaban tan aterrorizados como Ahmadineyah del alcance del movimiento, y sólo veían en éste una manera de presionar al régimen para que aceptara cambios, pero no buscaban derrocarlo.
El viernes 17 de julio 1 millón de personas acudió al servicio religioso de Rafsanyani, ex-presidente de Irán y uno de los pilares del régimen que ahora apoya a los reformistas. Y dio un discurso muy combativo contra la represión pidiendo la liberación de los presos políticos. Un día antes, arrestaron a 24 oficiales de alto rango (2 de ellos generales) porque pensaban asistir al oficio religioso de Rafsanyani vestidos de uniforme. Es un indicio claro de cuán lejos llegó la división en la clase dominante.
La pausa actual servirá para desenmascarar el verdadero carácter de los "reformistas". La crisis económica, que persiste, preparará un movimiento a un nivel superior.
Es sólo una cuestión de tiempo que caiga el régimen, al que le seguirá inicialmente un período de democracia burguesa inestable, pero que ya no podrá tomar más la forma de fundamentalismo religioso, porque quedó muy desacreditado ante las masas trabajadoras.
Tarde o temprano se planteará la necesidad de la toma del poder por la poderosa clase obrera iraní, pero la revolución está en sus inicios y la prioridad ahora es desarrollar el factor subjetivo, la organización de cuadros marxistas indispensable que pueda organizar a las capas más conscientes y avanzadas de la clase obrera y la juventud revolucionaria de Irán.
La CMI ha producido folletos en farsi (persa) e inglés sobre la revolución iraní, y lo estamos difundiendo dentro de Irán, donde nuestras ideas empiezan a encontrar un eco.
La revolución iraní irradiará ondas en todo Medio Oriente y es el deber de los socialistas revolucionarios seguirla en detalle y dar su apoyo a los marxistas revolucionarios que están interviniendo en la misma con gran energía y coraje.