El gobierno de la nación ha decidido desafiar a los trabajadores del sector público del país negándoles la suba salarial de $250 y el blanqueo de los miles de compañeros que trabajan en negro. Después de más de una década sin incremento salarial, con una escalada de precios que ha rebajado los salarios reales a la mitad en los últimos tres años, el reclamo de los $250 en el básico, el blanqueo de todos los trabajadores “en negro” y la efectivización de todos los contratados es lo mínimo que se debe pebe pedir. No podemos permitir por más tiempo que nuestras condiciones de vida y las de nuestras familias sigan degradándose cada día que pasa.
Por los $250 en el básico, el empleo en blanco y la efectivización de todos los contratados
El gobierno de la nación ha decidido desafiar a los trabajadores del sector público del país (docentes, no docentes, estatales, provinciales y municipales) negándoles la suba salarial de $250 y el blanqueo de los miles de compañeros que trabajan en negro. Después de más de una década sin incremento salarial, con una escalada de precios que ha rebajado los salarios reales a la mitad en los últimos tres años, el reclamo de los $250 en el básico, el blanqueo de todos los trabajadores "en negro" y la efectivización de todos los contratados es lo mínimo que se debe pedir. No podemos permitir por más tiempo que nuestras condiciones de vida y las de nuestras familias sigan degradándose cada día que pasa.
Hay dinero público para los capitalistas, funcionarios, y diputados, pero no para los trabajadores
La táctica de los gobiernos nacional y de las provincias ha sido intentar dividir a los trabajadores dando subas totalmente insuficientes a unos y negándoselas a otros. Es una indecencia que el gobierno de Kirchner justifique su posición diciendo que el Estado no tiene plata suficiente, cuando prevé un superávit fiscal para este año de cerca de $20.000 millones, de los que destinará más de $10.000 millones a pagar la infame deuda externa ¿Cómo puede ser que digan que no hay dinero cuando los bancos han recibido miles de millones de pesos del presupuesto nacional de este año a cuenta de la "compensación" por la pesificación de los créditos en enero del 2002? ¿Y los miles de millones de dinero público que se llevan las empresas privadas y las privatizadas en concepto de subsidios y ayudas para que sus dueños mantengan su elevado nivel de beneficios? Hasta el gobierno aceptó elevar el superávit fiscal del 3% al 3,6% del PBI el próximo año para destinar más plata al pago de la deuda externa. Es verdad, no hay dinero para los trabajadores pero sí para los grandes empresarios, banqueros, multinacionales y grupos financieros internacionales que lucran con la miseria y las penurias de cerca de 2 millones de empleados públicos.
Es curioso, como decía un comunicado de la Junta Interna de ATE Educación de la provincia de Buenos Aires, los mismos funcionarios que niegan a los empleados públicos un aumento salarial de $250, han duplicado sus ingresos de $3.000 a $6.000 con la excusa de que $3.000 no es un salario digno ¡Qué vergüenza! En un relevamiento hecho por la asociación Poder Ciudadano se daba cuenta de que el 46% de los Senadores poseía, al menos, 4 propiedades inmuebles y un 21% tenía, al menos, 3 automóviles. Esta misma gente (lo mismo ocurre con los ministros del gobierno y los altos funcionarios del Estado) reconocían en ese mismo informe que percibían, además de su salario de $3.000, "dietas" y "viáticos" por valor de $5.000, $7.000 y hasta $8.300 mensuales (Clarín, 23 de mayo 2004). No es de extrañar que esta misma gente declare a la prensa que cobrar $3.000 es una hipocresía.
Con justa razón, la indignación de los trabajadores de nación, provinciales, municipales y docentes es enorme. Pero la intransigencia del gobierno de Kirchner con los trabajadores no se explica por factores personales. Detrás del gobierno de Kirchner están los capitalistas, banqueros y el FMI para quienes aumentar el salario a los trabajadores públicos es un despilfarro del dinero público porque no les deja beneficios tangibles. Para ellos, ese dinero del Estado debe dedicarse a pagar más deuda externa, a seguir subvencionando a los empresarios nacionales, a las privatizadas y a rebajar los aportes patronales. Puede que algunos dirigentes sindicales, más empeñados en mantener sus excelentes relaciones con Kirchner que en defender los intereses de los trabajadores, se molesten al escuchar esto, pero esta es toda la verdad del asunto.
Las concesiones del gobierno de Kirchner
Como decíamos antes, la actitud del gobierno de Kirchner ha sido la de dividir y enfrentar a los trabajadores del sector público ofreciendo a algunos sectores subas que no colman las expectativas de los trabajadores, y negándoselas a otros. Así, a principios del mes de mayo, se decretó una suba salarial no remunerativa a 105.000 empleados estatales (de un total de 283.000), de los cuales 62.000 (el 60%) son policías y militares. Esta suba sólo involucra a los trabajadores que ganan hasta $850, que subirían $150, y a los que ganan más $850 y menos de $1.000, que subirían hasta completar un salario de $1.000. Los que ganan $1.000 o más no reciben nada de aumento.
Esta suba es completamente insuficiente y una estafa. En primer lugar porque sólo beneficia al 40% de los trabajadores estatales y deja afuera no solamente al otro 60% de los trabajadores estatales, sino también a los empleados públicos de provincias, municipios y a los trabajadores de la educación, docentes y no docentes. En segundo lugar, esta suba no se suma al básico del salario por lo que no cuenta para la jubilación futura, ni para los aguinaldos ni para las vacaciones pagas. Es una suba "en negro", que tiene además el evidente peligro de que podría ser anulada en cualquier momento por el gobierno. En tercer lugar, el gobierno contabiliza en los $1.000 de tope salarial todos los adicionales, no solamente el básico, dejando fuera sólo lo percibido por asignación familiar. Y en cuarto lugar, no colma ni de lejos las expectativas de los 1,8 millones de empleados públicos que reclaman una suba de $250 en el básico ni se avanza en el blanqueo de las decenas de miles de empleados en negro (sólo en los estatales, hay 17.000 empleados en negro). Esto, en una situación donde las estadísticas oficiales reconocen una pérdida del poder adquisitivo de los empleados públicos del 30% en los últimos dos años (la realidad triplica esta cifra) y donde los sueldos de los empleados nacionales cayeron un 15% por debajo de los sueldos privados y un 30% en el caso de los empleados provinciales, según el INDEC (Clarín, 31 de mayo 2004).
Por otro lado, a mediados del mes de mayo el gobierno apareció con otra suba irrisoria para los docentes y no docentes universitarios, que van desde los $20 a los $300. Pero esta suba privilegia a aquellos docentes que tienen dedicación exclusiva (menos del 9% de los 110.000 docentes universitarios del país) cuyo salario aumenta en $300 pasando de $1.100 a $1.400 (una suba del 27%), pero sigue dejando en la miseria a más del 90% de los docentes con subas insignificantes de $20, $45 ó $70 para aquellos que reciben un salario de $300 ó $400 porque no pueden tener dedicación exclusiva debido a la falta de plazas, debiendo acumular dos y tres turnos cada día para alcanzar un salario al final del mes con el que poder sobrevivir. Los trabajadores no docentes subirían $50, que se suma a los $100 que recibieron hace unos meses. Aún así, quedan lejos de la suba de $250 que reclama todo el sector. Para los miles de profesores que trabajan gratis (ad-honorem), sólo en la UBA hay 14.000, no hay ni un centavo de salario. Se los sigue explotando como mano de obra esclava.
De esta manera, la táctica del gobierno consiste en dividir a los trabajadores y atomizar las luchas por provincias y sector para debilitar su lucha. Ahora, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, culpa al gobierno de Kirchner de retacearle una deuda de $460 millones que tiene el gobierno nacional con la provincia y que por eso no puede subir los salarios de los empleados y docentes de la provincia. El gobierno nacional responde que no le debe nada a la provincia. Esto son sólo excusas y peleas entre ellos y los trabajadores no debemos caer en la trampa que nos tienden los gobiernos nacional y provinciales para justificar el congelamiento salarial. Ellos son quienes manejan la plata, los que recaudan y entre ellos, no nos importa cómo, deben ponerse de acuerdo para satisfacer los reclamos de los trabajadores.
Hay que cambiar de estrategia sindical
Desde el primer momento, la disposición a la lucha de los empleados públicos ha sido total. El paro nacional del 28 de abril convocado por ATE (el primer paro del sector convocado al gobierno de Kirchner) y apoyado por la mayoría de los gremios provinciales y municipales, tuvo un acatamiento masivo. Las luchas de los docentes y no docentes en el sector educativo, a lo largo y ancho de la nación, han sido innumerables en las últimas semanas. Lamentablemente, los dirigentes nacionales de ATE aceptaron acríticamente las ridículas subas ofrecidas por el gobierno y levantaron el plan de lucha y el paro programado para el pasado 12 de mayo. Esto causó un gran malestar en las bases que, en muchos caso, rebasaron a los dirigentes, obligando a continuar con los paros en muchos centros de trabajo, en las oficinas estatales, en los hospitales y en las administraciones provinciales y municipales.
La táctica de la dirigencia nacional de ATE y de otros gremios ha sido "borrarse" de la lucha por el salario y estimular la atomización y fragmentación de la lucha desgastando a cientos de miles de trabajadores públicos en decenas de luchas parciales diseminadas por todo el país. Los sindicatos públicos agrupados en el Frente de Gremios Estatales, entre los que destaca la UPCN, rechazaron la suba ofrecida por el gobierno y convocaron para el miércoles 2 de junio una movilización, lo cual es un reflejo de la presión de abajo, pero rebajaron el reclamo para pedir solamente un aumento de $150 en el básico.
Está claro que esta actitud de las altas cúpulas sindicales es un reflejo de sus vínculos con el gobierno de Kirchner y, sobre todo, de su miedo a ponerse a la cabeza de las luchas, acostumbrados como estaban a un sindicalismo de despacho y alfombra. Pero este "sindicalismo" revela ahora su completa bancarrota cuando de lo que se trata es de dar una pelea a fondo para arrancar los reclamos que exigen los trabajadores. Ahora no pueden justificarse, como ocurrió otras veces, en la excusa de que los trabajadores no quieren luchar. La combatividad y disposición a la lucha de los trabajadores públicos está fuera de toda duda. Lo han demostrado y lo siguen demostrando suficientemente. Son estos dirigentes los que obstaculizan y frustran la movilización con pactos por arriba, levantando los paros programados o rebajando los reclamos sin que cuente la opinión de los trabajadores.
Hay que unificar la lucha de todos los empleados públicos en una huelga nacional de 24 horas, como un primer paso
Esta semana hay programados y se están cumpliendo paros y marchas en la casi totalidad de las provincias del país. Las pasadas semanas también se dieron luchas en multitud de centros de trabajo, marchas y cese de actividades. Con todo lo que tiene de positivo esta manifestación de tremenda energía combativa de los trabajadores, el peligro es que este esfuerzo se dilapide en innumerables luchas parciales. Es de todos conocido que es más fácil para el gobierno nacional y los diferentes gobiernos provinciales enfrentar los conflictos obreros uno por uno que hacerlo contra todos al mismo tiempo. Para ganar, no basta luchar, que es una condición absolutamente necesaria. Sin embargo, no es suficiente. Las tácticas seguidas por las dirigencias sindicales y los trabajadores también tienen enorme importancia. De lo que se trata no es tanto de dar muchos golpes pequeños, sino de dar unos pocos pero que sean amplios y contundentes, que demuestren al gobierno y a los capitalistas que inspiran su política, la enorme fuerza y poder que los trabajadores tenemos en esta sociedad.
Es por eso que, desde El Militante, abogamos porque el conjunto de los gremios estatales y docentes unifiquen sus luchas y reclamos por los $250 en el básico para todos y por el blanqueo de todos los trabajadores en negro. El camino no es luchar cada uno por su lado, sino golpear todos juntos, el mismo día y al mismo tiempo. Es necesaria una huelga general de 24 horas de todo el sector público (docentes, estatales nacionales, provinciales y municipales). Una huelga de estas características, bien organizada, demostraría el poder colosal de la clase trabajadora e inevitablemente provocaría fisuras en el gobierno por miedo a que el conflicto social se les escapara de las manos. Pero hay que plantear esta huelga de 24 horas sólo como un primer paso no como el final de la lucha. Si después de esta huelga, el gobierno no atiende nuestros reclamos habría que dar un paso más convocando otra huelga de 48 horas. Y seguir elevando el nivel de presión hasta obligar al gobierno a aceptar nuestras demandas.
Puede haber compañeros o dirigentes que consideren excesivo este planteo nuestro. Pero permítannos hacerles una pregunta ¿Cuántas jornadas de huelgas ha hecho ya en lo que va de año cada docente, cada empleado público estatal o provincial? Es posible que algunos hayan participado en uno o dos días de paro solamente, pero hay muchos otros compañeros y compañeras que han hecho tres, cuatro, cinco, y hasta siete y más días de paro y sin embargo, los avances en nuestros reclamos siguen estancados ¿No es más inteligente agrupar todos estos esfuerzos de manera conjunta? ¿No tendrían un mayor eco social? ¿No despertarían más solidaridad del resto de los trabajadores? ¿No obligaría a los medios de comunicación burgueses a destacar más nuestra lucha?
El gobierno está luchando contra nuestros intereses y lo está haciendo utilizando todos los medios que tiene a su alcance, de manera audaz y decidida, ¿existe alguna razón por la cuál nosotros, que somos casi 2 millones, no podamos hacer lo mismo? El gobierno no cederá fácilmente porque sus intereses están ligados al pago de la deuda y a atender los reclamos de los poderosos como vimos arriba, por lo tanto la lucha de los empleados públicos se tiene que adecuar al nivel de resistencia que está oponiendo el gobierno. Que existen condiciones para convocar esta huelga lo demuestra lo ocurrido en el reciente congreso de la CTERA, que aprobó convocar un paro nacional de docentes en la primera quincena del mes de junio por el salario y otras demandas ¿Qué excusa puede existir en el resto de los gremios estatales, provinciales y municipales para no adherir a esa jornada nacional de lucha si finalmente se convoca?
Probablemente, esta propuesta no encuentre mucho eco en las altas cúpulas sindicales, algunas de las cuales están demostrando tener más miedo de los trabajadores que de la arrogancia del gobierno. Es por eso que se necesita la presión desde abajo. Se deben organizar asambleas de trabajadores en cada oficina, escuela, hospital y centro de trabajo para votar una resolución que exija a la dirigencia sindical de cada gremio a unificar la lucha de todos los empleados públicos en una huelga nacional de 24 horas, como un primer paso. Si conseguimos crear la presión suficiente los dirigentes sindicales no tendrían otra opción sino atender los reclamos de los trabajadores, o que los trabajadores pasemos por encima de sus cabezas. Además, este proceso de asambleas permitiría que emergieran los elementos más combativos y conscientes de los trabajadores que serían la base sobre la cual plantear una alternativa de dirección a las actuales direcciones conciliadoras y acomodaticias en nuestros sindicatos.
¡Por la unificación de las luchas de los empleados públicos de todo el país!
¡Por una huelga nacional de 24 horas, como un primer paso, para conseguir nuestros reclamos!
¡Que las asambleas de trabajadores en cada centro de trabajo se pronuncie por un paro unificado a nivel nacional!
¡Continuar la lucha hasta el final por los $250 en el básico, el blanqueo de todos los trabajadores "en negro" y la efectivización de todos los contratados!
¡No al pago de la deuda externa que nos condena a los salarios bajos, al empleo en negro y a la miseria!