La ferocidad con la que se ha desatado la agresión imperialista desde los acontecimientos del 11 de septiembre no es nueva ni tampoco será la última de este tipo. Mientras continúe la crisis del sistema capitalista, continuarán estas atrocidades en diferentes formas y en distintas zonas del mundo. Esta crisis va acompañada del declive ideológico y la regresión de los valores humanos.
La ferocidad con la que se ha desatado la agresión imperialista desde los acontecimientos del 11 de septiembre ni es nueva ni tampoco será la última de este tipo. Mientras continúe la crisis del sistema capitalista, continuarán estas atrocidades en diferentes formas y en distintas zonas del mundo. Esta crisis va acompañada del declive ideológico y la regresión de los valores humanos. El tinte y el análisis con los que se presenta esta agresión imperialista no sólo son engañosos sino que además son completamente falsos. Dos importantes intelectuales imperialistas han intentado dar una base ideológica a esta renovada agresión imperialista. Uno de ellos es Francis Fukuyama y el otro es Samuel P. Huntington. Ambos han trabajado en el departamento de exteriores estadounidense. Después de la retirada del ejército soviético de Afganistán en 1989, Francis Fukuyama publicó en forma de libro su infame tesis: El final de la historia.
En el verano de 1993 Huntington, que fue asesor de la política de EEUU en Vietnam con el presidente Johnson y más tarde se convirtió en director del Instituto de Estudios Estratégicos de la Universidad de Harvard, publicó en la revista Foreign Affairs Magazine su ensayo: El choque de civilizaciones. Aparentemente, este ensayo era una polémica contra la tesis de Fukuyama anteriormente mencionada. Pero si miramos de cerca la tesis de Huntington, nos daremos cuenta que las tesis de los dos autores tienen el mismo objetivo, es decir, justificar la dominación agresiva del imperialismo estadounidense.
Los acontecimientos acaecidos en 2001 hicieron que la tesis de Huntington adquiriera más fama. No sólo el imperialismo estadounidense la utilizó, también se beneficiaron de ella los fundamentalistas islámicos. Huntington, al desarrollar su argumentación contra la tesis de Fukuyama, dice lo siguiente: Aunque la derrota del comunismo ha puesto fin a las disputas ideológicas, eso no significa el final de la historia. Actualmente, en lugar de la política y la economía, lo que dominará el planeta y continuará dividiéndolo será la cultura.
Para Huntington las culturas son las siguientes: la civilización occidental, el confucionismo (chinos y japoneses), la islámica, hindú, eslava ortodoxa (rusos, etc.,), civilizaciones latinoamericanas y probablemente la civilización africana. Ha utilizado la palabra probablemente con relación a África porque no cree que ¡los africanos sean seres humanos civilizados! Dice que la religión es el símbolo del valor social de estas civilizaciones y que la religión es la fuerza central que mantiene a la población ágil y activa. Para él la división básica es: occidente contra el resto. A partir de este punto de partida llega a la siguiente conclusión: occidente, en realidad EEUU, debe estar preparado para aplastar a las civilizaciones contrarias a través de la opresión militar. También dice que las civilizaciones más peligrosas son el Islam y el confucionismo (es decir, las exportaciones chinas y el petróleo). Concluye su tesis diciendo: El mundo no es uno. Las civilizaciones unen y desunen a la población. La sangre y la fe forman la base para que las personas se reconozcan y por ellas lucharán y morirán.
Estas ideas y análisis no son sólo una fuente de fuerza para la política agresiva de los gobernantes estadounidenses, también son una fuente de placer para los fundamentalistas y para los políticos y generales reaccionarios. Ambas fracciones en contienda utilizan estas ideas. Pero la destrucción y el caos que conlleva esta política afectará a miles de millones de trabajadores y oprimidos.
Francis Fukuyama se enfureció con estas críticas porque concluían que su tesis excluía para siempre la posibilidad de enfrentamientos. Acusó a Huntington de no haber sido capaz de comprender su filosofía y que la había tomado prestada de Hegel. Y publicó sus verdaderos objetivos en forma de carta. El 12 de septiembre de 2001, junto con otros intelectuales como William Crystal, Jean Kirkpatrick, Richard Pearl, Martin Prayers, Norman Podorize y otros, que son los defensores de la cultura imperialista, escribieron una carta abierta a Bush.
La carta insistía en que Osama bin Laden debía ser arrestado o asesinado. La carta aconsejaba al presidente Bush que debía invadir Iraq y derrocar a Sadam Hussein, porque de no hacerlo, supondría una derrota rápida y decisiva, una rendición ante el terrorismo global. Era necesario hacerlo incluso sin la existencia de pruebas sobre la conexión iraquí y el 11-S. Esta carta abierta del profesor que había presentado la tesis del final de la historia, habla de la total degeneración intelectual de los pensadores e intelectuales burgueses y que va en paralelo a la degeneración social y económica del imperialismo.
Si analizamos la historia nos daremos cuenta que no hay completa armonía entre las civilizaciones que crecieron en la cuna de las tres principales religiones monoteístas. A pesar de las diferencias que existían entre ellas ejercieron una gran influencia en el mundo de aquella época. Con el paso del tiempo fueron cambiando. Y estas civilizaciones también cambiaron sus patrones de desarrollo. La característica y la tragedia de la época actual es que ningún partido político ha conseguido un cambio radical o la transformación social.
El resultado es una calma superficial en la que hay desesperanza, desesperación, desilusión y una tendencia a eludir la realidad. En esta atmósfera se multiplican y crecen los gérmenes del fanatismo y la irracionalidad. Durante los últimos cincuenta años encontramos tendencias al reavivamiento religioso con objetivos políticos y económicos. Las principales causas de este resurgimiento son las siguientes:
La degeneración de los llamados partidos y dirigentes de izquierda como resultado del colapso de la Unión Soviética y la traición de las direcciones de los partidos tradiciones y sindicatos de masas.
La profundización del abismo social y económico en la sociedad, la intensificación de la crisis económica así como la ausencia de una salida clara al horizonte político creado por esta crisis y que ha provocado una intensificación de la crisis política que ha dado nacimiento al extremismo y al terror. El intento de buscar una luz en las tumbas del pasado debido al miedo y la desilusión en el futuro es un hecho absolutamente reaccionario.
La crisis se ha agravado con la emigración a gran escala de las aldeas a las ciudades. La inseguridad, la miseria y la amargura de la vida cotidiana en las casuchas y barrios de chabolas han aumentado la frustración y la desesperación. La corrupción mental ha provocado el aumento de los crímenes, agravado con la privación y la comparación entre la vida miserable que soportan los jóvenes de las clases más bajas frente al nivel de vida de las clases privilegiadas. Los partidos religiosos consiguen implicar en estos crímenes a los jóvenes gracias a que les dan protección política. La ausencia de una salida a esta miseria y la culpabilidad ante estos crímenes, hace que muchos jóvenes recurran al misticismo religioso como una válvula de escape.
Otro factor importante, debido a que estos partidos religiosos arrastran a las capas más atrasadas de jóvenes y gente corriente, fue su extremo odio hacia la colosal corrupción, vanidad, orgullo y actitud insultante de los políticos burgueses liberales tradicionales. Mientras que los políticos religiosos hipócritamente continúan predicando la justicia social, el final de la corrupción, la pureza cultural y la piedad, la propaganda sobre el final del comunismo y el declive histórico del nacionalismo también hacen que el fanatismo y el islamismo se conviertan en algo atractivo.
Los padres de esas decenas de miles de niños que asisten a las escuelas religiosas en diferentes países islámicos no pueden proporcionar algo mejor a sus hijos. Estos niños sólo tienen dos futuros: o se convierten en carne de cañón del mercado laboral infantil o son empujados a la prisión de estas escuelas religiosas (madrassas) donde al menos reciben algunas migajas y abrigo. En estas escuelas hay un continuo régimen de opresión, tortura, intimidación, represión sexual y adoctrinamiento teocrático.
La educación es monótona y está basada en sermones metafísicos. Genera fanatismo, odio comunal, intolerancia y tendencias terroristas. Por ejemplo, en estas escuelas cada letra del alfabeto urdu se enseña con símbolos de su pensamiento reaccionario. Por ejemplo: Jeem (j) por jihad (guerra santa); Tay (t) por tope (cañón); Kaf (q) por kalashnikov; Khay (k) por khoon (sangre).
Al enseñarles la historia de un pasado remoto, sus mentes se hunden en la oscuridad de la guerra, los mitos, las costumbres y los valores de la época pre-medieval. Estas mentes inmersas en ese pasado, en nuestra edad moderna pueden terminar haciendo lo que hemos visto durante las últimas dos décadas con el violento fundamentalismo islámico, su histeria ha destruido una generación de jóvenes de los países musulmanes. El terrorismo, la barbarie y el derramamiento de sangre provocados por este fanatismo son el producto de una sociedad estancada y un sistema corrompido.
Otro elemento importante, que se convierte en una fuente de apoyo económico y social del fundamentalismo religioso, es la globalización y el aplastante dominio de los monopolios imperialistas, que ha hecho el juego a los intereses de los industriales, comerciantes, empresarios y barones de la droga locales.
En Irán las dos fracciones de los mulás creen en el capitalismo. El feudo de los mulás iraníes fue y sigue estando en los bazaris (comerciantes y empresarios). Incluso hoy, las contradicciones temporales que han surgido entre la fracción liberal de Jatamí y la conservadora de Jamenei reflejan el enfrentamiento de estos intereses de clase. La fracción de Jamenei está dominada por los capitalistas iraníes locales y los bazaris que no quieren abrir la economía iraní a los monopolios. Pero la economía iraní, basada en este capitalismo nacional está en crisis. Debido a su crecimiento social, político y la presión internacional, Jatamí quiere permitir que el capitalismo monopolista entre en Irán. Como Jatamí representa a la llamada fracción liberal de los capitalistas iraníes, quiere poner a prueba esta receta. Pero desde Rusia hasta Chile, allá donde han intentado resolver la crisis económica a través de la inversión de los capitalistas de riesgo y los monopolios, sólo han provocado devastación y miseria. Los dos métodos de sustentación del capitalismo han fracasado y no juegan ningún papel positivo en el alivio de la pobreza o el desarrollo social.
En Pakistán también el apoyo más importante de los partidos religiosos procede de los barones de la droga, capitalistas, empresarios y comerciantes de clase media. El apoyo que el Jamat-e-Islami y otros partidos religiosos consiguen de estas clases procede de la protección de sus intereses creados frente a otros sectores del capital nacional e internacional.
Para liberarse de este temor el pensamiento y las emociones nacionales adquieren un tinte islámico. Del mismo modo los fundamentalistas islámicos durante las últimas tres décadas han estado utilizando distintos métodos criminales, incluido el tráfico de drogas, para financiarse. Durante los años ochenta EEUU patrocinó e impulsó este tráfico de drogas para financiar la yihad afgana. Con el narcotráfico los barones han ganado miles de millones de dólares. Los presupuestos de la mayoría de los dirigentes de estos partidos islámicos, gastos para sus trabajadores y sus instituciones, incluidas las escuelas religiosas, se nutren del dinero negro.
En los videos clandestinos de Osama bin Laden, que circulan ampliamente en los países islámicos, insiste en que el petróleo es una propiedad común de la Ummah (nación) musulmana. Defiende la privatización del petróleo y su entrega a los pequeños capitalistas de la región. Esta idea está arraigada psicológicamente en ellos junto con la convicción en la propiedad privada. Son muy evidentes y cristalinas en los escritos y oraciones de estos ideólogos y fanáticos fundamentalistas, como Abul-ala-Moudoodi y Osama bin Laden.
La realidad es que las bases económicas y financieras de todos los estados religiosos, ya sea Israel como Pakistán, Irán, Arabia Saudí o el ex talibán Afganistán, tienen un carácter capitalista. Por lo tanto, la diferencia entre las civilizaciones occidental y oriental es superficial y secundaria. La mayoría de las diferencias sociales, culturales y tradicionales son fruto de los diferentes niveles y etapas de la evolución histórica en la que están inmersas estas sociedades.
Estos gobernantes y sus agentes están obligados a acatar y aceptar este sistema en esta o aquella forma porque el sistema económico islámico que retóricamente predican es incompatible con la situación económica actual y es más primitivo que el capitalismo. En realidad, son los seguidores más fervorosos del capitalismo. Su propia existencia política y social depende del capital financiero.
Por eso sus diferencias y acuerdos, su amistad y enemistad, también son superficiales, temporales e hipócritas. De ahí que los imperialistas y los fundamentalistas cambien continuamente sus lealtades y relaciones según cambian sus intereses y preferencias. Por esa razón, a veces son amigos y en otros momentos enemigos.
La economía sumergida es un cáncer en la economía formal y es para el sistema capitalista como un tumor para el cuerpo humano. El auge de la economía sumergida y el fundamentalismo religioso son las expresiones malignas de la intensa crisis económica, social y política de este obsoleto sistema. Pero los sistemas económicos históricamente caducos, en sus formas más desarrolladas, caen víctimas de la asfixia, la crisis y la regresión social. Si existe fundamentalismo en los países islámicos qué podemos decir del fundamentalismo cristiano en EEUU. El noventa por ciento de la población estadounidense regularmente resucita su fe religiosa y su creencia en Dios. El sesenta por ciento cree en los ángeles. En EEUU el número de creyentes dobla al de Europa. Los fundamentalistas cristianos en EEUU han declarado que los acontecimientos del 11-S estuvieron motivados por la cólera de Dios, porque en EEUU ha aumentado la promiscuidad, la decadencia moral y la corrupción social. Los grupos cristianos recién creados en EEUU no están satisfechos con la presencia de su representante (Bush) en la Casa Blanca. Mientras que Bush y Blair aluden al cielo y la revelación para justificar sus monstruosidades, los fundamentalistas cristianos lanzan bombas en clínicas abortivas asesinando a los médicos que allí trabajan.
De la misma forma, los fundamentalistas religiosos judíos no están dispuestos a aceptar Israel como el verdadero modelo de su fundamentalismo. Son adoctrinados con el deseo fanático de extender el dominio del sionismo por el mundo. Consideran el asesinato de palestinos como la matanza de infieles. Bajo esta cobertura de fundamentalismo, los gobernantes israelíes están cometiendo la peor forma de represión y barbarie. Después justifican estos actos bárbaros con la religión. El resultado es el fanatismo religioso, el terrorismo, la barbarie y el odio mutuo. Mientras, continúa el derramamiento de sangre de víctimas inocentes.
En Pakistán y en muchos otros países el Estado utiliza la religión en períodos concretos, cuando sufren crisis y rebeliones sociales. En Pakistán el general Zia-ul Haq utilizó el Islam para ejercer una represión colosal contra los trabajadores. Pero incluso los llamados gobernantes seculares como Benazir y ahora Musharraf recurren una y otra vez al uso de la religión cuando se enfrentan a crisis socio-económicas, a la revuelta política y al resentimiento de masas. Cuando las políticas corruptas de los gobernantes y su sistema caduco no consiguen desarrollar la sociedad, utilizan a las capas atrasadas de la sociedad para dividir y sabotear al movimiento obrero. Las peregrinaciones, las visitas a santuarios religiosos y la emisión de mensajes en ceremonias religiosas forman parte de este proceso.
En el reciente auge del fundamentalismo islámico la retórica antiimperialista ha demostrado ser muy útil. No sólo el MMA (Alianza de Partido Islámico) ha conseguido relativamente más votos que en el pasado, utilizando esta consigna han sido capaces de formar gobiernos en la Nueva Frontera Noroccidental y en Baluchistán. La alianza de los mulás y algunos sectores del ejército se basa en un sentimiento de traición, debido a la reducción de la ayuda estadounidense a estos aliados militares y religiosos que ayudaron a EEUU con la yihad. Recientemente, un general pakistaní retirado expresó su malestar con las siguientes palabras: Pakistán fue el preservativo que EEUU necesitaba para entrar en Afganistán. Nos han utilizado y ahora creen que pueden tirarnos por el retrete.
Este es el pensamiento de los oficiales de baja y media graduación del ejército pakistaní que no se benefician en la misma medida del saqueo que los altos mandos del ejército y la burocracia. Esto también significa un aumento de la frustración y la rabia. En el ejército pakistaní existe una línea dura de fundamentalistas comprometidos. Pero en el momento actual, los conflictos internos entre los oficiales religiosos liberales y conservadores están motivados más por los beneficios económicos y los intereses materiales que por la confrontación ideológica y religiosa.
Encontramos este ejemplo en la personalidad de Zia. Éste fue un oficial de los cuerpos acorazados entrenado en uno de los centros militares más selectos de EEUU: Fort Bragg. Solía dedicar sus oraciones a Dios, pero en la práctica sus acciones, en última instancia, estaban subordinadas a su verdadero maestro: EEUU. Por ejemplo, en 1970 encabezó una operación militar en Aman donde fueron masacrados dieciocho mil palestinos. Nunca murieron tantos palestinos martirizados de una sola vez. Esta operación tenía la intención de salvar al agente israelí y estadounidense, el rey Hussein de Jordania, de la insurrección revolucionaria palestina en Aman. Los sanguinarios expertos norteamericanos e israelíes planificaron la operación. Pero fue el entonces general de brigada Zia el que ejecutó el baño de sangre. No vaciló en masacrar a musulmanes aunque fuera en contra de sus ideales islámicos. En ese período los movimientos islámicos estaban profundamente conectados con el imperialismo estadounidense.
Hoy muchos árabes tienen ilusiones en los distintos partidos islámicos, lo que demuestra lo corta que es a veces la memoria, aunque su fracaso a la hora de conseguir una base de masas y convertirse en una fuerza determinante en todo el país, a pesar de su retórica hipócrita contra la agresión de EEUU en Afganistán e Iraq, es una prueba de que la memoria se transmite a través de las generaciones, la población sabe y es consciente de su verdadero carácter, y de su relación con el capital financiero y los imperialistas.
Si analizamos la historia del Islam encontramos, por un lado, muchas victorias militares durante los siglos VIII, IX y X, y por otro lado, vemos una colosal extensión y desarrollo en los campos de la ciencia, la cultura, la política y en otros muchos. Centros del conocimiento y la enseñanza como Córdoba, Bagdad, El Cairo, Damasco y muchos otros abrieron nuevas perspectivas al desarrollo del conocimiento e intelecto humanos.
Lo que hoy en día se llama civilización islámica entró en declive porque los conquistadores se negaron a aprender y adaptarse a las zonas y regiones conquistadas. Fue la síntesis de civilizaciones antiguas y ricas como Siria e Irán, junto con España y otros países, lo que proporcionó la inmensidad y la grandeza del avance islámico. Las relaciones entre las diferentes religiones no eran las mismas que existen en la actualidad. En el año 1099, después de un asedio que duró cuarenta días, las milicias cristianas que participaban en las cruzadas ocuparon Jerusalén, la mayor parte de la población, incluidos hombres, mujeres y niños, fue asesinada. Durante dos días la sangre anegó las calles, pero los musulmanes y los judíos lucharon conjuntamente contra los cruzados.
De la misma forma, el derecho a discusión y a disidencia en todas las cuestiones, incluida la religión, fue un factor importante en el desarrollo de esta civilización que floreció durante el último milenio. Si analizamos los escritos de los eruditos religiosos de los siglos VIII, IX y X eran mucho más modernos, maduros y con un nivel más elevado que la mayoría de los pensadores islámicos actuales. La ironía es que si aquellos antiguos eruditos vivieran hoy serían sentenciados a muerte bajo las draconianas leyes que hoy prevalecen en los diferentes países. Una u otra secta religiosa los habría condenado. La historia es testigo del hecho de que desde Al-Mamoon hasta los tres califas que le sucedieron no sólo se siguieron sus pensamientos sino que además pudieron florecer gracias a la libertad de discusión. Una de las principales razones del declive del imperio islámico fue el ascenso de la reacción, la intolerancia, la codicia de riqueza y poder, y el fundamentalismo actual está plagado de estas características. Este declive ha provocado no sólo el colapso de la civilización, también ha estrangulado las mentes con grilletes religiosos, pensamientos estrechos y sociedades que se han convertido en ciénagas.
Otra característica importante de este fundamentalismo reaccionario es su tendencia al oportunismo. Por un lado, extendía terror, fanatismo, intolerancia y represión, mientras que por el otro en su carácter había mucho oportunismo, debilidad, avaricia y cobardía. El tiempo ha demostrado una vez más que a la primera oportunidad traicionan sus creencias y a sus seguidores.
Por esa razón, la principal característica del fundamentalismo religioso, independientemente de la religión a la que pertenezca, es la hipocresía. En las sociedades donde el fundamentalismo tiene una cierta base social, la hipocresía se convierte en norma. Este es el factor que prevalece en su relación con el capitalismo y el imperialismo.
La utilización de la religión por parte del imperialismo para intensificar la explotación no es un fenómeno nuevo. En los siglos XV, XVI y XVII, después del progreso de las revoluciones burguesas, los medios de producción se desarrollaron rápidamente. Para aumentar sus beneficios estos imperialistas occidentales miraron hacia las regiones más atrasadas para saquearlas. En este aspecto, la iglesia y el fundamentalismo cristianos proporcionaron la justificación religiosa, la protección y apoyo para su estancia destinada a conseguir beneficios.
Básicamente, los sacerdotes y misioneros cristianos, que fueron enviados a América Latina, África y Asia, fueron los primeros destacamentos de la ocupación imperialista. De la misma manera que Vasco de Gama, Cristóbal Colón y otros expertos navales, zarparon en busca de nuevos territorios pero su objetivo fundamental también era encontrar nuevos mercados, minerales y otras fuentes de saqueo y robo.
Su relación con el fundamentalismo islámico también es bastante duradera. El fundamentalismo islámico fue utilizado por la dominación imperialista, especialmente en el mundo árabe. Los nuevos movimientos emergentes de reavivamiento religioso son reaccionarios y violentos. Uno de los primeros movimientos de reavivamiento del Islam fue el movimiento wahabi de Arabia Saudí. El fundador del movimiento fue Mohamed Ibn-e-Wahab (1703-1792). En 1744 Ibn-e-Wahab llegó a la ciudad de Darya en la provincia de Nayaf. Junto con otro personaje de su tiempo, Mir Mohammad Ibn-e-Saud, fundó una línea dura puritana del reino islámico. Después de rebelarse contra el califato otomano, este estado saudí, que se basada en la yihad permanente y la represión interna, comenzó a crecer gracias al robo y al saqueo. Para fortalecer su relación ibn-e-Saud incluyó a la hija de Wahab en su harén y convirtió su relación marital en un lazo político. El reino de una familia, establecido gracias al fanatismo religioso, la represión militar y la maniobras políticas y el fortalecimiento de las relaciones a través de las mujeres, todavía es lo que gobierna Arabia Saudí. En 1792 las fuerzas saudíes wahabíes derrotaron a los gobernantes vecinos y ocuparon las ciudades de Riyadh, Khurj y Qasim. En 1801 ocuparon Kerbala y asesinaron a su población. Saquearon las viviendas y los santuarios porque los wahabi rechazaban las peregrinaciones a los lugares santos. En 1802 ocuparon Taif y en 1803 ocuparon Makkah.
En 1919, después de la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles permitió la división de la región entre las distintas fuerzas ocupantes. Palestina, Iraq y Egipto fueron para Gran Bretaña; mientras que Siria y Líbano pasaron a Francia. Gran Bretaña comenzó a establecer su dominio en oriente y Francia saqueó occidente. El agente británico, el sargento John Philby, comenzó a establecer vínculos con el coronado príncipe Amir Abdul Aziz Ibn-e-Saud que pertenecía a Najad. Ibn-e-Saud no necesitaba a ningún misionero para su gobierno, sino más bien, debido al cambio de situación, lo que él necesitaba era el apoyo imperialista. Philby presentó un plan a Ibn-e-Saud en el que sugería que debería conquistar a las diferentes tribus a través de tácticas engañosas y extender su reino por toda la Península Arábiga. El plan se debía llevar a cabo bajo la supervisión, dominio y apoyo imperialistas. De esta manera, dos agentes imperialistas, Philby y Bellfore, lideraron una era reaccionaria en Oriente Medio. Philby fundó el reino fundamentalista de Arabia Saudí y Bellfore el reaccionario estado sionista israelí. Como sus antepasados, mientras conquistaba Arabia Saudí, Ibn-e-Saud comenzó a llenar su harén casándose con las viudas de sus enemigos derrotados.
Pero en el terreno económico EEUU no quería que el saqueo de petróleo fuera exclusividad de Gran Bretaña. Las multinacionales petroleras estadounidenses ya en los años treinta comenzaron a estrechar sus vínculos con Ibn-e-Saud. En 1933 una empresa norteamericana, Standard Oil, consiguió grandes contratos petroleros pagando 55.000 dólares en oro a Ibn-e-Saud. Para competir con Gran Bretaña, EEUU impulsó la fusión de Standard Oil, ESSO, Texaco y Mobil, formando la empresa petrolera árabe-estadounidense ARMCO. En 1938 comenzó la producción y hasta el día de hoy esta empresa controla la industria petrolera saudí. Para defender sus intereses imperialistas y económicos, EEUU ha ignorado todos los crímenes, violaciones de los derechos humanos, gobierno autocrático y todas las demás formas de represión perpetradas por la monarquía saudí.
Igualmente, durante el último siglo los imperialistas occidentales utilizaron los diferentes partidos fundamentalistas para acabar con los dirigentes progresistas y los movimientos de la clase obrera. En 1928 se fundó en Egipto el Ikhwan-ul-Muslemeen. Las bases de esta organización no eran muy diferentes a las de Wahabi-ism. Su manifiesto fundacional es similar a los de otros partidos locales: ¡Dios es nuestro objetivo! ¡El profeta es nuestro líder! ¡El Corán es nuestra constitución! ¡La yihad es nuestro motor! Con esta misma consigna y manifiesto se fundó en 1941 el Jammat-e-Islami en el subcontinente indio.
Mucho antes de crear el Jammat-e-Islami, Moudoodi se dedicó a observar de cerca al movimiento comunista en Hyderabad Deccan. Observó intensamente sus actividades y métodos organizativos. Por eso se propuso formar un partido basado en la ideología del fundamentalismo islámico pero que en su estructura y métodos organizativos estuviera basado en el modelo del movimiento comunista.
El 26 de agosto de 1941 en una casa privada se celebró una reunión de 75 personas que fundaron el Jamaat-e-Islami. Entre las diferencias que más tarde salieron a la luz había una cuestión importante, las relaciones de propiedad en la ideología islámica.
Moudoodi defendió el derecho a la propiedad privada con un tono duro y sentimental. Los principales dirigentes del Jamaat-e-Islami y otros partidos religiosos defendieron con entusiasmo el sistema de mercado y prometieron adoptar sus principios. En el frente político esta organización ha sido una fervorosa aliada del imperialismo y un baluarte de la reacción, especialmente en Pakistán.
En 1940 Moudoodi pidió prestados los servicios de un traductor árabe para distribuir sus escritos en el mundo árabe. En la mayoría de los países musulmanes la CIA coordinó los lazos entre las distintas tendencias que querían recuperar el Islam en su forma más agresiva. Más tarde, después de los años cincuenta, el imperialismo estadounidense lo utilizó en diferentes países y en distintos momentos para sus propios intereses. En Egipto el mayor aliado del moudooidismo fue Syed Qutab, que primero fue líder del Ikhwan-ul-Muslemen y después del Hasan-al-Bana. Igualmente el imperialismo estadounidense formó y patrocinó los partidos fundamentalistas islámicos en otros países. Para este objetivo utilizó los estados saudí y pakistaní. Desde la formación del Laskar-e-Taiba, el Harkat-ul-Ansar e incluso el Hizb-e-Islami de Gulbadin Kikmatyar en Afganistán, hasta la formación de los talibán, la CIA estuvo implicada directa o indirectamente.
Durante la yihad afgana, cuando los generales pakistaníes pidieron a los países árabes que enviaran una persona destacada de la familia real para mejorar el reclutamiento y la persuasión para la yihad. El hombre que enviaron fue Osama bin Laden.
Cuando Osama bin Laden llegó a Pakistán el asesor estadounidense de seguridad nacional, Zbignew Brzezinski, hizo una visita oficial a Pakistán para promover e impulsar la yihad. Cuando Brzezinski pronunció su discurso en Khyber Pass, entre la audiencia se encontraba Osama bin Laden. En este discurso Brzezinski dijo abiertamente: Dios está con vosotros. Una de las primeras acciones de Osama como luchador por la libertad pro-occidental fue atacar una escuela mixta que fue quemada y su director fue asesinado y destripado.
Ahora es un secreto a voces que Israel también estuvo implicado en la yihad islámica de Afganistán. En 1985 un joven periodista pakistaní, Ahmed Mansoor, que trabajaba en un diario en inglés de Islamabad, The Muslim, por casualidad se cruzó con asesores israelíes en el bar del Hotel Pearl Continental de Peshawar.
Consciente de que esta noticia podría suponer un duro golpe para la dictadura islámica de Zia, discutió el tema con su editor, algunos amigos y un corresponsal de WTN. Después de unos cuantos días llegó una alerta de los servicios de seguridad, los muyahidines islámicos lo capturaron y asesinaron.
Igualmente, para regular las actividades financieras de la yihad afgana se creó un nuevo banco. Este fue el famoso Banco Internacional de Comercio y Crédito (BICC). El dinero generado con el tráfico de drogas y armas fue canalizado a través de este banco hacia los fundamentalistas y utilizado para la yihad. El objetivo de este banco era lavar el dinero negro y proteger a los criminales ricos. El fundador del banco fue el infame banquero Agha Hasan Abidi, que contaba con el pleno respaldo de la CIA. A través de este banco los generales palestinos y otros gobernantes se hicieron millonarios. Por eso los familiares de los generales Zia ul Haq, Akhtar Abdur Rehman (el jefe del ISI durante la dictadura) y otros se encuentran hoy entre los más ricos de Pakistán. Estos ricos son los que bendijeron la misma yihad afgana que luchó contra los infieles con la bendición del imperialismo estadounidense en nombre del Islam.
Incluso antes de Afganistán, los últimos cincuenta años del siglo XX están llenos de muchos ejemplos en los que imperialismo estadounidense ha utilizado el fundamentalismo islámico contra movimientos progresistas y dirigentes que hablaban de socialismo. El principal arquitecto de los movimientos islámicos modernos y de este fundamentalismo frenético fue el secretario de estado norteamericano del presidente Eisenhower, John Foster Dulles. Después de la derrota de los imperialistas en la guerra de Suez de 1956 y el ascenso de movimientos populistas y de izquierda en varios países musulmanes, se preparó este fanatismo religioso como una herramienta para desviar la atención de las masas y aplastar las revoluciones. Fue una decisión política clara de los estrategas estadounidenses para utilizar el fundamentalismo islámico como una fuerza reaccionaria virulenta contra la izquierda y las luchas revolucionarias de los trabajadores.
En Egipto el Ikhwan-ul-Muslemeen fue utilizado contra el Jamal Abdul Nasir, en Indonesia el Masjoomi fue utilizado para llevar a cabo el genocidio de un millón de trabajadores del Partido Comunista en 1965 y en Pakistán, el Jammat-e-Islami fue utilizado contra Bhutto, el PPP y la izquierda.
En Bangladesh, Al Badar y Al Shams, las organizaciones neofascistas del Jamaat-e-Islami, fueron utilizadas contra la insurrección de masas y como vigilantes auxiliares del ejército pakistaní. En 1996 cuando los talibán ocuparon Kabul, sacaron a Najeeb Ullah de la oficina del ONU y lo asesinaron. Después, su cuerpo y el de su hermano, Ahmed Zaie, fueron colgados de un poste en la plaza central de Kabul y fueron salvajemente mutilados. En ese momento ningún periodista, político occidental o autoridad imperialista alzó la voz para denunciar la violación de los derechos humanos. Incluso después de presenciar este horrible espectáculo no hicieron la más mínima protesta.
Ahora es un secreto a voces que el imperialismo estadounidense y los magnates del petróleo habían apoyado a los talibán y que Unocal, la multinacional petrolera estadounidense, les pagó 30 millones de dólares por la captura militar de Kabul.
Un intelectual estadounidense de derecha ha escrito un ensayo en el que dice: Para ser una superpotencia EEUU no debe temer las actividades emprendedoras destinadas a implantar la globalización. La mano secreta del mercado no puede funcionar sin el puño secreto. MacDonald no puede funcionar sin MacDonald Douglas (una gran fábrica de armas que produce los F-15). El corrompido departamento que impone la tecnología de Silicon Valey es seguramente el ejército estadounidense, la fuerza aérea y el cuerpo de marines.
Los marxistas hemos explicado esta característica del imperialismo hace mucho tiempo. Trotsky escribió lo siguiente: El petróleo ahora juega un papel muy grande en la industria y el ejército. Dos tercios es extraído o utilizado por EEUU. En 1923 ya era el 72 por ciento. Se quejan de que se están terminando sus reservas de petróleo. Después de la Primera Guerra Mundial confieso que pensaba que estas quejas eran una excusa para apoderarse del petróleo de otros países. Pero ahora los geólogos admiten que con el ritmo actual de consumo EEUU sólo tendría petróleo suficiente para veinticinco años. Algunos piensan que durarán cuarenta años. Pero ya sea dentro de veinticinco o cuarenta años, EEUU necesitará diez veces más petróleo que los demás para su industria y barcos de guerra. (León Trotsky. Izvestia. 15/8/1924).
Pero el petróleo es sólo una de las causas de la agresión global y el terror estadounidense. También hay razones políticas y sociales que se mezclan con motivos económicos y financieros. Y es necesario analizar y comprender dialécticamente todos estos factores.
Una de las razones más importantes de este terror imperialista es la profunda crisis del capitalismo estadounidense. Esta severa crisis ha provocado caos político y ha destruido la confianza de los gobernantes norteamericanos. Desde el 11-S tres millones de trabajadores estadounidenses han perdido su empleo, el 35% de los norteamericanos vive por debajo del nivel de pobreza. Los crímenes aumentan rápidamente. Para desviar la atención de esta crisis, para asustar a la clase obrera y también echar la culpa a la amenaza terrorista de las heridas provocadas por la pobreza y el desempleo, los gobernantes estadounidenses están propagando su tan cacareada guerra contra el terrorismo.
Para mantener su dominio económico mundial están amenazando a los demás países con la utilización de su terror militar. Los trabajadores de todo el mundo también reciben la advertencia, si alguien intenta levantarse contra el capitalismo le ocurrirá lo mismo que a Afganistán e Iraq. Pero según se profundiza la crisis, más débil se vuelve el grillete de EEUU. Incluso sin una dirección revolucionaria, las contradicciones estallarán y pueblos enteros desafiarán la represión estadounidense.
El temor a que la crisis produzca un movimiento de los trabajadores en líneas de clase los lleva a intentar dar un tinte reaccionario y falso a este conflicto -el choque de civilizaciones-. Incluso hoy la mayoría de los gobernantes de los países islámicos o son agentes de EEUU o se inclinan ante ellos debido a su debilidad y avaricia. Los mulás y los fundamentalistas temen más a la lucha de clases que a los imperialistas. El imperialismo los ha utilizado antes y los volverá a utilizar. Recientemente en Pakistán, cuando estalló una crisis política después de las elecciones, le preguntaron a Maulana Fazl-ur-Rehman, que era el candidato fundamentalista a primer ministro, sobre el hecho de que los estadounidenses pudieran poner objeciones a su nombramiento. Explicó lo siguiente: Hemos trabajado con ellos en el pasado, ¿por qué no en el futuro?
La razón básica es que la base económica de EEUU y de los fundamentalistas es la misma, es decir, el capitalismo. A causa de la severa crisis del sistema, las distintas fracciones del capital están enfrentándose entre sí. Las dos fracciones defienden el choque de civilizaciones porque quieren arrastrar a la clase obrera y convertirla en carne de cañón. Si ésta es una guerra entre el Islam y EEUU, entonces por qué la mayoría de los países atacados por EEUU no son musulmanes: Chile, Granada, Vietnam, México, Honduras, Corea, etc.,
Después de la Segunda Guerra Mundial las guerras imperialistas más importantes se libraron en Vietnam, Corea, Camboya y Laos. En la actualidad el imperialismo estadounidense está participando en guerras en Venezuela, Colombia, Corea del Sur y muchos otros países de África, Asia y América Latina. Todos son países no musulmanes.
Pero también es una realidad que la religión no es la única característica de una civilización determinada. Durante los últimos mil años el llamado mundo islámico ha evolucionado y no es el mismo. Las culturas, las sociedades y las civilizaciones de los musulmanes de Senegal, China, Arabia y el subcontinente indio tienen pocas cosas en común y sí muchas diferencias. Los musulmanes tienen más cosas en común con los no musulmanes que viven en estas regiones que con los musulmanes que viven en otras regiones del mundo. Durante los últimos cien años en los países musulmanes han estallado guerras y revoluciones, pero eso también ha ocurrido en otros países del mundo. ¿Cuántos países musulmanes hay en los que no existan partidos comunistas y donde no han tenido lugar luchas y movimientos por la revolución socialista? En Afganistán, Yemen, Siria, Etiopía, Somalia y muchos otros países musulmanes se han producido procesos revolucionarios, aunque de una forma deformada, que han derrocado al capitalismo y al feudalismo, convirtiéndose en países socialistas. El partido comunista más grande fuera del llamado bloque soviético se creó en un país musulmán, Indonesia. En 1963 su militancia ascendía a tres millones. Si contáramos la militancia de sus sindicatos, organizaciones campesinas, juveniles y estudiantiles, tendríamos una militancia de 10 millones de personas. Estos movimientos reaparecerán de nuevo. Para detener y desviar esta revolución, los imperialistas estadounidenses y los fundamentalistas islámicos están extendiendo la absurda idea del choque de civilizaciones. La revolución socialista es la única fuerza que, después de tener lugar en algún país y extenderse a todo el mundo, aplastar los grilletes de la propiedad privada y el estado nacional eliminando este modo de producción, demoliendo todos los odios y prejuicios del pasado, a través de la tecnología y el desarrollo moderno, puede dar lugar al nacimiento de una nueva civilización superior. Históricamente, la composición de cada nueva civilización humana está determinada por el carácter de la época específica. Y la caracterización histórica de cada sociedad depende del desarrollo de los medios de producción y la tecnología. Sobre esta estructura económica básica se levantan las naciones, las sociedades y las civilizaciones. Por esa razón, la composición de la civilización en el pasado no puede reflejar el futuro.
Por lo tanto, la teoría del choque de civilizaciones es históricamente incorrecta, corrompida, reaccionaria, desorientadora y altamente engañosa. La civilización que resultará de la internacionalización igualitaria de los medios de producción y la tecnología, se basará en la fraternidad universal de los seres humanos y la verdadera unidad de la raza humana. Sólo la clase obrera puede provocar el nacimiento de esta civilización, eliminando todos los prejuicios religiosos y de otro tipo remanentes del pasado, a través de la lucha revolucionaria y la revolución socialista. Será una civilización libre de opresión, explotación, barbarie, pobreza y privación, marcará el principio de la verdadera historia de la humanidad.
11 de mayo de 2004