Ningún acuerdo con el FMI beneficiará a los trabajadores

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La situación política nacional está siendo marcada por la pulseada que mantiene el gobierno de Kirchner con el FMI y con los poseedores privados de la deuda pública que todavía está en cesación de pagos (acreedores privados en default). En septiembre del año pasado, Argentina acordó con el FMI renovar el pago de la parte de la deuda que mantiene con éste y otros organismos financieros imperialistas, comprometiendo para el 2004 un superávit del presupuesto de la nación equivalente al 3% del PBI, del que destinará $12.480 millones al pago de la deuda externa. Ahora, el FMI pretende que Argentina aumente todavía más el monto de la deuda a pagar.

Editorial de El Militante nº 6

La situación política nacional está siendo marcada por la pulseada que mantiene el gobierno de Kirchner con el FMI y con los poseedores privados de la deuda pública que todavía está en cesación de pagos (acreedores privados en default).

En septiembre del año pasado, Argentina acordó con el FMI renovar el pago de la parte de la deuda que mantiene con éste y otros organismos financieros imperialistas, comprometiendo para el 2004 un superávit del presupuesto de la nación equivalente al 3% del PBI, del que destinará $12.480 millones al pago de la deuda externa.

¿A quién beneficia el pago de la deuda?

Para tener una idea de lo que representa este gasto baste citar un informe de los propios empresarios argentinos: "Los pagos para este año, con superávit del 3%, representan 3 veces el presupuesto del Plan Jefas y Jefes de Hogar, casi 4 veces el gasto destinado a salud, una proporción similar respecto de lo invertido en educación, y casi 20 veces lo invertido en ciencia y tecnología" (Coordinadora Interempresarial Argentina, COINAR. Página 12, 13/02/04). De esta manera se revela que el pago de la deuda es una úlcera sangrante por la que escapan recursos vitales para el avance de la sociedad, los trabajadores y los desocupados.

Ahora, el FMI pretende que Argentina aumente todavía más el monto de la deuda a pagar. A los acreedores privados, el gobierno de Kirchner les ofertó pagarles a partir del 2006 solamente el 25% de la deuda original; es decir, les planteó una quita del 75%. El FMI y los acreedores privados no lo aceptan e insisten en sus reclamos porque dicen que la economía argentina está creciendo más de lo previsto.

Antes de continuar queremos deshacer un mito. En general, se piensa que los propietarios de la deuda externa argentina son el FMI, los países imperialistas, los grandes grupos financieros extranjeros y demás. Y esto es verdad en parte. Pero quizás muchos lectores no sepan que el 38% de los acreedores privados en default son capitalistas argentinos. Es decir, hay un sector de la oligarquía, evasores y pulpos financieros sin escrúpulos (dejando de lado un reducido número de pequeños ahorristas), que están presionando para que el país aumente los pagos de la deuda.

Aunque Argentina cumplió todas las metas económicas acordadas en septiembre del año pasado con el FMI correspondientes al primer trimestre del año 2004 (superávit presupuestario mayor a $1.100 millones, compensación a los bancos por $16.000 millones, constitución de un "sindicato" de bancos extranjeros que gestionarán el pago de la deuda argentina a los acreedores privados a quienes el Estado argentino les pagará varios cientos de millones de pesos, y otras) el FMI está retrasando la aprobación de las mismas para chantajear al gobierno argentino y que éste ceda a sus pretensiones. El 9 de marzo finaliza el plazo para que el gobierno pague 3.100 millones de dólares que tiene comprometidos con el FMI en concepto de la deuda, y si éste se niega a aprobar las metas acordadas, según el acuerdo de Septiembre, no estaría comprometido a devolver a la Argentina bajo la forma de deuda "nueva" el monto de este aporte para evitar un vaciamiento de las reservas del Banco Central. Si Argentina no paga estos 3.100 millones de dólares, entraría nuevamente en cesación de pagos con el FMI, lo que redoblaría la presión de los pulpos imperialistas.
A la hora del cierre de la edición de este periódico no se confirmó todavía este pago al FMI.

El "antiimperialismo" de Kirchner

Aparentemente Kirchner quiere dar una impresión de intransigencia y de que no aceptará los dictados del FMI. El 1 de marzo organizó un espectáculo en el Congreso (baño de "masas" incluido) para reforzar esta impresión ante la población, y en la Cumbre del G-15 de Caracas, a finales de febrero, acordó un pacto con Brasil para enfrentar conjuntamente al FMI en la renegociación de la deuda.

Es verdad que, incluso desde un punto de vista exclusivamente capitalista, el pago de la deuda externa es una rémora para los intereses de la burguesía argentina. Los capitalistas, particularmente aquellos ligados a la producción de mercaderías, necesitan que el Estado invierta en infraestructuras, rutas, desarrollo tecnológico, etc., para modernizar el aparato productivo, abaratar costos y aumentar la productividad de sus productos.

Por otro lado, como una muestra de su debilidad y parasitismo, amplios sectores de los capitalistas están subsidiados por el Estado: las privatizadas, el transporte, la construcción, etc. Por último, dada la profundidad de la crisis capitalista y la extensión de la pobreza y la miseria entre las masas, el Estado necesita dedicar recursos a los planes sociales para evitar nuevos estallidos sociales que amenacen la estabilidad de la sociedad. Para todo esto se necesita plata. Y es lo que explica la "intransigencia" de Kirchner.

Pero la burguesía argentina, con Kirchner a la cabeza, jamás llevará su intransigencia con el imperialismo hasta el final. La prueba es que en septiembre ya acordó con el FMI la renovación del pago de la deuda externa.

La burguesía argentina tiene auténtico pavor a las represalias que hipotéticamente puedan aplicar los países imperialistas a sus productos en respuesta a una nueva cesación de pagos de la deuda y por el cierre de las fuentes de crédito externas por las que paga tasas de interés inferiores a las de los bancos argentinos. Sus compromisos con el imperialismo son más fuertes que los que la atan a su pueblo.

Kirchner, de manera vergonzosa, aparece cada vez más alineado con la política exterior de Bush, a quien gustosamente sirve como chico de los mandados, a cambio de que EEUU presione al FMI para que atienda sus razones. Así, por exigencia de Washington, Kirchner tuvo que cancelar el viaje que tenía previsto hacer el mes pasado a Cuba; también en la pasada Cumbre de Monterrey de enero, Kirchner aceptó un pedido de Bush para que recibiera a los líderes de la oposición contrarrevolucionaria venezolana y para que advirtiera a Chávez que moderara su discurso antinorteamericano, lo que hizo cumplidamente en la pasada Cumbre del G-15 en Caracas (Clarín, 28/02/04).

Como en las negociaciones con el FMI en septiembre del año pasado, la estrategia de Kirchner es llevar la negociación con el FMI hasta el límite para intentar conseguir el acuerdo más beneficioso para los intereses del capitalismo argentino. De esta manera cualquiera que sea el acuerdo al que lleguen finalmente, siempre podrá presentarlo como el más favorable de cara a la opinión pública, aunque en realidad suponga hacer nuevas concesiones al FMI y al imperialismo.

El gobierno ya comprometió pagar más deuda de la acordada

De hecho, no hizo falta todavía llegar a un acuerdo con el FMI para que el gobierno argentino se comprometiera a aumentar el pago de la deuda externa, a pesar de todos los discursos demagógicos de Kirchner. Para tranquilizar al FMI el Ministro de Economía, Lavagna, anunció la predisposición del gobierno a aumentar el pago de la deuda en el 2004 en $1.000 millones más (Clarín, 5/01/04). Pero no sólo eso. El gobierno estima que en el primer trimestre del 2004 el superávit fiscal será de $2.500-$2.700 millones de pesos (en lugar de los $1.100 millones previstos). Según Clarín, "El ministro aclaró que ese excedente se destinará a cancelar deudas por 3.000 millones de pesos" (Clarín, 25/02/04). Es decir, que el monto total de la deuda a pagar este año superará fácilmente los $15.000 millones, en lugar de los $12.480 millones previstos, a pesar de no haberse alcanzado todavía una acuerdo formal con el FMI sobre este punto ¿A quién pretenden engañar entonces, Kirchner y Lavagna?

También Lavagna planteó una propuesta para contentar a los acreedores privados, sugiriendo que además del 25% de la deuda les abonaría un dinero extra si la economía sigue creciendo, lo que en la práctica supone pagarles más del 25% inicialmente anunciado. Lo más probable, como plantean algunos economistas burgueses, es que el gobierno argentino acuerde con estos acreedores una quita final del 60% ó el 65%, pagándoles un 35% ó un 40% de la deuda original, es decir, bastante más de lo que el gobierno dice ahora que estaría dispuesto a pagar.

El acuerdo con el FMI comprometió al gobierno a reducir paulatinamente varios impuestos, como el impuesto al cheque, que le deja al Estado más de $5.000 millones al año. Para compensar esta falta de ingresos, el gobierno se propone aumentar este mismo año algunos impuestos indirectos (los más injustos ya que por ellos pagan lo mismo los ricos que los pobres), como el impuesto a los cigarrillos y la introducción del IVA en los boletos del cine, de los espectáculos, de los museos, el fútbol y las prepagas, del que hasta ahora estaban exentos. Es decir, nuevamente el pago de la deuda será sufragado en su mayor parte por los trabajadores y los sectores populares, que somos la mayoría de la población.

¿Qué hay para los trabajadores?

El gobierno de Kirchner cumplirá con el FMI, pagando este año unos $15.000 millones de la deuda, con los bancos comprometiendo $16.000 millones del presupuesto, aumenta las tarifas de luz, gas y nafta para beneficio de las multinacionales que ya ha tenido un efecto derrame en las subas del pan, del GNC (15%), de los taxis (12,5%), más otras subas reales o anunciadas en la carne (10%), combustibles (5%), las prepagas (9%), los cigarrillos (25%), etc. Mantiene subsidios por miles de millones a los empresarios de los trenes, de los colectivos, a las privatizadas, sin embargo apenas hay nada para los trabajadores y los desocupados.

Mientras que el costo laboral se redujo un 17% desde diciembre del 2001 (en la industria, el agro y la minería lo fue un 45%), los trabajadores necesitamos recuperar la parte que nos toca: más salarios, empleo decente, menos horas de trabajo. Lamentablemente, los dirigentes sindicales de las CGT y la CTA apoyan activamente la política del gobierno y mantienen atenazado al movimiento obrero. Pero la paciencia de los trabajadores no va a ser infinita, particularmente entre los sectores más oprimidos y explotados.

Como se ve en las cifras de arriba, es mentira que no haya dinero y recursos para satisfacer nuestras demandas. Tarde o temprano, el movimiento obrero pasará a la ofensiva, particularmente si hay una suba desbocada de los precios, que está implícita en la situación.

A pesar de todas las declaraciones grandilocuentes, ni el gobierno ni los empresarios cuestionan el pago de la deuda externa, como tampoco cuestionan nuestros salarios bajos, nuestro empleo precario ni nuestras largas jornadas de trabajo.

La lucha contra el pago de la infame deuda externa es una tarea que sólo puede llevar adelante el movimiento obrero, como una parte más de nuestra lucha contra la explotación capitalista.