Militantes de la Internacional Comunista Revolucionaria de varios estados de Brasil se reunieron en São Paulo para un congreso convocado de forma urgente. Su propósito era fundar una nueva sección brasileña de la Internacional y realizar una escuela de cuadros. Decenas de delegados que habían sido elegidos previamente en plenarias regionales participaron en los trabajos del 20 al 23 de noviembre e iniciaron una nueva etapa en la historia de la ICR en Brasil.
El congreso tomó lugar dos meses después de que la mayoría de la dirección de la antigua sección brasileña rompiera con la ICR. A solo dos meses del congreso, una fracción no declarada se cristalizó en torno a Serge Goulart y optó por una ruptura unilateral y apresurada. El motivo inmediato fue la perspectiva de perder el congreso frente a la «Fracción en Defensa de la Internacional», que ganaba fuerza en las bases de la organización y especialmente entre la juventud.
Los camaradas que se negaron a embarcarse en la aventura sectaria de la mayoría de la dirección de la Organización Comunista Internacional (OCI) respondieron al llamamiento del Secretariado Internacional de la ICR y celebraron una conferencia de emergencia el 21 de septiembre. En esa ocasión, convocaron un congreso para fundar una nueva sección de la Internacional en Brasil y se lanzaron a debatir las ideas que defendían y a agrupar a los partidarios de la ICR.
Un nuevo comienzo
La decisión tomada por los delegados en el congreso sobre el nombre de la nueva organización: Internacional Comunista Revolucionaria – Brasil (ICR-Brasil) es un gesto altamente simbólico. La singular elección refleja la voluntad de los militantes brasileños de constituir una verdadera sección brasileña de la Internacional. Expresa la confianza en las ideas y tradiciones de la ICR como capaces de superar las dificultades del pasado y abrir el camino hacia el futuro.
La mayoría de la dirección de la OCI se resistía a asimilar las ideas y tradiciones de la ICR, a pesar de que desde 2008 la antigua «Izquierda Marxista» pasó a formar parte formalmente de la Internacional. Las divergencias se establecieron especialmente sobre el carácter del capitalismo chino y sobre la posibilidad de desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo.
Parte de las divergencias se expresaron en agosto en el Congreso Mundial de la ICR, donde la fracción no declarada de Serge Goulart presentó un documento alternativo al evento. Sin embargo, no obtuvieron los votos de ningún delegado o miembro de las demás secciones y grupos de la Internacional presentes en más de 60 países.
Además, parte de los dirigentes de la sección brasileña se convencieron de las ideas y análisis de la Internacional y decidieron abrir un debate dentro de la sección brasileña para corregir las perspectivas desarrolladas. Se precipitó una lucha fraccional y la fracción no declarada de Serge, ante la perspectiva de perder el congreso nacional convocado para noviembre, presentó un plan de ruptura con la ICR.
Quedó claro que la fracción secreta de Serge Goulart nunca rompió con el legado y las tradiciones de donde provenían. Serge y otros antiguos cuadros de la sección fueron educados y formados en la Corriente O Trabalho del PT y fueron miembros de la internacional llamada «trotskista» de Pierre Lambert, dirigente francés. De esa época, trajeron concepciones de teoría, construcción y métodos zinovievistas —basados en la resolución administrativa de diferencias políticas y en la supresión del debate— procedentes del llamado «lambertismo», y nunca se deshicieron de ellas.
Los delegados reunidos en el congreso celebrado en São Paulo mostraron un enorme optimismo con la fundación de una sección legítima de la ICR en Brasil. Este fue también el sentimiento que se desprendía de las decenas de saludos recibidos de las secciones nacionales de la ICR de todos los continentes. Con este nuevo comienzo, la nueva sección brasileña expresa las verdaderas ideas de la Internacional y sus militantes están dispuestos a asimilar plenamente su legado y sus tradiciones.
El despertar de la juventud
El entusiasmo de los delegados se basa en el análisis del período de cambio histórico en el que vivimos, marcado por la turbulencia y el cambio, como destacó Jorge Martín, del Secretariado Internacional, en el primer día del congreso. Como ejemplos de esta situación, citó las revoluciones de la llamada Generación Z, los importantes movimientos de huelga en Italia y Francia, la mayor concentración de poder militar de EE. UU. en el Caribe en 40 años, la farsa del acuerdo de paz en Gaza y la derrota de Zelensky en Ucrania.
A pesar del flujo constante de noticias que se suceden unas tras otras en un aparente caos, Jorge resaltó que se pueden observar tendencias generales bajo la superficie de estos acontecimientos. El factor central es una crisis del sistema capitalista, una crisis de tipo orgánico. Esto da lugar a un reajuste en las relaciones entre las potencias capitalistas.
Esta situación se ve agravada por las deudas públicas, que han crecido enormemente desde la crisis de 2008. El sistema paga el precio de que el endeudamiento de los Estados haya sido la estrategia de los capitalistas para salir de la última crisis, lo que ha llevado a una deuda equivalente al 250 % del PIB mundial. Esto funciona como un enorme lastre para la economía, que impide una vigorosa recuperación económica. Así se profundizan las contradicciones del capitalismo, al reforzar la especulación financiera, con los capitalistas siempre en busca de ganancias fáciles y rápidas.
Como efecto político, toda la generación menor de 30 años solo ha vivido bajo las condiciones posteriores a la crisis de 2008. Se puede decir, entonces, que la Generación Z es la generación que solo ha conocido el capitalismo en crisis. De la nueva situación se derivan dos características fundamentales. En primer lugar, se observa un alto grado de radicalización y simpatía por el comunismo, especialmente en los sectores más jóvenes de la población de todos los países.
En segundo lugar, existe una crisis de legitimidad cada vez mayor de los regímenes de la democracia burguesa y de sus representantes ante sectores cada vez más amplios de la población. En lugar de una marcha hacia regímenes bonapartistas o dictatoriales, como sostenía la dirección de la OCI, lo que se observa es una mayor crisis de la democracia burguesa, expresada en el ascenso de demagogos de derecha, como Donald Trump, y en la búsqueda de alternativas de izquierda, como Zohran Mamdani.
Otro efecto de la nueva situación, y que fue un factor central en los debates que precedieron a la ruptura de la mayoría de la dirección de la OCI con la ICR, es un reajuste en la relación entre las potencias imperialistas. Al mismo tiempo que Estados Unidos experimenta un declive relativo, se observa el claro ascenso de China como potencia imperialista. De hecho, los recientes acuerdos relacionados con los minerales de tierras raras significan un reconocimiento por parte de Estados Unidos de que no es capaz de doblegar a China.
A pesar de ello, Estados Unidos sigue siendo la fuerza más poderosa y reaccionaria del planeta. Trump reconoce que hay un declive relativo, solo relativo, y busca actuar en consecuencia. Así, aspira a recuperar el control, en primer lugar, sobre las Américas como su zona de influencia prioritaria. Prueba de ello son los aranceles del 50 % sobre Brasil, la «ayuda» financiera a Argentina, las imposiciones a Panamá y la escalada de amenazas a Venezuela, Colombia y México.
Factor subjetivo ausente
Jorge Martín también destacó un cambio importante en la situación política reciente. Hace diez años, la crisis se manifestaba principalmente en países dominados y menos relevantes económicamente. Ahora se está manifestando también en los países centrales. Y los movimientos que están sacudiendo estos países no provienen de las organizaciones tradicionales de trabajadores, sino de abajo, empujando a los viejos dirigentes, sindicatos y partidos.
Estas revueltas protagonizadas por la Generación Z son inspiradoras, pero son una continuación de las insurrecciones que tuvieron lugar en la primera ola posterior a la crisis de 2008. En todas estas situaciones, destacó Jorge, las masas demostraron toda su dedicación. Pagaron su iniciativa con miles de muertos. En algunos casos, lograron victorias parciales. Pero incluso en esos casos, poco después nada cambió o se volvió a la situación anterior.

En los levantamientos globales de 2024-2025, la Generación Z adoptó como símbolo de rebeldía la bandera del anime One Piece: un paño negro con una calavera sonriente con sombrero de paja, sobre dos huesos cruzados. La bandera pirata está apareciendo en protestas en todo el mundo, desde Indonesia hasta Ecuador, y desde Madagascar hasta Italia.
Esta imagen se asocia con la tripulación pirata liderada por el protagonista Luffy, que se enfrenta a la tiranía de un gobierno mundial y a las élites corruptas en su viaje. La bandera se ha convertido en un emblema inmediato para los jóvenes que no encuentran inspiración en las direcciones políticas tradicionales y sus ideas. Sintiéndose huérfanos de referencias, recurren a un universo imaginario para alimentar su coraje colectivo.
Al izar la bandera de Luffy, afirman su deseo de libertad, camaradería y transformación radical. Este fenómeno expresa el enorme potencial de conectar esta energía insurgente con las verdaderas ideas del comunismo, la inspiración más poderosa que la Generación Z puede abrazar para transformar la revuelta en un cambio real de la sociedad. Estas revueltas, repartidas por los cinco continentes, revelan un poderoso instinto revolucionario de la Generación Z.
La gran lección de todos estos procesos revolucionarios, sin embargo, es comprender la necesidad de un partido político capaz de implementar un programa de transformación completa de la sociedad. Fue la falta de este factor subjetivo lo que, tarde o temprano, determinó la derrota de estos movimientos. Este factor subjetivo puede desarrollarse rápidamente, como se ha demostrado varias veces a lo largo de la historia.
Pero no basta con crecer. Es necesario crecer sobre una base correcta, para que todo el esfuerzo no se pierda. En este sentido, incluso pueden ser necesarias rupturas para avanzar a una etapa superior de desarrollo. Estamos experimentando el comienzo de una situación muy favorable para construir una alternativa política para las masas y la ICR-Brasil está en condiciones de avanzar en este objetivo.
Una visión correcta sobre Brasil
Al analizar la situación nacional y las tareas de la ICR en Brasil, Caio Dezorzi enfatizó la importancia de un análisis correcto sobre la lucha interimperialista a escala mundial para comprender lo que sucede en el escenario brasileño. Demostró cómo, al rechazar la tesis errónea de la antigua dirección de que China era un país dominado, fue posible reinterpretar los acontecimientos de Brasil tras la crisis de 2008 de una manera mucho más precisa y comprender mejor los acontecimientos.
La antigua dirección, sin embargo, no podía incorporar este factor en su análisis sin cuestionar los axiomas de que China era un país dominado y que era imposible el desarrollo de las fuerzas productivas después de 1938, cuando Trotsky escribió que las fuerzas productivas habían dejado de crecer. Esta interpretación esquemática de las elaboraciones de Trotsky llevó a los dirigentes de la antigua sección a no darse cuenta de sus errores y a desarrollar una línea sectaria y dogmática.

Caio destacó, sin embargo, que la historia política y económica reciente de Brasil solo puede entenderse plenamente a la luz de la disputa entre Estados Unidos y China. Por ejemplo, Bolsonaro se enfrentó al mismo dilema que Milei en Argentina, que políticamente está alineado con Estados Unidos, pero económicamente depende profundamente de China. Incluso en el caso de la masacre de Río de Janeiro se manifiesta este factor, con Claudio Castro buscando el apoyo de Trump y presionando para que el Comando Vermelho sea reconocido como organización terrorista.
Los rasgos de inestabilidad y crisis internacional también se desarrollan en Brasil. Las contradicciones sociales y económicas avanzan bajo una superficie de tasas récord de empleo. Los datos oficiales ocultan una situación de alto índice de informalidad laboral, precariedad y bajos salarios en los empleos formales, deterioro de los servicios públicos, constante aumento del costo de vida, creciente desindustrialización y propagación de la delincuencia y la descomposición social. Situación subordinada a un escenario internacional inestable, en el que Brasil se posiciona cada vez más como proveedor de materias primas.
En estas condiciones, los comunistas deben formular un conjunto de reivindicaciones transitorias que traduzcan el programa revolucionario en términos comprensibles para las masas, de acuerdo con su nivel de conciencia en cada momento. Entre ellas, por ejemplo, pueden figurar la nacionalización de las empresas estadounidenses; el establecimiento de Petrobras como empresa 100 % estatal, desde el pozo hasta la gasolinera; el control estatal de la gasolina, el gas, la telefonía, Internet, la televisión por cable; servicios públicos, gratuitos y para todos, como la salud, la educación, el transporte y la vivienda, con todo el dinero necesario para una atención de calidad; empleo digno para todos. Todo esto plantea la cuestión del impago de la deuda pública.
El Comité Central elegido para dirigir la nueva sección de la ICR en Brasil tiene el mandato de elaborar el programa más adecuado para que los comunistas lo difundan en el próximo período en el país. En cada uno de los 60 países en los que está presente la ICR, sus militantes tienen el reto de elaborar una plataforma programática adaptada al lugar en el que se realiza el trabajo. Dicho programa deberá tener en cuenta, por ejemplo, una investigación realizada en Brasil sobre publicaciones en redes sociales que muestra que cuanto más joven es la persona, más propensa es a realizar publicaciones radicales y de izquierda, llegando al 48 % entre los menores de 18 años.
Al final de los debates, se aprobaron algunas enmiendas presentadas por los delegados y el documento político fue aprobado por unanimidad. Se puede leer aquí.
Las ideas de Ted Grant
Aunque en Brasil existía una sección de la ICR desde 2008, las ideas y el legado de Ted Grant nunca se difundieron adecuadamente en este país. Hoy está claro que esto no fue accidental. La dirección de la antigua sección brasileña de la ICR sostenía otro legado, el de Pierre Lambert y su corriente política, y no tenía interés en que la militancia brasileña conociera en profundidad la historia y las ideas de su propia Internacional.

Un cambio completo en esta orientación quedó marcado por la celebración de la Escuela de Cuadros el 22 de noviembre, en la que una de las sesiones trató con la vida y las ideas del fundador y principal elaborador teórico del legado de la ICR tras el asesinato de León Trotsky. La introducción estuvo a cargo del mismo autor de este informe, Johannes Halter, y contó con las contribuciones de compañeros que enriquecieron el debate sobre la vida y el legado de Ted.
Él fue el responsable de mantener encendida la antorcha del marxismo en las condiciones más adversas, en particular ante el colapso de la IV Internacional. Una de las discusiones importantes que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial fue sobre lo que estaba sucediendo en Europa del Este. La derrota de los nazis dio lugar a la ocupación por parte del Ejército Rojo de una serie de países que antes estaban bajo el control de la burguesía. Los dirigentes de la IV Internacional avanzaron entonces en el análisis de que allí se establecieron regímenes capitalistas bajo la protección del Ejército Rojo.
Ted Grant, por su parte, avanzó el análisis de que, aunque la política de Stalin era la de los frentes populares, la fragilidad de las burguesías en ese momento y la iniciativa revolucionaria de las masas en esos países llevó a la burocracia a expropiar el capital y a establecer regímenes burocráticos a su imagen y semejanza.
Ted explicó que se trataba de una lucha por el poder entre dos alas de la misma burocracia estalinista. Analizó el desarrollo de los regímenes burocráticos a partir de lo que Trotsky ya había caracterizado como «bonapartismo proletario», con la burocracia estalinista yendo más lejos de lo que hubiera deseado ante la presión de las masas en lucha.
El auge económico de la posguerra
Otra controversia importante entre Ted Grant y los dirigentes de la IV Internacional fue el análisis de la situación económica tras la Segunda Guerra Mundial. Los dirigentes de la IV sostuvieron que, tal y como Trotsky había previsto antes del inicio de la guerra, ahora se abriría un período de crisis del capitalismo, de explosión revolucionaria y de ascenso de la IV Internacional. Al fin y al cabo, Trotsky escribió que esa era la perspectiva.
Ted fue el único que analizó que, según todos los indicios disponibles, la economía capitalista estaba entrando en una curva de crecimiento. Ted observó que los capitalistas pudieron restablecer cierta normalidad después de la guerra contando con la colaboración de los socialdemócratas y los estalinistas para contener o desviar el movimiento de masas.
Esta situación solo puede entenderse plenamente si se comprende que el final de la Segunda Guerra Mundial condujo a un factor imprevisto por Trotsky en su inicio. La dinámica del conflicto no condujo a un debilitamiento de la burocracia estalinista, sino a su fortalecimiento en niveles sorprendentes.
A los estalinistas se sumaron los reformistas, como en Gran Bretaña con el Partido Laborista, que bajo la presión de las masas comenzaron a aplicar un verdadero programa de reformas, sin poner en peligro la propiedad privada de los grandes medios de producción y la existencia de la clase capitalista.
Esta fue la base para la recuperación económica de la posguerra y para el aplazamiento de la revolución, al menos en Europa. Por lo tanto, fue la base para un enorme crecimiento de las fuerzas productivas, lleno de contradicciones y que condujo a una nueva crisis clásica del capitalismo.
Ted definió esta situación como una contrarrevolución en forma democrática. Al no comprender esto, la dirección de la IV continuó defendiendo que vendrían la crisis y las dictaduras. De este error de análisis se derivaron errores políticos, como en Francia, donde la sección decidió pasar a la clandestinidad. Esto podría corregirse mediante un debate y una revisión de esta política por parte de los militantes de la IV.
Una fracción del SWP estadounidense se desarrolló elaborando una posición similar a la de Ted en este asunto, liderada por Félix Morrow y Albert Goldman. Sin embargo, James Cannon aplastó a estos militantes mediante métodos zinovievistas, buscando etiquetarlos como «gangsters de Londres» y sustituyendo el debate por maniobras y difamaciones.
Error teórico de la antigua dirección
La realidad, por lo tanto, invalidó la perspectiva de Trotsky antes de la guerra. Esto, en sí mismo, no debería ser motivo de crisis, ya que una perspectiva es una hipótesis de trabajo que debe revisarse a medida que se desarrollan los acontecimientos.
Los dirigentes de la IV, sin embargo, no entendían este método de análisis y seguían repitiendo dogmáticamente las perspectivas de Trotsky antes de la guerra. Lambert sostuvo hasta el final de su vida, en 2008, que las fuerzas productivas habían dejado de crecer, supuestamente defendiendo de forma «ortodoxa» el «legado de Trotsky» y el «Programa de Transición».

Esta posición de Lambert fue heredada y defendida por la mayoría del CC de la OCI dentro de la ICR y fue lo que llevó a su error sobre el análisis de la China actual, por ejemplo. Alan Woods, en su prefacio a la edición brasileña del libro «La historia de la filosofía: una perspectiva marxista», demuestra cómo la base de esta posición errónea no es el materialismo dialéctico, sino la lógica formal.
«Una vez distorsionado en un esquema rígido y fosilizado, el marxismo se convierte en su opuesto: de un método profundo y científico en un dogma sin vida que puede aplicarse mecánicamente a cualquier situación o contexto.
Por citar un ejemplo que puede resultar familiar: el capitalismo no puede desarrollar las fuerzas productivas bajo ninguna circunstancia.
Por lo tanto, China no puede haber desarrollado las fuerzas productivas.
Por lo tanto, China es una semicolonia atrasada, subdesarrollada y dominada, controlada íntegramente por los Estados Unidos.
Por lo tanto, el supuesto conflicto entre China y el imperialismo estadounidense es una mera invención o fruto de la imaginación.
La lógica de esto parece impecable y, de hecho, sigue fielmente las reglas de la lógica formal. Una vez aceptada la proposición inicial, el resto sigue, como la noche sigue al día. (…)
La teoría de que, en la era del imperialismo, no es posible ningún desarrollo de las fuerzas productivas pasa a considerarse una proposición absoluta y válida para todos los tiempos, una llave mágica que abre todas las puertas.
Esta idea se basa en una interpretación errónea de lo que Trotsky escribió en 1938, en El programa de transición, donde señalaba que las fuerzas productivas habían dejado de crecer.
Esto era correcto en aquella época. Pero Trotsky nunca afirmó que se tratara de una proposición de aplicación universal, independiente del tiempo y el espacio.
De hecho, advirtió contra ello de antemano:
«Pero una previsión en política no tiene el carácter de un plan perfecto; es una hipótesis de trabajo… No hay que embriagarse con esquemas acabados, sino referirse continuamente al curso del proceso histórico y ajustarse a sus indicaciones».
Al convertir lo que era un pronóstico condicional en una afirmación absoluta, válida para todos los tiempos y aplicable en todas las circunstancias, los sectarios convirtieron el análisis científico de Trotsky en un completo absurdo».
Por eso criticamos el método de análisis utilizado por la mayoría del CC de la OCI, una crítica política y teórica, que tenía por objeto llamar la atención sobre este problema y corregirlo. Sin embargo, como hemos visto, este no era un problema exclusivo de la mayoría del CC de la OCI. Heredaron este error de Lambert.
Los lectores pueden comprobar por sí mismos la similitud entre el informe político defendido por la mayoría del CC de la OCI, disponible aquí, y la traducción realizada por la militante de la ICR Taisa Leonardo de un documento de Pierre Lambert, de 20 páginas, fechado en enero de 1969, titulado «La actualidad del programa de transición», disponible aquí. El original en francés se puede leer aquí.
Ambos documentos, el de la OCI y el de Pierre Lambert, comparten los mismos supuestos como punto de partida para analizar la situación a finales de la década de 1960 y en el año 2025, tales como:
- Las fuerzas productivas han dejado de crecer
- Las fuerzas productivas se han transformado en fuerzas destructivas
- La única barrera que impide la victoria es la crisis de dirección revolucionaria
- Si las fuerzas productivas crecen, entonces la perspectiva de la revolución proletaria habría sido refutada por la historia y deberíamos adaptarnos al sistema capitalista
Pero no fue Lambert quien creó estas posiciones. Lambert no era un teórico y heredó sus concepciones primero de Pierre Frank, el dirigente de la sección francesa en la época de su juventud, y luego de Ernest Mandel y Michel Pablo. Este error tiene su origen, por lo tanto, en la incomprensión de los dirigentes de la IV Internacional después de la Segunda Guerra Mundial de que las perspectivas de Trotsky se basaban en las condiciones objetivas del momento histórico que él analizó hasta su asesinato, y que no eran leyes históricas.
Paciencia histórica
Un tercer ejemplo de la diferencia entre el método de análisis de Ted Grant y el de los demás dirigentes de la IV Internacional se refiere a la comprensión del aislamiento de la IV Internacional y del movimiento de la clase obrera. Poco antes de que Trotsky fuera golpeado con un hacha de hielo por un agente estalinista, había esbozado una previsión de que en 10 años la IV Internacional se convertiría en la fuerza dominante del movimiento obrero.
Una década después, la IV no solo no era hegemónica, sino que luchaba por sobrevivir en pequeños grupos nacionales, aislados de su propia clase. Ante este hecho, los dirigentes de la IV sacaron diferentes conclusiones, todas igualmente falsas.
Una de ellas fue el «pablismo», con su teoría de los campos y la orientación de disolverse en los partidos estalinistas; otra fue el «mandelismo», que revisó la perspectiva de la dirección de la IV después de la Segunda Guerra Mundial dando un giro de 180º, para decir que el capitalismo estaba en una nueva etapa histórica y que el proletariado se había aburguesado, incluso en el año 1968.
Ted Grant sostenía que, por sorprendente que fuera el prolongado aislamiento de los trotskistas, podía entenderse de forma objetiva y que, tarde o temprano, podría superarse. No por algún truco o atajo mágico aplicado por una dirección astuta.
Sería el propio desarrollo de las contradicciones inherentes al régimen capitalista lo que conduciría a nuevas crisis y a la apertura de una nueva situación económica y de efervescencia social. Sería la propia experiencia de las masas con los partidos comunistas y reformistas, con sus traiciones y equívocos, lo que abriría nuevas oportunidades políticas y cambiaría la marea a favor de los trotskistas.
La táctica de los trotskistas, resaltaba Ted, debía tener en cuenta en primer lugar las relaciones de las masas con las organizaciones que históricamente habían construido. Explicó que, en un primer momento, las masas siempre tienden a recurrir a lo que les es familiar y que consideran que puede ser la forma más económica de resolver sus problemas. A diferencia de los marxistas, las masas no aprenden de los libros, sino de su propia experiencia.
Hasta que se presentaran nuevas condiciones políticas, Ted sostenía que los trotskistas debían realizar un trabajo paciente en esas organizaciones tradicionales de la clase en las que las masas se organizaban y a las que recurrían, sin disolverse como proponía Michel Pablo, sin adaptarse a la pequeña burguesía o a los líderes oportunistas y sin ocultar sus banderas y su programa.
Esa debía ser la táctica mediante la cual los trotskistas podrían preparar mejor sus fuerzas para las nuevas oportunidades revolucionarias que aún estaban más allá en el horizonte.
Zinóvievismo y «trotskismo»
Estos son ejemplos de las polémicas de Ted Grant y los demás dirigentes de la IV Internacional. Cada vez era más evidente que el trasfondo de las diversas divergencias era una cuestión de método de análisis. Ted defendía la aplicación del materialismo dialéctico como método para investigar cada nuevo problema y desarrollar una orientación. Mientras tanto, los supuestos líderes de la IV Internacional aplicaban todo tipo de métodos eclécticos.

A estos constantes choques políticos y teóricos se sumó el desarrollo de un régimen cada vez más zinovievista en la IV y en las diversas sectas que surgieron de su colapso. Esta burocratización de los regímenes organizativos de estas organizaciones es comprensible.
Incapaces de aplicar el método marxista de análisis para interpretar la realidad, los llamados líderes trotskistas eran incapaces de formular una línea política justa. Incapaces de formular una línea válida, el régimen político de sus organizaciones no podía guiarse por la democracia y la libertad de discusión. Para salvar la supuesta autoridad de sus dirigentes, era necesario suprimir las divergencias y derrotar a los críticos incluso antes de que se iniciara formalmente el debate de ideas.
Los militantes brasileños de la ICR vivieron en carne propia este tipo de régimen burocrático zinovievista con la fracción secreta de Serge Goulart, que buscó de diversas formas suprimir la discusión y las divergencias, recurriendo a sanciones, calumnias y maniobras administrativas para prevalecer.
En el caso concreto de Brasil, la mayoría del CC justificó su ruptura porque la dirección de la ICR cometió el «delito» de exigir que, hasta que se celebrara el congreso nacional programado, se suspendiera en la sección la ola de sanciones contra los dirigentes de la «Fracción en Defensa de la Internacional» y se revirtieran las fusiones de comités regionales y los cambios de responsables adoptados contra la minoría. La dirección de la Internacional pedía que se centrara la atención en la discusión política y que las diferencias se resolvieran de manera democrática en el congreso.
La última experiencia de Ted trabajando con los llamados líderes de la IV Internacional terminó en 1965. Tras tres expulsiones burocráticas por parte de la dirección de la IV, Ted llegó a la conclusión de que la defensa del legado de Trotsky estaría lejos de los llamados «trotskistas» y corrientes del tipo «frente de revolucionarios». A partir de entonces, se dedicó a establecer una tendencia independiente, basada en las verdaderas ideas y métodos organizativos de Trotsky y del marxismo.
En condiciones de extremo aislamiento, de fortalecimiento del imperialismo y de presión de la burocracia estalinista, fue el responsable de mantener encendida la antorcha de las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky. El contraste entre su claridad y el declive de la Cuarta Internacional no se reducía a divergencias tácticas o cuestiones de personalidad, sino a un profundo choque de métodos de análisis.
Mientras los dirigentes de la IV se hundían en el zinovievismo, el formalismo dogmático y el eclecticismo, Ted Grant sostenía y aplicaba rigurosamente el materialismo dialéctico. Comprendió que las perspectivas son hipótesis de trabajo que deben revisarse y que no hay atajos ni trucos mágicos en la construcción del partido revolucionario.
Una profunda lección que nos deja la vida de Ted Grant es que la corrección política es inseparable de la atención a las ideas y la teoría marxista. La debilidad teórica y la incapacidad de convencer mediante el debate libre siempre llevaron a los llamados trotskistas a la burocratización y al uso de trucos zinovievistas para suprimir la divergencia. Este tipo de desviación siempre condujo a escisiones y crisis.
Ted fundó una tradición, de la que la ICR y sus militantes son herederos, sobre los sólidos fundamentos de las ideas marxistas, enriquecidas por la experiencia de décadas de lucha. Su legado no es solo un conjunto de documentos, sino un llamamiento a la paciencia estratégica y a la audacia revolucionaria.
Una profunda enseñanza de Ted que aprendieron los participantes de la Escuela de Cuadros fue que sería el propio desarrollo de las contradicciones capitalistas lo que llevaría a superar el aislamiento y abriría nuevas oportunidades revolucionarias. Lo que estamos viviendo desde la crisis financiera de 2008 es, por lo tanto, una espectacular confirmación de las perspectivas económicas y políticas elaboradas por Ted Grant.
Lanzamiento de «La historia de la filosofía»
El congreso de fundación de la nueva sección de la ICR en Brasil también contó con una sesión de lanzamiento de la edición en portugués del libro «La historia de la filosofía: una perspectiva marxista», de Alan Woods. El sábado por la tarde, los delegados recibieron en el auditorio el refuerzo de varios invitados que se reunieron para asistir a la presentación de la obra, realizada por Jorge Martin.

El lanzamiento del libro de Alan rompe un ayuno de siete años en los que la antigua dirección se abstuvo de publicar ni un solo libro en Brasil, mientras que la sección mexicana publicó ocho libros en 2024. Por no hablar de que, desde 2021, la Internacional lanzó una campaña mundial en defensa de la teoría del marxismo y de lucha contra las ideas posmodernas, que tuvo muy poco eco en la sección brasileña de entonces.
El libro «La historia de la filosofía: una perspectiva marxista», en particular, fue objeto de un rechazo sistemático a su publicación en Brasil por parte de la antigua dirección. En todo momento se presentaba una excusa y así pasaron cuatro años en los que la obra permaneció en el cajón. Los militantes brasileños que querían leerla tenían que adquirirla en inglés o español en eventos internacionales.
Sin embargo, dos meses y medio después de la escisión, los militantes brasileños de la ICR lograron organizar la producción de la traducción del libro, demostrando que se trataba de una decisión política de no publicar la obra. La edición de este título tampoco fue accidental. Los camaradas brasileños están convencidos de que la mejor manera de construir la nueva sección de la ICR en Brasil es situarla sobre la roca sólida del marxismo, y comprenderlo y defenderlo como el mayor logro filosófico del pensamiento humano.
Tras el lanzamiento del libro, se invitó al público a asistir a otra sesión de la Escuela de Cuadros, que contó con un rico debate sobre el materialismo dialéctico, introducido por Marcos Andrade. Un número sorprendente de delegados e invitados participó en el debate, lo que puso de manifiesto el interés de los militantes por debatir sobre filosofía, por conocer y asimilar una comprensión marxista del tema.
En los próximos meses, los militantes de la ICR-Brasil se dedicarán a estudiar cada capítulo del libro «La historia de la filosofía: una perspectiva marxista» y a invitar a los amigos de la ICR a sumarse al «viaje de descubrimientos» anunciado por Alan Woods en su introducción y que fue tan bien reforzado por la presentación de Jorge Martín durante el lanzamiento del sábado.
La ICR como inspiración: ¿Eres comunista?
Camaradas de varias secciones de la ICR participaron en el congreso e inspiraron a los militantes brasileños sobre el fantástico avance de la Internacional en países como Estados Unidos, México, Canadá, Italia y Gran Bretaña. Ya son 60 los países que cuentan con la presencia de la Internacional y en todos ellos se están obteniendo increíbles logros con la juventud que se radicaliza.
El denominador común para el progreso en todos estos lugares ha sido la campaña mundial de reclutamiento «¿Eres comunista?», lanzada en agosto de 2023. Esta política combina una orientación sistemática hacia la juventud, especialmente en escuelas y universidades, con una atención dedicada a la formación teórica y la elaboración de material para la educación teórica y política de los jóvenes.

Los informes sobre los avances de la ICR en todo el mundo inspiraron profundamente a los camaradas brasileños que participaron en el congreso. Esto quedó patente durante la colecta realizada el viernes por la noche, bajo la dirección de Rennan Valeriano. Se pidió a todas las células de Brasil que anunciaran las cantidades con las que iban a contribuir a la colecta.
Al final de los anuncios, los camaradas superaron el objetivo inicialmente propuesto, alcanzando la increíble cifra de más de 30 000 reales recaudados en el congreso de una organización que acaba de nacer. Otra demostración de la enorme disposición de los compañeros fue la subasta de una gorra de la sección canadiense de la ICR, objeto de una intensa puja entre varios compañeros, que finalmente se adjudicó por 500 reales.
Uno de los momentos más emocionantes del congreso tuvo lugar al final de la sesión del domingo. El dirigente de la sección italiana, Alessandro Giardello, tomó la palabra para declarar que, por todo lo que había visto durante el evento, los camaradas brasileños se habían ganado su confianza en que eran capaces de construir una verdadera sección de la ICR en Brasil.
Nuestra confianza y seguridad en el futuro se derivan del hecho de que avanzamos en la historia armados con el método de análisis y el legado de Ted Grant. Este arsenal teórico representa las ideas vivas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky. Es decir, el auténtico hilo de continuidad revolucionaria que se remonta a la Liga de los Comunistas y que se ha conservado para nosotros.
Sobre esta base construiremos una verdadera sección de la Internacional Comunista Revolucionaria en Brasil. Si la «paciencia histórica» de Ted Grant fue vital para preservar el hilo de continuidad del marxismo en las condiciones más adversas, ahora encuentra su complemento dialéctico en la «impaciencia revolucionaria» de la Generación Z.
La teoría preservada con tanto esfuerzo por Ted y los camaradas de la ICR servirá de arma en manos de esta juventud que no tiene nada que perder. Estas ideas, las ideas del marxismo auténtico, constituyen la piedra angular sobre la que construiremos el partido revolucionario que la historia exige en Brasil y la Internacional que la humanidad necesita en todo el mundo.








