Trump estrecha el cerco contra Cuba: ¡Abajo el bloqueo! ¡Manos fuera de Cuba! ¡Defendamos las conquistas de la revolución!

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El 30 de junio de 2025, el régimen estadounidense de Donald Trump publicó un Memorándum Presidencial (NSPM-5) que refuerza el cerco económico contra la revolución cubana. El objetivo claro de estas medidas es someter al pueblo cubano por hambre y lograr un cambio de régimen. Este es un acto flagrante de agresión imperialista que la Internacional Comunista Revolucionaria rechaza y llama a todo el movimiento obrero mundial y a todos los demócratas consecuentes a combatir.

En la práctica, el Memorándum (que va acompañado de un documento aún más escandaloso titulado Hoja informativa: El presidente Donald J. Trump fortalece la política de Estados Unidos hacia Cuba) restablece el Memorándum Presidencial de Seguridad Nacional 5 del 16 de junio de 2017, emitido por la primera administración Trump, pero lo modifica parcialmente para hacerlo aún más restrictivo.

El Memorando se publica bajo el lenguaje de la “seguridad nacional”, lo cual es el colmo de la hipocresía, ya que es el imperialismo estadounidense el que durante más de 120 años ha socavado, amenazado e interferido con la seguridad nacional de Cuba y el derecho de los cubanos a decidir sobre su propio futuro.

Las medidas de 2017 del régimen de Trump fueron diseñadas para ejercer la máxima presión sobre Cuba y representaron un giro de 180 grados respecto a la política de Obama de restablecer las relaciones con la isla. Las medidas de Obama no estuvieron motivadas por ningún sentimiento de respeto al derecho a la autodeterminación de los pueblos, sino por la constatación, después de más de 50 años, de que el ataque frontal contra la revolución cubana había fracasado en su objetivo. La intención del régimen de Obama era lograr esos mismos objetivos (el derrocamiento de la revolución cubana) por otros medios: la destrucción de la economía planificada mediante la penetración del capitalismo bajo una máscara amistosa. En otras palabras “el abrazo del oso”. 

Durante su primer mandato presidencial, Trump implementó 243 medidas separadas para endurecer el bloqueo económico vigente desde 1962, y que fue introducido por primera vez por la administración Kennedy. Mientras que Obama había permitido parcialmente la visita de turistas estadounidenses a Cuba, Trump las prohibió. Ahora, busca restringir incluso las visitas con fines educativos. Se realizará una auditoría general de estas visitas y quienes participen en ellas “deberán llevar registros completos y precisos de todas las transacciones” y conservarlos  durante cinco años. Algunas de estas medidas de Trump se adoptaron cuando la pandemia de COVID-19 golpeó con especial dureza la economía cubana, privándola de ingresos provenientes del turismo, una de las fuentes más importantes de divisas muy necesarias.

La lista de “funcionarios prohibidos del Gobierno de Cuba” con los que es ilegal tener vínculos o relaciones se amplía aún más, incluyendo no solo a altos funcionarios, sino también a editores y subeditores de periódicos y medios de comunicación. La lista de empresas y entidades con las que es ilegal realizar “transacciones financieras directas o indirectas” también se amplía enormemente.

Otras partes del Memorando abordan políticas que ya están en vigor, por ejemplo, “oponerse a las medidas que exigen el fin del embargo en las Naciones Unidas y otros foros internacionales”.

Cabe destacar que el régimen de Biden no realizó cambios sustanciales en las políticas de Trump hacia Cuba. De forma vergonzosamente cínica, Biden solo se acordó de Cuba seis días antes de la investidura de Trump cuando decidió, por pura propaganda, eliminar a Cuba de la lista de “países patrocinadores del terrorismo”, que Trump restableció seis días después.

La agresión imperialista estadounidense contra la Revolución cubana ha sido una política bipartidista durante los últimos 60 años y continúa siéndolo. La Ley Torricelli de 1992, impulsada por un demócrata, con el respaldo de Bill Clinton y la firma de George W. Bush, restableció el bloqueo a las filiales de empresas estadounidenses e impidió que los barcos que habían atracado en puertos cubanos atracaran en puertos estadounidenses durante 180 días. La aún peor Ley Helms-Burton de 1996 fue impulsada por representantes republicanos y promulgada por Bill Clinton.

Escandalosamente, el Memorándum está redactado en el lenguaje de la “libertad y la democracia”, así como del “respeto a los derechos humanos”. Esto es una hipocresía absurda proveniente del mismo régimen que respalda todo tipo de regímenes dictatoriales y represivos en todo el mundo, siempre y cuando sigan la línea de Washington, y que actualmente apoya, financia y facilita el genocidio israelí en Gaza. 

Además, Trump está pisoteando la libertad, la democracia y los derechos humanos en los propios Estados Unidos, al arrestar y amenazar con deportar a quienes defienden a Palestina, al utilizar agentes federales armados y enmascarados para realizar redadas migratorias sin ningún respeto por el debido proceso, etc.

Si Estados Unidos estuviera realmente preocupado por el respeto a los derechos humanos en la isla, podría empezar por cerrar el campo de detención de Guantánamo, donde mantiene a presos en detención indefinida sin cargos ni juicio.

Las verdaderas razones de la hostilidad estadounidense hacia la Revolución Cubana no residen en la preocupación por la libertad y la democracia, sino en que la clase dominante estadounidense no puede tolerar que un país, a 90 millas náuticas de la potencia imperialista más poderosa del planeta, se atrevió a abolir el capitalismo. Esto se expresa en el Memorando de Trump cuando dice: «Mi Administración continuará… fomentando el libre mercado y la libre empresa… en Cuba». Entre los objetivos del Memorando se especifica el de «fomentar el crecimiento de un sector privado cubano independiente del control gubernamental». Por la boca muere el pez, lo que quiere el imperialismo es restaurar el capitalismo en Cuba.

Hay otra razón para el Memorándum anticubano de Trump. Su política de convertir a los migrantes en chivos expiatorios incluye la cancelación del programa de libertad condicional introducido por Biden, mediante el cual medio millón de cubanos, haitianos, venezolanos y nicaragüenses entraron legalmente a Estados Unidos. A principios de junio, el Departamento de Seguridad Nacional les informó que su permiso para vivir y trabajar en Estados Unidos había sido revocado y que debían abandonar el país. Esto ha generado un gran descontento entre la poderosa comunidad cubana en el estado de Florida, crucial para las elecciones. Trump cree que su Memorándum anti cubano podría ayudarle a apaciguarlos.

Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, el costo del bloqueo en 2023-24 fue de 5 mil millones de dólares.

La Revolución cubana enfrenta una crisis particularmente aguda como resultado de la combinación de una serie de factores, la caída del turismo que nunca recuperó sus niveles pre-Covid, los altos precios de la energía en el mercado mundial, el deterioro a largo plazo de su infraestructura, etc. Esto ha llevado a un empeoramiento sostenido del nivel de vida, así como a una mayor diferenciación social derivada de las medidas pro-mercado del gobierno.

Las conquistas de la revolución en los campos de la vivienda, la educación, la atención sanitaria y la independencia nacional se han visto gravemente socavadas y están amenazadas.

El aislamiento de la revolución en una pequeña isla con recursos limitados y el hecho de que el Estado y la economía estén dirigidos y gestionados por una burocracia que avanza en la dirección de la restauración capitalista, pone en peligro la continuidad de la economía planificada.

La restauración del capitalismo en Cuba no significaría libertad y prosperidad, sino un mayor desplome del nivel de vida de la mayoría y la destrucción de lo que queda de las conquistas de la revolución. El futuro de una Cuba capitalista no es un estado de bienestar escandinavo (que, ni siquiera existe allí), sino la barbarie capitalista que vemos en Haití.

El destino de la revolución cubana se decidirá en el terreno de la lucha de clases internacional. Para defender las conquistas de la revolución, es necesario romper su aislamiento mediante la lucha por derrocar al capitalismo y al imperialismo en Estados Unidos, en toda América Latina y más allá. En Cuba, el rumbo restauracionista de la burocracia debe ser derrotado mediante la lucha por el control obrero y la democracia obrera.

La Internacional Comunista Revolucionaria rechaza rotundamente este nuevo acto de agresión imperialista contra Cuba y llama a los trabajadores y jóvenes de todo el mundo a redoblar esfuerzos contra el bloqueo y en solidaridad con la revolución cubana.

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