La cumbre de la COP de este año ha empezado de forma rocambolesca: el jefe de la conferencia ha sido descubierto negociando lucrativos acuerdos sobre combustibles fósiles, y muchos líderes mundiales ni siquiera se han molestado en presentarse. Los capitalistas son incapaces de resolver la crisis climática.
En los últimos meses, las noticias internacionales han estado dominadas por los fenómenos meteorológicos extremos causados por el cambio climático.
Desde los huracanes en Estados Unidos hasta las inundaciones en Valencia, la crisis climática está destruyendo más vidas y medios de subsistencia que nunca, y alimentando la rabia pública por la inacción de los gobiernos.
Dada la gravedad de este desastre, la gente debe estar saltando de alegría por el hecho de que los jefes de Estado de todo el mundo se hayan reunido en Azerbaiyán para la COP29.
Pues no.
Si hay alguien por ahí que siga prestando atención a las cumbres de la COP, la conferencia de este año está demostrando rápidamente hasta qué punto las «respuestas» de la clase dirigente son una farsa.
Para empezar, la cumbre se celebra en un auténtico «petroestado», en el que el petróleo representa el 90% de sus exportaciones. Esto es tan absurdo como celebrar una convención sobre veganismo en un matadero.
Es más, el director ejecutivo de la COP29, Elnur Soltanov, fue descubierto recientemente por mantener conversaciones secretas para promover lucrativos acuerdos de inversión en SOCAR, la mayor empresa de petróleo y gas de Azerbaiyán.
Durante estas reuniones, Soltanov afirmó que las «puertas de Azerbaiyán están abiertas» para todas y cada una de las soluciones climáticas -incluidas las de las empresas petroleras y de gas- mencionando casualmente que «tenemos muchos yacimientos de gas por explotar».
El hecho de que forme parte del consejo de SOCAR, además de ser viceministro de Energía de Azerbaiyán, es seguramente pura coincidencia.
Estas farsas se están convirtiendo en una tradición anual. El año pasado, la cumbre de la COP estuvo presidida por Sultan Al Jaber, director ejecutivo de la Abu Dhabi National Oil Company.
El punto clave de la agenda de este año son los nuevos objetivos de «financiación climática». La ONU calcula que se necesita la asombrosa cifra de un billón de dólares al año para «ayudar» a los países en desarrollo en su lucha contra el cambio climático.
Pero detrás del lenguaje ecologista de la «financiación climática» se esconden los intereses del imperialismo. El único propósito de la inversión capitalista es cosechar abundantes intereses, independientemente de si los préstamos son ecológicos o no. Y la ayuda exterior de los países ricos a los pobres siempre tiene condiciones.
Nadie sabe de dónde saldrá ese billón de dólares. Los países de todo el mundo ya están ahogados en deudas públicas y privadas. Tal vez aparezca detrás del respaldo del sofá de alguien.
Los líderes de las mayores economías del mundo -Joe Biden, Xi Jinping y la Comisaria de la UE Ursula von der Leyen- han renunciado a su habitual asistencia simbólica en favor de no molestarse simbólicamente en aparecer.
Pero quizá sea lo mejor. Con los conflictos armados, las guerras comerciales y la rivalidad imperialista en aumento en todas partes, su habitual parloteo sobre la «cooperación internacional» probablemente no caería muy bien.
Se han celebrado 29 cumbres de la COP y la crisis no hace más que empeorar.
El mes pasado, el informe de la ONU sobre la brecha de emisiones reveló que, incluso si se aplican las políticas actuales, la temperatura media mundial podría aumentar 3,1 °C de aquí a 2100. Esto supone más del doble del objetivo fijado en el Acuerdo de París de 2015.
Los capitalistas son incapaces de resolver la catástrofe climática. Debemos acabar con su sistema, ¡antes de que su sistema acabe con nosotros!