El 30 de mayo, a los 94 años, falleció Nora Cortiñas, Norita, como la conocíamos. Nos toca despedir a una madre y a una compañera.
Desde que se conoció la noticia de su muerte, el dolor recorrió el corazón de miles y miles de luchadores y luchadoras. Norita fue una imprescindible. La recordaremos con lucha más que con lágrimas.
Fundadora de Madres de Plaza de Mayo, dirigente de la Línea Fundadora, como el conjunto de nuestras Madres, abrazó la lucha política buscando a su hijo Gustavo, secuestrado el 15 de abril de 1977, mientras esperaba el tren en la estación de Castelar, por un grupo de tareas del Ejército, al mando de los capitalistas que impusieron la última dictadura.
Desde entonces, entregó su vida no solo a la defensa de los derechos humanos y a alzar la voz contra los crímenes de la dictadura cívico-militar-clerical, sino también a la defensa y las luchas de los explotados y explotadas.
Nora se destacó fundamentalmente por poner el cuerpo con independencia política y con un punto de vista propio. Esto es un legado invaluable para todos nosotros y para las nuevas generaciones que se suman a la lucha por un mundo nuevo, distinto. Su amor revolucionario, que se expresaba en su entrega cotidiana, es un aporte insustituible. Norita luchó hasta su último aliento; nosotros y nosotras también lo haremos.
Hoy, cuando los negacionistas levantan la cabeza al amparo del gobierno de Milei-Villaruel-Bullrich, la causa por la memoria, la verdad y la justicia cobra una mayor relevancia y la figura de Nora se agiganta y nos inspira para seguir defendiendo las banderas de los 30 mil detenidos-desaparecidos.
Norita encabezó las históricas rondas en la Plaza de Mayo, estuvo en todas y cada una de las luchas de la clase trabajadora, dijo presente en todas las movilizaciones del movimiento de mujeres, y levantó su puño y su voz contra el genocidio que perpetra el Estado de Israel en Gaza.
Señaló que el ex jefe del Ejército, Milani, era un personaje siniestro que debería estar preso y cuestionó a quienes lo defendieron. Fue un pilar en la lucha por Mariano Ferreyra y Santiago Maldonado. En las luchas del Hospital Posadas. Norita militó siempre manteniendo una línea independiente de todos los gobiernos.
Denunció a la OTAN en cada guerra de rapiña que los imperialistas impulsaron por el mundo. Nora, en el camino de sus luchas, se hizo internacionalista y antiimperialista. Instintivamente, fue avanzando políticamente para golpear las cadenas con las que el capitalismo intenta atrapar física y espiritualmente a la clase obrera y los demás sectores explotados de la sociedad. La fortaleza política que le dio su independencia la mantuvieron crítica de los sectores del movimiento de DD.HH. que fueron cooptados por el Estado y fagocitados por las políticas institucionales y de conciliación de clases. Norita nunca dio un paso atrás; siempre tuvo claro que no hay reconciliación, ni olvido, ni perdón contra los milicos genocidas, y supo ver claramente el hilo conductor que une a la dictadura con la democracia burguesa: el mantenimiento de su brazo armado para perpetuar la desigualdad y la violación sistemática de los derechos humanos por un grupo de empresarios, banqueros y terratenientes. Por eso también estuvo Nora en las movilizaciones contra el gatillo fácil, los apremios ilegales de la policía, la violencia estatal contra las mujeres y la represión de la protesta.
Norita, nuestra madre, nuestra abuela, nuestra camarada, partió luchando contra el gobierno de Milei y el protocolo de Bullrich. No podía ser de otra manera; siempre estuvo presente en todas y cada una de las luchas contra la injusticia inherente a este sistema bárbaro e irracional que es el capitalismo.
Nora Cortiñas nos deja un legado, un ejemplo de lucha, sí, pero con independencia política de los patrones, los gobiernos y el Estado.
Los revolucionarios estamos del lado Norita de la vida. Continuaremos luchando para saber cuál fue el destino de Gustavo y por la revolución comunista.