El próximo gobierno, cualquiera que sea su forma y composición, no será más estable que el anterior. Para conseguirlo Prodi ha renunciado, y con ello también la dirección del PRC, a toda una serie de medidas progresistas que había en su programa, como la ley de parejas de hecho, esto sólo servirá para preparar nuevas divisiones y aumentar el descrédito de LUnione. Durante la última semana de febrero a todos sorprendió la dimisión de Prodi como primer ministro después de que el senado rechazara la política exterior de su gobierno, concretamente lo relacionado con el envío de tropas a Afganistán. Los votos en contra vinieron tanto de la derecha (Andreotti, De Gregorio, Piningarina) como de la izquierda (Turigliatto, Rossi). El resultado de esta votación simplemente acelera un proceso que ya estaba en camino. La caída del gobierno es simplemente el último acto de una serie de acontecimientos de estos últimos nueve meses que hablan por sí solos.
Al principio se decía que este gobierno duraría por lo menos cinco años gracias a la lealtad de las distintas fuerzas con su programa. Y en estos nueve meses hemos visto una maniobra parlamentaria tras otra organizada por los llamados partidos de centro que conforman la coalición: el senador De Gregorio que votó con la derecha para impedir que Lidia Menapace se convirtiera en la presidenta de la Comisión de Defensa; los católicos de la Margherita (un partido burgués de centroizquierda) haciendo campaña contra el reconocimiento legal de las parejas de hecho y, finalmente, la derrota del gobierno hace unas semanas cuando Dini y otros votaron con la derecha.
Los hechos concretos demuestran lo contrario. El masivo movimiento contra la expansión de la base militar norteamericana de Vicenza tuvo el efecto de provocar una reacción aún más de derecha por parte del gobierno. Amato, ministro de defensa, y Rutelli, viceprimer ministro, llegaron a amenazar a todo aquel que planeara participar en la manifestación. Napolitano, el presidente de Italia, anunció que todo el que pensara que las decisiones se podían tomar en las calles y no en las instituciones del Estado está sólo a unos pasos de convertirse en un terrorista.
El presidente italiano no aceptó la renuncia de Prodi y le pidió que formase nuevo gobierno y que se sometiera a una moción de confianza en el parlamento. Finalmente es lo que hizo, ya que la otra alternativa, convocar elecciones, no garantizaría la estabilidad que necesitara la burguesía para llevar adelante sus planes de atacar los derechos de los trabajadores.
Esta crisis también pone en entredicho la política de la dirección de Refundación Comunista de aferrarse a Prodi y participar en el gobierno de coalición. Ahora acaba de iniciarse el lanzamiento de una caza de brujas contra los senadores que votaron en contra del envío de tropas a Afganistán, empezando por Turigliatto y la tendencia Izquierda Crítica a la que representa. Incluso desde el periódico oficial del PRC, Liberazione, se han hecho llamamientos pidiendo la sentencia de muerte (¡palabras textuales!) contra Turigliatto.
El próximo gobierno, cualquiera que sea su forma y composición, no será más estable que el anterior. Para conseguirlo Prodi ha renunciado, y con ello también la dirección del PRC, a toda una serie de medidas progresistas que había en su programa, como la ley de parejas de hecho, esto sólo servirá para preparar nuevas divisiones y aumentar el descrédito de LUnione entre los trabajadores y los jóvenes que lo votaron.