La lucha de clases se está preparando en Medio Oriente

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Las contradicciones del capitalismo mundial se están expresando muy profundamente en Oriente Medio y la guerra de Iraq ha exacerbado aún más todas estas contradicciones. Cuando hablamos de ¨socialismo o barbarie¨, podemos verlo ya a una enorme escala en toda la región.

Iraq, Irán, Líbano, Israel, Palestina, Egipto, Marruecos…

Las contradicciones del capitalismo mundial se están expresando muy profundamente en Oriente Medio y la guerra de Iraq ha exacerbado aún más todas estas contradicciones. Cuando hablamos de ¨socialismo o barbarie¨, podemos verlo ya a una enorme escala en toda la región.
Lo que está ocurriendo en Oriente Medio no se puede entender a menos que comprendamos las condiciones reales de la población sobre el terreno: de la población iraquí y de las masas palestinas que en la práctica viven en inmensas prisiones abiertas. En Gaza, donde la población muchas veces está al borde del hambre, mientras que en Israel, justo al otro lado de la frontera, existe un nivel de vida mucho más elevado. Sería difícil encontrar una contradicción más cruel.
Ahora se ha sumado Líbano. Después de la reconstrucción del país y conseguir cierto grado de estabilidad, el imperialismo israelí lo bombardeó y lo hizo retroceder veinte años o más.
Las terribles contradicciones que existen en Oriente Medio son la consecuencia directa del capitalismo y el imperialismo. Al mismo tiempo vemos los límites de este sistema. A pesar de todo su poderío militar y económico es incapaz de estabilizar la región. El principal objetivo del imperialismo norteamericano al iniciar la guerra iraquí era conseguir el control de las enormes reservas de petróleo del país. Pero a pesar de todos sus esfuerzos han fracaso miserablemente en este objetivo debido al caos actual que ellos mismos han creado.
Un objetivo más amplio y global, más allá del propio Iraq, era controlar todo Oriente Medio. El imperialismo norteamericano puede ver muchas amenazas a sus intereses en la región, con muchos de los regímenes despóticos que le son leales enfrentándose al malestar interno e incluso al riesgo de ser derrocados. Por eso tenía la idea de vigilar la región desde su base en Iraq. En particular estaban preocupados por la inestabilidad en Arabia Saudí, y tenían la idea que desde Iraq podrían ocupar los pozos petroleros en el caso de un colapso del régimen. Lo mismo se aplica a Irán, pensaban que sería más fácil de controlar si tenían una base fuerte en Iraq.
En realidad, planeaban construir un corredor de bases militares a través de toda la región. Todos estos planes ahora han saltado por los aires, porque la guerra de Iraq ha creado el efecto contrario al que pretendían. En lugar de mayor estabilidad tenemos más inestabilidad. En lugar de un fortalecimiento de los regímenes que son leales al imperialismo, ahora se están enfrentando a un creciente malestar desde abajo.

La guerra en Iraq

Los imperialistas norteamericanos querían enviar un mensaje a los otros “regímenes díscolos” como Irán y Siria: “si se pasan de la raya ustedes serán los siguientes”. También querían enviar un mensaje al mundo colonial, a aquellos regímenes y pueblos que se atreven a cruzar la línea. La idea era que EEUU podía dominar a todos los pueblos del mundo, estableciendo esta extraña forma de “democracia”, no el gobierno del pueblo, sino el gobierno sobre el pueblo por parte de un poder extranjero.
Todo esto ha fracasado y ahora se enfrentan en Iraq a una espantosa derrota. El mensaje que envía esto a todo el mundo es que el imperialismo no es tan poderoso como parecía, que puede ser derrotado. Han conseguido lo contrario a lo que pretendían. En ese sentido la guerra de Iraq es un fracaso total desde el punto de vista de los intereses fundamentales de la clase dominante norteamericana.
¡Cómo pueden cambiar las cosas en pocos años! Después de un avance inicial rápido en Iraq y de ocupar Bagdad, todos los pequeños burgueses de “izquierda” lloriqueaban por el poder omnímodo del imperialismo, se avecinaban décadas de negra reacción y otras cosas por estilo. Esto refleja su ausencia total de comprensión de los procesos subyacentes reales que están ocurriendo en el mundo. Estas personas sólo pueden ver el poder de la clase dominante y no son capaces de ver las contradicciones que atraviesan a la sociedad a todos los niveles.
Ahora el escenario es completamente distinto al que parecía ser. La gente puede ver los efectos reales de la guerra. Ven que incluso el ejército más poderoso del mundo no puede someter a un pueblo que no quiere. La memoria de Vietnam ha renacido. La Guerra de Vietnam tuvo un gran efecto sobre la conciencia de los trabajadores norteamericanos. También enseñó a la clase dominante una lección importante. Aparentemente Bush ha olvidado esta lección (mejor dicho, en primer lugar nunca la aprendió).
Todo esto es la consecuencia lógica del final del estalinismo. A un sector de la burguesía norteamericana se le fue la cabeza, pensaban que eran todopoderosos. Las décadas de conflicto entre las dos superpotencias, EEUU y la Unión Soviética, las había ganado EEUU. Se entraba en una nueva época, el Nuevo Orden Mundial, con EEUU como la única superpotencia dominando el planeta. Ahora están aprendiendo la cara más difícil de lo que realmente era un cuento de hadas. Una cosa es ser una superpotencia económica y militar, y otra es someter a los pueblos del mundo.
Y a pesar de las lecciones de Iraq, Bush está decidido a pasar después a Siria e Irán. Pero aquí se está enfrentando a la oposición de un sector importante de la clase dominante estadounidense que quiere llegar a un acuerdo con Siria e Irán (como indicaba el informe de la Comisión Baker). Esto refleja la situación real de la clase dominante norteamericana. Están en una situación desesperada a escala mundial, se trata de una crisis generalizada del sistema. Las divisiones dentro de la clase dominante estadounidense son un reflejo de la crisis de su sistema.
Nosotros pronosticamos todo esto en nuestras publicaciones y discusiones del pasado. Como explicaba Trotsky, el marxismo nos permite la superioridad de la previsión sobre la sorpresa. Los marxistas no nos permitimos ser empujados de acá para allá por este o aquel acontecimiento mundial. Nos basamos en los procesos reales, concretos y subyacentes. Nos basamos en el hecho de que el capitalismo es un sistema desgarrado por contradicciones internas que tarde o temprano deben salir a la superficie.
Al principio Bush estaba convencido de que podía utilizar el 11-S para justificar la guerra en Iraq, en Afganistán y si era necesario en cualquier parte. Ahora el caos en Iraq está teniendo efecto en casa, en EEUU. Las últimas elecciones reflejan un rechazo a la política de Bush. También está teniendo efecto dentro del ejército norteamericano y sus familias. Ahora existe un sentimiento de masas contra la guerra en EEUU. Pero aún así Bush prefiere ignorar esto y continuar como si nada hubiera cambiado. Decidió enviar otros 22.000 soldados a Iraq. Es como un jugador que hace su última apuesta intentando recuperar todo lo perdido. Está a un millón de años luz del mundo de los trabajadores y la población estadounidense. No comprende el ambiente real que existe en EEUU.
El costo de la guerra es una hemorragia colosal para EEUU, tanto en términos de soldados perdidos como en miles de millones de dólares gastados. No ha sido una buena inversión. El número de iraquíes que han muerto debido a la guerra, directa e indirectamente, ¡se calcula que es de 600.000! El efecto del creciente número de soldados norteamericanos muertos y la terrible devastación provocada al pueblo iraquí es algo que está radicalizando el ambiente en los propios EEUU.
A pesar de su enorme ejército y de la tecnología militar, EEUU ha perdido el control efectivo de Bagdad y del oeste de Iraq. Zonas enteras están de facto bajo el control de las milicias. La debilidad de EEUU se reflejó en la idea de mantener allí los soldados, pero encerrados en sus bases, el único lugar “seguro” para ellos.
La situación del gobierno Maliki es sintomática. Está basada en el poder militar norteamericano y en ese sentido es un “títere”. Pero EEUU no tiene el control total del títere. Maliki ha estado buscando su propia base de apoyo y eso explica por qué se ha basado en las milicias chiíes, por eso ahorcó a Sadám para apaciguarlas. Pero mientras que esto puede que tranquilizase a los chiíes, enfureció a los suníes. Mientas tanto, los kurdos son tratados como peones, por no hablar de su derecho a la autodeterminación.
Ahora hay rumores de golpe de estado para destituir a Miliki. Esto nos recuerda la postura del imperialismo norteamericano en Vietnam al final de esa guerra en los años setenta. Como no conseguían que el títere hiciera lo que ellos querían, entonces decidieron que lo mejor sería librarse de él y hacer el trabajo ellos mismos. También debemos recordar como terminó eso. En Iraq ahora la situación es tan mala que incluso hay rumores de que quieren instalar otro dictador, quizás ¡alguien como Sadám!
EEUU, debido a su incapacidad de controlar el país con métodos puramente militares, ha estado intentando utilizar la vieja técnica de “divide y vencerás”. Con esto simplemente están incrementando las tensiones entre suníes, chiíes y kurdos. El resultado final de todo esto es que ahora se enfrentan al peligro real de una guerra civil total e incluso a la ruptura del país. Así no es como se suponía que debía ser.
Por lo tanto, lejos de resolver cualquiera de los problemas del imperialismo norteamericano, la guerra en Iraq simplemente los ha exacerbado, sacando a la superficie las contradicciones reales subyacentes, acelerando el ritmo de los acontecimientos de la lucha de clases en EEUU y desestabilizando aún más todo Oriente Medio.

Líbano después de la guerra

El verano boreal pasado Israel recibió una lección muy dura. Tiene el ejército mejor equipado y entrenado de Oriente Medio, todavía es la fuerza imperialista más poderosa de la región, pero fue derrotado por Hezbolá. Esto ha tenido un impacto enorme sobre la psicología de los pueblos de la región. Como en el caso de EEUU en Iraq, la derrota de Israel ha enviado el mensaje de que no es todopoderoso ni invencible, que puede ser derrotado. Esto también tuvo un impacto psicológico profundo sobre la propia población israelí. En el norte, las ciudades fueron bombardeadas y el ejército israelí no consiguió proteger a la población de estas zonas. Esto suscitó serias dudas sobre la capacidad del ejército israelí para defender a su pueblo.
Israel se construyó sobre la base psicológica de que éste era el único “lugar seguro” del mundo para los judíos. En las guerras pasadas Israel siempre salió triunfante. A pesar de estar rodeado de muchos enemigos podía ocuparse de ellos militarmente. Esta era la idea que se había establecido.
Ahora la población se está dando cuenta de que a pesar de su poder sobre el papel, el ejército israelí no es invencible. Puede ser derrotado por la resistencia popular en el sur del Líbano. Debemos recordar que Hezbolá originalmente nace no como una fuerza apoyada desde el exterior. No fue trasplantada al Líbano por Irán, sino que surge como la resistencia durante la pasada ocupación de las fuerzas israelíes.
Hezbolá es una expresión del fundamentalismo islámico, pero nace debido a una necesidad específica de la población local. Por lo tanto, sería un error tener una aproximación mecánica y unilateral a este fenómeno.
Si se aplicase esta aproximación unilateral al fundamentalismo islámico en realidad significaría pintar un cuadro muy negro de reacción dominando Oriente Medio y se perdería de vista la verdadera situación. Habría que explicar por qué la actual crisis del capitalismo mundial provoca una revolución en América Latina, donde tenemos una oleada revolucionaria tras otra, pero en otra parte del mundo parece que está ocurriendo exactamente lo contrario.
Una mirada más cercana de la situación en Oriente Medio revela que las contradicciones de clase también existen allí. Simplemente se expresan de una manera y con un ritmo diferentes. Sería muy superficial sacar la conclusión de que la lucha de clases está fuera del orden del día en Oriente Medio. Eso significaría ignorar los propios hechos.
Acabamos de presenciar una masiva huelga general en Líbano (enero 2007). Ha habido una manifestación con 2 millones de personas, en un país con 4 millones de habitantes. Es verdad que Hezbolá ha llenado el vacío político, pero esto se debe a la ausencia de una verdadera alternativa de izquierda, no a la ausencia de disposición para luchar de las masas.
Hezbolá plantea cuestiones sociales, el tema de la pobreza, falta de vivienda, etc. En este sentido conecta con los pobres, sobre todo chiíes. Lo que tenemos en Líbano es un tremendo potencial revolucionario, no la negra reacción. El gobierno actual es pro-occidental, llegó prometiendo “reformas”, pero lo que en realidad está haciendo son recortes, privatizaciones, etc. El objetivo de este gobierno es conseguir que Líbano entre en la OMC, con todo lo que ello implica. Líbano está enormemente endeudado, los imperialistas exigen la reducción de la deuda. Los que deben pagarla son los trabajadores y los pobres, y esto está provocando un efecto social dentro del país, un efecto de radicalización.
El resultado de la guerra del año pasado en Líbano fue: 1.200 civiles asesinados, un millón de desplazados, 30.000 casas destruidas y la infraestructura severamente dañada. El PIB libanés estaba creciendo pero ahora se espera que caiga por lo menos un 3 por ciento. Y lo único que puede ofrecer el gobierno es más de lo mismo.
El movimiento contra Siniora, a pesar de que Hezbolá lo encabece, tiene que ver con el descontento de las masas, con cuestiones sociales y económicas. Hezbolá está en una situación difícil, apoyaron la huelga general, como hizo la confederación sindical, pero querían una huelga general tranquila, de quedarse sentados en casa.
Hezbolá quiere explotar el movimiento para exigir una mayor parte de poder para sí mismo dentro del marco capitalista, poder decir más en el parlamento. No quieren directamente derribar al gobierno Siniora. No tiene una alternativa real al programa económico de Siniora. Pero las masas quieren derribar este gobierno antiobrero, quieren una solución a sus problemas apremiantes.
Por lo tanto, es cuestión de tiempo, que los dirigentes de Hezbolá queden desenmascarados como políticos burgueses que no pueden ofrecer ningún cambio fundamental. Por ahora, tienen un enorme prestigio: son los que han “derrotado a Israel”. Pero las masas, y los combatientes de la base de Hezbolá, están luchando por algo más que un cambio de cara por arriba.
Hezbolá se basa en el movimiento de masas. No es un fenómeno fácil de comprender, porque fundamentalmente es populismo, y este fenómeno se puede expresar como una tendencia muy de derecha o como una fuerza antiimperialista que se presenta con la apariencia de “cuidar de las masas”. Algunos llegan al extremo de intentar caracterizar a Hezbolá como una formación revolucionaria, otros como un fenómeno semifascista. Pero la esencia es que es populista, con una dirección burguesa que se basa en el movimiento de masas. En nuestra orientación hacia las masas que miran hacia estos movimientos, en el caso de Hezbolá por ejemplo, no debemos ser sectarios ni oportunistas. Tenemos que comprender qué quieren las masas y qué quieren los dirigentes de estos movimientos, que en absoluto tiene que ser lo mismo.
No podemos comprender el ascenso de fuerzas como Hezbolá sin entender la cuestión de la dirección de la clase obrera, o más bien la ausencia de dirección. La dirección sindical en Líbano está totalmente corrompida y no es una respuesta real a los problemas de los trabajadores libaneses.
Está el Partido Comunista Libanés, que está aliado con Hezbolá. Parece que antes de la guerra tenía unos cuantos cientos de militantes. Ahora tiene miles. No debemos olvidar que los comunistas libaneses también participan en la resistencia. Esto demuestra el potencial para una fuerza de izquierda dentro del mundo árabe. Una capa de los trabajadores y los jóvenes en Líbano han girado hacia el Partido Comunista buscando una alternativa de izquierda. Es una pena, sin embargo, que la dirección de este partido desde hace tiempo haya adoptado la teoría de las etapas para la revolución, primero la etapa democrática y sólo mucho después la socialista. Esto lleva a buscar “fuerzas progresistas” entre la burguesía y diluir el papel de la clase obrera y, presumiblemente, Hezbolá es una fuerza “progresista”. Pero el hecho de que el Partido Comunista exista y haya crecido, demuestra que entre los trabajadores y los jóvenes libaneses hay elementos que buscan algo más allá de Hezbolá y están buscando una alternativa socialista y de la clase obrera. Dadas las condiciones que existen en este pequeño país esto no debería sorprendernos.

Desorden interno en Israel

En Israel el impacto de la guerra ha provocado una crisis profunda en toda la sociedad. Las condiciones laborales han ido empeorando continuamente. Mientras tanto el gobierno sigue adelante con las privatizaciones y recortes del gasto social. El gobierno está aplicando la misma política que Siniora en Líbano al otro lado de la frontera. En esto están unidos, contra su propio pueblo. Ahora están exigiendo más recortes para costear la guerra. Los trabajadores y la gente corriente de Israel está sintiendo la presión. Mientras que diariamente estallan escándalos políticos la desigualdad crece constantemente.
Enfrentada a los crecientes problemas internos, la clase dominante tenía la idea de que la guerra en Líbano sería algo bueno para desviar la atención de las masas de estos problemas y volverla contra el “enemigo externo”. Pero han conseguido lo contrario. Simplemente han subrayado aún más las contradicciones internas en la sociedad israelí.
Ahora quieren que las masas paguen la guerra. Un ejemplo de la situación a la que se enfrentan los trabajadores israelíes es la que sufren los bomberos. Algunos de ellos ¡llevan un año sin cobrar! Son los que tuvieron que apagar los incendios provocados por los misiles en el norte del país durante la guerra. Y mientras los trabajadores corrientes tienen que luchar para sobrevivir, en paralelo a todo esto, hay un torrente de escándalos de corrupción por arriba, que revelan a los trabajadores cómo viven realmente los ricos.
Un reflejo del ambiente es que muchos israelíes con doble nacionalidad están recurriendo a sus pasaportes no israelíes para salir. En un pasado lejano y distante algunas personas pensaban que Israel con sus kibbutz tenía “elementos de socialismo” dentro de él. Honestamente creían que se podía construir algún tipo de sociedad nueva, una sociedad más igualitaria. Había pleno empleo y un alto nivel de vida, ahora quieren que sus hijos se establezcan en otra parte. Existe un ambiente generalizado de pesimismo: “esto no es lo que se suponía debía ser Israel”, por lo menos para los judíos. Por supuesto que esto en el caso de los usraelíes ya que para los palestinos nunca fue así.
El ejército israelí ahora está en una situación de caos. Esto se reflejó en que el jefe del Estado Mayo, Dan Halutz, fue obligado a dimitir, una admisión de su fracaso en Líbano. Poco después de la guerra en Líbano el año pasado, algunos oficiales de alta graduación del ejército israelí prometieron que pronto habría otra guerra. Pero la situación no está para eso.
Nosotros pronosticamos que después de la guerra volverían a resurgir las cuestiones de clase en Israel. No tardó mucho tiempo en ocurrir esto. En diciembre se convocó una huelga general en el sector público (ha habido otras huelgas de estibadores, etc.). Los tribunales laborales intervinieron y declararon ilegal la huelga, para alivio de los dirigentes sindicales que contaban con esto. Pero por un día tuvimos una visión de la verdadera situación de la sociedad israelí. Hubo una participación masiva y, de no haber sido por los tribunales y por los dirigentes sindicales, podría haberse desarrollado en algo más grande.
Una vez más, el problema es la dirección y la situación de la izquierda en general. Está el Partido Laborista de Israel. Hace un par de años tuvimos una indicación de lo que podría ocurrir en este partido que, después de todo es un partido fundamentalmente sionista, como todos lo principales partidos del país. Peretz se convirtió en el líder del partido después de haber sido anteriormente el dirigente del Histradut (central sindical).
El modesto programa de aumentos salariales, pensiones, etc., defendido por Peretz, asustó a la burguesía. Los medios de comunicación israelíes rápidamente comenzaron una presión frenética e inmensa para contener a Peretz y rápidamente giró a la derecha. Ahora es el Ministro de Defensa, arrastrándose ante la clase dominante israelí. Pero durante un corto período de tiempo, esto abrió una esperanza, especialmente entre algunos sectores de la juventud, de que algo podía cambiar. Pero eso terminó rápidamente.
Todos los principales partidos están desacreditados, a la izquierda no hay una alternativa. Esto no niega el hecho de que existe el potencial para la creación de una corriente socialista viable dentro de Israel. Tarde o temprano todas las opciones tendrán que intentarse y la clase obrera y la juventud israelí comenzarán a sacar conclusiones. La lucha de clases no puede posponerse indefinidamente.

Irán: divisiones de clase y escisión en la clase dominante

En Irán hemos visto un giro dentro del régimen. Ahmedineyad salió mal parado en las últimas elecciones y los reformistas, que antes parecían acabados, han reaparecido. La elite dominante iraní está claramente dividida. Hay un sector al que le gustaría llegar a un acuerdo con EEUU. Esto tiene su equivalente en un sector de la clase dominante norteamericana que por ahora quiere dejar solo a Irán. Este sector piensa que las divisiones internas en Irán provocarán una crisis del régimen sin la necesidad de la intervención externa. También comprenden que para desarrollar algún tipo de “estrategia de salida” en Iraq necesitan la ayuda del régimen iraní con su influencia en la población chiíta.
Existe un creciente descontento social dentro del país. Los medios de comunicación se centran en este o aquel discurso de Ahmedineyad, o en el programa nuclear iraní. Nosotros, por otro lado, necesitamos subrayar el movimiento de la clase obrera. Ha habido varias luchas importantes de los jóvenes y los trabajadores en los últimos años. Un ejemplo del ambiente entre los jóvenes fue lo que ocurrió en el “Día del Estudiante” iraní cuando Ahmedineyad fue a hablar a los estudiantes de la Universidad de Teherán, pero se sorprendió con la recepción. Los estudiantes protestaron y rompieron carteles suyos, lo llamaron fascista en su cara y le dijeron que se fuera. Quedó conmocionado porque solía dirigirse a multitudes más amistosas.
Aunque odiado por los estudiantes, Ahmedineyad está en buena compañía cuando se trata del intelecto de Bush. Recientemente organizó una conferencia “objetiva” sobre el Holocausto, con el fin de encontrar pruebas “concluyentes” de que los nazis no asesinaron a millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Esto lo acompañó con amenazas periódicas de destruir a Israel y cosas por el estilo.
¿Qué más podría pedir la clase dominante sionista y reaccionaria israelí? Todo esto sirve a los intereses de la clase dominante israelí. Justo cuando las cuestiones de clase son más intensas en Israel, Ahmedineyad da a los sionistas la diversión adecuada. El abismo entre los ricos y los pobres en Israel nunca ha sido tan grande, pero amenazando la existencia misma de Israel, combinado con su programa nuclear, el régimen islámico de Irán está dando al gobierno israelí lo que necesita para “unir a la nación”, ricos y pobres, ante la amenaza externa.
El programa de investigación nuclear de Irán es preocupante para la clase dominante israelí, como también para los imperialistas norteamericanos. Israel ahora está sopesando seriamente la posibilidad de ataques aéreos sobre las instalaciones nucleares iraníes. EEUU está preparándose para lo mismo. Esto está provocando una grave preocupación dentro del ejército israelí. Altos oficiales del ejército norteamericano no están convencidos de que sea correcto el ataque. El ejército israelí tampoco está en buena situación tras la debacle libanesa. Y, como ya hemos visto, un sector importante de la burguesía norteamericana también ha llegado a la conclusión de que es necesaria una retirada gradual de Iraq, no una expansión de las operaciones en la región.
Esto no descarta la posibilidad de que Irán sea bombardeado. El grado de inestabilidad en la región es subrayado por la amenaza real de bombardeos, tanto por parte israelí como estadounidense. El problema al que se enfrentan es que Irán también tiene un aparato militar poderoso. No es una ecuación tan sencilla.

La situación política en Palestina

En Palestina, Al Fatah y Abu Mazen están siendo empujados por Israel para que ataquen a Hamás. Esto ha desenmascarado a Al Fatah ante las masas palestinas. El problema es que la clase dominante israelí está dando demasiado trabajo a Al Fatah. Los marxistas no podemos apoyar y no apoyamos a Hamás. Somos plenamente conscientes de la naturaleza reaccionaria de este grupo. Pero también comprendemos que su ascenso se debe al fracaso de Fatah y a la situación desesperada a la que se enfrentan las masas y a la falta de una alternativa de clase creíble. Es similar a la situación de Hezbolá en Líbano.
Al Fatah fue responsable primero de décadas de terrorismo individual que fracasó totalmente y no consiguió nada. Años de campañas de bombardeos no han acercado ni lo más mínimo al pueblo palestino a la consecución de sus reivindicaciones. En realidad, la primera Intifada consiguió mucho más que las bombas en el pasado. En lugar de terrorismo individual tuvimos a las masas palestinas levantándose y desafiando el dominio israelí.
Entonces los dirigentes de Al Fatah hicieron grandes esfuerzos para llegar a acuerdos con el imperialismo. De facto, traicionaron muchas de las aspiraciones del pueblo palestino. Mientras que todo esto ocurría, las condiciones de las masas palestinas continuaban empeorando.
Fue en este contexto cuando surge Hamás, como una especie de servicio social de caridad, pero después asumió un papel cada vez mayor en la política. Los dirigentes de Hamás son esencialmente políticos burgueses, a los que les gustaría ser aceptados como legítimos por EEUU e Israel. El problema al que se enfrentan es que los imperialistas no los aceptarán como tal, por temor a los pobres y explotados que están detrás de Hamás.
Todo esto está creando un vacío dentro de la sociedad palestina. Al Fatah se ha desenmascarado en el pasado, Hamás hoy se está desenmascarando en el gobierno. Una vez más, el problema es la ausencia de una alternativa en la izquierda. Y el pueblo palestino tiene una larga tradición de política secular y de izquierda. Es una tragedia que incluso en este pueblo las ideas reaccionarias del fundamentalismo islámico hayan conseguido arraigar. Pero esto no durará para siempre.

Enorme polarización entre ricos y pobres en Egipto

Egipto tiene una población de 80 millones de personas. Es un país clave, con una clase obrera fuerte. La paradoja es la siguiente. Su PIB está creciendo un 7 por ciento, el déficit presupuestario es del 1 por ciento del PIB, la Inversión Directa Extranjera es seis veces el nivel de 2003, sus reservas de divisas son de 18.000 millones de dólares. Por lo tanto sobre la superficie todo va bien.
Pero los egipcios corrientes no están contentos en absoluto. Esta riqueza no se está “filtrando”. La sociedad está enormemente dividida, con un gran sector que vive en la pobreza. Ahora existe una enorme presión sobre el gobierno para que acelere las privatizaciones. De una fuerza laboral de 22 millones, un tercio trabaja para el estado. Pero sus empleos están seriamente en riesgo. A finales de este año, de llevarse a cabo sus planes, el 80 por ciento de la economía estará en manos privadas, con lo que se perderán muchos de estos empleos.
El 44 por ciento de la población vive con menos de dos dólares diarios. En las últimas semanas se han eliminado los subsidios a los productos de comida básicos, a los alimentos que comen los pobres. Los precios se han duplicado en estos últimos dos años. Egipto es el segundo receptor de ayuda estadounidense después de Israel, pero dos tercios es ayuda militar, así que tiene poco efecto en las condiciones de las masas. En realidad, EEUU intenta conseguir que Egipto sea un aliado estable en la región. Necesita un aparato militar fuerte para vigilar a sus propios trabajadores y a los países de alrededor, si es necesario.
Hace un año y medio hubo elecciones en Egipto. El nivel de abstención fue del 77 por ciento. Esto en sí mismo es un reflejo del ambiente de las masas. No se sienten representadas por ninguno de los candidatos. En estas elecciones vimos el surgimiento del movimiento “Kaffayah”, un movimiento basado sobre todo en capas de la clase media. “Kaffayah” quiere decir “¡Ya Basta!” Esto reflejaba que las clases medias en Egipto también están seriamente afectadas por la situación económica y es una indicación de la radicalización mucho más profunda que se está produciendo en la sociedad egipcia.
Egipto tiene un régimen antisindical muy represivo y ataca enérgicamente cualquier lucha de la clase obrera. Los sindicatos están controlados por el Estado y las huelgas deben estar autorizadas por el Estado. Y aún así, recientemente vimos una huelga de masas de los trabajadores textiles contra la privatización. Lo más significativo es que la huelga fue autorizada. Esto refleja la enorme presión sobre el propio régimen. Pero incluso más importante fue que los trabajadores ganaron porque el régimen retrocedió. Esto refleja el ambiente real que hay debajo de la superficie. Especialmente donde las huelgas son ilegales y los trabajadores no tienen un canal para expresar su furia, puede parecer que la sociedad está en calma. Pero estos pocos puntos ayudan a subrayar el proceso real que está teniendo lugar en Egipto. La clase obrera egipcia es una de las más grandes de África y Oriente Medio. Cuando se mueva sacudirá toda la región, con efectos que irán mucho más allá de las fronteras de Egipto.

Los recientes acontecimientos en Marruecos

Un país que subraya los puntos que hemos planteado es Marruecos. Aquí vemos un despertar importante de la clase obrera y la juventud. En Marruecos desde septiembre de 2006 han estado constantemente en movimiento los trabajadores, jóvenes, campesinos y amas de casa contra la suba de precios. Ha habido movimientos simultáneos en todas las ciudades importantes. Han ido acompañados de un aumento del número de huelgas. Ha habido una protesta casi permanente de los estudiantes durante los últimos años, contra los recortes, contra la no admisión en las universidades.
El gobierno está dominado por el Partido Socialista, un partido socialdemócrata pro-occidental, y ahora este movimiento está revelando todas sus contradicciones. Esto desenmascará al Partido Socialista, gracias a la ausencia de una alternativa de izquierda de masas, está abriendo un espacio para los fundamentalistas que podrían avanzar en las próximas elecciones.
La situación de la izquierda desgraciadamente no es buena, pero los recientes acontecimientos demuestran el enorme potencial para la lucha de clases y para una alternativa de izquierda. Es cuestión de construirla.

El patrón general

En todos estos países vemos el mismo patrón: el imperialismo exige que privaticen, recorten las pensiones, reduzcan las ayudas alimentaria (mientras que al mismo tiempo suben dramáticamente los precios) y otras cosas por el estilo. Lo que también vemos en todas partes es un vacío a la izquierda. Esta situación está hecha a medida para el surgimiento de una fuerza de izquierda. La situación del Partido Comunista Libanés es un ejemplo. Es un partido estalinista, sin una perspectiva real de socialismo. Está aliado con Hezbolá, y aún así está creciendo. Eso es porque a pesar de todo es la única opción viable a la izquierda.
A través de todo Oriente Medio hay una capa significativa de jóvenes y trabajadores que están buscando una alternativa. Estamos al borde de un cambio en la situación. La lucha de clases ha regresado al orden del día en el mundo árabe. Y este aumento de la lucha de clases clarificará muchas cosas.
Además, otra de las evidencias de capas mirando hacia la izquierda que se puede ver, es el hecho de que aparezcan carteles de Chávez en las manifestaciones a través de todo Oriente Medio. Sí, también llevan imágenes de Nasrallah, el líder de Hezbolá en Líbano. Pero en las mentes de muchos árabes, Nasrallah es visto como el que defendió el país contra el odiado imperialismo israelí. Pero en los mismos mítines donde se ven las fotografías de Nasrallah se pueden ver las de Chávez o el Che Guevara.
La postura que adoptó Chávez durante la guerra de Líbano tuvo un efecto. ¿Acaso esto no refleja lo que están buscando las masas? Instintivamente comprenden qué está ocurriendo en Venezuela. Pueden ver que Venezuela está enfrentada al imperialismo norteamericano, ven las reformas que está llevando a cabo. ¡Eso es lo que están buscando!
Así que lejos de la situación de reacción negra, tenemos un proceso contradictorio de aspiraciones revolucionarias de las masas, distorsionado por la ausencia de una alternativa socialista creíble basada en la clase obrera. En este vacío aparecen los fundamentalistas. Pero los fundamentalistas no tienen respuestas a los problemas acuciantes de las masas árabes. Los problemas de los trabajadores en Oriente Medio surgen de la misma causa: el capitalismo. Por eso las ideas del marxismo pueden conectar con las capas más avanzadas de los trabajadores y los jóvenes de estos países.

Es necesaria una aproximación de clase

Un aspecto central de la crisis en Oriente Medio es la posición de los palestinos. Durante décadas se ha centrado la atención sobre las injusticias perpetradas por el imperialismo. En oposición a todas las demás tendencias, siempre hemos mantenido una postura de clase y de principios sobre esta cuestión. Siempre hemos explicado que la solución está en la lucha de clases y no en ningún tipo de acuerdo con la ONU. Hemos defendido sistemáticamente la idea de que la lucha de clases al final conseguirá romper las divisiones nacionales.
Durante años los distintos grupos sectarios han ridiculizado nuestra postura sobre Israel/Palestina, (también sobre Irlanda) y sobre la cuestión nacional en general. La razón común es que en el fondo, no tienen una verdadera fe en la clase obrera, no tienen ni idea de cómo se mueve la clase. No pueden ver cómo los trabajadores árabes y judíos, católicos y protestantes, pueden unirse.
Sin embargo, la lucha de clases está regresando como una venganza. Esto es mucho más evidente en América Latina, pero afectará tarde o temprano a todo el mundo. Los acontecimientos que se desarrollarán en el próximo período confirmarán nuestra posición y permitirán que las ideas del marxismo conecten con los mejores elementos. Es necesario mantener una posición de principios en todas las cuestiones, tarde o temprano esto dará resultados. Las ideas del marxismo serán sometidas a prueba por los acontecimientos y los trabajadores y jóvenes más avanzados verán cómo los marxistas tienen ideas que pueden hacer avanzar a la sociedad.
Sólo basta un ejemplo: en 1969 nos opusimos al envío de tropas británicas a Irlanda del Norte, mientras que todos los demás caían en la trampa de apoyar el envío de tropas como “ayuda humanitaria” a los católicos. No pasó mucho tiempo para ver el papel real del ejército británico. Podemos estar orgullosos de mantener esa posición correcta y poder dirigirnos a los socialistas irlandeses sin tener que explicar nuestro pasado. En realidad gracias a nuestro pasado hoy podemos hablar.
Lo mismo en Oriente Medio. No buscamos atajos, no nos adaptamos de manera oportunista a las circunstancias. La nuestra no es una posición fácil de mantener a veces: que la clase obrera israelí se volverá contra sus gobernantes. Pero esto es un hecho. La derrota del ejército en Líbano está teniendo un efecto, como la derrota de EEUU en Iraq. Peero es un poco diferente para los israelíes, porque ellos no pueden retirarse a un lugar seguro al otro lado del océano como EEUU. Ellos necesitan resolver sus problemas y encontrar una salida, la lucha de clases es la única solución.
Para analizar los acontecimientos y elaborar perspectivas para Oriente Medio, también hay que mirar la situación internacional en su conjunto. El desarrollo de la revolución a escala mundial tendrá un impacto masivo en Oriente Medio. Una revolución triunfante en América Latina disipará toda la confusión. No se pueden ignorar los procesos generales, no debemos mirar ninguna parte del mundo de manera aislada. Podemos ver los signos claros de la lucha de clases entrando en erupción en todas partes. Es aquí y ahora, no una perspectiva a largo plazo.
Para los marxistas, después de años de ir contra la corriente, por ejemplo en la cuestión de Israel y Palestina, de defender las ideas básicas y los principios del socialismo revolucionario, se ha abierto un nuevo período. Las ideas del marxismo son las únicas que se corresponden con la situación real. Debemos hacer un análisis, dar ideas y hacer perspectivas. Sobre esta base será posible construir una corriente marxista en todos estos países. A todos esos cínicos les demostraremos cómo se puede construir una fuerza marxista como hemos hecho en Pakistán. Si las ideas del marxismo pueden conseguir un punto de apoyo importante en Pakistán, un país con una fuerte influencia del fundamentalismo islámico, ¿por qué no se puede conseguir también en Oriente Medio?