La última cumbre de la OTAN en Vilna (Lituania) está siendo anunciada por sus miembros como un gran éxito y un nuevo paso en el proceso de fortalecimiento de la alianza militar. Sin embargo, debemos separar los hechos de las declaraciones de la conferencia de prensa.
Si echamos un vistazo a lo que sucede detrás de la escena, podemos obtener una visión de las divisiones reales, las rupturas y los desafíos a que se enfrenta la organización imperialista.
Una de las cuestiones clave de la Cumbre de Vilna fue la pertenencia de Ucrania a la OTAN. Durante semanas, el presidente ucraniano Zelenski había estado presionando a los miembros de la OTAN para obtener un compromiso firme y un cronograma claro para que su país se uniera a la alianza. Esta posición también contó con el apoyo de los países bálticos y del Reino Unido, pero se enfrentó a la oposición frontal de los EE. UU. y Alemania.
El texto final de la declaración de la cumbre fue muy decepcionante para el presidente ucraniano. Dice, en términos extremadamente vagos: “Estaremos en condiciones de extender una invitación a Ucrania para unirse a la Alianza cuando los Aliados estén de acuerdo y se cumplan las condiciones”. Entonces, si bien se eliminó formalmente la necesidad de un Plan de Acción de Membresía, en la práctica se agregaron condiciones adicionales que no se habían mencionado antes. Además, estas “condiciones” no se especifican, aparte de la cháchara general sobre “reformas democráticas y del sector de la seguridad adicionales que se requieren”.
¿Qué quiere decir esto? En teoría, todo el mundo está de acuerdo en que Ucrania “se convertirá en miembro de la OTAN”, la verdad es que ese es el compromiso que se hizo en la Cumbre de la OTAN de Bucarest… ¡hace 15 años, en 2008! En la práctica, como subrayó el presidente estadounidense Biden en la víspera de la reunión, Ucrania no puede unirse a la OTAN mientras haya una guerra y mientras parte de su territorio esté en disputa, ya que esto conduciría, según el artículo 5 del tratado de la alianza, a un conflicto directo entre la OTAN y Rusia con armas nucleares.
Compromisos vagos
Según los informes de los medios sobre las discusiones entre bastidores, fueron los EE. UU. y Alemania los que insistieron en diluir el lenguaje sobre la membresía de Ucrania, para hacerlo más vago. Según Bloomberg: “Los borradores anteriores del comunicado ofrecían un camino más claro para que Ucrania finalmente se uniera, pero Biden y el canciller Olaf Scholz desconfiaban de ir demasiado lejos. Sus equipos exigieron cambios en los últimos días antes de la cumbre, lo que molestó a muchas otras naciones europeas, así como a los ucranianos”.
Al enterarse de esto, Zelenski recurrió a Twitter para criticar la redacción de la declaración propuesta. “Ucrania también merece respeto”, dijo, “recibimos señales de que se está discutiendo cierta redacción sin Ucrania… sobre la invitación para convertirse en miembro de la OTAN, no sobre la membresía de Ucrania”. Esto, agregó, “no tiene precedentes y es absurdo al no establecerse un marco de tiempo ni para la invitación ni para la integración de Ucrania”. En un tono muy enojado, señaló: “al mismo tiempo, se agrega una redacción vaga sobre las ‘condiciones’ incluso para invitar a Ucrania”. Su conclusión fue: “Parece que no hay disposición ni para invitar a Ucrania a la OTAN ni para convertirla en miembro de la Alianza”.
Por supuesto, Zelenski es un maestro en el uso de los medios y, en gran medida, este estallido fue diseñado para presionar a los miembros de la OTAN para que cambiaran la declaración. Pero no lo hicieron. Por otro lado, el presidente ucraniano probablemente también esté tratando de establecer un precedente para el futuro. Si se ve obligado por la realidad de la guerra a una situación en la que tiene que intercambiar territorios por algún tipo de paz o conflicto congelado, entonces puede darse la vuelta y decir: fueron los aliados quienes no nos dieron los medios para derrotar a los rusos.
El secretario de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace, no conocido por su delicadeza diplomática, refutó a Zelenski diciendo que Ucrania debería mostrar más “gratitud” y que el Reino Unido no era su “servicio de entrega de armas de Amazon”. Esta declaración muestra, además de la falta de ingenio del señor Wallace, la verdadera actitud arrogante del imperialismo hacia Ucrania. “Estáis luchando por nosotros y en defensa de nuestros valores”, les dicen, “pero deberíais decir ‘gracias’ por el privilegio de poder enviar a vuestros hijos a morir en primera línea por nosotros”. O más bien: “cállate, siervo, y no saques los pies del plato”.
Lo que Wallace dijo públicamente, otros líderes occidentales se lo dijeron a Zelenski en privado. Según Bloomberg: “Durante la cena en Vilna… los otros líderes entregaron un mensaje claro a Zelenski, según una persona que estaba presente. Tienes que calmarte y mirar el paquete completo, le dijeron a Zelenski” [énfasis nuestro].
Habiendo llevado a un futuro distante la cuestión de la integración de Ucrania en la OTAN, el imperialismo occidental procedió a hacer algunas ofertas en otros frentes para suavizar el golpe. El grupo G7 emitió una declaración en la que prometía garantías de seguridad para Ucrania después de la guerra. Esto, de hecho, refuerza el mensaje de que Ucrania no se convertirá en miembro de la OTAN, porque si fuera miembro de la OTAN estaría automáticamente cubierta por el compromiso de autodefensa mutua en el artículo 5 del tratado de alianza. Estas garantías de seguridad alternativas se han comparado con las existentes entre EE. UU. e Israel, donde a este último se le ofrece asistencia militar y financiera, pero no hay ningún compromiso de involucrarse directamente con las botas sobre el terreno en una guerra real.
Otro hueso arrojado a Ucrania con fines propagandísticos fue la creación del Consejo OTAN-Ucrania, que celebró in situ su primera reunión. De hecho, esto no es nada nuevo, sino solo un cambio de marca de la Comisión OTAN-Ucrania, que se estableció en 1997. Una caja de vino añejo en una botella nueva.
Hasta aquí, todo confuso.
En relación con la asistencia inmediata real, también hay problemas. Europa y EE. UU. no pueden producir munición lo suficientemente rápido para cubrir las necesidades del ejército ucraniano, ahora embarcado en una guerra de desgaste que dura más de 500 días. Desde que comenzó la contraofensiva ucraniana, ha estado consumiendo municiones a un ritmo aún más rápido, sin lograr avances. Los contratistas militares desconfían de expandir la capacidad, a menos que los Estados les ofrezcan contratos firmes a mediano y largo plazo. Aparte de eso, la capacidad de producción actual está en sus límites.
Esto es lo que empujó a Biden a tomar la decisión de enviar bombas de racimo a Ucrania, las únicas grandes reservas de municiones que aún no han aprovechado, por obvias razones políticas. Esto ha dividido la opinión entre los partidos capitalistas en los EE. UU. y con sus aliados en Europa, con Alemania expresando su malestar. Por supuesto, todo esto es muy hipócrita. Las bombas de racimo se han utilizado en la guerra de Ucrania desde el primer día, tanto por parte de Rusia como por parte de Ucrania. De hecho, según Human Rights Watch, Kiev los usó antes de la guerra actual, incluso en áreas densamente pobladas en Donetsk en 2014. Ni EE. UU., ni Rusia ni Ucrania son signatarios de tratados que prohíben su uso.
Estados Unidos nunca ha dudado en usar armas técnicamente “ilegales” en anteriores aventuras imperialistas. El verdadero punto que ha revelado la disputa sobre las bombas de racimo es la enorme presión ejercida sobre las reservas de armas y municiones de los imperialistas occidentales por la prolongación de la guerra en Ucrania. Durante meses, estuvimos sujetos a una dosis diaria de la historia de que las reservas rusas se habían agotado y que su esfuerzo bélico estaba a punto de colapsar. Ahora descubrimos que, de hecho, son las reservas occidentales las que están al mínimo de su capacidad.
Además, enviar bombas de racimo es un acto un poco desesperado por parte de EE.UU. Este es un tipo de bomba muy poco fiable. Según un estudio del NY Times, su tasa de fracaso llega al 14 por ciento. Incluso dejando de lado la mayor tasa de víctimas civiles causadas por las bombas de racimo y el hecho de que las minibombas sin estallar quedarán en el suelo causando muertes de civiles en las próximas décadas, no es difícil entender que, si Ucrania alguna vez las utilizó para debilitar las fuertemente atrincheradas defensas rusas, cuando finalmente los soldados ucranianos logren hacer un gran avance, tendrán que avanzar a través de un terreno salpicado de piezas de artillería sin detonar.
La verdad es que la tan publicitada contraofensiva ucraniana, ahora en su sexta semana, ha logrado muy poco. La contraofensiva es importante, no sólo desde el punto de vista puramente militar, sino sobre todo desde el punto de vista político. Está claro que el imperialismo estadounidense y sus aliados europeos están cada vez más presionados por el costo de la guerra. Si Ucrania no puede mostrar ningún progreso claro, o al menos la perspectiva de progreso en el campo de batalla, se secará el apetito por continuar el suministro de miles de millones de dólares, libras y euros en equipos, municiones, etc.
Biden también está entrando ya en el próximo ciclo electoral en EE. UU., donde la cuestión del dinero gastado en la lucha contra Rusia en Ucrania será un factor importante. Si no hay cambios significativos en la línea del frente antes del invierno, la presión para las negociaciones se intensificará nuevamente.
La falta de compromisos sobre la integración en la OTAN pero con ayuda militar y financiera continua, en medio de constantes disputas sobre la entrega de nuevos tipos de armas, subraya una característica fundamental de este conflicto. Los objetivos militares de EE. UU. (debilitar decisivamente a Rusia, pero no escalar hacia un conflicto abierto entre la OTAN y Rusia) no son los mismos que los objetivos declarados de Ucrania (victoria militar total con la expulsión de Rusia de todos los territorios ocupados, incluida Crimea). ). En algún momento, esta división puede convertirse en un conflicto abierto.
Traición a los kurdos
El otro paso importante que se dio en la cumbre de la OTAN fue en relación con la integración de Suecia. Desde que esto se anunció por primera vez en la Cumbre de Madrid (ver ‘Cumbre de la OTAN: China en el punto de mira‘), Turquía había utilizado el hecho de que la decisión requería un voto unánime como palanca para obtener concesiones de sus ‘socios’.
En primer lugar, obligó a Suecia a colaborar en el enjuiciamiento por parte de Turquía de las organizaciones kurdas (tanto las vinculadas al PKK como a las YPG sirias); en segundo lugar, exigió el fin del embargo de armas de Suecia sobre Turquía; y finalmente quería que EE. UU. renovara las ventas de cazas F16 y kits de modernización de cazas F16, que se suspendieron cuando Turquía compró sistemas de defensa aérea rusos.
Erdogan es un hábil maniobrero y se aseguró de retrasar el proceso lo más posible para obtener satisfacción en todas sus demandas… y luego agregó otra: la integración de Turquía en la UE. Así, en vísperas de la cumbre, hubo una reunión tripartita entre la OTAN, Suecia y Turquía, que emitió un comunicado cediendo al chantaje de Erdogan. La declaración es escandalosa y vale la pena citarla extensamente.
“Desde la última Cumbre de la OTAN, Suecia y Turquía han trabajado en estrecha colaboración para abordar las preocupaciones de seguridad legítimas de Turquía. Como parte de ese proceso, Suecia modificó su constitución, cambió sus leyes, amplió significativamente su cooperación antiterrorista contra el PKK y reanudó las exportaciones de armas a Turquía, todos los pasos establecidos en el Memorándum Trilateral acordado en 2022” [énfasis nuestro] .
Léelo de nuevo. La Suecia escandinava, agradable y democrática, no solo vendió y traicionó a los kurdos a cambio de ser miembro de una alianza imperialista militar agresiva, sino que incluso ha llegado a enmendar su constitución (anulando las objeciones legales y acelerando el proceso) y cambiado sus leyes . Este es un caso de la actitud hacia los principios de Groucho Marx: “estos son mis principios, pero si no te gustan, tengo otros”.
En cuanto a las relaciones UE-Turquía, la declaración también obliga a Suecia:
“Suecia apoyará activamente los esfuerzos para revitalizar el proceso de adhesión de Turquía a la UE, incluida la modernización de la Unión Aduanera UE-Turquía y la liberalización de visados”.
Todo este sórdido asunto es muy instructivo, en tanto revela el contenido real de la diplomacia imperialista burguesa. En la superficie, siempre hay una cobertura de legalidad democrática, humanitaria e internacional para las decisiones que se toman. En realidad, prevalece el interés propio desnudo, las ganancias y la defensa del capitalismo en casa y en el exterior.
La Unión Europea no tuvo reparos en llegar a un acuerdo con Erdogan para que vigile las fronteras del bloque y mantenga alejados a los inmigrantes. La opresión nacional de los kurdos en Turquía no entraba en sus cálculos. Cuando el imperialismo estadounidense decidió utilizar a los kurdos sirios para sus propios fines, todo lo que se habló fue sobre la opresión nacional. Suecia hizo lo mismo. Cuando dejaron de ser útiles, fueron abandonados a su suerte a cambio de un trato con la más poderosa Turquía.
Esto debería servir como advertencia para cualquiera que se haga ilusiones de que el imperialismo estadounidense está defendiendo la soberanía nacional en la guerra de Ucrania.
Además, dos días antes de la apertura de la cumbre, EE. UU. prometió vender los cazas F16 y los kits de actualización que Turquía quería, sellando el trato. La otra cara de este repugnante acuerdo es la forma en que Turquía utiliza la rivalidad entre las distintas potencias imperialistas (en este caso, EE. UU. y Rusia) para tratar de equilibrarse entre una y otra para obtener el mejor trato posible (sistemas de defensa aérea de un lado contra aviones de combate del otro, en este caso).
Negociar con Rusia y China
Finalmente, vale la pena mencionar parte del lenguaje del comunicado final de la cumbre de la OTAN, que es la continuación del nuevo documento del Concepto Estratégico de la OTAN aprobado en la Cumbre de Madrid. Utilizando terminología cínica sobre “valores democráticos”, “derechos humanos”, “nuestros valores compartidos” y un “orden mundial basado en normas”, la OTAN dice muy claramente: “Rusia y China son nuestros enemigos y tenemos que dar un paso al frente para enfrentarnos a ellos’. Esto en cuanto a una alianza ‘puramente defensiva’ que ‘no es una amenaza’ para nadie.
Si bien el nombre de la organización menciona el Atlántico Norte, las declaraciones de la cumbre enumeran las áreas del mundo que son importantes para la OTAN o de “interés estratégico”, incluidas, entre otras, Oriente Medio, África, África del Norte y las regiones del Sahel, el Indo-Pacífico ¡e incluso el espacio exterior! Todas estas áreas deben estar cubiertas por lo que la OTAN describe como un “enfoque de 360 grados”. En otras palabras, por su propia admisión, la OTAN quiere controlar el mundo entero (y más allá).
Al hacerlo, entra en conflicto con Rusia y China. Se describe a la primera diciendo que ha “incrementado su acumulación militar multidominio y su presencia en las regiones del Mar Báltico, Negro y Mediterráneo, y mantiene capacidades militares significativas en el Ártico”. La OTAN se queja de “la postura más asertiva de Rusia, de sus nuevas capacidades militares y sus actividades provocadoras, incluso cerca de las fronteras de la OTAN, así como como sus ejercicios instantáneos y sin previo aviso a gran escala” que, dicen, “siguen amenazando la seguridad de la zona euroatlántica”.
En otras palabras, la OTAN reconoce al imperialismo ruso y su “postura más asertiva” como una amenaza a sus propios intereses imperialistas, en varias regiones del mundo.
En referencia a China, el documento dice que sus “ambiciones declaradas y políticas coercitivas desafían nuestros intereses, seguridad y valores”. La declaración agrega que: “la República Popular China emplea una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su presencia global y poder de proyecto”. Más tarde acusa a China de buscar “controlar sectores tecnológicos e industriales clave, infraestructura crítica y materiales y cadenas de suministro estratégicos”, y de usar “su influencia económica para crear dependencias estratégicas y aumentar su influencia”.
Lo que dice la OTAN es: “China es una potencia imperialista. Está actuando de la misma manera que lo hacemos nosotros, y no estamos dispuestos a permitirlo”. Están particularmente preocupados por la creciente colaboración entre Rusia y China (que se ha visto muy reforzada por las sanciones occidentales contra Rusia): “La profundización de la asociación estratégica entre la República Popular China y Rusia y sus intentos de socavar el orden internacional basado en reglas, que se refuerzan mutuamente, van en contra de nuestros valores e intereses”.
En caso de que alguien esté preocupado por el agresivo lenguaje belicista de la declaración de la cumbre de la OTAN, los aliados se apresuran a agregar que: “promoverán la igualdad de género e integrarán las perspectivas de género… en todo lo que hacemos”, además de estar “comprometidos a reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de las estructuras e instalaciones políticas y militares de la OTAN”; y “contribuir a combatir el cambio climático mejorando la eficiencia energética, transitando hacia fuentes de energía limpia”. ¡Ahí tienes! ¡El imperialismo occidental ahora integrará perspectivas de género cuando invada una tierra extranjera y usará energía limpia cuando participe en un cambio de régimen! ¿Qué más puedes pedir?
La conclusión de todo esto es que los Estados miembros deben aumentar el gasto militar incluso más allá del objetivo acordado del 2 por ciento del PIB: “en muchos casos, se necesitará un gasto superior al 2 por ciento del PIB para remediar los déficits existentes y cumplir con los requisitos en todos los dominios que surjan de un orden de seguridad más cuestionado” [énfasis nuestro].
Esta es la voz de EE.UU. exigiendo que sus socios contribuyan más a esta política imperialista de rearme, para estar a la altura de China y Rusia. Estados Unidos ya gasta casi el 3,5 por ciento del PIB en defensa, mientras que la mayoría de los demás miembros de la OTAN solo gastan alrededor del 1,5 por ciento.
Aquí podemos ver claramente dónde están las prioridades de la clase capitalista. El reciente presupuesto alemán es un ejemplo evidente, con recortes masivos por valor de 31.000 millones de euros, que afectaron particularmente a la educación, la atención médica, el cuidado de los niños y otros gastos sociales, pero no afectaron a la defensa.
El imperialismo yanqui, a través de la OTAN, se prepara para defender los intereses de sus empresas capitalistas multinacionales, en competencia con los intereses imperialistas de China y Rusia. A la clase obrera de todo el mundo se le pedirá que pague, como de costumbre.
La única forma de escapar de la perspectiva de pesadilla del conflicto interimperialista, la guerra y los ataques a los niveles de vida y los derechos de los trabajadores que tanto cuesta ganar es poner fin a este podrido sistema capitalista. A los que dicen “queremos la paz”, respondemos: “¡lucha por el socialismo!”.