“No estamos en guerra solo para apoyar a los ucranianos. Estamos fundamentalmente en guerra, aunque de algún modo a través de un tercero, con Rusia, y es importante que ganemos”, dijo el representante de EE. UU. Seth Moulton durante una aparición en Fox News. Quizás estaba siendo más franco que otros, pero el mensaje de los representantes oficiales de la Administración de Biden ha llegado alto y claro.
Cuando se le preguntó qué consideraría Estados Unidos un éxito en la guerra, el secretario de Defensa de Biden, Lloyd Austin, dijo que “queremos ver a Rusia debilitada”.
Desde el principio, el imperialismo estadounidense consideró esto como una guerra indirecta contra Rusia. Primero pensaron que Rusia lograría sus objetivos rápidamente, de ahí el retiro de la embajada de EE. UU. y los planes para sacar a Zelensky del país. Luego, cuando la situación se estabilizó y las fuerzas ucranianas opusieron una feroz resistencia (ayudadas por la inteligencia y los suministros occidentales), comenzaron a ver la oportunidad de intensificar la guerra para asestar un golpe a Rusia.
En las últimas semanas se han mostrado más abiertos al respecto y esto ha ido acompañado de una escalada de la ayuda militar a Ucrania para estar a la altura de ese objetivo. La firma del proyecto de ley Lease and Lend permite a Washington abastecer al ejército ucraniano sin pasar por la burocracia y un escrutinio directo. Ahora aprobaron un proyecto de ley que permite $ 40 mil millones en ayuda a Ucrania, incluso más que los $ 33 mil millones que Biden había pedido originalmente. Esto se suma a los 13.000 millones de dólares ya entregados en los últimos dos meses y representa un aumento masivo del esfuerzo bélico por parte de EE. UU.
Para poner estas cifras en perspectiva, el presupuesto total de defensa de Ucrania en 2021 fue de poco menos de $ 7 mil millones, y el presupuesto total del país para el mismo año fue de solo $ 40 mil millones. La mayor parte de este último paquete de “ayuda” votado por los EE. UU. (con el respaldo unánime de los Demócratas, incluido el “escuadrón” –squad en inglés– los congresistas Demócratas de “izquierda” respaldado por los Socialistas Demócratas de América, DSA) se destina directamente a ayuda y suministros militares, con solo $ 8.8 mil millones en apoyo económico y $ 900 millones en ayuda a los refugiados ucranianos en los EE.UU.
No se trata solo de aumentar la cantidad de dinero, también hay un aumento cualitativo en el tipo de armas suministradas, incluidas piezas de artillería más potentes y de mayor alcance, y drones de ataque antitanques de alta gama, algunos de ellos que ya están sobre el terreno en Ucrania. La idea es que estas piezas de artillería, incluidos los obuses M777 suministrados por los EE. UU., radares, etc. permitirían al ejército ucraniano hacer frente a la superior artillería rusa, y los drones Switchblade compensarían la destrucción casi total de la fuerza aérea ucraniana.
La reunión del 26 de abril en la base aérea estadounidense de Ramstein en Alemania, en la que participaron 40 países, incluidos 14 que no forman parte de la OTAN, tenía como objetivo precisamente establecer un mecanismo centralizado y coordinado para el suministro de armas a Ucrania.
El objetivo de estas entregas masivas es socavar la ventaja que posee Rusia sobre la base de su fuerza aérea, tanques y artillería en el campo de batalla. Sin embargo, no está claro de inmediato qué nivel de impacto puede tener este armamento recién entregado en el curso real de la guerra. Este tipo de armas requieren que los soldados ucranianos entrenen para poder usarlas y también necesitan mantenimiento. Cientos de soldados ucranianos están siendo entrenados actualmente por EE. UU. y el Reino Unido en el uso de estas armas. Además, Rusia apunta cada vez más a las líneas de suministro ucranianas, lo que dificulta que los nuevos equipos lleguen al frente. El asesor presidencial Arestovich ha declarado que no será hasta junio cuando Ucrania podrá hacer pleno uso de este nuevo armamento “para lanzar una ofensiva”.
Ya a mediados de abril, el Pentágono organizó una reunión con los ocho mayores fabricantes de armas del país para asegurarse de que tenían la capacidad de satisfacer la mayor demanda procedente de Ucrania. La producción de misiles antiaéreos Stinger y armas antitanque Javelin se está incrementando, duplicándose en algunos casos. Como siempre, los fabricantes de armas se frotan las manos ante la perspectiva de un conflicto más prolongado. “La guerra es terrible, terriblemente lucrativa”, como comentó irónicamente Lenin durante la Primera Guerra Mundial.
No es solo Estados Unidos el que está escalando la intervención en la guerra de Ucrania. Gran Bretaña se hace eco de la nueva desfachatez de Washington, por sus propias razones. Aparte de la actitud servil tradicional del caniche a este lado del Atlántico, tenemos un Primer Ministro que quiere desesperadamente desviar la atención de los problemas en casa y está feliz de dar vueltas por Europa en busca de oportunidades para tomarse fotografías. Un día está en Kiev, apuntalando la determinación de Zelensky, al día siguiente está en Suecia y Finlandia ofreciendo garantías de seguridad a ambos países antes de sus intentos de unirse a la OTAN. A eso debemos agregar una ministra bitánica de Relaciones Exteriores que desea desesperadamente ser Primera Ministra y está tratando de superar el belicismo de Boris, prometiendo que la guerra no terminará hasta que Crimea vuelva a estar en manos de Ucrania, algo a lo que Zelensky ya había renunciado.
Como parte de este cambio de estrategia, Estados Unidos también se ha vuelto más descarado en el grado en que ha estado involucrado en esta guerra desde el principio, jactándose de compartir inteligencia con el ejército ucraniano y cómo esto les permitió atacar a los generales rusos. El intercambio de inteligencia, afirma Estados Unidos, también desempeñó un papel en el hundimiento del crucero ruso Moskva hace unas semanas.
Lo que tenemos es una guerra en la que el imperialismo estadounidense (con la ayuda de sus aliados europeos) brinda asesoramiento militar (probablemente incluso al nivel de coordinar partes del esfuerzo bélico en sus niveles más altos), inteligencia, dinero, recursos, armas, entrenamiento… pero deja que alguien más, en este caso los ucranianos, proporcione la carne de cañón y sufra la destrucción. El Republicano de Texas Dan Crenshaw lo expresó sin rodeos y con cinismo al justificar su voto por el paquete de ayuda de 40.000 millones de dólares de Biden: “invertir en la destrucción de las fuerzas armadas de nuestro adversario, sin perder una sola tropa estadounidense, me parece una buena idea”. El imperialismo estadounidense está dispuesto a luchar contra Putin hasta la última gota de… ¡sangre ucraniana!
Desde el principio, el imperialismo estadounidense ha estado profundamente involucrado en la guerra, pero está claro que ahora calculan que pueden usarla para debilitar decisivamente a Rusia, una potencia rival que se había atrevido a desafiarlos. En el proceso, EE. UU. está ejerciendo una enorme presión sobre Europa para que se rearme, de modo que pueda actuar como la vanguardia del poder militar de EE. UU. en Europa. Algunos estrategas estadounidenses también calculan que rearmar a Europa y debilitar a Rusia pondría entonces a Washington en una mejor posición para hacer frente a su principal rival en el escenario mundial: China.
Como parte de esta nueva etapa de la guerra, se ha ejercido una fuerte presión sobre los ucranianos para que rechacen cualquier negociación. En este sentido, el diario ucraniano Ukrainska Pravda ha desvelado el papel que ha jugado la visita de Boris Johnson a Kiev a principios de abril.
Según el periódico: “La parte rusa… estaba realmente lista para la reunión Zelensky-Putin”, algo que Zelensky había estado exigiendo. Pero luego, según UP, que cita “fuentes cercanas a Zelensky… el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson… apareció en la capital casi sin previo aviso, trajo dos mensajes simples. La primera es que Putin es un criminal de guerra, se le debe presionar, no negociar con él. Y la segunda es que incluso si Ucrania está lista para firmar algunos acuerdos sobre garantías con Putin, ellos [Occidente] no lo están” (énfasis nuestro).
Aquí la posición real se revela claramente para que todos la vean. Es el imperialismo occidental, en este caso Boris Johnson actuando como enviado de Washington, el que decide si puede haber negociaciones o no, y si los ucranianos se atreven a firmar un acuerdo con Putin, basado en que otros países ofrezcan garantías de seguridad, ¡Occidente lo saboteará! ¡Y nos dijeron que esta guerra se estaba librando para defender la soberanía ucraniana!
El punto quedó subrayado a principios de mayo cuando Zelensky insinuó que para llegar a un acuerdo de paz no insistiría en el tema de Crimea, pero al día siguiente el secretario general de la OTAN, Stoltenberg, subrayó que si bien las negociaciones eran un asunto de Ucrania, “los miembros de la OTAN nunca aceptarán la anexión ilegal de Crimea”.
Claramente, EE. UU. ha utilizado la invasión rusa de Ucrania para intentar someter a sus aliados europeos a una dominación mucho más estrecha. La guerra se ha utilizado para justificar un aumento cualitativo del gasto militar en Alemania –y muchos otros países europeos– así como el envío de armas a Ucrania, algo a lo que los alemanes se habían mostrado reacios anteriormente. También ha servido como una excusa conveniente para la solicitud de Suecia y Finlandia de unirse a la OTAN.
Por cierto, ahora parece que Erdogan ha dado un vuelco al oponerse a la pertenencia de Suecia y Finlandia a la OTAN, con la excusa de que estos Estados “albergan organizaciones terroristas” (una referencia al PKK y al DHKP-C). Dado que la OTAN, al igual que la UE, toma decisiones como ésta por consenso, Turquía podría vetar a estos dos nuevos candidatos. Probablemente Erdogan solo esté tratando de usar su influencia para obligarlos a expulsar y prohibir a estas organizaciones. También probablemente le esté mostrando a Putin que puede ser un aliado útil y de esa manera tratar de obtener algunas concesiones de Rusia para mejorar su papel en el conflicto ucraniano.
Cualesquiera que sean sus motivaciones, parece que el ingreso rápido en la OTAN de Suecia y Finlandia no será tan fácil como anticipó Washington. Orban de Hungría también es muy capaz de plantear objeciones por sus propios motivos, también como una forma de obtener algo a cambio.
Divisiones en la UE
Sin embargo, el panorama está lejos de ser claro. La guerra ha sacado a la superficie las tensiones entre las potencias centrales de Europa (Alemania y Francia) y el imperialismo estadounidense y sus agentes directos (particularmente Gran Bretaña y Polonia). Este es especialmente el caso cuando se trata de la cuestión del boicot al gas y al petróleo rusos. El intento de introducir una prohibición en toda la UE sobre la importación de petróleo ruso ha sacado a la luz estas contradicciones. Para introducir tal medida, la UE requeriría un voto unánime por parte de sus 27 miembros, y ya varios de ellos han expresado sus reservas o su oposición abierta, incluidos Hungría, Eslovaquia, la República Checa y Croacia, todos ellos países que dependen en gran medida del petróleo de Rusia, en un 90 por ciento en el caso de Croacia, por ejemplo. Los países que dependen del petróleo ruso en más del 50 por ciento de sus importaciones totales incluyen Bulgaria, Polonia, Lituania, Finlandia y Letonia. Una prohibición total del petróleo ruso también afectaría gravemente a la industria naviera griega, que representa la mitad del transporte total de petróleo ruso con bandera de la UE.
Hasta ahora, es Hungría la que retrasa la votación. Los burócratas de la UE están tratando frenéticamente de encontrar una forma de eludir el veto, ofreciendo dinero, concesiones, demoras y exenciones a los países más afectados. Esto revela un problema más profundo dentro de la propia Unión Europea. La política exterior y los intereses económicos de los distintos países no necesariamente coinciden, y por lo tanto la unión económica sin unión política no puede ser sostenible en el tiempo.
Ahora, tanto el presidente francés, Emmanuel Macron, como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Layen, han sugerido reformar la constitución de la UE para abolir el derecho de veto (que es lo que representa en la práctica el consenso obligatorio en la toma de decisiones cruciales). Pero tal movimiento requeriría… unanimidad, que es muy poco probable que obtengan, por razones obvias. Si Alemania y Francia continúan avanzando por este camino, a largo plazo corren el riesgo de la ruptura real de la UE.
De hecho, la disputa sobre nuevas sanciones a Rusia por parte de la UE muestra desunión en lugar de unidad por parte de los aliados de Washington en el continente. La razón por la que están discutiendo una prohibición del petróleo en primer lugar es porque los países europeos dependen aún más de Rusia para el gas, en particular de Alemania, cuya clase dominante es la que realmente manda en Europa.
La tan cacareada perspectiva de que Ucrania se una a la UE está más lejana que nunca. Después de decir que el proceso podría llevar décadas, Macron propuso que, mientras tanto, Ucrania podría unirse a una especie de “comunidad europea paralela”. Esta propuesta ridícula fue rechazada de plano por Zelensky.
Al entrar en esta guerra, Putin calculó que Europa dependía demasiado del gas y el petróleo rusos para cortar por completo sus fuentes de financiación, y que esto lo ayudaría a sobrellevar la avalancha de sanciones. La guerra en Ucrania ya ha tenido un efecto en cadena importante, en todo el mundo, en el precio de la energía y también en los cereales y otros productos agrícolas. Es probable que Putin ahora calcule que está en una mejor posición para sostener una guerra prolongada y que el dolor económico en algún momento obligará a los europeos a apostar por la paz. No olvidemos que los acuerdos originales de Minsk se negociaron en el llamado formato de Normandía, con el patrocinio de Alemania y Francia.
En su discurso del Día de la Victoria [9 de mayo], Macron dijo que “Europa no está en guerra con Rusia”. En rueda de prensa conjunta con el canciller alemán Sholtz añadió: “Lo que queremos lograr es un pronto alto el fuego que permita poner fin a las negociaciones iniciadas entre las delegaciones de Rusia y Ucrania para lograr la paz y una retirada sostenible de las tropas rusas. Ese es nuestro objetivo”. Esto está claramente en desacuerdo con los objetivos declarados de EE. UU., que son utilizar la guerra en Ucrania para debilitar decisivamente a Rusia.
La situación en el campo de batalla
En el terreno de la guerra en sí, está claro que no se reanudarán las conversaciones de paz mientras ambas partes piensen que pueden ganar más sobre el terreno. En esta nueva fase de la guerra, Rusia está concentrando todas sus fuerzas en apoderarse de las fronteras administrativas completas de los oblasts de Lugansk y Donetsk.
En este punto, la resistencia ucraniana en Mariupol se ha reducido a un puñado de neonazis endurecidos del regimiento de Azov (y tal vez algunos otros, incluidos los guardacostas y la infantería de marina). ¡Están librando una ruidosa campaña para presionar a Zelensky y Occidente para que de alguna manera los salven, a través de un intercambio de prisioneros o tal vez la intervención divina del Papa! Lo lógico sería rendirse, ya que están completamente rodeados y sin forma de reabastecerse. Pero no pueden, ya que sería un duro golpe para la moral de los nacionalistas ucranianos de extrema derecha en general, pero también por el trato que probablemente reciban de las milicias de Donetsk y Lugansk, que estarían dispuestas a vengarse completamente por los últimos ocho años de terror infligido a la población local por estas bandas.
Zelensky ya ha dicho que no hay forma militar de ayudarlos. Esto es fácticamente cierto, pero también podría implicar cierto grado de cálculo político. Sabe que, en algún momento, tendrá que firmar un acuerdo con Rusia y que la eliminación de una gran parte de las fuerzas neonazis de Azov debilitaría un posible elemento de oposición a dicho acuerdo. Incluso ahora, tiene que manejar esta situación con cuidado, ya que los partidarios de Azov están tratando de agitar a la opinión pública ucraniana contra el gobierno, incluidas amenazas personales contra el asesor presidencial Arestovich.
Para apaciguar a la opinión de extrema derecha, Zelensky ha insinuado que se están llevando a cabo negociaciones para permitir la extracción de los refugiados en la planta de Azovstal. Turquía ha propuesto que podrían ser llevados a su país bajo la garantía de que no regresarían a Ucrania para luchar durante un período de tres meses. Pero los rusos ya se han negado a considerar la propuesta.
La situación en Mariupol y la retirada de Kiev y del Norte ha permitido a Rusia trasladar algunas de sus fuerzas a lo que ahora considera el principal teatro de operaciones, el Donbás. A diferencia de la ofensiva fallida para rodear Kiev, aquí las líneas de suministro rusas son mucho más cortas y fáciles de defender. Es cierto que las fuerzas ucranianas están fuertemente fortificadas y han construido sus posiciones durante los últimos 8 años de guerra, pero claramente corren el riesgo de quedar aisladas y rodeadas. El avance ruso avanza a paso de tortuga, pero sin embargo avanza.
En este momento, la principal línea natural de defensa ucraniana en el Donbás es el caudaloso río Siverskyi Donets, que los rusos han intentado cruzar en varios puntos. Hasta ahora han sido repelidos, pero empujando la línea en diferentes puntos lo conseguirán tarde o temprano. Severodonetsk ya está rodeado por tres lados y solo queda un camino fuera de él hacia el territorio controlado por Ucrania. Es probable que este camino ya esté bajo control de fuego ruso, o lo estará muy pronto, lo que significa que las fuerzas ucranianas en la ciudad no pueden retirarse fácilmente. Los rusos parecen estar concentrando todo su poder en este sector del frente, así como en el área al oeste de Donetsk (alrededor de Avdeevka), mientras mantienen la línea en Jersón y Zaporiyia.
Los avances ucranianos al norte de Jarkov hacia la frontera rusa son el resultado de la retirada de las fuerzas rusas bajo presión en posiciones que ya no consideran cruciales. El objetivo estratégico clave para las fuerzas rusas en esa región son las líneas de suministro desde Belgorod hasta Izyum, que deberán defender y fortificar detrás de la línea natural del río Siverskyi Donets, que fluye de norte a sur.
Mientras tanto, la artillería rusa continúa atacando la infraestructura, las líneas de suministro, los depósitos de combustible y las rutas de entrega de la ayuda militar occidental en todo el territorio de Ucrania. También están fortaleciendo su posición en la Isla de las Serpientes, repeliendo un ataque ucraniano, ya que esto les permite controlar y cortar las líneas de envío dentro y fuera de Odesa.
La moral de las tropas y la opinión pública
Otro factor importante es el estado de ánimo, tanto de los soldados que combaten como de la opinión pública en general.
En Ucrania ya hay algunos signos de cansancio de guerra, que se expresa en divisiones entre el gobierno y el alto mando. El 17 de marzo, el periódico israelí Haaretz (fuente que no puede ser acusada de ser prorrusa) publicó un informe muy interesante, que ofrecía una ventana a la actitud de la población ucraniana hacia la guerra. El periodista, Nir Gontarz, viajó en automóvil desde Kiev hasta la frontera polaca, deteniéndose en varios puntos, y durante el trayecto trató de entablar conversación con la mayor cantidad de personas posible. Por lo tanto, lo que informa es puramente anecdótico y no puede tomarse como una muestra científica. No obstante es muy interesante. Muchas de las personas con las que habló, aunque inicialmente dijeron que apoyaban a Zelensky, más tarde en la conversación agregaron que podían entender los motivos de Putin y culparon de la guerra a las provocaciones ucranianas.
Para dar solo una de las muchas conversaciones informadas en el artículo, esto es lo que la dueña de un lavadero de autos y sus hijos dijeron:
“‘Zelensky se está comportando con mucho descaro. Por supuesto que entiendo al presidente Putin. No entiendo por qué no podemos estar satisfechos con nuestra democracia tal como es. ¿Por qué tenemos que pincharlo en el ojo y hablar constantemente sobre unirse a la UE y una alianza militar con Estados Unidos? Ella solo dice estas cosas después de una larga conversación en la que participan su hermano y su hijo. Al principio, los tres expresan un apoyo incondicional a Zelensky. Pero una vez que se ha establecido un poco de confianza, el hijo dice: “Si Ucrania no hubiera tratado de cortejar a los países europeos como una gata en celo, Putin no habría comenzado esta guerra y no habría dañado a los ucranianos”.
Claramente, la invasión rusa habría creado un ambiente patriótico entre amplias capas de la sociedad ucraniana y muchos se ofrecieron como voluntarios para unirse a las Defensas Territoriales. Pero a medida que avanza la guerra, muchos también comenzarán a hacerse preguntas. Si la guerra termina mal, con Ucrania obligada a hacer concesiones territoriales a Rusia (todo el Donbás, Jersón y gran parte de Zaporiyia, por ejemplo) y el compromiso de no unirse a la OTAN, muchos se preguntarán si todo el sufrimiento y la destrucción valieron la pena cuando un acuerdo antes de la guerra no hubiera sido mejor.
En los últimos días ha habido protestas de familiares de soldados y de los propios soldados, por el envío de conscriptos al frente sin la formación adecuada ni el equipamiento necesario. Así, en Just, Transcarpacia, el 29 de abril, mujeres irrumpieron en la oficina de alistamiento militar (ver VIDEO) protestando por el envío al frente de sus maridos, miembros de las Defensas Territoriales.
“Al comienzo de la guerra, los hombres se inscribieron en masa para la defensa. Se les aseguró que sus deberes solo incluirían la defensa de su región. Y ahora van a ser enviados al frente. Ahora, quieren llevarse a casi quinientos hombres que no han recibido el entrenamiento al este de Ucrania. También se puede ‘evadir’ por 3.000-3.500 dólares”, dijo Irina Sayan de Just a los reporteros de Strana.
El 9 de mayo, soldados de la Brigada de Defensa Territorial 101 (de Transcarpacia) dieron el paso de publicar un video para denunciar su situación. “Esta brigada fue enviada al frente, enviada absolutamente desprevenida. El 90% de ellos son así. La gente realmente no sabe cómo manejar una ametralladora, y fueron conducidos directamente a las trincheras. Dos días después de recibir la convocatoria, ya estás en el Donbás”, explicó el científico social Yury Romanenko a Strana, al tiempo que señaló que también se habían producido protestas de soldados en Uyhorod.
En un informe separado, Strana cita a la esposa de un soldado de la misma Brigada 101:
“Inna Salautina, la esposa de uno de los soldados de la brigada 101, dice que las personas, de hecho, fueron engañadas desde el principio, diciendo que servirían y realizarían tareas en su región, es decir, en Transcarpacia.
“‘¿Sobre qué base se inscribió y envió al frente a personas no capacitadas que no pasaron un examen médico? Específicamente: mi esposo después de un infarto, con un corazón que no funciona y que requiere un trasplante’, nos reclama Salautina”.
La situación es similar en la Brigada 57 según el mismo informe:
“‘Desde el primer día de la guerra, han estado defendiendo nuestra Patria sin descanso. Sin armas, sin refuerzos. Hay un infierno, y nuestros muchachos están parados con una ametralladora. Nadie nos escucha. Se llevaron a los muchachos sin examen médico, sin experiencia, sin estudios. Están agotados. Todos los días llegan bombardeos del cielo y de todos lados”, nos dice la esposa de uno de los soldados, Tatiana Primachenko.
“La hermana del soldado Vadim Sidorenko de la misma brigada se queja de que también lo enviaron al frente sin el entrenamiento adecuado y sin tener en cuenta su mala salud.
“Ha estado en medio de esto durante días, luchando bajo constantes bombardeos. Se ordena a los comandantes que vayan a la línea del frente en las mismas trincheras derribadas por el enemigo. Los soldados están desmoralizados, sobrevivieron milagrosamente bajo los bombardeos y no son soldados profesionales, solo siguen órdenes. Los muchachos necesitan refuerzos urgentes y apoyo de la tropa’, se queja la mujer”.
Esto revela síntomas significativos de desmoralización y cansancio entre las tropas ucranianas. También se está acumulando resentimiento por la corrupción y cómo eso está relacionado con la falta de equipos para las tropas de primera línea. Los lugareños de Just informan que se ha visto a funcionarios de las oficinas de reclutamiento y alistamiento conduciendo automóviles extremadamente caros, que dicen que son el resultado de sobornos pagados por hombres para evitar la movilización. Además, “muchos están perplejos por qué los soldados aún, con toda la asistencia multimillonaria de Occidente, deben buscar su propio equipo”.
La situación claramente preocupa a las autoridades ucranianas, al punto que el asesor presidencial, Alekséi Arestovich, “dijo que hay muchas dudas sobre el hecho de que los soldados son enviados al frente no con ocho años de experiencia, sino con epilepsia y sarcoma”. Arestovich lo llamó “excesos que me enfurecen”. Se pronunció a favor de “revisar a toda la gente (en el frente) por razones médicas y desmovilizarlos o trasladarlos a posiciones de no combate… Cada vez hay más interrogantes, no lo voy a dejar así. Estoy comenzando mi pequeña Yihad. Estoy furioso”, dijo Arestovich.
La situación en Transcarpacia tiene sus propias peculiaridades. La región es el hogar de una importante minoría húngara y, aunque votó por Zelensky en las elecciones presidenciales, hubo un nivel de abstención muy alto. La gente se levantó en armas contra las nuevas leyes lingüísticas, que consideraban un ataque a las lenguas minoritarias, incluido el húngaro. La región limita con Eslovaquia y Hungría y alberga redes de traficantes que ahora están ocupadas organizando el cruce de hombres que quieren evitar la movilización. La región ya fue sede de protestas contra la guerra y resistencia contra la movilización durante la primera fase de la guerra en el Donbás en 2014, la llamada Operación Antiterrorista. Pero incluso teniendo en cuenta estas circunstancias específicas, estos informes son muy significativos y ciertamente han llamado la atención de las autoridades.
Todo esto ha llevado a enfrentamientos abiertos y divisiones en la parte superior de la cadena de mando. Por ejemplo, hay rumores de que el Alto Mando del Ejército pidió una orden para evacuar las tropas de Severodonetsk y retirarlas a una posición defensiva de reserva para evitar su cerco. La historia es que Zelensky rechazó la propuesta. Ahora las tropas están siendo rodeadas.
También hay tensiones sobre el destino de los combatientes del Regimiento Azov en Azovstal, con recriminaciones públicas de que los líderes militares y civiles no hicieron lo suficiente para asegurar una línea de reabastecimiento. Al mismo tiempo, Zelensky desconfía de dar la orden de rendición a estas tropas, ya que esto podría conducir a un desafío abierto.
El 8 de mayo, el asesor presidencial Arestovich concedió una entrevista en la que se preguntó por qué el sur cayó tan fácilmente en manos rusas al comienzo de la guerra. La implicación fue que hubo errores por parte de la dirección militar: “Porque, dónde está la incompetencia, dónde está la traición, esta es la pregunta más importante. Lo detectan y definitivamente evaluarán a todos, a todo el contingente, tanto de manera personal como criminal, a todo el mundo”. Esta fue su forma de desviar las críticas al presidente y su conducción de la guerra.
La respuesta llegó al día siguiente de Taras Chmut, director de la Fundación Come Back Alive (Que vuelvan vivos) de quien se dice que es cercano al jefe del general de las Fuerzas Armadas Valeri Zaluyni. En un comentario mordaz en su página de Facebook, dijo: “Cuanto más lejos de la guerra estás en Kiev, más juegos políticos aparecen. Algunos comienzan a ‘buscar a los culpables’ y se preparan para la nueva temporada política, mientras que otros, los ‘tiradores’, intentan, como se espera, traducir la responsabilidad de todos los errores en el ejército”. Luego le recordó a Arestovich que el Ejército está siguiendo las órdenes del presidente y que si alguien es el responsable es él. “En caso de que alguien lo haya olvidado, les recuerdo que cientos de hombres y mujeres muertos y heridos le brindan un delicioso café en la soleada Kiev todos los días. Todos los días. Y hoy, buscar culpables entre ellos no es en absoluto la mejor idea. Los culpables no están en el ejército, aunque hay algunos, y para qué preguntar, culpables en altos gabinetes que formaron presupuestos, políticas y con apellidos identificados en puestos clave”.
Mientras Zelensky pueda presentar una imagen de que la guerra va bien, seguirá siendo popular. Pero si la guerra se vuelve más prolongada y los rusos avanzan en la batalla por el Donbás, la fachada de unidad nacional puede colapsar rápidamente en recriminaciones mutuas.
Mientras tanto, en Rusia, la guerra de Putin sigue siendo muy popular. Ha habido incidentes aislados de ataques con bombas incendiarias contra oficinas de reclutamiento militar y también sabotaje contra instituciones científicas vinculadas al complejo industrial militar. Esto refleja el estado de ánimo de ira entre una capa de la juventud, el sector entre el cual el apoyo a la guerra es más bajo, aunque probablemente la mayoría todavía la respalde. Por supuesto, en condiciones de fuerte censura y represión de cualquier punto de vista disidente, es difícil evaluar la situación real.
La escalada de participación abierta del imperialismo estadounidense en la guerra es un regalo a la propaganda de Putin, quien siempre ha sostenido que se trataba de un movimiento defensivo contra la agresión de la OTAN. Sin embargo, si la guerra se prolonga, las tropas rusas se atascan y las bolsas para cadáveres comienzan a acumularse, esto también puede dar lugar a un estado de ánimo de ira y descontento. Esta guerra es un asunto existencial para Putin. Todo su régimen depende de ello y por ello utilizará todos los recursos a su alcance para asegurarse de que puede obtener un resultado que pueda presentar como un éxito.
De la guerra a la lucha de clases
A medida que avanza la guerra y las consecuencias económicas amenazan con llevar a la economía mundial a una nueva recesión, esto puede tener un impacto en la lucha de clases. Claramente, este debe ser un elemento crucial detrás de las declaraciones de Macron sobre la necesidad de negociaciones, que representan una ruptura pública con la estrategia de Biden. Es un presidente débil que se enfrenta a un pueblo francés enojado y le vendría bien cualquier tipo de tregua en el frente de los precios de la energía. No es el único que puede encontrarse en la misma situación en los próximos meses.
Las consecuencias económicas de la guerra y la profundización de la crisis del capitalismo finalmente tendrán un impacto incluso en la opinión pública de los Estados Unidos también. Justo cuando el Congreso aprobaba $ 40 mil millones para la guerra en Ucrania, el país se vio afectado por una escasez nacional de leche maternizada para bebés. Conforme el impacto económico de la guerra se haga sentir en una severa crisis del costo de la vida, los trabajadores comunes de EE. UU. (y en otros lugares) se preguntarán con razón, ¿por qué podemos gastar decenas de miles de millones en una guerra en un país lejano, en beneficio de fabricantes de armas, cuando ni siquiera podemos alimentar ni albergar a nuestra gente? Esta es una receta acabada para la lucha de clases y para la oposición a los objetivos bélicos imperialistas en Occidente.
En esto la posición de la llamada Izquierda en la mayoría de los países ha sido repugnante. Todos los gobiernos ‘socialdemócratas’ en el poder han ido por detrás del imperialismo estadounidense en esta guerra. Tanto en Suecia como en Finlandia, los primeros ministros “socialdemócratas” están liderando la campaña a favor de ingresar en la OTAN. En Gran Bretaña, el líder laborista Keir Starmer intentó superar en belicismo a los conservadores y amenazó con expulsar del partido a cualquiera que cuestione el papel de la OTAN. Esto era de esperarse, después de todo, no olvidemos que la guerra en Irak fue dirigida conjuntamente por Bush y Blair. Los reformistas de derecha siempre defienden los intereses de su propia clase dominante imperialista cuando se trata de ello.
Lo que es más escandaloso es la posición de los reformistas de izquierda en todas partes. En el pasado habrían tenido una posición pacifista (“que intervenga la ONU”, “respetar el derecho internacional”). Esta era una posición desesperada, ya que cuestiones fundamentales como la guerra y el imperialismo no pueden resolverse apelando a las instituciones internacionales, solo mediante una lucha de clases antiimperialista decisiva. Pero aun así, ofrecía una apariencia de oposición. Ahora incluso el pacifismo mal hablado ha sido arrojado por la borda.
En los EE. UU., todos los congresistas respaldados por los DSA votaron a favor del último paquete multimillonario de ayuda militar para Ucrania. El senador Bernie Sanders también votó y habló a favor del imperialismo estadounidense: “Creo que cada día cuenta, y creo que tenemos que responder con la mayor fuerza y vigor que podamos”. En España, la ministra (afiliada al Partido Comunista), Yolanda Díaz, respaldó la decisión del Gobierno de enviar armas a Ucrania, muchas de las cuales acabaron en manos del regimiento neonazi Azov. En Gran Bretaña, cuando se les amenazó con la expulsión del grupo parlamentario, los parlamentarios de la Campaña Socialista retiraron sus firmas de una declaración crítica con la OTAN. En Finlandia, la Alianza de Izquierda, que forma parte de la coalición gobernante, está dividida sobre la cuestión de la pertenencia a la OTAN. Por lo general, sus ministros están a favor, aunque algunos de sus diputados están en contra. Pase lo que pase, la Alianza de Izquierda ya ha dicho que no romperá la coalición.
Esta situación, por supuesto, se refleja en el lado de la guerra, con el Partido Comunista de la Federación Rusa, que había sido atacado por el régimen por su semi-oposición antes de la guerra, se pronunció firmemente a favor de la aventura imperialista de Putin en Ucrania.
La posición de algunos grupos de extrema izquierda no es mejor. En Gran Bretaña, unos cientos de sectarios marcharon bajo el lema “¡Armar a Ucrania!”, ¡como si Boris Johnson no estuviera haciendo precisamente eso! Esa es también la posición de la llamada “Cuarta Internacional”, que pide “sanciones contra Rusia, armas para Ucrania” añadiendo en relación a la cuestión de oponerse a la OTAN que “ese no es el tema del momento”. Llevando esta posición proimperialista a su evidente conclusión, Murray Smith declaró: “Hablar de la disolución de la OTAN como un objetivo inmediato, como todavía lo hace parte de la izquierda occidental, no tiene sentido. Es incluso irresponsable, porque dejaría a los países del Este, pero también a los países escandinavos, indefensos… En ausencia de una alternativa creíble, debemos aceptar el statu quo”. Ahí lo tienen, según el camarada Smith, ¡los socialistas deben apoyar a la OTAN! ¡Qué farsa!
El apoyo, por acción u omisión, de los reformistas de izquierda a su propia clase dominante imperialista, es un completo escándalo en un momento en que lo que se requiere es una oposición firme. En la actualidad, tenemos una situación en la que, en algunos países, son los demagogos de derecha los únicos que se oponen a la guerra, por sus propias razones reaccionarias.
La tarea de los revolucionarios es exponer las verdaderas razones detrás de los objetivos imperialistas de la clase dominante, atravesando la niebla de mentiras y propaganda con las que se justifica la guerra. La cuestión de la guerra debe vincularse a la cuestión del nivel de vida. En un momento en que el costo de la vida está aumentando, los gobiernos están arrojando miles de millones a la hoguera del gasto en armas, mostrando claramente dónde están sus prioridades. Tal posición puede no ser muy popular al principio, pero tarde o temprano la niebla de la guerra comenzará a disiparse. Aquellos que mantuvieron una posición de principios desde el principio estarán mejor ubicados una vez que se desarrolle la oposición masiva a la guerra y a los gobiernos capitalistas que la libran.