Volante que estaremos repartiendo este martes 8 de febrero en la gran jornada nacional contra el FMI
El llamado “acuerdo” con el FMI ha impulsado la crisis que recorre al régimen político del país al acelerar el proceso de desagregación del Frente de Todos. Si bien la renuncia de Máximo Kirchner buscaba dar contención política a la base del Frente de Todos y puntualmente a la del kirchnerismo, la misma se sustenta en la realidad de crisis económica, social y política que atravesamos hace ya varios años y que fue profundizada por la pandemia. Esto implica que la realidad política sobre la que estamos interviniendo está atravesada por la crisis orgánica del capitalismo en su fase histórica de declive irreversible.
El ajuste que está sufriendo la clase trabajadora y la juventud en Argentina no es otro que el ajuste que están descargando empresarios, banqueros, terratenientes y sus representantes políticos en todos y cada uno de los países del mundo para sostener sus márgenes de ganancias en el marco de una crisis de la que son responsables. Esta crisis tiene su origen en las relaciones de producción capitalista y para poner fin a la misma es necesario un cambio radical que ponga a la clase obrera en el poder, un gobierno de trabajadoras y trabajadores, que al destruir las relaciones sociales de producción imperantes pueda construir otra legalidad que nos permita una vida digna de ser vivida y no una vida de explotación, enfermedades, pobreza, desocupación y degradación ambiental que enriquece a una minoría de ricachones.
Para esto, necesitamos una izquierda que se construya alrededor de un programa político que, como un puente hacia el Socialismo, plantee una solución a los problemas de vivienda, salud, pleno empleo, salarios, jubilación y educación, ligándola a la toma del poder y la construcción de un gobierno propio. Potenciando los organismos de autoorganización que vayan surgiendo al calor de la lucha e impulsando los métodos de lucha tradicionales de la clase obrera, como la asamblea de base y la huelga.
La única oposición real al FMI, los capitalistas y sus representantes políticos, es la de la clase trabajadora organizada encabezando al resto de clases y capas oprimidas que están pagando el ajuste. Pero la construcción de una izquierda que pueda discutir y accionar en este sentido va a estar determinada por los pasos concretos que demos como militantes, jóvenes, trabajadorxs y estudiantes. Es por esto que es necesario construir una izquierda que llame a desconfiar de las instituciones de la burguesía, su Estado y su democracia amañada que representa la dictadura del capital sobre el trabajo. La participación en el parlamento debe ser abordada desde esta perspectiva y no en una lógica de conseguir “más diputados” en las elecciones de 2023 como si fuese un fin en sí mismo, ya que esto implica reforzar el régimen político de los capitalistas ante los ojos de quienes buscan una alternativa en la izquierda.
Tenemos que ser capaces de poner en pie un partido revolucionario con autoridad de masas, construido al calor de la lucha de clases, que con una estrategia de poder liquide el poder político de la burguesía y avance en la transición política al Socialismo donde el potencial de la industria, la agricultura, la ciencia y la técnica sea utilizado para frenar el ajuste en marcha y terminar con la barbarie a la que nos arrastra el capitalismo y su crisis histórica. Necesitamos orientarnos hacia una perspectiva internacionalista que plantee que la única salida para evitar las décadas de ajuste que intentan imponernos es la revolución mundial.
Movilizarnos contra el ajuste en curso que impone el cogobierno del FMI junto al Frente de Todos, con el apoyo “crítico” de Juntos por el Cambio, es una tarea de primer orden. Volveremos a estar en las calles como lo estuvimos en la enorme movilización del 11 de diciembre pasado. Necesitamos convocar a la más amplia movilización, con una clara política de Frente Único, a todas las organizaciones políticas, sindicales, estudiantiles, feministas, universitarias y sociales que se opongan al acuerdo con el FMI, en la perspectiva de discutir y construir una huelga general que implique, no solo la lucha reivindicativa, sino la organización y movilización sistemática de las masas por la revolución. Tenemos que luchar preparando el futuro.
La Corriente Socialista Militante, sección argentina de la Corriente Marxista Internacional (CMI), agrupa a trabajadoras, trabajadores y jóvenes que luchamos por estas ideas en los 5 continentes. Sabemos que el capitalismo es el problema y el Socialismo es la respuesta, ponete en contacto con nosotrxs y sumate a construir las fuerzas del marxismo.