En los últimos días de mayo la Corriente Socialista Militante, Sección Argentina de la Corriente Marxista Internacional realizó un nuevo Congreso anual, sesionando de manera virtual los días 22 y 23 de mayo.
Compartimos con nuestras compañeras y compañeros, simpatizantes y lectores las principales conclusiones del debate colectivo.
Situación Mundial
Nos encontramos ante una situación que no ha sido igual a otra en el pasado. Tenemos ante nosotros una pandemia que está fuera de control y que lleva a decenas de millones de personas a contraer el virus y a más de 2,5 millones de personas a la muerte. Nos enfrentamos a un flagelo que azota al mundo, se asemeja a una situación de guerra y los efectos más devastadores se dan en los continentes más pobres, como es el caso de Latinoamérica, África o el Subcontinente Indio, afectando además a países ricos como el caso de EEUU que superó los 594.000 muertos con más de 33 millones de infectados (datos al 30/05/2021).
Este azote colosal ha servido para mostrar de manera impúdica la diferencia cada vez más notable entre ricos y pobres. El derroche de los recursos en manos del capitalismo es descomunal, su anarquía en la producción, el caos y su incapacidad para desarrollar las fuerzas de producción de conjunto, revelan que no se puede resolver la crisis dentro del capitalismo ya que el problema es el capitalismo mismo y estas son las bases para la agudización de la lucha de clases a nivel mundial. Revolución y contrarrevolución es la disyuntiva presente, es el signo de la época que transitamos.
Los gobiernos utilizan la pandemia para decirnos que nos encontramos ante un enemigo invisible, un enemigo común y que todos juntos en cada país y en el mundo debemos estrechar filas con los gobiernos capitalistas para enfrentarlo. Es de esta manera que intentan tapar lo que no se puede, las diferencias y las necesidades profundas de la sociedad y los límites de la economía de mercado.
Si esto fuera cierto, de que nos encontramos ante un enemigo común y dada la capacidad de producción que tiene el capitalismo como sistema, los gobiernos deberían poner todos sus recursos para combatir este virus con arreglo a un plan global, pero la realidad se empecina en desmentir a estos hipócritas.
La economía mundial ha caído por debajo de la crisis de 1930, las cifras arrojan que se han perdido más de 400 millones de puestos de trabajo en 2020.
Los capitalistas están obligando a los trabajadores a volver a la “normalidad” del trabajo, sin los medios adecuados de protección y esto es una espada de Damocles que pende sobre sus cabezas y las de sus familias.
La lucha por las vacunas a nivel de masas se encuentra en el centro del debate entre los trabajadores y muestra entre otras cosas el conflicto entre los negocios capitalistas.
Aunque podemos ver una leve recuperación económica en algún país, esta se da en el marco de una caída general de la economía mundial. La burguesía no encuentra cómo resolver el problema. Ha pedido a sus representantes políticos en los gobiernos que inviertan miles de millones de dólares y euros para salvar a los bancos y a las grandes empresas, pero esto no resuelve absolutamente nada, solamente pospone la catástrofe. Por cierto, los diferentes gobiernos han dejado caer algo de este dinero en las mesas de los trabajadores, pero la gran mayoría de esa cantidad ha quedado en los bancos y en los bolsillos de los grandes empresarios. Nada de este dinero fue para el desarrollo de la industria sino para la compra de acciones y papeles que juegan en la Bolsa.
La actual crisis expuso de una manera flagrante el abismo entre un puñado de ricos en el mundo y el proceso de barbarie que viven miles de millones de personas que sostienen sus vidas con solo USD 1 al mes, en la total indigencia, miseria y con condiciones totalmente deficitarias en lo que hace a la infraestructura sanitaria.
El problema para la burguesía no sólo es económico sino político. En diferentes países, la frustración de la clase obrera, al ver cómo se reducen sus ingresos y cómo tiene que exponer su vida y la de su familia al salir a buscar qué comer, se contrapone con el cinismo de los gobernantes, con la corrupción imparable en los diferentes niveles de gobierno y, también, con el crecimiento de las enormes fortunas.
Pero no debemos entender que de esta situación se desprende un final revolucionario y lleno de caminos de victorias. No debemos caer en el mecanicismo de decir a más miseria más lucha.
La crisis durará años y años y años. Por supuesto, habrá flujos y reflujos, habrá ciertos booms en la economía, pero la trayectoria general seguirá siendo descendente. No hay una crisis final del capitalismo, puede continuar indefinidamente en ese sentido. El capitalismo tiene que ser derrocado, de lo contrario seguirá adelante a costa de la clase trabajadora y se eliminarán todas las conquistas del pasado.
Nuestra tarea es construir la CMI.
Situación Nacional
Introducción
En Argentina en los últimos meses se ha entrado en un espiral descendente en la lucha contra el Covid-19 y la preservación de la vida de las y los trabajadores y los sectores populares que siguen bajo el flagelo del virus y se encuentran ante un severo peligro.
En las fábricas, hasta hace unas semanas atrás, los obreros/ras eran empujados a la “normalidad” con tan solo el barbijo y alcohol en gel sin respetar la rotación, sin que haya burbujas de trabajo y distanciamiento necesario, sin ventilación adecuada, dejando con las manos libres a los capitalistas. Intermitentemente, ante la enorme cantidad de muertes y contagios el gobierno nacional entra y sale de la Fase 1 donde solo “trabajan” los esenciales, pero esta medida es resistida por gobernadores de la oposición y del propio partido gobernante.
Por su lado, la vacuna sigue siendo un bien difícil de adquirir. Los países más poderosos tienen muchas más vacunas, el 10% de los países más ricos acopiaron el 62% de las vacunas.
Con la segunda ola de contagios, al no llegar a una vacunación masiva, se alcanzó la tremenda cifra de al menos 10.000 muertes al mes. La irracionalidad y la barbarie del capitalismo se presenta de cuerpo entero en la crisis de las vacunas. El objetivo de Fernández y Fernández de llegar a 1/4 de la población vacunada a finales de marzo no fue posible. Ahora se plantea ese objetivo para finales de junio, mientras ya contamos con más de 75.000 muertes (mayo 2021). Argentina quedó en la lógica de la desigualdad entre países ricos y pobres, ocupando claramente la trinchera de estos últimos. La guerra de las farmacéuticas impuso al capitalismo atrasado argentino una colosal escases de vacuna aunque hayan sido pagadas.
Por su lado, la economía, sigue con enormes dificultades para arrancar. Los 4 años de macrismo representaron un retroceso colosal para la clase obrera y sectores populares, con un enorme endeudamiento de más de USD 44.000 millones que fueron fugados en más del 90% al exterior.
En la actualidad acumula un enorme déficit fiscal que el gobierno y el Ministro de Economía intentan “controlar”. El intento de poner freno a la crisis encuentra su límite en la propiedad privada de los medios de producción; se busca una solución dentro de los marcos capitalistas siendo el capitalismo el gran problema.
El Fondo Monetario Internacional jugó en el país en dos sentidos diferentes. Por un lado, ofició una deuda con el gobierno de Macri de USD 57.000 millones, otorgando el préstamo más grande en la historia del FMI en julio 2018, seguido de un proceso de reestructuración que involucró USD 65.000 millones en deuda externa.
Por el otro, el endeudamiento oficiado por el FMI es una medida política económica que somete de manera perpetua a países con un capitalismo atrasado, en nuestro caso tiene una clara intencionalidad de hacerse con el patrimonio del país, reservas naturales, enormes extensiones de tierra, acuíferos y demás activos naturales, se suma al pago religioso por parte de los gobiernos al honrar una deuda que a todas luces mantiene un carácter fraudulento.
Las proporciones de la actual crisis supera ampliamente a la crisis del 2001, que junto a la pandemia representó un golpe casi mortal para los pobres y la clase obrera. De todas formas, el gobierno intenta retomar cierta iniciativa política con una gira por diferentes países de Europa y sobre todo a Francia por el endeudamiento y pago inmediato que debe realizar al Club de Paris de 2.400 millones de euros a fines de mayo.
Resulta más que evidente que el FMI tuvo y tiene una clara percepción de la realidad social y política en el país, sobre todo con la experiencia vivida en 2001 y el Argentinazo, por esto, los acuerdos arribados con el gobierno del Frente de Todos y el Ministro Guzmán son bastante aceptables hasta ahora, más si se tiene en cuenta que no hay plata en caja. Cuando decimos esto, por supuesto no nos referimos sólo a la emisión monetaria que sirve para que todo siga “funcionando”, sino de generar reservas genuinas para hacer frente a la deuda externa. En realidad, Argentina esta hace rato en una suerte de default. De todas formas, todo ha sido peor, no solo la miseria generalizada se profundizó ya que nos encontramos en un 56% de personas por debajo del nivel de pobreza, sino que la economía no arranca y el empeoramiento de la curva de contagio y muertes pone a la economía más en rojo vivo.
Tenemos una economía basada en la emisión monetaria, que representa la más alta de los últimos 30 años; nos enfrentamos a un problema mayúsculo en un futuro no tan lejano. La emisión a finales de 2020 representó el 3,5% del PBI, y para el 2021 se esperaba una cifra similar o mayor de emisión. Una de las imposiciones del FMI, que se vio en el Presupuesto 2021, era bajar la emisión monetaria, cosa que el gobierno del Frente de Todos, ya cumplió en un 32% (sobre el 3,5% del PBI).
Se está generando una bola demasiado enorme de endeudamiento en manos del Estado, una deuda y que alguien tendrá que pagar en algún momento. El gobierno no sabe bien cómo salir de este enorme atolladero ya que se encuentra entre la espada y la pared. Por un lado, si paga los compromisos de deuda, se corre el peligro que se produzca un desborde de la situación social ya que si lo poco que hay en caja no se deriva a solventar las penurias sociales comienza un camino con poco sentido de retorno. Si no se paga entramos en un default y nos quedamos fuera del mercado de capitales. Necesita un nuevo acuerdo en lo que hace a redefinir los plazos de vencimientos y al interés. Como signo de buena voluntad, el gobierno del Frente de Todos aprobó el presupuesto 2021 con menos gastos y ajuste en las cuentas públicas.
Acuerdos precios salarios
En relación a los precios vemos una carrera de subas en alimentos y en servicios, sumado al de naftas. Los salarios en lo que va del año viene perdiendo más o menos en un 20% interanual. En un principio, Fernández y Fernández pautó un techo de aumento salarial de 29% con algunas cláusulas de revisión de hasta 3 o 4 puntos porcentuales. En la escalada inflacionaria esto resulta imposible sostener.
Si tan solo tomamos los meses de diciembre 2020, enero y febrero del 2021, la suba de precios resulta exasperante, estimada en un 4% promedio y de seguir esta tendencia inflacionaria cerraríamos en más de 50% anual, siendo una economía tan endeble que puede trocarse en una por demás de explosiva.
Se suma el último anuncio del gobierno sobre el cierre de las exportaciones de carne por 30 días para ordenar el abastecimiento, precios y el mercado interno de carnes, dado que el aumento de la carne interanual es de un 65% llevando el kg de asado a $1000-. Esto provocó una respuesta inmediata de parte de las cámaras patronales con un paro de 30 días, el monopolio se encuentra en manos de 5 o 6 frigoríficos. Intenta romper la Mesa de Enlace ya que mantiene un diálogo con la cámara más plebeya que es la Federación Agraria que concentra a los pequeños ganaderos. El gobierno ya anunció que aún no está definida medida alguna, que es tan solo para sentarse y negociar, algo parecido a los episodios de Vicentín y la segmentación de las retenciones con el campo, en ambos casos el gobierno se echó atrás.
Hay una trampa con relación a la medición del crecimiento ya que el gobierno anuncia según el INDEC y otras consultoras una suba en algunos rubros como el de la construcción y la metalmecánica, pero los índices son comparados al 2019 antes de la pandemia. De todas formas, con la segunda ola de Covid-19 los registros nuevamente se encuentran en una tendencia a la baja
¿Puede haber crecimiento? Esta es la gran incógnita que todos tienen.
Al comienzo de la pandemia en marzo de 2020 y durante su desarrollo, la Organización Internacional del Trabajo, pronosticó una pérdida de más de 1.000 millones de puestos de trabajo en el mundo, estamos hablando en el momento más duro de la pandemia. De la mitad del año junio-julio de la mano de gobiernos y empresarios que empujaron -flexibilización mediante de los protocolos de cuidado ante el virus- a millones de hombres y mujeres a las empresas y a las fábricas, y así se retornó a cierta “normalidad” y recuperación económica.
Se puede observar que en diferentes países se da cierta “recuperación relativa” después de un año de caída de la economía potenciada por la pandemia.
El gobierno del Frente de Todos, junto al Ministro Guzmán esperan un arrastre/recuperación de la economía del país de la mano de un crecimiento fundamentalmente de China.
El gigante asiático cerró con niveles de crecimiento de un 2% en 2020 y esperan una tasa de crecimiento de un 8% para este año, algo que debemos tener en cuenta en la medida que puede jugar como un estímulo en diferentes países.
Para los marxistas no es una sorpresa este tipo de “recuperación” relativa. De todas formas, para los economistas de la burguesía “esperan” una recuperación mucho más fuerte de la que se ve en perspectiva.
Si observamos el crecimiento, el PIB de Argentina en el tercer trimestre de 2020 ha crecido un 12,8% respecto al trimestre anterior. Esta tasa es 288 décimas mayor que la del segundo trimestre de 2020, que fue del -16%. En realidad, a pesar de la “recuperación” se ve claramente un estancamiento de la economía en el país.
El papel del Estado
“Los dueños del capital, los dueños de la tierra y los dueños de las fábricas constituían y siguen constituyendo, en todos los países capitalistas, una insignificante minoría de la población, que gobierna totalmente el trabajo de todo el pueblo, y, por consiguiente, gobierna, oprime y explota a toda la masa de trabajadores, la mayoría de los cuales son proletarios, trabajadores asalariados, que se ganan la vida en el proceso de producción, sólo vendiendo su mano de obra, su fuerza de trabajo. Con el paso al capitalismo, los campesinos, que habían sido divididos y oprimidos bajo el feudalismo, se convirtieron, en parte (la mayoría) en proletarios, y en parte (la minoría) en campesinos ricos, quienes a su vez contrataron trabajadores y constituyeron la burguesía rural.” (Vladimir Lenin Sobre el Estado)
Queremos partir de la concepción marxista del Estado, que “el gobierno del Estado no es más que la junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa” (Carlos Marx y Federico Engels El Manifiesto Comunista).
Según Lenin, “mientras exista la propiedad privada, vuestro Estado, aunque sea una república democrática, no es otra cosa que una máquina en manos de los capitalistas destinada a aplastar a los obreros, y cuanto más libre sea el Estado, con tanta mayor claridad se manifiesta este hecho” (Vladimir Lenin Acerca del Estado).
Existe un debate cruzado con relación al papel que debe jugar el Estado. Está claro el debate que hay con quienes sostienen un tipo de Estado desde las doctrinas liberales o neoliberales que reinaron en los ’80 y ’90 en el mundo, o más recientemente con el macrismo, llevando a las masas a una situación de pauperización sin precedentes. Estos sectores son los mismos que ante la pandemia del COVID-19 prácticamente se transformaron en estatistas, ya que utilizaron al Estado y sus recursos, -que en el pasado despreciaban con violencia poniendo en primer lugar al mercado “Dios y Señor”-, para rescatar a sus empresas quebradas por la crisis económica y la enfermedad.
Pero tenemos un debate más enmarañado con aquellos doctrinas o escuelas económicas que quieren controlar a los grandes empresarios desde el Estado, a los capitalistas que se mueven a su antojo, poniéndole trabas desde un Estado controlador, que arbitra entre las contradicciones de clase, un Estado presente, con más racionalidad. En realidad, en las doctrinas liberales, también el Estado se encuentra presente, para ahorrar gastos que consideran innecesarios, como es el gasto social entre otras cosas.
En el caso de las escuelas económicas, en que el Estado intenta poner freno a la voracidad del capitalismo, como es el caso del “keynesianismo” pretende arrastrar a la clase obrera, a los trabajadores y trabajadoras y a la juventud a una suerte de comunidad organizada del Siglo XXI. Hace tiempo que el peronismo en su vertiente kirchnerista intenta apuntalar a una burguesía patriótica, incentivarla en esos caminos, algo por cierto que comenzó a desechar, presentando la formulación de una burguesía fallida y es acá donde desde el Estado se intenta jugar un control sobre los empresarios, regulando la economía, las cuentas fiscales y la moneda, incidiendo en la realidad de la economía, la política y lo social, una especie de keynesianismo en crisis. La experiencia en los gobiernos de Juan D. Perón de una “Comunidad Organizada” se encuentra lejos de lo que pueda lograr el gobierno de Fernández y Fernández, si se quiere Juan Perón fue la mejor época del Bonaparte o de un bonapartismo en ascenso.
La realidad muestra de una manera clara que el gobierno del Frente de Todos y en su amplia amplitud de fuerzas que lo componen hablan de un desarrollo del mercado interno con políticas de incentivo salarial para elevar el consumo. Pero para que haya desarrollo industrial en el país, crecimiento y se desenvuelva un poderoso mercado interno, debe ineludiblemente producirse una rebelión en manos de la clase obrera y de la juventud hacia la perspectiva de su propio gobierno y que desarrolle de conjunto las fuerzas de producción, que rompa la propiedad burguesa de los medios de producción y se establezca una economía planificada acorde a las necesidades del conjunto de las mayorías.
Por su lado, la “Comunidad Organizada” de Juan D. Perón se sustentaba en una realidad económica muy favorable para el país y en la región producto de una combinación de factores que venían de la década del ‘30.
La burguesía juega con la crisis. ¿En qué sentido lo decimos? Por un lado, no ubica a la crisis como parte de una crisis mundial previa a la enfermedad del COVID-19 y responsabiliza a la pandemia de la misma. Y, por el otro, anhela una salida como lo fue en el 2003 con el aumento de los precios internacionales de las materias primas. Lo que pierde de vista es que el mercado mundial se encuentra sumergido en esta crisis estructural, aunque tenga un ciclo de recuperación débil en algunos países, en perspectiva o tendencialmente va hacia la baja y no necesariamente traccionará a la economía argentina.
A mitad del 2020, la gran burguesía se fue delimitando de Fernández y Fernández tomando distancia en lo político, económico e incluso en el propio tratamiento de la pandemia, denostando lo más preciado de la gestión peronista: la bandera de la lucha contra el COVID-19. Se sucedieron innumerables marchas anti-cuarentena y anti-barbijo, en general movilizaciones raquíticas. De todas formas, tuvo su eco paulatino, lastimando la base social y electoral del gobierno, por lógica esto se combinó con la economía que no levanta y que aún se encuentra en plataforma de despegue.
En abril de 2020 Paolo Rocca despidió a 1.450 trabajadores de Techint desconociendo el DNU de Alberto Fernández que tenía un alcance de 60 días y que prohibía por decretolos despidos y suspensiones, decreto que fue firmado en el contexto de la emergencia sanitaria en la que se encontraba el país a raíz del avance del coronavirus. Evidentemente este capitalista de la gran burguesía es uno de los pesos pesados de AEA (Asociación Empresaria Argentina) que agrupa a las 200 empresas más grandes del país que mantienen una posición de hostilidad hacia el gobierno.
Ya casi a mitad de año de 2021 el gobierno de Fernández y Fernández intentan equilibrar las cuentas y poner algo e plata en los bolsillos de los sectores más castigados, pero lo que resulta imparable es la pobreza generalizada que sigue su curso lentamente.
Cualquiera de las variantes de las corrientes económicas sea en su versión monetarista o keynesiana, en el presente de crisis estructural de sobreproducción de mercancías, no podrán satisfacer las demandas más sentidas de los sectores populares. Hay demasiada producción circulando, demasiada oferta y poco poder de compra, las mercancías no pueden realizarse en un mercado tan deprimido como el nuestro. Solo la Revolución encabezada por los trabajadores y la juventud hacia una nueva legalidad podrán poner en marcha las fábricas, sobre la base de un plan definido de producción.
¿A dónde va este gobierno?
Un documento político como el que debatimos contemplan las perspectivas, tendencias y pronósticos económicos, políticos y de la lucha entre las clases que se encuentran en el contexto regional y nacional, son perspectivas que combinan tendencias históricas como también perspectivas a mediano plazo. Los Congresos y las perspectivas que se debaten cada dos años deben ir ajustándose ante los virajes bruscos que puedan producirse por la lucha de clases.
Debemos explicar pacientemente que en la medida que el margen de maniobra que deja la situación económica (nacional e internacional), es cada vez más limitado, lo que podemos comenzar a ver es un proceso en el que el gobierno se verá obligado a empezar a atacar a las masas (por ejemplo, desalojo del Guernica), y eso empezará a producir un distanciamiento entre la clase trabajadora y los sectores populares kirchneristas y el gobierno. La perspectiva es que la crisis económica empuje a la lucha de clases y la lucha de clases produzca un posible quiebre con el gobierno.
Este escenario de quiebre que puede comenzar a verse, hasta el momento se ha retrasado por una serie de variables, como la reciente experiencia de las masas con el macrismo (que tiene un récord de imagen negativa cercana al 70% en casi todo el país), la autoridad política de Cristina Fernández de Kirchner ante un sector de la clase trabajadora, el apoyo al Frente de Todos de gran parte de la dirigencia sindical tanto de la CGT como de la CTA, la experiencia observable y palpable por parte de la clase trabajadora con gobiernos abiertamente de derecha en los países vecinos o de la región, la ausencia de una alternativa de izquierda que apuntala la política de orientarse al “menos malo”.
Pero en última instancia, la orientación de las masas va a estar determinada por las condiciones objetivas del capitalismo argentino en crisis inserto en la crisis capitalista mundial. Es claro que vamos a un escenario de agudización de la lucha de clases que más tarde o más temprano puede adquirir un carácter convulsivo y esto debe ser uno de los puntos centrales en nuestras perspectivas. No debemos olvidar la experiencia de independencia política que la clase comenzó a transitar en 2018 y que pudo ser contenido transitoriamente por los jefes sindicales de las Centrales Obreras, pero teniendo plena conciencia de que el contexto político y económico no era de la gravedad actual, puede entonces, retomarse el hilo de aquellas luchas, movilizaciones y tomas de fábrica, aunque persista la pandemia del COVID-19.
En la medida en que los canales oficiales están bloqueados, la bronca que se va acumulando, debido al empeoramiento significativo de las condiciones de vida de las masas, podría expresarse en estallidos espontáneos, puebladas, etc.
¿Concesiones a las masas? Sus luchas
Las masas a través de los años demostraron una firme actitud de lucha por sus reivindicaciones, sus condiciones de vida y de trabajo.
Los años de macrismo fue toda una escuela en este sentido para las viejas y nuevas generaciones ante la ofensiva del capital.
Desde el 2015 no dieron respiro a la gestión de Juntos por el Cambio. Ya en abril del 2016 se obligó a la vieja dirección de las Centrales Obreras a convocar a una movilización de más de 350 mil trabajadores/ras frente al monumento del Trabajo. Y así, el gobierno de los grandes burgueses debió soportar 5 paros nacionales convocados por los jefes sindicales de las Centrales Obreras, que no fue otra cosa que las presiones por la base.
Hemos explicado numerosas veces que el punto de inflexión en las masas se da en diciembre de 2017 ante la embestida del macrismo con el voto de propios y ajenos en Diputados, para la aprobación de la contra-reforma a las previsiones sociales. Decimos que lo hemos explicado, ya que la supuesta “derrota cultural” en 2015 -por el fracaso de Daniel Scioli en las presidenciales-, de acuerdo al balance de los “talentosos” peronistas K, representó una clara expresión del “avance” en el mundo y en la región de los sectores más reaccionarios, señalando la derechización de las bases. Algo por cierto que se demostró erróneo ante la actitud de lucha reiterada de las masas.
La lucha de las masas, más de las veces en apariencia se encuentra asociada a la política de sus direcciones, pero, en realidad son las bases quienes empujan hacia adelante.
Entonces las masas buscan instintivamente su camino de expresión y esta fue la conducta y las acciones que recorrió todo el 2018, dotándose de una experiencia extraordinaria, que no solo se expresó en estirar sus músculos, sino que desarrollaron importantes experiencias de ocupación de fábricas y empresas, hasta llegar a generalizaciones parciales.
Toda la progresividad de este movimiento mostró su talón de Aquiles al no contar con una dirección revolucionaria que dotara de un programa que ponga a las masas y a su vanguardia en clave de poder; es en esta perspectiva que los y las trabajadoras no pudieron superar a la repudiada burocracia sindical de los gordos ni a la dirección sindical kirchnerista que jugó un papel fundamental en 2018 para aplacar las luchas.
De todas formas, el peronismo tiene más de 75 años en el poder con estrechos vínculos no solo con sectores de la pequeña burguesía y de la gran burguesía, sino con un sector muy importante de la clase obrera y la juventud.
Acá tenemos que entender dos factores que se entrecruzan y se estrechan para mantener un cierto equilibrio inestable. La presencia del Estado en términos asistenciales para sostener la “estabilidad” -con bolsones de comida, comedores en las escuelas y barrios y los subsidios por un hijo de $6.000 y más de dos por $9.000- y la ausencia del factor subjetivo.
Los sindicatos
El papel de los sindicatos resulta fundamental en el momento de analizar la realidad de Argentina y de la clase obrera. No solo el papel histórico que han jugado las direcciones sindicales de las principales Centrales Obreras en el país, con sus políticas conciliadores -con honrosas excepciones-, sino fundamentalmente el papel del Estado burgués, que ha inficionado a las direcciones de los mayores sindicatos del país. La capacidad de maniobra que tiene la burguesía para tal objetivo es directamente proporcional a la ausencia de una dirección revolucionaria de masas.
En este camino las Obras Sociales fueron una de las palancas de putrefacción de las direcciones de las Centrales Obreras. La dictadura militar de Juan Carlos Onganía sancionó la ley 18610 que promulgaba la entrega de las OOSS a los sindicatos y por esta vía se logró incorporarlos al Estado capitalista.
Desde las actuales direcciones sindicales, incluso las que se reivindican de la CGT de los Argentinos como la Corriente Federal de los Trabajadores de la CGT, se intenta con toda precisión borrar y aplastar la memoria histórica de la clase obrera, sus métodos, sus luchas y sus debates.
En el año de la Pandemia -2020- desde las direcciones sindicales se reivindica la figura de Ignacio Rucci que en los ’60 acompañaba a Augusto Timoteo Vandor y Lorenzo Miguel entre otros, fue la figura que siguió ciegamente a Juan D. Perón en su política de conciliación de clases, en una clara oposición a Tosco, Flores y Salamanca.
Se trata entonces de que nuestro grupo ponga en debate las ideas de la revolución, las herramientas que el marxismo revolucionario posibilita para superar en la teoría, el método y en la práctica al nacionalismo de corte burgués que sigue levantando las banderas antiimperialistas, aunque totalmente descoloridas y aggiornadas a la actual crisis mundial del capitalismo.
El papel de la izquierda
Lahistoria de la lucha de clases en nuestra región y puntualmente en Argentina tuvo la virtud en épocas tempranas de la presencia no solo de organizaciones Anarquistas y Socialistas, sino del Partido Comunista y particularmente sobre la edificación del primer Estado Obrero y el proceso de degeneración en manos del termidor Stalin, del surgimiento de la Oposición de Izquierda.
Los primeros grupos trotskistas datan de la década del ’30, numéricamente débiles, marginales del movimiento obrero, los grupos trotskistas de la época son el tablero ideal para el florecimiento de disputas personales.
La izquierda trotskista en el país ha tenido dificultades que se tradujeron en un análisis mecánico, asociando la figura de Juan D. Perón al fascismo. Tan solo recordemos la trinchera que ocupó ante la disyuntiva que se le presentaba a la clase obrera de Braden o Perón. Braden embajador en aquel momento en el país por los EEUU, había llegado en mayo de 1945 para impulsar y articular con la Unión Democrática.
Estas son las particularidades del problema nacional que aún persiste en Argentina. Perón supo, en un marco de relativa bonanza para el país, hacer pie en la clase obrera como un buen Bonaparte en un marco de ascenso económico.
La dirigencia de la izquierda trotskista, fundamentalmente organizada en el FIT-U, traduce su incomprensión del problema nacional ante el peronismo de ayer y de hoy. En la actualidad ¡lo hace! al decir que Macri es lo mismo que Néstor Kirchner o Cristina Fernández. El FIT-U cuando dicen que Macri y Alberto Fernández es lo mismo recorre los mismos pasos que hicieron los primeros grupos de la izquierda trotskista, que oscilaban en la movilización del ’45 entre un desprecio o mala caracterización y una especie de embellecimiento como fue el grupo de Abelardo Ramos.
Fundamentalmente es cierto, que ambos son políticos burgueses, pero hay una diferencia importante, y es cómo las masas ven a cada uno. Uno es un político burgués que se apoya en la tradición peronista que tiene un respaldo entre la clase obrera, el otro es un político burgués que representa directamente los intereses de la clase capitalista. Mientras que Fernández tenga el apoyo de las masas, a la burguesía le conviene que esté en el gobierno, al mismo tiempo que lo van desgastando, preparándose para poner a políticos “de los suyos” en el poder. Esto los grupos de izquierda son incapaces de entenderlo y en la práctica se han colocado, en más de una ocasión, del lado de la derecha más reaccionaria.
Este radicalismo verbal hueco lo combinan con una adaptación al parlamentarismo burgués en una forma burda de cretinismo parlamentario. En lugar de usar el parlamento como altavoz de las luchas, supeditan todo el movimiento a conseguir parlamentarios, rebajando el programa y cayendo en el vulgar electoralismo.
Nos dirigimos a los sectores que están buscando una alternativa revolucionaria, que cuestionan al sistema capitalista en su conjunto, sin caer en el sectarismo ni en la adaptación oportunista.
Solo un programa basado en los métodos correctos, con el arte del Frente Único, basado en el programa de la revolución podremos superar no solo a los reformistas sin posibilidad de reformas sino también a la izquierda sectaria.
Construir la Corriente Socialista Militante
Sabemos que nuestra clase se va a poner de pie. No sabemos cuándo sucederá, pero tenemos la certeza de este pronóstico, ya que partimos del análisis internacional y de nuestra confianza hacia los trabajadores y la juventud. Pero tenemos además la certeza que sin el factor subjetivo todo puede disiparse, incluso una situación insurreccional, o pueda ser capitalizada en última instancia por una facción burguesa.
Tenemos que preparar el futuro. La tarea esencial es construir el partido revolucionario, una organización de cuadros con raíces en cada lugar de trabajo, escuela y barrio, capaz de llevar a la clase trabajadora al poder.
Contamos con una ventaja distintiva que debemos aprovechar y apoyarnos, nuestra Internacional: la Corriente Marxista Internacional.
¡Sumate a construir las fuerzas de la Revolución en Argentina! ¡Hay mucho por hacer!
Manos en la obra.
Rosario, fines de mayo 2021