El Salvador: Perspectivas de la lucha de clases y el gobierno de Bukele

0
455

[Este documento fue aprobado unánimemente en el congreso de la sección salvadoreña de la Corriente Marxista Internacional celebrado el día 15 de noviembre de 2020]


La discusión actual es de suma importancia para aclarar nuestras tácticas de trabajo en el próximo periodo. El estudio y análisis de los aspectos más relevantes del periodo anterior son la base para trazar las perspectivas de los posibles escenarios que se puedan desarrollar y deben marcar el camino a seguir en el futuro próximo. Hasta hoy, el análisis de nuestras perspectivas pasadas se ha cumplido en líneas generales, lo cual confirma que nuestros planteamientos políticos son los correctos. Las perspectivas para los marxistas son una ciencia y deben ser elaboradas y estudiadas de manera seria, de ninguna forma es una predicción total de los acontecimientos, la intención es señalar las tendencias más probables del desarrollo de los procesos futuros. Es imposible poder predecir acontecimientos tan dinámicos como la evolución de la conciencia de la clase obrera y su aparición en la arena de la lucha de clases. Esperamos que este documento arroje luz para guiarnos en el camino de la lucha revolucionaria.

Contexto 

Ha pasado el primer año del gobierno de Bukele, y como lo habíamos definido antes, lejos de ser un gobierno poderoso y estable, no ha sido más que un gigante con pies de barro; a la fecha más de 6 ministros y funcionarios han renunciado o han sido removidos de sus cargos, los errores políticos y prácticos son continuos y los casos de corrupción, torpemente escondidos, han estado a la orden del día durante la pandemia.

Esto es muy distinto a lo que afirman los empíricos y cínicos “analistas” de la pseudoizquierda, que, incapaces de poder describir las características y la naturaleza del gobierno, no les queda otra que gritar estupideces como el peligro del fascismo de manera abstracta, sin explicar el porqué de usar esas categorías. Por el contrario, el gobierno de Bukele, lejos de demostrar la fuerza del fascismo, ha resultado ser un gobierno totalmente mediocre, que basa su política en la matonería y el uso extremo de la demagogia, esto realmente no representa una fortaleza en su gobierno, como siguen afirmando erróneamente algunos en la oposición, infundiendo el miedo y la inacción en las masas, que, por otro lado, están sacando conclusiones del proceso.

Particularmente lo que le ha jugado a favor a este gobierno son principalmente dos características fundamentales de la política local: una, la enorme decepción y frustración de las masas sobre los partidos tradicionales, junto con la profunda desconfianza hacia las viejas instituciones de la democracia burguesa (AL, CSJ, Fiscalía); y por otro lado, la ausencia de un movimiento de oposición audaz y claro, con un programa revolucionario de clase, con la suficiente claridad para fortalecer la capacidad de lucha de la clase trabajadora frente a los ataques a sus condiciones de vida. Esto es lo que mantiene a Bukele en la cima de la popularidad.

Pero como todo en la vida tiene un límite, el uso de estos métodos para mantenerse en el gobierno sin mayor preocupación no durará para siempre, los márgenes de popularidad y aceptación siguen estando arriba, por sobre todas las perspectivas que se pudieran plantear, pero para nosotros los marxistas que entendemos el proceso de toma de conciencia y las condiciones sobre las cuales se eleva el fenómeno de Bukele, no es nada que no tenga explicación y no nos sorprende en absoluto, Trotsky dijo que la teoría es la superioridad de la previsión sobre la sorpresa, y no estaba equivocado.

Como marxistas estamos seguros de que de un momento a otro las masas entrarán en un proceso de radicalización donde empezarán por exigirle al gobierno las promesas que planteó en su campaña, para luego desecharle. Después de esto lo más probable es que nuevamente se volverán a movilizar para buscar una alternativa que resuelva sus problemas.

Bukele como ya hemos advertido no es santo de devoción del sector más inteligente de Washington (que le tolera porque no tienen opción más que apoyarle a regañadientes) sin embargo, esta situación puede cambiar a partir de la elecciones en los EE. UU., en noviembre próximo donde hay una posibilidad de un cambio de partido en la Casa Blanca, sin duda, una cambio por mínimo que sea en Washington puede tener consecuencia en las relaciones con los gobiernos latinoamericanos, sabemos que a Trump no le molesta la presencia de Bukele a quien ve como un perrito faldero de su política, sin embargo, los demócratas en la política internacional, suelen ser más moderados que los republicanos, no son partidarios de los actos abruptos y poco pensados en política, claramente algo de lo cual Bukele no carece en absoluto. Por tanto, un cambio en la situación de los EE. UU. tendrá consecuencias en la política de Bukele.

Bukele tampoco es querido dentro de un sector de la burguesía nacional que le ven como un advenedizo del cual deberían deshacerse, lo que evita que la burguesía pueda deshacerse de él de manera efectiva es su alta popularidad. Lo sectores más recalcitrantes de la derecha estarían felices de inhabilitarle por la vía constitucional, como la ha expresado el presidente del partido Nuestro Tiempo, Johnny Wrigth Sol, sin embargo, cuando las masas se alcen exigiéndole cumplir sus promesas, no dudarán en darle todo su apoyo y hacer un frente único contra la clase trabajadora utilizándole para aplastar la lucha.

Los empiristas, impresionistas y sectarios que gritaron pestes de la clase obrera sobre su “giro a la derecha” o su incapacidad de mirar el engaño de la demagogia de Bukele, se quedarán atónitos ante el movimiento de los trabajadores, buscarán esconderse bajo la cama en estado de shock horrorizados por los acontecimientos, incapaces, como siempre, de poder actuar de manera revolucionaria en el movimiento. Más de algunos jugarán como freno a la acción de las masas, haciendo llamados a la calma y la moderación.

El Covid-19 y el gobierno de Bukele

Como hemos afirmado desde la CMI, el Covid-19 ha sido el accidente que vino a acelerar la crisis del sistema que ya estaba en marcha desde mucho antes. No ha sido en absoluto el Covid-19 la causa de la crisis económica mundial, todos los pronósticos de los marxistas y los economistas serios advertían que ocurriría una caída estrepitosa de la economía mundial en cualquier momento. Durante años hemos advertido esto, criticando las falsas esperanzas de los economistas burgueses, como los “brotes verdes”, “los BRICS” y el crecimiento excepcional de China durante la crisis del 2008 y posterior a esto.

La crisis ahora es un hecho, sin embargo, es mucho peor de lo que se pudo pronosticar, el PIB de los Estados Unidos se desplomó abruptamente en el primer trimestre de este año, y se pronostica una fuerte caída de la economía mundial, una caída que no parece tener fondo, como lo han descrito los economistas que hablan de una crisis que durará 300 años. Esta situación ya está teniendo graves efectos sobre la débil economía del país, mandando cualquier esperanza de recuperación e inversión al carajo, sin duda la lucha internacional por mejores condiciones de vida tendrá grandes efectos en la conciencia de las masas centroamericanas.

Las condiciones de la clase obrera antes de la pandemia

Antes de la pandemia la economía salvadoreña no había experimentado mayor recuperación, se mantuvo en un estancamiento, que rondaba entre el 1.5 al 2.5% de crecimiento después de la crisis del 2008, uno de los índices de “crecimiento” más bajo de la región centroamericana, condenando así a millones de personas al desempleo, los bajos salarios y la pobreza extrema. Así describe Ricardo Castaneda del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI) las condiciones de los salvadoreños antes de la pandemia “Antes de la llegada del coronavirus, El Salvador era el país que menos había crecido en las últimas dos décadas en Centroamérica. Más de dos millones de salvadoreños estaban sumidos en la pobreza y, más de dos millones y medio no comían lo suficiente o padecían hambre. Solo 1 de cada 4 personas que tenían un trabajo remunerado, cotizaba al seguro social. En los últimos 15 años, mientras los trabajadores sufrían una caída en la participación de sueldos y salarios en la producción nacional, las empresas experimentaban un aumento de las ganancias en la participación del PIB[1].

Estas eran las condiciones materiales en las cuales nos  enfrentamos a la pandemia y no solo eso, el gobierno de Nayib Bukele tenía un presupuesto desfinanciado que rondaba los $755.8 millones de dólares de déficit, donde la prioridad de dicho presupuesto en ningún momento fue la salud básica de los más pobres, al contrario, los fondos para servicios comunitarios de salud habían sido reorientados y los recursos financieros para defensa y seguridad aumentaron significativamente, un escenario totalmente desastroso para enfrentarse a una crisis sanitaria que no tenía precedente alguno en la historia. 

El inicio de la cuarentena estricta

Después de la militarización del 9F, Bukele perdió algunos adeptos y su prestigio e imagen se vio muy mal a los ojos de las fuerzas liberales que le apoyaban, la prensa internacional apunto sus fusiles contra él. Con la llegada de la pandemia logró captar una oportunidad para levantar su imagen internacional, con la gestión de la crisis sanitaria que se avecinaba en el país, haciendo algunos pronósticos podía salir con opiniones positivas de esta situación, recobrando así el agrado de la opinión pública qué perdió durante su exabrupto con la Asamblea Legislativa (AL) y así fue, el gobierno se dispuso a decretar medidas extremas para “evitar” el contagio masivo, no sin antes lograr un acuerdo con la Sala de lo Constitucional, la Empresa Privada y el Embajador de los EE.UU. nada anormal, de cómo se toman las grandes decisiones de este país, aquí vemos que nada se decide sin tomar en cuenta los intereses de las transnacionales y los súper ricos del país como Murray Meza, Ricardo Poma y Roberto Kriet, entre otros.

Sin embargo, la brutalidad de la pandemia ha sido directamente proporcional a la ineptitud, corrupción y la improvisación del gobierno, algo que a lo mejor no pudieron pronosticar a cabalidad la Sala de lo Constitucional y la ANEP que luego decidieron quitarle el apoyo a Bukele cuando habían pasado ya 3 meses de medidas estrictas y no se conseguían los resultados esperados para volver a  operar sus grandes empresas. La perspectiva de la clase dominante y el gobierno era salir cuanto antes de la situación complicada de la enfermedad, sin embargo, la ineptitud del gobierno, las condiciones deplorables del sistema de salud, la pobreza extrema y la virulencia del virus echo abajo rápidamente esta perspectiva, por lo tanto, se ponían en juego las grandes ganancias de las empresas nacionales y transnacionales, esto imposibilitó mantener la unidad de los acuerdos con Bukele.

Durante los más de los 3 meses que duró la cuarentena estricta, fuimos testigos de un Estado policial que se desplegó por todo el país cometiendo una serie de ilícitos, violentando los derechos humanos e imponiéndose sobre la ciudadanía de manera autoritaria. Además del mal manejo de los centros de contención que se volvieron centros de contagio, las aglomeraciones en los CENADE y los mítines políticos en medio de las lluvias torrenciales y la pandemia que ayudaron a aumentar los casos y por consecuencia a engrosar la lista de fallecidos por Covid-19.

La profundización de la pobreza, la violencia criminal con el abril sangriento, el aumento de la violencia machista doméstica y  el desempleo, donde se perdieron más de 82, 8884 de empleos formales según las cifras del Seguro Social a septiembre de este año, revelaron de manera más cruda las fallas del capitalismo.

La estrategia del endeudamiento sin fin, del neoliberalismo al keynesianismo

Como todos los gobiernos del mundo, Bukele intenta resolver los efectos de la paralización económica y las pérdidas inyectando dinero al consumo. Se solicitaron en un principio 2,000 millones de dólares en deuda, la cual fue aprobada en nombre de la “Salud Pública” por todas las bancadas legislativas y una solicitud más tarde de 1,500 millones más para el rescate de las empresas.

Recientemente hemos conocido por declaraciones del ahora expresidente del Banco Central de Reservas que el gobierno ha gastado más de 3,000 millones de dólares desde periodo de la cuarentena a la fecha, utilizando Certificados del Tesoro CETES (deuda a corto plazo) y Letras del Tesoro (LETES). Podemos definir al gobierno de Bukele como un barco que navega a la deriva en un mar de deuda y que no está cerca de tocar puerto en tierra firme.

Las políticas implementadas tenían el objetivo principal de inyectar dinero para reactivar el consumo, así el gobierno de Bukele gastó 350 millones de dólares en subsidios de 300 dólares a las familias más pobres, dinero que terminó quedando en las arcas de los capitalistas, luego se invirtieron 79 millones más en canasta básica alimentaria que también sirvió para mover la mercancía de las grandes empresas nacionales e internacionales y los mil millones del fideicomiso para dar subsidios a las empresas. El objetivo de estas políticas no fue ayudar a la clase obrera, sino claramente salvar las empresas de la catástrofe y la estabilidad económica, pues se pronosticaba una caída brutal para el fin de año.

En la actual crisis todos los gobiernos están endeudándose para salvar a los capitalistas, atrás quedaron los discursos negativos sobre la intervención del Estado en la economía, ahora todos extienden sus manos para que los salven de su desastre y el Estado como padre bonachón recurre a su auxilio con dinero de los contribuyentes que serán los que tendrán que pagar esta montaña de deuda. Situación que cuaja perfectamente con la frese de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.

Durante años los gobiernos anteriores se encargaron de desmantelar las instituciones del Estado que “supuestamente” nos garantizan nuestros derechos, la salud estatal es deficiente o más bien inexistente, el sistema de pensiones privatizado nos condena a una pensión de hambre, el Instituto Regulador de los Alimentos fue desmantelado y el agro fue abandonado totalmente, los ingenios de azúcar fueron privatizados, los últimos en los gobiernos del FMLN, ¿Cómo se suponía que el Estado podía solventar las necesidades de invertir en políticas sanitarias de emergencia? sino posee ninguna empresa estatal para generar ingresos, hasta cierto punto y desde una óptica capitalista el endeudamiento está justificado.

¿Había alguna alternativa?

Desde un punto de vista del capital el endeudamiento del Estado es lógico, sin embargo, bajo un gobierno revolucionario controlado por las masas trabajadoras, la crisis sanitaria se hubiese podido solventar de manera satisfactoria en beneficio de los más desposeídos, por ejemplo tomando la industria farmacéutica y textil para producir medicamentos e implementos necesarios para proteger al personal de salud y a los ciudadanos del virus, tomando los grandes salones de la burguesía, hoteles, edificios, casa de campo, ranchos y  clubes para establecerlos como centros de cuarentenas con medidas de distanciamiento social sin pagar ni un centavo por ellos en nombre de la salud pública; unificando el sistema hospitalario privado y nacional en uno solo universal y gratuito; utilizando las grandes riquezas de los multimillonarios del país para invertir en más hospitales, clínicas, centros de contención y en los suplementos necesarios para enfrentar al virus (kit de salud, mascarillas, alcohol gel, etc.). Todos estos utensilios pueden ser producido por la clase obrera en la industria, con esto se pudo evitar miles de muerte y el sufrimiento de miles.

Sin embargo, ninguna de estas medidas estaba en boca de los políticos, ni mucho menos en sus mentes, en su devoción y respeto a la sacrosanta gran propiedad privada establecida por la constitución, se dedicaron a hablar de más deuda o de una buena administración de la deuda, incluso algunos en la izquierda llegaron a caer a lo absurdo, negando todo principio político, al plantear que el endeudamiento con los bancos internacionales no es malo, sino que lo que era malo es la mala administración de la deuda.

En este sentido, podemos afirmar que nunca ha sido un problema, para la falsa izquierda y mucho menos para los capitalistas, la expoliación y el saqueo de la clase obrera a través de los organismos financieros, sino que solo se ha tratado de buenos o malos administradores, esto no es más que la claudicación de los intelectuales y políticos de esa izquierda reformista, conciliadora de clases, que desprecia a las masas y que desconfían en su capacidad de compresión para entender la lógica de la deuda bajo el capitalismo.

Lejos de criticar los privilegios y las grandes fortunas de los ricos y luchar por aumentar la crítica constante a la acumulación de capital bajo el sistema explotador que nos impone la clase dominante y por el cual miles murieron y siguen muriendo en la pandemia, la izquierda reformista se dedicó a una lucha parlamentaria vacía de contenido sobre el respeto a la constitución burguesa y la “administración ordenada de los fondos” en beneficio de los pobres, como si esto pudiese hacerse desde un Estado, que es un instrumento de dominación que está al servicio del capital  y  bajo el marco de leyes que es el andamiaje que sostiene al Estado mismo que mantiene la explotación de la mayoría en favor de una minoría privilegiada.

Ante las masas se presentan como los más grandes defensores del sistema de leyes burguesas, como si estas estuviesen hechas para de verdad garantizar los derechos de los más pobres. Planteaban afirmaciones como, Bukele debe respetar las leyes, la independencia de poderes, la constitución, etc. Pero ¿eso realmente solventará los problemas de las masas? Por supuesto que no, esto significa no comprender la lógica del Estado burgués.

Es imposible acabar con la corrupción y el despilfarro de los recursos provenientes del trabajo de la clase obrera en el marco capitalista, esta actitud servil al sistema de la izquierda parlamentarista solo aumentó su impopularidad cayendo en el juego del gobierno, que no le ha resultado difícil ponerlos, a todos sin excepción, en un solo bloque que se dice estar contra los intereses del pueblo.

El debate sobre la constitución

Los discursos en favor de la constitución no encuentran un eco en los pobres que se encuentra cansados de este lenguaje burgués, pues reconocen en el discurso en favor de las leyes y la constitución el engaño de los gobiernos pasados. No es contradictorio que la clase obrera, bajo un discurso demagógico este presta a escuchar e incluso a apoyar una reforma constitucional esperanzada a que esto le facilite el trabajo al gobierno de Bukele, sin embargo, la intención que pueda tener Bukele es otra y no la de realmente cambiar las condiciones de la clase obrera.

Son dos puntos concretos sobre los cuales Bukele intentará mantenerse estable en el gobierno, en un primer plano está, el que hemos escuchado en su primer año, la ausencia de apoyo parlamentario, por lo que busca una mayoría parlamentaria y en segundo plano la reforma constitucional, que es el que escucharemos con más fuerza después, y que le servirá para generar nuevos enemigos y justificaciones del por qué él no puede gobernar para el pueblo, hay poderes fácticos y leyes de los poderosos que nos lo impiden por tanto debemos cambiar estas leyes y debemos movilizarnos por esto, dirán. Cuánto tiempo extenderá la popularidad de Bukele esta nueva excusa, no podemos saberlo con exactitud, pero es poco probable que le dure mucho.

Nosotros como marxista tenemos claridad de lo que significa la constitución burguesa, en pocas palabras es el marco legal que permite las reglas del juego de la explotación y la comercialización de las mercancías, mediante la lucha obrera algunos derechos se han ido incorporando a la constitución, pero esto no deja de ser en el fondo una constitución opresora que sirve como instrumento de la clase dominante para dominar a los oprimidos.

Incluso allá donde mejor diseñada está la constitución burguesa, donde más derechos propugna ésta, más enmascarada se encuentra la explotación capitalista, y no significa necesariamente que la explotación y opresión ha dejado de existir, sino solo que la burguesía es capaz de dejar caer unas migajas a las clases bajas, es un lujo que se pueden dar los capitalistas cuando la economía va “bien”, sin embargo en el periodo actual hasta los países más “democráticos” están desechando esta envoltura democrática dejando al descubierto la verdadera cara del capital.  

Nuestra tarea no es alimentar ilusiones en la democracia burguesa y su marco legal, sino desenmascarar estas leyes, llegar al fondo de su naturaleza y defender las conquistas democráticas de la clase obrera, no abogamos por un cambio de constitución, sino por el cambio de las relaciones de propiedad y producción.

Abogamos por una sociedad donde los medios de producción (fabricas, tierras y bancos) sean de propiedad colectiva de los trabajadores y el excedente de la producción sea utilizado para elevar los niveles de vida de la mayoría y no de la minoría, sobre esta base deberá erigirse un nuevo sistema de leyes que la clase obrera organizada debe dictar, nuestra fuerza no debe estar enfocada en reformar o cambiar la constitución burguesa sino en cambiar la base material que la sostiene para sustituirla por una nueva.

Ante este debate debemos tener claridad para poder acercarnos a la clase trabajadora y separar las cuestiones fundamentales implícitas en este escenario, no debemos caer en la defensa abstracta de la democracia y la constitución burguesa. Decir que Bukele debe respetar la democracia (en abstracto), la Constitución la separación de poderes y otras frases que ahora utiliza la izquierda es alimentar falsas esperanzas de que bajo el sistema de gobierno burgués los problemas de las masas pueden ser resueltos, cuando sabemos que no es así.

Este discurso no conduce más que a seguir engañando a las masas trabajadoras alimentando esperanzas en un sistema de leyes que no le favorece en nada. Es defender la ideología de la clase dominante y la súper estructura de esta. Cuando nuestra tarea es desmitificarla, mostrarle a la clase obrera que otro sistema es posible, que otra democracia, la democracia obrera es posible y que otras instituciones que sirvan para nuestros intereses deben ser construidas, que debemos acabar con las viejas instituciones inservibles de la burguesía.     

El impacto de la pandemia y las divisiones en el régimen  

El impacto de la pandemia en El Salvador dejó entrever las divisiones de la clase dominante, la imposibilidad de poder controlar a su antojo al gobierno de Bukele, tarea hartamente difícil. El rompimiento del pacto para mantener la cuarentena estricta fue una señal de esto, y hasta el momento esta división entre los intereses de la gran burguesía con los objetivos que persigue el gobierno, por lo menos electoralmente, se mantienen.

Lo que no significa automáticamente que el gobierno de Bukele este defendiendo los intereses de los explotados, sino que el gobierno de Bukele en momentos determinados puede tomar una lógica independiente de los intereses de la clase dominante, pero manteniendo las condiciones básicas del sistema capitalista, estas son las líneas que no puede sobrepasar. Está en  una lucha por cumplir con su papel de mostrarse como un juez en medio de las clases, los tintes bonapartistas que no se terminan de expresarse de manera clara y abierta.

Las divisiones por arriba solo expresan la tremenda presión que se está acumulando por debajo de la superficie, Bukele se balancea entre las dos clases e intenta mantener un carácter independiente, algo que por ahora es imposible, al final está íntimamente vinculado y comprometido con los intereses del capital nacional e internacional, la enorme popularidad ejerce un peso tremendo sobre sus espaldas que no lo deja impulsar los ataques que el sistema necesita para paliar los efectos de la crisis económica, sin embargo, su margen de maniobra se está agotando tarde o temprano Bukele deberá sacar su verdadera cara, obligado por las condiciones económicas y sociales en las que su gobierno se está desarrollando y las presiones del gran capital.

El 2021 no solo será un año donde posiblemente los diputados afines al gobierno logren una mayoría en el parlamento, hasta el momento no hay indicios de que este escenario fracase, al contrario sigue la tendencia según las encuestas, hacia la profundización del descontento contra los partidos tradicionales, lo cual es lógico por la inoperancia de la izquierda que no ha podido levantar cabeza y por el contrario los partidos de centro parecen ya arrebatarle algunos adeptos importante entre las capas medias de la sociedad.

Sin embargo, la alegría de la victoria de Bukele en el parlamento puede que sea muy efímera, la verdad el escenario sobre el cual estos diputados actuarán no es nada alentador, es realmente un terreno minado, necesitaran más escenarios demagógicos para contener la rabia de las masas que exigirán cambios inmediatos, una tarea cada vez más difícil, en un ambiente internacional de lucha y rabia, la alternativa del engaño es cada vez menos efectiva.

La economía y el desempleo

Veamos algunos datos para visualizar el futuro que nos espera, según la CEPAL toda la economía en Latinoamérica entrará en un proceso de recesión profundo y la economía caerá este 2020 en 6.4%, El Salvador experimentará una caída de su PIB no visto desde la guerra civil, de entre el 6% y 8 % según el BCR y el FMI, y puede ser peor, esta tendencia seguirá a la baja durante todo el próximo año, a eso debemos sumarles los más de 200,000 empleos que se perderán este año y los que se seguirán perdiendo, los niveles de endeudamiento que superarían el 90 % del PIB, además de la carta de compromisos firmada con el FMI que implica la reducción del gasto estatal para 2021 en adelante (recortes en Salud, Educación, Vivienda, salarios y plazas estatales) aumento del IVA y la implementación de nuevos impuestos regresivos.

La caída de las remesas por la crisis en los Estado Unidos la cual ya ha iniciado, los 222,792 perdidos en la manufactura y los 22,053 en los servicios de hoteles y restaurantes. La caída de los precios del café y la baja productividad, solo este año se ha reducido la productividad en un 58 %, con una producción de 300 mil quintales la más baja de la historia según el Consejo Nacional del Café, sector donde se han perdido más de 11 mil empleos directos y alrededor de 20 mil entre directos e indirectos.

El gobierno de Bukele está parado sobre un terreno realmente explosivo y lo peor de todo es que estas damas y caballeros no tienen ni la menor idea como resolver estos problemas, mucho menos lo tendrán sus diputados, por lo que es muy previsible que la realidad les explote en la cara tarde o temprano, la clase obrera no podrá resistir ni el menor intento de ataque a sus condiciones de vida.

Una vez pasadas las elecciones, se incrementarán las demandas, los estamos poniendo ahí como nuestros diputados para que resuelvan razonarán, la verdadera traición no tardará en expresarse. Hay una gran posibilidad de que el rompimiento se de en el año 2021.

De hecho, para nosotros es positivo de alguna forma el retraso de la toma de conciencia de la clase obrera, porque eso significa que tenemos más tiempo para preparar la organización frente a las batallas decisivas en contra de la explotación y la miseria. Entre más tiempo nos den los acontecimientos mejor para nosotros.             

Bajo la actual crisis, la pandemia y sus efectos en la economía todas estas contradicciones del sistema están quedando expuestas y quedaran más expuestas a los ojos de los trabajadores y son un dínamo del proceso molecular del desarrollo de la conciencia, que como sabemos no es mecánico ni gradual, sino sumamente dinámico, puede estancarse o acelerarse repentinamente, tal y como decía Engels: hay décadas en la historia en las que no pasa nada, pero hay años donde se concentran décadas, haciendo referencia a los cambios bruscos de la conciencia de las masas.

Lo que ha detenido el estallido de los procesos de lucha en el país es el fenómeno demagógico de Bukele, las masas no actúan como los activistas, tienden a ser sumamente conservadoras y normalmente agotan todas las posibilidades legales existentes antes de pasar a la acción, ponen a prueba a sus dirigentes tal y como pusieron a prueba al FMLN. les costó 2 gobiernos comprender su traición, pero en cuanto la comprendieron se radicalizaron y giraron hacia otra alternativa buscando una salida, cuánto tiempo le darán las masas a Bukele no lo sabemos, no podemos razonar mecánicamente en esto y creer que les tomará otros 10 años.  

La mejor forma de medir el proceso de toma de conciencia de las masas es mantener una actitud participativa y atenta en el movimiento de los trabajadores, escucharles y entender como razonan, y cuando nos referimos al movimiento de los trabajadores nos referimos a los que salen a trabajar día con día no a sus opinológos, académicos, comentaristas de los medios de comunicación y redes sociales, que no entienden nada y se quejan amargamente de las masas.

Las organizaciones de la clase obrera y las demandas más inmediatas

Debemos observar y participar en la lucha de la clase obrera, solo teniendo un pie y un oído dentro de las organizaciones de la clase obrera podremos entender como están analizando la situación los obreros organizados. A menudo los grandes cambios son antecedidos por luchas internas en las organizaciones de masas, estos cambios están desarrollándose silenciosamente y algunos ya han ocurrido, puede que los tambores de batallas suenen primero en las viejas organizaciones, aunque la tendencia internacional de las luchas insurreccionales suele estarse desarrollando a expensas de las organizaciones de masas, no debemos perder de vista lo que pasa en las viejas organizaciones.

El movimiento sindical puede tomar una fortaleza mayor en los próximos años, hay batallas pendientes y urgentes que saltarán a la vista de todos tarde o temprano, seguramente estas luchas tendrán un aspecto ambiguo y confuso, no puede ser de otra forma, para nosotros es claro que las direcciones sindicales están vendidas a las patronales y algunas al gobierno como siempre pasa, quien espere ver un sindicalismo perfectamente revolucionario y puro no lo podrá ver nunca, porque no existe, en la medida de nuestras fuerzas debemos participar en las luchas que se planteen, evaluando cada paso y proponiéndonos objetivos para crecer y extender nuestra influencia.

La lucha por las pensiones es una tarea pendiente y preocupante no solo para los trabajadores sino también para la misma burguesía y el Estado sin duda es un eslabón que puede romperse en cualquier momento y desencadenar acontecimientos peligrosos para los intereses de la burguesía. El peso de la deuda en el Estado se volverá expresar pronto, los parches que se pusieron en el gobierno del FMLN no podrán contener los problemas por más tiempo, además de la creciente crítica de los pensionados que cada vez tienen que aguantar peores pensiones. La lucha por cambiar estas condiciones no puede esperar más.

Bukele también tiene la deuda de decretar un aumento salarial, el año 2020 era el año en que se cumplen los tres años de la vigencia del aumento salarial pasado, en 2021 deberíamos experimentar un nuevo aumento, sin embargo Bukele no ha iniciado ni tan siquiera las negociaciones sobre este punto, sin duda el coronavirus ha venido a paralizar ciertas demandas, esto ha sido un respiro para el gobierno de la burguesía, sin embargo, un cóctel de problemas se les están juntando creando las condiciones idóneas para una gran explosión de los trabajadores. Este gobierno está entre la espada en la pared, imposibilitado para poder actuar de forma tranquila en los próximos años, pueda que su caída no sea inminente, pero tampoco podrá mantenerse con la pasividad y la tranquilidad de siempre, el camino para el combate abierto está trazado.  

Cuando estos acontecimiento lleguen, el mito del “gobierno fuerte” caerá por su propio peso, se unirán en una Santa Alianza burguesía y gobierno para aplastar la resistencia y la lucha del pueblo dejando atrás cualquier diferencia entre ambos bandos, la posibilidad de la victoria del pueblo por sobre los intereses del gobierno y la clase dominante dependerán no de su valentía y disposición a la lucha, sino a la posibilidad de tener una herramienta de lucha con una dirección a la altura de los acontecimientos que guie a las masas hacia la toma del poder. 

El año 2020 ha sido revelador no solo para la clase obrera salvadoreña sino para todas las clases a nivel general y mundial, hemos iniciado una época de revolución, grandes acontecimientos están en el futuro inmediato debemos prepararnos asiduamente para aprovechar todas las oportunidades para construir y luchar por una sociedad diferente.

El peligro de la represión del gobierno

Hemos advertido y explicado una y otra vez del carácter del régimen de Bukele, no nos parece en absoluto fascista, en primer lugar porque no existen las condiciones concretas que hicieron surgir los regímenes fascistas del pasado, la actual generación de trabajadores y jóvenes no ha sido derrotados en la arena de la lucha de clase, las organizaciones de la clase obrera están intactas y más bien se están preparando para la lucha, los estudiantes uno de los apoyos más fundamentales que tuvo el fascismo en el pasado, ahora están más orientados a las ideas de izquierda que a las ideas de la reacción, el campesinado ha sido reducido a una condición de obrero del campo empobrecido hasta lo más bajo, sin tierra y sin créditos, ¿De dónde se supone que tendrá apoyo un gobierno fascista? que su objetivo es acabar con la resistencia de la clase obrera, de asesinar a sus principales líderes para descabezar las organizaciones de oposición.   

Sin embargo, aunque hemos rechazados tales afirmaciones no estamos diciendo que el régimen de Bukele no puede hacer uso de la violencia estatal, reprimir, perseguir y asesinar en cualquier momento, no por supuesto que no. Para hacer estos crímenes no se necesita erigir un régimen fascista, el Estado burgués ya posee el monopolio de la violencia a partir de las FFAA y la policía, en cuanto se siente amenazado no duda en utilizarlas para imponer el orden, esta es la experiencia reciente de las luchas revolucionarias en EE. UU, Colombia, Ecuador y Chile. O en la dictadura sangrienta de Juan Orlando Hernández en Honduras.

Tampoco hay que olvidar su alianza con los lúmpenes a los cuales les ha extendido la mano y ha negociado con ellos, los sindicatos en el pasado ya han sido amedrentados por estas escorias de la sociedad, incluso en los gobiernos del FMLN, los pandilleros sirvieron de esquiroles para las luchas obreras en las maquilas, Bukele al sentirse amenazado no dudará en usar estas fuerzas reaccionarias para aplastar la lucha.

Por supuesto que si estamos hablando de un despertar de la clase obrera, de un proceso de lucha por parte de la juventud las mujeres y todos los oprimidos contra los ataques del régimen de Bukele, debemos advertir que esta lucha no será pacifica, como hemos podido observar Bukele no es un tipo que se anda con rodeos, ha sabido hasta hoy utilizar a las FFAA para demostrar “fortaleza”, no dudamos que ante el menor viso de un movimiento fuerte utilizará todo tipo de violencia para aplastarlo y deshacerse de este. Estos gobiernos son peligrosos porque ante situaciones desesperadas no suelen detenerse en las consecuencias.

Por tanto, la preparación de nuestra organización y de los sindicatos debe tener en cuenta este factor de la ecuación, debemos organizar también la resistencia a través de comités de autodefensas o guardia comunitarias como las que nos han mostrados las luchas de nuestros hermanos de clase de Ecuador, Chile y los Estados unidos.

Lo único que puede neutralizar la violencia brutal del régimen es la organización audaz de los trabajadores y la unidad del movimiento, por tanto, un el movimiento debe afinar sus métodos de lucha y avanzar hacia la unidad para enfrentarse a los ataques del Estado cuando el movimiento alcance un ambiente explosivo de lucha.   

Conclusiones

Las próximas elecciones son un gran escenario para agitar en cuanto a nuestras demandas hoy como en el pasado la clase obrera no tiene alternativa, debemos mantener la consigna que planteamos en las elecciones presidenciales, no hay alternativas la solución a nuestros problemas está en las calles, los centros de trabajo, los barrios y los centros educativos, en la lucha revolucionaria.

No alimentamos en las masas ninguna confianza en la democracia burguesa, luchamos por un tipo de democracia obrera desde la gestión y administración de nuestros recursos, una democracia totalmente diferente a la democracia burguesa. Sin embargo, en la lucha por la asimilación de esta necesidad, las masas atraviesan una serie de experiencias sucesivas que le ayudan a comprender esta idea correcta, puede que el sector más consiente de la clase obrera comprendan la farsa de la democracia burguesa, pero las nueve décimas partes de la clase obrera siguen teniendo ilusiones en ella, nuestra tarea por lo tanto no es darle la espalda, sino que debemos mostrarles el camino más fácil para comprender que el parlamentarismo burgués no resuelve nada.

 Cuando los trabajadores se encontraban aglutinados en una organización propia, participamos ahí solo con el objetivo de explicar la imposibilidad de conseguir nuestros objetivos a través de la democracia burguesa, de la vía electoral, nuestra tarea no era demostrar que ganando diputaciones podríamos cambiar la sociedad, sino todo lo contrario, demostrar que es imposible cambiarla desde las asambleas y salones ministeriales.

Sin embargo, hoy que el movimiento se encuentra atomizado y desorganizado, sin un partido directo de la clase obrera, la participación directa de los marxistas en las elecciones no tiene sentido. Aunque seguiremos dando nuestro punto de vista sobre los programas y propuestas, acompañando el proceso de asimilación de la farsa que es la democracia bajo el capital, mientras nos preparamos para construir un partido independiente de la clase obrera para luchar por el socialismo, que expropie las riquezas, las fábricas, bancos y tierras y las ponga al servicio de la sociedad, esa es nuestra principal tarea, para eso debemos construir el partido.

Para estas tareas debemos profesionalizar nuestro trabajo propagandístico, avanzar hacia la profesionalización de la prensa, nuestros artículos deben estar orientados en describir los escenarios desastrosos de hacia dónde nos lleva el capitalismo, agitando en cuanto a la necesidad de luchar por el socialismo demostrando que solo bajo el socialismo los grandes problemas serán resueltos de una vez por todas.

A partir de nuestro análisis nacional e internacional de la lucha por el socialismo no podemos permitirnos ni una gota de rutinismo y pesimismos, hemos entrado en un periodo excepcional de la lucha de clases un punto de inflexión que marca una situación revolucionaria global, nuestro crecimiento e influencia lo comprueba con creses, nunca en la historia de la organización hemos tenido tantas oportunidades para crecer y fortalecernos.

Sin duda la construcción del embrión del futuro partido marxista de los trabajadores ha tomado una velocidad sinigual, pero debemos reconocer que aun somos una minoría insignificante, nuestro objetivo en el próximo periodo no es llegar a las masas directamente, sino mientras seamos un minúsculo grupo debemos luchar por llegar a los cuadros más avanzados del movimiento obrero para formarlos en las ideas del marxismo y en la convicción de la lucha revolucionaria por el socialismo, mientras más elementos comprometidos ganemos más grande se volverá nuestro altavoz y podremos llegar así directamente a las masas.

Estas son nuestras tareas en el momento actual, debemos asumirlas de manera militante y disciplinada, con optimismo y energía, que nada nos detenga para cumplir nuestros objetivos. Confiemos en nuestras fuerzas y en la claridad y la fortaleza de nuestras ideas, nuestros objetivos descansan por ahora en los hombros de los gigantes teóricos del marxismo que nos legaron un arsenal para luchar contra el capital, la opresión y la explotación.

Como dijo Víctor Hugo No hay nada tan poderoso como la idea cuya época ha llegado. Agitemos la bandera roja del socialismo y construyamos la organización que la clase obrera ha necesitado durante toda su historia en la lucha por la liberación, este es nuestro objetivo más ambicioso luchemos por construirlo.

26 de septiembre 2020

[1] https://elfaro.net/es/202005/columnas/24402/La-improvisación-no-debe-seguir-siendo-el-plan.htm?st-full_text=all&tpl=11