El origen de la opresión de la mujer, analizado desde la obra: El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado

El 28 de noviembre de este año, conmemoramos el 200 aniversario del nacimiento de uno de los teóricos y revolucionarios más importantes de la historia, Friedrich Engels, quien junto con su gran amigo Karl Marx, desarrollaron las bases del socialismo científico, superando la filosofía de su tiempo pues, brindaron las bases materiales para el desarrollo de la teoría revolucionaria, dotando así a la clase obrera de una herramienta fundamental en la lucha para derrocar al sistema capitalista.

Durante los últimos años, hemos visto un desarrollo muy rápido en la lucha por los derechos de la mujer, prácticamente en todo el mundo ha habido grandes manifestaciones encabezadas por las mujeres para exigir igualdad, derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, y una demanda fundamental, alto a los feminicidios y a la violencia hacia la mujer. Esto sin duda refleja un avance en la conciencia de miles de mujeres y hombres que han emprendido una lucha férrea, por mejorar las condiciones de vida de las mujeres, pero de igual forma, el movimiento de mujeres es muy diverso y confuso, lo cual ha permitido el desarrollo de una gran variedad de tendencias ideológicas con diferentes orientaciones, que pueden llegar a limitar o dividir el movimiento. Uno de los principales postulados de estas tendencias feministas es que la opresión de la mujer es efecto directo del patriarcado y que por lo tanto las mujeres debemos luchar por derrocar al patriarcado para conseguir nuestra plena emancipación, otras de estas tendencias acusan a las formaciones sociales y culturales de las cuales deviene el machismo, que se debe combatir mediante la deconstrucción individual, la modificación del lenguaje, entre otros. Es completamente necesario conocer el origen del que parte la opresión de la mujer, para poder establecer un análisis y tácticas de lucha acordes y enfocadas hacia ese origen, destruir la causa nos permitiría empezar de cero hacia la construcción de una nueva sociedad, donde, para que la mujer sea completamente libre, no puede existir ningún tipo de opresión. Entonces, ¿es el patriarcado el origen de la opresión de la mujer? Y por lo tanto ¿es el enemigo por vencer?, lo analizaremos desde el materialismo histórico desarrollado en la obra de Engels: “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado.”

Desde la base antropológica estudiada por Lewis Henry Morgan, clasifica el desarrollo de la humanidad en tres etapas principales, el salvajismo, la barbarie y la civilización, cuyo desenvolvimiento, se encuentra directamente relacionado con los avances de los medios de producción para subsistir: “La habilidad en esa producción desempeña un papel decisivo en el grado de superioridad y de dominio del hombre sobre la naturaleza: el hombre es, entre todos los seres, el único que ha logrado un dominio casi absoluto de la producción de alimentos. Todas las grandes épocas del progreso de la humanidad coinciden, de manera más o menos directa, con las épocas en que se extienden las fuentes de existencia.”*

Así podemos ver claramente que la cuestión material, la simple supervivencia, ha llevado al hombre hacia la necesidad de evolucionar y buscar herramientas que le permitan controlar su ambiente para asegurar su propia existencia, sabemos que el ser humano, no posee una gran fuerza física, ni garras o dientes afilados para cazar o defenderse, no posee gran cantidad de pelo para protegerse de las inclemencias del clima, en cambio posee una gran capacidad cerebral y gran habilidad manual, que le permiten analizar y crear.

Estas habilidades y creaciones, fueron fundamentales para el desarrollo de la sociedad actual, así el descubrimiento del fuego, la invención del arco y la alfarería, serían indispensables para el tránsito del salvajismo hacia la barbarie, donde se empiezan a notar diferencias significativas de desarrollo entre una región y otra, pues durante la barbarie, se inicia con la domesticación de animales, el cultivo de alimentos y la fundición del hierro, los cuales dependían específicamente de las especies endémicas de cada región, por ejemplo, en el continente europeo existían una gran variedad de granos cultivables y de animales domesticables, como caballos, vacas, toros, ovejas, cerdos, cebada, trigo, entre otros, pero en el continente americano, el único grano cultivable era el maíz y el único gran animal domesticable, era la llama y solo se encontraba en el sur del continente, estas condiciones marcaron una enorme diferencia en la velocidad del desarrollo de los medios de producción y a su vez, del rumbo de la sociedad humana.

La domesticación de las grandes especies permitió que estas pudieran ser utilizadas para aumentar la producción agrícola y a su vez llevó a la necesidad de dominar extensiones de tierra más grandes, transformando bosques en praderas, de tal forma que pudieran cultivar más grano y tener espacio para que los animales pudieran pastar, lo cual hubiera sido imposible sin la invención del hacha y la pala de hierro, así vemos como la producción pudo superar fácilmente las necesidades de consumo comunal generando así una sobreproducción y por lo tanto una acumulación de bienes, que requerirían de una ruptura con las formas de organización comunal conocidas, transformándose en formas privadas de acumulación, nuevas formas para preservar los excedentes eran necesarias, así es como la posición de la mujer y de la familia se fue modificando a partir de la aparición de la propiedad privada.

El hombre desde su aparición como especie, es un ser social, y precisamente, la socialización y la distribución del trabajo, fueron los factores que le permitieron sobrevivir. En los estadios del salvajismo, barbarie inferior y media, las mujeres tenían un papel trascendental, es impensable el desarrollo de la agricultura de no ser por la función de recolectoras y seleccionadoras de granos que desempeñaban las mujeres, también las formas familiares eran de completa colectividad y se respetaba una línea de consanguineidad materna, pues existía cierta clase de libertad sexual, donde cada mujer pertenecía igualmente a todos los hombres y todos los hombres a cada mujer, por lo cual, la única forma de poder definir la procedencia sanguínea del nuevo integrante de la familia, estaba definido por el vientre de su madre, donde se había desarrollado, sin embargo, una vez llegado al mundo este nuevo ser, pasaba a formar parte de la colectividad comunal de las sociedades primitivas, ejemplo de esto, se podía observar entre las tribus Iroquesas que se establecieron en lo que hoy es el estado de Nueva York, cuyas relaciones describen con claridad las formas familiares de estos estadios:

Reinaba allí esa especie de matrimonio, fácilmente disoluble por ambas partes, llamado por Morgan «familia sindiásmica». La descendencia de una pareja conyugal de esta especie era patente y reconocida por todo el mundo; ninguna duda podía quedar acerca de a quién debían aplicarse los apelativos de padre, madre, hijo, hija, hermano, hermana. Pero el empleo de estas expresiones estaba en completa contradicción con lo antecedente. El iroqués no sólo llama hijos a hijas a los suyos propios, sino también a los de sus hermanos, que, a su vez, también le llaman a él padre. Por el contrario, llama sobrinos y sobrinas a los hijos de sus hermanas, los cuales le llaman tío. Inversamente, la iroquesa, a la vez que a los propios, llama hijos e hijas a los de sus hermanas, quienes le dan el nombre de madre. Pero llama sobrinos y sobrinas a los hijos de sus hermanos, que la llaman tía. Del mismo modo, los hijos de hermanos se llaman entre sí hermanos y hermanas, y lo mismo hacen los hijos de hermanas. Los hijos de una mujer y los del hermano de ésta se llaman mutuamente primos y primas. Y no son simples nombres, sino expresión de las ideas que se tiene de lo próximo o lo lejano, de lo igual o lo desigual en el parentesco consanguíneo; ideas que sirven de base a un parentesco completamente elaborado y capaz de expresar muchos centenares de diferentes relaciones de parentesco de un sólo individuo.” *

Con este ejemplo, vemos que la concepción de la familia era sostenida por lazos de solidaridad y colaboración comunal, superando por mucho a la familia nuclear que conocemos hoy en día, la cuestión a resolver sería entonces, en qué momento se rompe con estas formaciones familiares colectivas, de línea consanguínea materna y se forma la familia nuclear de línea consanguínea paterna, y qué tiene que ver esto con la opresión de la mujer, bien, he aquí donde entra la propiedad privada y sus nuevas necesidades de control. Con la economía doméstica comunista, la mayoría o quizá la totalidad de las mujeres pertenecían a una misma gens o clan, mientras que los hombres pertenecían a otras distintas, esta cuestión era la base efectiva de la preponderancia de las mujeres en la sociedad primitiva, y se puede analizar: “Con arreglo al derecho materno, es decir, mientras la descendencia sólo se contaba por línea femenina, y según la primitiva ley de herencia imperante en la gens, los miembros de ésta heredaban al principio de su pariente gentil fenecido. Sus bienes debían quedar, pues, en la gens. Por efecto de su poca importancia, estos bienes pasaban en la práctica, desde los tiempos más remotos, a los parientes más próximos, es decir, a los consanguíneos por línea materna. Pero los hijos del difunto no pertenecían a su gens, sino a la de la madre; al principio heredaban de la madre, con los demás consanguíneos de ésta; luego, probablemente fueran sus primeros herederos, pero no podían serlo de su padre, porque no pertenecían a su gens, en la cual debían quedar sus bienes. Así, a la muerte del propietario de rebaños, éstos pasaban en primer término a sus hermanos y hermanas y a los hijos de estos últimos o a los descendientes de las hermanas de su madre; en cuanto a sus propios hijos, se veían desheredados. Así, pues, las riquezas, a medida que iban en aumento, daban, por una parte, al hombre una posición más importante que a la mujer en la familia y, por otra parte, hacían que naciera en él la idea de valerse de esta ventaja para modificar en provecho de sus hijos el orden de herencia establecido. Pero esto no podía hacerse mientras permaneciera vigente la filiación según el derecho materno. Éste tenía que ser abolido, y lo fue. Ello no resultó tan difícil como hoy nos parece. Aquella revolución —una de las más profundas que la humanidad ha conocido— no tuvo necesidad de tocar ni a uno solo de los miembros vivos de la gens. Todos los miembros de ésta pudieron seguir siendo lo que hasta entonces habían sido. Bastó decidir sencillamente que en lo venidero los descendientes de un miembro masculino permanecerían en la gens, pero los de un miembro femenino saldrían de ella, pasando a la gens de su padre. Así quedaron abolidos la filiación femenina y el derecho hereditario materno, sustituyéndolos la filiación masculina y el derecho hereditario paterno.”*. Que es lo que conocemos actualmente como patriarcado.

De esta manera podemos ver claramente que el surgimiento del patriarcado deviene directamente de condiciones materiales específicas, se origina de una necesidad creada por la existencia de los excedentes de la producción, es decir del surgimiento de la propiedad privada, y he aquí el origen concreto de la opresión de la mujer, a palabras de Engels: “El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción.”*

Así pues, vemos que el patriarcado entonces es consecuencia directa de la necesidad de preservar la propiedad privada, y así ha sido como el patriarcado ha estado presente en todos los estadios sociales previos, es decir, el esclavismo, el feudalismo y ahora, el capitalismo, se han beneficiado de la línea patriarcal. Dentro del capitalismo observamos un desarrollo muy grande de las fuerzas productivas, tanto que el ser humano ha podido salir a explorar el espacio exterior, pero a pesar de estos grandes avances, miles de mujeres en el mundo siguen atadas al yugo del hogar o a la voluntad de un hombre, la respuesta es simple, porque emancipar a la mujer significaría la destrucción de la familia nuclear y la necesidad de socializar las tareas domésticas que realizan, y esto tiene un costo. Los grandes capitalistas requieren de la constante reproducción de la clase obrera, requieren que esta clase vaya todos los días al trabajo alimentados, aseados y satisfechos, pero no invierten ni un céntimo en esta cuestión, por lo que utiliza el papel histórico que el patriarcado le otorgó a las mujeres para mantenernos en cumplimiento de estas funciones, fundamentales para la sociedad capitalista.

Entonces, desde el análisis antropológico y desde el materialismo histórico, realizado por Engels en la obra que hemos citado en este texto, podemos sacar algunas conclusiones muy importantes para la lucha actual por la emancipación de la mujer, como hemos mencionado el patriarcado es consecuencia de condiciones materiales específicas, por lo que la única forma de destruir al patriarcado es destruyendo esas condiciones que le dieron origen, es decir, destruyendo el sistema social basado en la propiedad privada y en la división de la sociedad en clases, la necesidad de luchar por destruir el capitalismo es fundamental para emprender una lucha seria por la emancipación de la mujer, que al igual que el hombre, pertenecemos al 99% de la población mundial, por lo que podemos encontrar en nuestra clase toda la fuerza necesaria para derrocar este sistema de opresión y violencia sin fin, aunque el enemigo se esconde bajo distintos nombres y facetas, hemos aclarado que el origen de la opresión de la mujer se encuentra en la propiedad privada y nuestra emancipación depende de su destrucción, de esta forma podremos romper con las bases materiales donde se arraiga toda forma de opresión y podremos avanzar en la construcción de una nueva sociedad, donde todos los avances y desarrollos tecnológicos estén a disposición de las necesidades de todas las y los trabajadores que movemos al mundo, utilizando las herramientas teóricas que nos ha dado el marxismo, los hombres y mujeres de la clase obrera alzaremos la bandera de la sociedad socialista, reivindicando las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky, avanzando hacia la completa emancipación de la mujer y nuestra clase.

Por supuesto todo ello implica que la lucha por la emancipación de la mujer debe desatarse aquí y ahora, no obstante no nos ilusionemos, esta lucha no acabara mientras exista la opresión de una clase respeto de otra, más bien se abrirá de forma nítida la posibilidad de su solución real.


*Todas las citas provienen de: Engels, El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado.