Las elecciones presidenciales del 2007 se han colado en la agenda política nacional, faltando un año para las mismas. Se destaca el espectáculo patético que observamos en las filas de la UCR y del PJ, donde los sectores de derecha de ambos partidos ("alfonsinistas", "duhaldistas", y otros) se han coaligado para postular a Lavagna como candidato presidencial frente a los sectores prokirchneristas de la UCR y del PJ. Esto refleja el colapso que sufrió el sistema de partidos tradicional en Argentina.ntina.
La “Santa Trinidad” reaccionaria Macri-Blumberg-Lavagna
Las elecciones presidenciales del 2007 se han colado en la agenda política nacional, faltando un año para las mismas. Se destaca el espectáculo patético que observamos en las filas de la UCR y del PJ, donde los sectores de derecha de ambos partidos ("alfonsinistas", "duhaldistas", y otros) se han coaligado para postular a Lavagna como candidato presidencial frente a los sectores prokirchneristas de la UCR y del PJ. Esto refleja el colapso que sufrió el sistema de partidos tradicional en Argentina.
Descomposición de la UCR
Kirchner ha comprendido muy bien cuál es la verdadera situación. Por sí mismos, ni el PJ ni la UCR tienen ya la autoridad suficiente ante la población para proveer una estabilidad política a la nación. Es un hecho que una parte creciente de la población no se reconoce más en la tradicional división entre "peronistas" y "radicales". Principalmente en la clase obrera, y especialmente en la juventud obrera, esta es la situación.
De ahí que Kirchner haya decidido construir su propio movimiento político cooptando aquellos sectores del PJ, la UCR, y de otros grupos como el ARI, que estén dispuestos a seguirlo, en una suerte de "Concertación" a la chilena. Es importante señalar que esta "Concertación" heterogénea que promueve Kirchner está sustentada en los mismos aparatos corruptos de políticos y rufianes profesionales cuyo único objetivo es mantener sus cómodas y lucrativas carreras políticas y parlamentarias, pero sin la base militante y popular de masas del peronismo clásico.
La emergencia de Lavagna en la escena política nacional responde al deseo del gran capital argentino y extranjero de construir una fuerte oposición política de derecha a Kirchner. Pese a la buena sintonía general de los capitalistas con el gobierno de Kirchner, éstos no ocultan su malestar por lo que consideran una intromisión intolerable en el "mercado" (restricciones a las subas de precios y de las tarifas de los servicios públicos, aumento de los impuestos a las exportaciones de productos agropecuarios e hidrocarburos, revisión parcial de la legislación laboral menemista, "excesiva" complacencia hacia la lucha salarial, política en derechos humanos demasiado "izquierdista", etc.). Además consideran excesivo un acercamiento diplomático y comercial a Venezuela (que sólo busca favores económicos pero en absoluto una identificación política con el proyecto “bolivariano” de Chávez), que incomoda y molesta al gobierno de Estados Unidos. Lo que refleja la verdadera actitud de la burguesía argentina y de sus representantes políticos más directos hacia el imperialismo norteamericano: su sometimiento al mismo y su complicidad con los planes contrarrevolucionarios del gobierno de Bush para aislar primero, y derrocar después, al gobierno de Hugo Chávez.
El frente Macri-Blumberg-Lavagna
Por eso, cada día aparece más clara la conformación de un frente común de la derecha (Macri, López Murphy, Sobisch) y Lavagna, con la bendición "entre bastidores" de la clase dominante. También sumarán al reaccionario epiléptico de Blumberg, quien trata de usufructuar demagógicamente para esta "causa común" la sensibilidad de la población hacia el tema de la "inseguridad". La manifestación reaccionaria convocada el 31 de agosto en Buenos Aires para exigir más "seguridad" entraba de lleno en estos cálculos políticos.
La ausencia de una alternativa política de clase y socialista entre los trabajadores nunca se ha hecho sentir tanto como ahora. Esto le permite a Kirchner aparecer demagógicamente como el campeón contra la derecha, pese a su política de fondo a favor de los intereses patronales.
Aunque hay movimientos dentro de la izquierda tendientes a avanzar hacia una política de frente único, y en la CTA empiezan a escucharse voces a favor de dar la lucha política, todavía son procesos incipientes. Desarrollar ambos procesos hasta el final es una necesidad urgente para iniciar la construcción de una herramienta política socialista y de masas que se proponga agrupar tras de sí a los sectores decisivos de la clase obrera argentina para terminar con la explotación capitalista.