Se cumplen 44 años del último golpe cívico-militar-clerical impulsado por la oligarquía y la burguesía argentina por orden del imperialismo norteamericano que buscaba, por un lado, cerrar a sangre y fuego el proceso revolucionario abierto en nuestro país a fines de los años ‘60 y, por otro, iniciar un proceso de dominación económica a través del mecanismo de la deuda externa e implantar las políticas neoliberales que el capitalismo imponía en el mundo, producto del comienzo del fin de ciclo del período económico post Segunda Guerra Mundial.
Sobre la sangre de nuestras 30.000 compañeras y compañeros detenidos-desaparecidos la clase dominante fue configurando un nuevo esquema económico para el país tirando abajo el “estado de bienestar” que las masas habían conseguido con organización y lucha a partir de los años ‘40.
La crisis capitalista de comienzos de la década del ‘70 lanzaba a la jauría capitalista contra las conquistas de los trabajadores en todo el mundo. En septiembre del ’73, Chile tendrá su bautismo de fuego con el golpe contra Salvador Allende abriendo paso a toda una serie de dictaduras genocidas en el Cono Sur que, a partir de 1975, trabajarán de manera coordinada y sistemática bajo el nombre de “Plan Cóndor”.
Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Helmut Kohl serán posteriormente las caras visibles detrás de las cuales se escondían los empresarios, banqueros y terratenientes para ajustar, torturar y matar con un fin bien definido: maximizar sus ganancias.
Si bien el neoliberalismo comienza a delinearse con Friedrich August von Hayek y la publicación en 1944 de la obra “The Road to Serfdo” y la fundación en 1947 de la “Societé du Mont–Pèlerin”, permanecerá casi en estado “teórico” hasta la crisis del petróleo donde los países capitalistas desarrollados entran en una profunda recesión. Bajo el argumento que las raíces de la crisis se encuentran en el poder excesivo del movimiento obrero, los capitalistas apuntarían todos sus cañones contra los trabajadores.
Como vemos el neoliberalismo no es un tipo de capitalismo sino que es una fase puntual del capitalismo cuando este se encuentra envuelto en una crisis de sobreproducción de mercancías. Es decir, que el neoliberalismo nace de las características inherentes al capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción y la sed ilimitada por las ganancias. Esto es lo que explica que durante más de 30 años el neoliberalismo fue sólo un modelo teórico y sólo a partir de la crisis de sobreproducción del ’73-‘74 comienza a ser una realidad palpable para la burguesía.
Dictadura, democracia y deuda.
Será en este período abierto por la dictadura en marzo del ‘76, en que la deuda externa comience a crecer de manera descontrolada y exponencial. Como mencionábamos antes, la deuda será un instrumento central para avanzar en el dominio económico y político de los países ex-coloniales debido a la relación obscenamente asimétrica que se genera entre prestadores y prestatarios.
A partir del genocidio en curso, la deuda dará un salto exponencial aumentando un 364%. Con la llegada de la democracia burguesa a partir de 1983 la situación no mejoró, ya que los esquemas capitalistas se mantuvieron intactos. A comienzos de la dictadura la deuda era de USD 7.800 millones, para 1983 había ascendido a USD 45.100 millones. Tras 37 años de democracia formal, la deuda externa asciende a USD 311.251 millones aproximadamente. En el medio, los empresarios y banqueros han hecho fabulosos negociados, negociando y renegociando capital e intereses, empobreciendo aún más a los trabajadores argentinos.
Como queda en evidencia, es imposible la recuperación económica del país con estos niveles de endeudamiento. Tanto la variante política que propone pagar como aquella que propone negociar una quita y pagar luego, no pueden ofrecer a los trabajadores más que ajuste. Esto lo vimos por un lado, con el brutal y salvaje ajuste macrista y lo vemos ahora, con la economía de subsistencia que busca desplegar el Frente de Todos para juntar recursos que les permita pagar a los banqueros extranjeros. El achatamiento de la pirámide del régimen jubiliatorio o la postergación de un aumento a los docentes, por parte de la Gobernación de Buenos Aires, luego de pagar USD 250 millones a los fondos extranjeros o la anulación de las “cláusulas gatillo” son un ejemplo clarísimo para quien quiera ver.
La deuda es un instrumento de dominación imperial y no podremos zafarnos de este dominio asfixiante sin un desconocimiento total de una deuda que es escandalosamente ilegal, fraudulenta, odiosa e ilegítima. Enfrentar la deuda implica entonces enfrentar al propio capitalismo y sus esquemas de dominación. Necesitamos crear una nueva legalidad por fuera del capitalismo que permita romper con este esquema perverso ya que este esquema es parte constitutiva del mismo sistema.
Reivindicar a nuestros 30.000 ¡Luchar por el Socialismo!
La lucha por memoria, verdad y justicia y por nuestras compañeras y compañeros secuestrados, torturados y desaparecidos no debe ser solo una lucha por justicia, sino que debe ser una lucha por volver a levantar sus banderas: las banderas de la revolución socialista; las banderas de una sociedad sin explotación y represión, sin miseria y hambre. Debemos retomar aquellos debates que no se planteaban ningún pacto social sino la superación del propio capitalismo. Contamos ahora con la ventaja de haber recorrido un lago camino que demostró en los hechos, que la lucha solo puede llevarse adelante con los métodos de lucha de los trabajadores. Es decir la huelga, la movilización y la organización como parte de la lucha de masas. Hemos podido comprobar, no de manera teórica sino de manera concreta y objetiva que las viejas experiencias del foquismo y la guerra de guerrillas, que terminaron en una catástrofe, no empujan ni un centímetro la conciencia de los trabajadores hacia adelante pero si aportan una excusa al Estado para fortalecer su aparato represivo contra las organizaciones políticas y sindicales de los obreros y trabajadores.
Hoy 44 años después vemos que la última crisis capitalista mundial iniciada en 2008 ha abierto un período de ajuste y crisis tremendamente más profundo que el abierto a comienzos de los años ‘70. Esta situación implica que todos los partidos que se muevan en el marco del capitalismo sólo pueden ofrecer ajuste o subsistencia, ya que al entender a la burguesía como rector natural de la sociedad y al capitalismo como el único sistema posible, se ven obligados, quieran o no, a gestionar la economía capitalista en crisis.
Como venimos planteando desde distintos materiales, a pesar de que los políticos reformistas plantean que es posible reactivar la economía con una batería de medidas económicas, incluida la renegociación de la deuda, todas las perspectivas económicas incluso las de organizaciones como la OCDE, el propio FMI, o publicaciones del establishment como “The Economist” o “NY Times” hablan de la nueva recesión mundial que se acerca. En este contexto, la economía nacional, como parte de la economía mundial, no va camino a reactivarse sino por el contrario va camino a profundizar su crisis. Esto a su vez se traducirá en un retroceso cada vez mas marcado de nuestras condiciones de vida. Para nosotros, no se trata de elegir entre distintos tipos de ajuste, se trata de cambiarlo todo con la fuerza organizada de los trabajadores y la juventud.
Nos encontramos en un momento bisagra de nuestra historia, la inviabilidad del capitalismo para resolver los graves problemas de los trabajadores y el pueblo pobre es cada vez más palpable. Es por eso que la tarea de los revolucionarios en este período consiste en prepararnos para la agudización de la lucha de clases en el país y plantear en todos los frentes de masas la necesidad de construir un partido revolucionario que se oriente hacia la toma del poder por parte de los trabajadores y el derrocamiento político de la burguesía liquidando al Estado burgués, avanzando hacia la construcción del Socialismo a través de la democracia directa. Es justamente este factor, el del partido, el decisivo y el que determinará la victoria o la derrota del movimiento de masas, como nos ha mostrado el Octubre Rojo Latinoamericano que sacudió y sacude a Chile, Ecuador, Puerto Rico y Haití y que atraviesa al mundo entero.
El capitalismo solo ofrece ajuste y más ajuste. Para cambiar el curso de los acontecimientos necesitamos construir una corriente marxista con autoridad de masas que resuelva la ausencia del partido, es decir del factor subjetivo. Llevar adelante esta lucha, día a día, es a nuestro entender, el mejor homenaje y la mejor reivindicación que podemos llevar adelante para levantar bien alto las banderas que nos legaron nuestras y nuestros compañeros desaparecidos.
¡A 44 años del golpe, la lucha continua!
¡Carcel y castigo a todos los responsables políticos y materiales del genocidio!
¡No es el neoliberalismo, es el capitalismo!
¡Construyamos el partido revolucionario!
¡La salida es socialista!