¡A defender y profundizar la revolución en Bolivia!

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Todos tenemos que ver con lo que pasa en Bolivia. La lucha de los indígenas, de los trabajadores, de los campesinos y de los jóvenes bolivianos es fuente de inspiración y esperanza en el despertar de la clase trabajadora mundial que caracteriza estaépoca de cambios tumultuosos. Una lucha que no hemos dudado en definir como heroica, como la fuerza y la determinación que salieron al campo de batalla contra quinientos años de explotación y saqueo en el país más pobre de América Latina, rico pero depaupepauperado y despojado por un puñado de burgueses, empresarios y latifundistas, y por el imperialismo.

Después de las elecciones a la Asamblea Constituyente

Todos tenemos que ver con lo que pasa en Bolivia. La lucha de los indígenas, de los trabajadores, de los campesinos y de los jóvenes bolivianos es fuente de inspiración y esperanza en el despertar de la clase trabajadora mundial que caracteriza esta época de cambios tumultuosos. Una lucha que no hemos dudado en definir como heroica, como la fuerza y la determinación que salieron al campo de batalla contra quinientos años de explotación y saqueo en el país más pobre de América Latina, rico pero depauperado y despojado por un puñado de burgueses, empresarios y latifundistas, y por el imperialismo.
Semejantes parásitos, a pesar de haber hambreado todo un pueblo, siguen reivindicando “derechos”, garantías y privilegios: siguen allí volando como buitres, listos para aprovechar sus espacios políticos, económicos y sociales para hacer inútil cualquier conquista o mejora social. Ya hemos visto esta película. Como ya ocurrió en los últimos años en Venezuela, tan solo en unos cuantos meses en Bolivia la alianza entre burguesía nacional e imperialismo, todavía más evidente aquí, es el verdadero obstáculo y la amenaza más peligrosa para el avance social. ¡pero nosotros no podemos permitirnos perder esta ocasión!

Los enemigos del pueblo…

Naturalmente el imperialismo y la burguesía no aceptan ningún cambio en el “status quo”, por grande, pequeño o parcial que sea. Es la naturaleza de las cosas, o sea la naturaleza de las leyes del capitalismo que son la causa y la condena a la pobreza de Bolivia. Muchas veces en la historia del país la burguesía nacional tuvo todas las posibilidades políticas y económicas para desarrollar e industrializar el país, sacándolo de su condición de atraso, pero nunca lo hizo: ni después de la Revolución del 1952, ni en los años siguientes, ni cuando el pueblo estaba movilizado en contra al imperialismo, ni cuando el precio de los minerales en el mercado mundial permitían tener ganancias para hacer inversiones productivas, ni cuando la reforma agraria del 1956 que podía haber permitido una mayor productividad de la tierra, ni cuando en las ultimas décadas el modelo neoliberal, o sea la cara verdadera del capitalismo, le brindó todas la condiciones laborales y económicas mas favorables. Sólo se llenaron sus propios bolsillos, llegando a niveles absolutos de riqueza que pueden hacer la envidia hasta en el mismo “primer mundo”.
Cada vez que su propia debilidad en el seno de la sociedad boliviana le impedía hacer frente al ascenso revolucionario de la clase trabajadora, la burguesía nacional no descartó ningún remedio, inclusive las más sangrientas dictaduras militares -¿habrán habido fogatas en San Juan para los mineros asesinados por Barrientos?- y el apoyo militar del imperialismo. Pero estos vende patria sin vergüenza, como pasó en Venezuela, son los que hablan de “democracia”, los que acusan de “autoritarismo” al gobierno de Morales, el gobierno con la más amplia aprobación popular en la historia democrática de Bolivia.
La burguesía nacional boliviana, como en todos los países atrasados, goza del apoyo militar, político y económico del imperialismo, que garantiza sus ganancias, le compra sus productos, defiende sus intereses mientras que ésta (la burguesía) a su vez le garantice a él (el imperialismo) el control económico del país, la posibilidad de aumentar sus privilegios y súperganancias comprando materias primas y productos de la sobreexplotación de los trabajadores (que es imposible ejercer al mismo nivel en los países capitalistas avanzados) y dejando que el país sea “mercado” para los productos imperialistas. Buscando ejemplos, nuestro pensamiento vuelve a una vieja entrevista a Salvador Allende, recientemente transmitida por la televisión italiana, en la cual decía mas o menos “no queremos dejar de vender cobre a EEUU, lo que no queremos es regalarle cobre y comprar de los EEUU ollas hechas con nuestro cobre a un precio cien veces mayor”. Todos sabemos qué fin reservaron al Presidente chileno el imperialismo y la burguesía chilena. Ahora podríamos preguntarnos ¿acaso estas pocas líneas no resumen la historia de Bolivia? Pero en realidad la pregunta más importante es ¿no es la crónica de estos primeros meses de gobierno la más contundente confirmación de lo que vamos diciendo?

…ya comienzan el sabotaje….

En efecto como era fácil de prever, y casi en las mismas formas que habíamos previsto en anteriores artículos, burguesía e imperialismo ya comienzan sus maniobras, su guerra sucia para derribar al gobierno. El aumento tan solo del 12% del salario básico tuvo sus primeras consecuencias, que por ahora no han sido cubiertas por los medios de prensa. ASC Noticias, de Santa Cruz, nos informa que en la primera ciudad industrial del país hay empresarios que piden a sus asalariados trabajar una hora más cada día, sin retribución, para “recuperar” la suba del sueldo básico. Claro, son casos aislados, por ahora por lo menos, pero si vemos las condiciones laborales globales, no dudamos que puedan convertirse en tendencia general.
Por su parte el imperialismo empieza el boicot, utilizando todas sus armas de presión. No sólo Petrobras, por voz ahora de su Gerente General José Fernando de Freitas, reitera su intención de recurrir al arbitraje internacional en el caso que el gobierno insista con la intención de elevar el precio del gas: al coloso brasilero ahora se suman las demás transnacionales, y también las dos Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP): AFP Futuro y BBVA Previsión, que pertenecen una a la suiza Zurich Financial Service y la otra al español Banco Bilbao Vizcaya, éste último con intereses en Repsol. Mientras tanto todas las inversiones en el país quedan suspendidas.
Hay más: el mismo gobierno, por boca del viceministro de Exploración y Producción de Hidrocarburos, Julio Gómez Menacho, culpó a las multinacionales por la falta de abastecimiento de diesel que afecta, no por casualidad, sobre todo a la capital administrativa y su revolucionario arrabal, o sea La Paz y El Alto. Cabe mencionar también la postura de la transnacional estadounidense Prisma Energy -relacionada con Enron- que junto a la holandesa Shell han declarado su disponibilidad a vender al Estado toda la propiedad de Transredes S.A., la empresa capitalizada que administra los gasoductos. Esta “apertura” tiene explicaciones: en primer lugar este consorcio, como aclaró la Fiscalía, fue favorecido por Gonzalo Sánchez de Lozada, del cual obtuvo una participación accionarial de 260 millones de dólares en el gasoducto Bolivia-Brasil sin haber invertido ni un dólar (Bolpress 25/06/2006). No les parece mal a los vampiros de las multinacionales vender sus cuotas al Estado boliviano, chupándole la sangre sin ni siquiera ensuciarse los colmillos.
El imperialismo norteamericano ya levanta la bandera de la oposición al gobierno. En un articulo publicado el pasado 22 de junio por el Miami Herald el jefe del departamento de América Latina en la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), Adolfo Franco, aclaró la postura de la administración Bush frente al “caso boliviano”: los EEUU han perdido la paciencia con Morales, cuyo gobierno cuestionan por antidemocrático, autoritario, y peligroso por haber nacionalizado y por querer consolidar “reformas potencialmente antidemocráticas a través de la Asamblea Constituyente” (¡sic!), aparte claro está, como olvidarlo, de su alianza con Venezuela cuyo modelo EEUU no quieren ver “repetido en Bolivia”. Son palabras que ya conocemos, ya fueron pronunciadas para Venezuela y Cuba, así como era claro ya antes el apoyo de EEUU a la oposición en Bolivia, y no hablamos sólo de oposición política. El mismo Evo Morales ha denunciado que militares estadounidenses “camuflados” de estudiantes y turistas ingresaron a Bolivia para asistir a un curso “organizado por la Alliance for Social Conflict Transformation (ACT) y la privada Universidad NUR” (Bolpress 22/06/2006). Entre ellos se han identificado, según el periodista de Página 12, Pablo Stefanoni, conocidos militares de cuerpos especiales de EEUU. Es la “nueva” estrategia del Pentágono -infiltrar ocultamente militares en países, digamos, “hostiles” para operaciones “secretas”, sin informar previamente la Embajada estadounidense- relatada por un articulo del Washington Post del 3 de febrero (¿Una novedad? ¿Acaso no comenzó así la misma guerra en Vietnam?).

….y la guerra por la tierra….

El peligro resulta todavía mas fuerte si uno lee las denuncias en el marco del conflicto desencadenado por la anunciada “revolución agraria” del gobierno. La cuestión de la tierra, como en todos los países atrasados, es central en la lucha por el progreso del país. En el amanecer del capitalismo, en la historia mundial, se dio el cambio en el sistema de la propiedad y de la explotación de la tierra, que permitió la creación de una nueva clase de propietarios, aumentó la demanda de bienes, mejoró la producción agrícola, expulsó mano de obra barata del campo encaminándola hacia la ciudad, haciéndola presa de la naciente, e independiente, burguesía empresarial… en breve sentó las bases para el progreso tecnológico y social. Esto pasó en “pequeños” países de Europa. Justo lo contrario de la situación en un país grande como Bolivia, que tiene 1.098.581 km² (mas de tres veces la extensión de Alemania), con un clima variado, un buen índice de riego y de calidad de la tierra, y con una población de solo 9 millones de habitantes (diez veces menos que Alemania) que ni siquiera ha llegado a la autosuficiencia alimenticia -teniendo que importar, por ejemplo, millones de litros de leche, y el 80% del trigo que consume. Esto nos dice ya por sí bastante del carácter parasitario de la burguesía boliviana.
Con su primeras medidas el gobierno “sólo” repartió 3 millones de hectáreas de tierras fiscales, pero, a pesar de esto, la logia latifundista del oriente no ha dudado en amenazar con una verdadera guerra por la tierra. El 30 de mayo el congreso extraordinario de la poderosa Cámara Agropecuaria de Oriente instruyó la conformación de Comités de Defensa de la Tierra, respaldados por los asociados con la promesa, o la amenaza que es lo mismo, de actuar “con los medios que tengamos a nuestro alcance”. Sucesivamente los ganaderos han comenzado a recolectar aportes económicos, y no sólo, con el propósito de la defensa de la tierra. Al comienzo de este mes ya tuvieron lugar los primeros choques y desalojos de predios ocupados, en Guarayos.
Todos los diarios informaron de las asambleas de hacendados del Beni -feudo electoral de la derecha- donde se amenazó con el manejo de armas. El gobierno denunció la presencia de sicarios y matones a sueldo de las elites terratenientes en la zona fronteriza con Brasil. En otras palabras los mismos terratenientes nos confirman las acusaciones que hace años los movimientos sociales vienen haciendo: el primer y más masivo avasallamiento de tierras -fiscales, comunitarias originarias, forestales- es por parte de los mismos latifundistas nacionales, y también de sus convidados empresarios brasileros, que son educadamente llamados por sus pares bolivianos a sentarse a esta discusión, en la que sólo el campesinado no tiene derechos. El Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) que tenía que sanear y titular las tierras, en diez años, a pesar de 120 millones de dólares de gasto, solo saneó el 17% de las tierras: ¿cómo puede la misma burguesía expropiarse a sí misma y titular a otros lo que ya ha avasallado?

La cuestión agraria

La cuestión agraria, descrita como la madre de todas las batallas, es el corazón latente en la situación social al rojo vivo de Bolivia, el país con el más alto porcentaje de población ocupada en la agricultura de todo el Sur de América, y entre los más altos de toda América Latina. El debate entorno a la nueva reforma agraria reveló muchos datos y análisis sobre este asunto. Un artículo publicado en El Diario el pasado 21 de mayo titulaba “terratenientes poseen el 91% de tierras cultivables en Bolivia”. La diputada del MAS Elizabeth Salguero en una entrevista con canal 7, transcrita por Bolpress, denunciaba que en Santa Cruz, el Departamento más grande de Bolivia, “el 82% de la tierra… está en poder de 17 familias”. En la misma edición de El Diario había también un elenco de latifundistas cruceños, y las dimensiones de sus predios (o mejor seria decir “feudos”). Entre ellos se destacan los Saavedra Bruno, Paz Hurtado etc.: los mismos apellidos que se reparten mas de 200.000 hectáreas, una valoración a la baja, porque sólo tiene en cuenta las tierras tituladas “legalmente”.
Y faltan los demás, cuyos apellidos son igualmente “bien” conocidos en la historia política y económica del país. “Los señores del desprecio”, como los llamo el dirigente del MAS Antonio Peredo Leigue, que se reivindican como “sector productivo”, que crea empleos y alimenta Bolivia. Todo lo contrario de la realidad, pero ¿qué podemos esperar de esta gente cuya malicia es inferior solo a su propia hipocresía? La tierra es renta, y sacar esta renta con el mínimo esfuerzo es la prioridad absoluta de la parasitaria burguesía boliviana. La posesión de tierra -y su apropiación ilícita- es la más elocuente señal de poder, como sabe bien el ex ministro del gobierno de Paz Zamora que al comienzo de los ’90 se apoderó, aprovechando de su papel institucional, de 100.000 hectáreas. Con este poder los terratenientes tienen en sus manos las bridas de toda la economía nacional, condenándola a su histórico atraso. Como decíamos antes (en realidad como nos dice la historia) la reforma agraria es la precondición para el desarrollo productivo moderno. Marx, Engels, Lenin y finalmente Trotsky, nos explicaron que en los países atrasados miles de vínculos entre la burguesía empresarial urbana y los terratenientes, y sus lazos con el imperialismo, impiden de hecho la consolidación de una base productiva nacional, en otras palabras el progreso. Después de casi un siglo la situación sigue con gran evidencia así en Bolivia.
Los terratenientes figuran como dueños directos de bancos: los Monasterio son dueños del Banco Ganadero, los Marinkovic y los Kuljis del Banco Económico, y los Saavedra Bruno están entre los primeros diez accionistas del Banco Nacional de Bolivia. Otros están como socios del capital imperialista -como en el caso del Banco Santa Cruz, cuyo accionista mayor es el Banco Santander de España, que está también entre los accionistas de empresas de servicios públicos, como por ejemplo la Electropaz- o se esconden detrás de otras sociedades anónimas, como es el caso de Compañía Minera del Sur S.A. -accionista del poderoso grupo del Banco Bisa, a su vez accionista del Banco Nacional de Bolivia- que pertenece nada menos que al mismo Gonzalo Sánchez de Losada. No sorprende entonces que el sistema del crédito se haya sesgado hacia el latifundio. Ni tampoco que Goni y sus ministros, antes de huir hayan sacado dinero del Banco Central: a su modo de ver ellos solo sacaban lo que es suyo.
En este contexto lo que le pasó al Banco Unión no puede ser visto como una distorsión del sistema. Los Petricevic sacaban dinero prestado del Banco Unión, del cual eran uno de los mayores accionistas, hipotecando sus latifundios ociosos, la “tierra gorda” como se llama aquí. El Banco Unión quebró y el Estado tuvo que intervenirlo a través de la NAFIBO, una sociedad con un 80% de capital público y un 20% de la Cooperación Andina de Fomento. Pero los Petricevic, junto a los Saavedra Bruno, siguen allí como accionistas. Es la doble moral de los burgueses: en contra de cualquier intervención del Estado en asuntos sociales, pero sí a favor cuando se trata de socializar las pérdidas. Tierra, crédito, y… matrimonios (como se hacia entre los aristócratas europeos de los siglos pasados) para sellar la alianza entre latifundistas y empresarios. Un ejemplo conocido es la mujer terrateniente del empresario minero Gonzalo Sánchez de Losada.

La reforma agraria del 1953…

Evo Morales ha anunciado una nueva reforma agraria, una revolución, como dijo, que se lanzará el próximo 2 de agosto, a 53 años de la primera reforma agraria del 1953, cuyo fracaso es una lección que hay que aprender. En ese entonces los latifundios, concentrados en el altiplano, llegaban a las 100, 200, y raras veces a las 1000 hectáreas. Al reparto de la tierra -que a veces fue la distribución de un botín de guerra utilizado por el gobierno burgués de Paz Estenssoro para acabar con la revolución- no siguió ningún apoyo técnico ni de ninguna otra forma a los campesinos, que al final se endeudaron teniendo que abandonar o vender en la práctica la tierra que se les titulaba.
Una investigación social del 1999 de la Comisión económica para América Latina y el Caribe de la ONU (CEPAL), analizando este proceso llegaba a la siguiente conclusión: “en estas regiones tradicionales de reforma agraria (las altiplánicas) existen ya muy pocos beneficiarios originarios de la predistribución de la tierra”[1] (que después se calculan en el 4,1% del total de los entrevistados). Por otro lado un documento de la Fundación Tierra publicado por la FAO, mencionando los efectos de la reforma agraria del 1953 subraya que ésta “a diferencia de la revolución y reforma agraria mexicana…. generó un neolatifundismo en las tierras del oriente con la repartición de vastos territorios a supuestos hacendados”. Y con el ajuste estructural que la burguesía impuso muy responsablemente al país -porque no era la clase que iba a pagar las consecuencias- las cosas han seguido empeorando. Cuando en “el 1991 se capitalizó el Banco Central de Bolivia y se concretó el retiro del Estado de la actividad de intermediación directa de recursos financieros, con lo que se determinó el cierre de todos los bancos estatales de fomento incluyendo el Banco Agrícola que operaba desde 1942″[2], o sea se cerró uno de los bancos que tenia como objetivo el fomento a la pequeña y mediana empresa agrícola. “Para diciembre de 1994, de una cartera total de aproximadamente 3.084 millones de dólares, los préstamos destinados a la agricultura representaban el 10.5% (324 millones de dólares)… a su vez, los préstamos agropecuarios en mora eran los principales responsables de la mora total (86.3%) a escala nacional a fines de 1994.”

… y la “revolución agraria”

Aunque no se sepa todavía en detalle en qué consistirá esta nueva reforma agraria, es interesante anotar el contexto y los objetivos que propone. En primer lugar las asociaciones empresariales hasta ahora no están asistiendo a las mesas con el gobierno y las organizaciones campesinas donde se debate el tema, y esto obligó al gobierno a prolongar el plazo fijado para buscar una reforma consensuada, aunque el vicepresidente Álvaro García Linera ya aclaró que la reforma se hará de todas maneras, con o sin el consenso de los terratenientes. Evo ha declarado que no será como la anterior, no solo porque será efectiva, si no porque no conducirá a una nueva mercantilización de la tierra, y será solidaria. El modelo principal será el del “socialismo” -como le llama Evo- de las comunidades indígenas campesinas del altiplano, donde hay una forma colectiva de propiedad, y el objetivo será la mecanización del campo. Son intenciones interesantes, pero para hacerlas realidad se necesita ir mas allá de las primeras medidas asumidas por el gobierno.
El pasado mes de mayo se promulgaron seis decretos de reforma parcial de la llamada Ley INRA del 1996 (el definitivo entierro de la reforma agraria del 1953), que, entre los aspectos más sobresalientes, prolongan el término para el saneamiento y la titulación de las tierras por parte del INRA, reparten las primeras tierras fiscales, y, sobre todo, definen la función social de la tierra cómo su uso efectivo con fines productivos. En efecto con la vigente Ley INRA se necesitaba solo pagar impuestos con regularidad para certificar como productivos los latifundios más ociosos, que formalmente la Constitución del Estado prohíbe. Pero aquí está la cuestión: ¿qué quiere decir “latifundio productivo”? Hemos dicho que Bolivia es un país todavía agrícola en forma muy relevante, pero con extensos latifundios. Si consideramos el desempeño de este “sector productivo”, que representa cerca del 15% del PIB nacional, y el 30% de las exportaciones veremos la bajísima productividad de la tierra.
En cuanto a la mecanización, en diez años se ha “experimentado un retroceso. Hacia el año 2000 Bolivia… tenía un tractor por cada 368 hectáreas de tierra cultivable “lo que indica por una parte la baja capacidad de tecnificación agraria, y por otra el grado de subexplotación de las tierras”[3]. A pesar de tener mas tractores por hectárea (1/368 frente a 1/854) que Ecuador la productividad de la tierra boliviana es, para algunos productos, más baja que la ecuatoriana, aunque sean países cercanos y muy parecidos. Aunque, por ejemplo, la productividad de la soja boliviana sea menor a la argentina, Bolivia mantiene un precio muy competitivo para este producto agrícola fundamental de exportación [4].
Pero estos ¨arriesgados¨ empresarios defensores de las libertades de mercado, cuando el precio de la soja baja en el mercado mundial no dudan en pedir ayuda económica al estado, a pesar de no cumplir ninguna función social que no sea la de enriquecerse. Es una mentira que alguna de las estadísticas oficiales revela que este sector “alimente a Bolivia”. Al contrario resulta que: “lastimosamente, el modelo de crecimiento adoptado desde 1985 tiende a ser excluyente en la medida que la asignación de recursos está sesgada hacia una agricultura de corte empresarial, disminuyendo los costos de transacción de las unidades productoras de bienes transables y prestando muy poca atención a la dinámica campesina que sigue aportando la mayor cantidad de alimentos a la población boliviana a pesar de su estado de pobreza”[5]. Dejando de lado el trigo y la leche, la producción de otro alimento básico en la dieta boliviana, el arroz, no está mejor: a pesar de un aumento de la superficie cultivada del 2%, la producción es más baja que en el 1985. La escasez de inversión en tecnológica y productivas en el campo hacen que, aparte de faltar recursos, al pueblo boliviano le hace falta la “oferta alimentaria (que) en 1998-2000 (es) solo levemente superior al África subsahariana”[6]. Esto obviamente no vale para todos: Santa Cruz, donde hay mas acomodaditos, tiene una fuerte vocación ganadera pero de la carne bovina que se produce “el 82,63% está destinada al mercado de Santa Cruz, el 15,25% al interior del país, y el 2,13% a Perú”[7]. No hay otra conclusión que esta: el latifundio mal llamado “productivo” favorece el cultivo extensivo y no intensivo de la tierra, y esto le permite sacar los más altos beneficios de la mínima inversión y mantener precios competitivos gracias a la pura sobreexplotación del trabajo campesino. En otras palabras ¡no existe latifundio productivo, los parásitos burgueses no dan trabajo, y aún menos alimentan a Bolivia! Y también está claro que el simple reparto de la tierra por sí mismo no moderniza la agricultura, no resuelve los problemas estructurales del país, ni resuelve las injusticias en el campo.

Los demás chantajes de la burguesía……

Como si no fuera suficiente su control de las palancas de la economía, la burguesía y también el derrotado gonismo pueden recurrir en la desmembración del Estado para no perder todo y minar los planes del gobierno. Aquí no hablamos sólo del Referéndum Autonómico del 2 de julio, porque esta es una cuestión bastante sencilla. La autonomía planteada por los cívicos cruceños alza el mas retrogrado y reaccionario racismo (basta ver las pintadas que llenaron las paredes de Santa Cruz).No se necesita ser maquiavélico como dice el prefecto cruceño para entender las intenciones de la burguesía oriental. El filósofo liberal italiano más conocido, Benedetto Croce, decía que “prever no es nada más que ver”, y lo que vemos es ya suficiente. Con la Ley Tarija (que hemos explicado anteriormente) el prefecto de este departamento ya intenta sabotear al gobierno en el asunto hidrocarburífero. Cuando apenas se comenzó a hablar de reforma agraria el prefecto de Santa Cruz convocó una mesa para buscar un “arreglo” a la situación en el departamento, y así anticipar y hacer inútiles los movimientos del gobierno, mesa que justamente fue desatendida por las organizaciones campesinas siguiendo las consignas del MAS. El gobierno selló un acuerdo con los trabajadores de salud, y los prefectos de la media luna oriental comenzaron a despedirlos como señal de boicot.
La Autonomía no es nada mas que la ultima prueba del parasitismo, la debilidad y la arrogancia de una clase, la burguesa, que prefiere patear el tablero antes que perder la partida. Por esto amenazan con formar sus propios gobiernos incluso si gana el NO. Es tan claro que nos sorprende que haya sido necesario esperar que el mismo Evo Morales se pronunciara por el No al Referéndum para que toda la dirigencia del MAS cruceño tome la misma postura. La actitud del vicepresidente García Linera de hacer de la Autonomía tema de acuerdos con la burguesía oriental es la segunda equivocación en este sentido que él manifiesta. Mientras escribimos se están cerrando las mesas. Esperamos que esto no tenga consecuencias, pero desde ahora podemos señalar cómo una campaña del MAS por el NO más clara desde el comienzo, hubiera tenido efectos positivos en la misma Santa Cruz. Pero como decíamos no se trata sólo de esto. Entre las medidas que hicieron de Bolivia el país donde el ajuste estructural, la apertura al neoliberalismo, fue más profundo de toda América Latina, hubo también dos leyes de reorganización del Estado, la de Descentralización Administrativa, y la Ley de Participación Popular. El efecto de la primera fue que mientras a mediados de los ochenta el Estado decidía sobre el 75% de la inversión pública, ahora puede decidir sólo sobre el 30%, y el resto, o sea la mayoría de los recursos, está en manos de los gobiernos locales.
El mismo impuesto para los hidrocarburos será repartido así, con la consecuencia de debilitar los planes del gobierno (que necesitan toda la recaudación para hacer inversiones), mientras que se siguen entregando recursos a las manos de la derecha de la media luna oriental. ¿Puede desarrollarse un plan nacional de mejoras sociales en estas condiciones? La Ley de Participación Popular a su vez parece ser el clásico ungüento democrático al hambre: mientras que se vendía el país, se constituían estructuras “democráticas” para repartir, responsabilizar y atar el pueblo a su miseria. Sin embargo las 2000 FEJUVEs creadas por la ley se volvieron pronto un instrumento alternativo de organización y lucha para la clase trabajadora, frente al debilitamiento de los medios tradicionales y la ausencia de un partido.

…. y del imperialismo

Por último, pero tal vez lo más relevante, no podemos olvidarnos las más poderosas armas del imperialismo contra la revolución boliviana, su ejército verde que ya invadió Bolivia y que tiene sus armas dirigidas diariamente a la cabeza del gobierno y de los trabajadores bolivianos: el dólar, la dolarización casi total de la economía, y la deuda externa. Todos los estudios oficiales sobre el fenómeno de la dolarización de Bolivia siempre empiezan con la caída de los precios del metal a finales de los ’70, para luego explicar cómo el déficit del Estado y la emisión de moneda provocaron la hiperinflación y la huida hacia el refugio del dólar. Es una explicación parcial. A finales de los ’70 el movimiento obrero europeo y norteamericano sufrió varias derrotas, y comenzó una época de reflujo en su lucha, que hace unos años se ha revertido a nivel planetario. Pero en ese entonces esto permitió a la administración norteamericana imponer nuevamente la supremacía del dólar, su apreciación, con la consecuencia de golpear violentamente las economías más débiles y endeudadas, como la boliviana.
No tenemos que explicar a los bolivianos qué quiere decir recibir un sueldo en moneda nacional y pagar alquileres, desembolso de préstamos, y -en los mercados de Santa Cruz- hasta prendas de vestir, calzado y demás en dólares. Pero estos costos sociales, aunque sean los percibidos en forma directa y con inmediatez por el pueblo -como saben bien los centenares, hasta miles de trabajadores bolivianos que vieron sus casas ir a remate- no abarcan todo el problema. Leímos en unos de los documentos citados de la CEPAL[8] éste análisis del desempeño de la economía boliviana a lo largo de los ’90: “otro elemento que impide mejorar la tasa de crecimiento es la persistencia de un déficit de cuenta corriente en la balanza de pagos. Entre los principales factores que intervienen en este déficit están, por ejemplo, el deterioro de los términos de intercambio, el ingreso de flujos importantes de recursos externos que ocasionan una tendencia hacia la sobrevaluación de la moneda nacional, creando un incentivo para la importación de bienes de consumo por tratarse de una economía fuertemente dolarizada y, finalmente, el prolongado empleo del tipo de cambio como variable ancla de la inflación que provoca la apreciación cambiaria e impacta negativamente sobre los bienes transables”.
La dolarización y los préstamos que siempre los países ricos están dispuestos a cobrar a Bolivia, son un freno al crecimiento de la economía, por favorecer las importaciones y sobrevaluar la moneda nacional, lo que impide medidas que protejan la empresa nacional. Por otro lado el flujo de recursos externos debilita al país y la posibilidad de inversiones sociales, por hacer subir la deuda hasta llegar al 85% del PIB (valoración para el 2004), con un pago, solo de intereses, del 10% del PIB. Es la misma historia que se repite en forma trágica. En el número 6 de Marxismo Hoy, revista de la Fundación Federico Engels, publicamos un estudio sobre el cambio en la condición laboral minera después de las privatizaciones (estudio que sigue vigente y que aconsejamos leer) donde se anotaba lo siguiente: “la sobrevaluación del peso boliviano, que se adopta como política central desde 1956 (o sea después de la Revolución), significó en los hechos la renuncia al potenciamiento del sector minero y a la industrialización del país”.

Los retos del gobierno

¿Cómo está enfrentando el gobierno semejante situación? Evo Morales y el MAS se postulan a la Constituyente presentando una rendición de cuentas de los primeros seis meses de gobierno muy respetable. A parte de la nacionalización de los hidrocarburos, de la repartición de las tierras, de la derogación del libre despido, del aumento del salario básico se hizo lo siguiente: “en dos meses de alfabetización alrededor de 30 mil personas son alfabetizadas en 1.537 puntos que están funcionando en todo el territorio nacional, en 140 municipios y con 1.645 alfabetizadores; los 800 médicos cubanos en el país efectuaron 500 mil atenciones de salud en 188 municipalidades, visitaron 6 mil comunidades rurales, atendieron 300 partos, realizaron 36 intervenciones quirúrgicas mayores, devolvieron la vista operando 10.500 casos, 9 mil en Bolivia, casi 2 mil en Cuba”[9]; se ha disuelto, por corrupción, la temible policía política (la PTJ) y fueron nombrados nuevos mandos militares, después del escándalo de los misiles entregados a EEUU.
El pasado 17 de junio fue presentado el plan ¨Bolivia digna, soberana, productiva y democrática para vivir bien¨ que fija los demás objetivos del gobierno, de los cuales se destacan los siguientes: para reducir la pobreza y mejorar las condiciones sociales se busca difundir el suministro de gas, agua, alcantarillado y electricidad a los hogares, la construcción de 100.000 viviendas, la generación de nuevo empleo a través del microcrédito y de planes de desarrollo infraestructural, la ampliación del Seguro Nacional de Salud y del programa Desnutrición Cero, la reforma de la Ley de Pensiones, para rebajar la edad de jubilación a los 55 años, nuevas descentralizaciones, la revisión de los tratados bilaterales, el plurilingüismo, la participación democrática en todo el proceso de pueblos indígenas y movimientos sociales a través de un Consejo Nacional para el Desarrollo, cuya base serán los Comités de Movimientos Sociales para el Desarrollo, etc.
Los gremios empresariales que asistieron al evento de la presentación del plan, salieron preguntándose con desprecio ¿cómo podrán hacer todo esto? Ahí está la cuestión. La estrategia política del gobierno es: tomar el control de los sectores estratégicos y que generan excedencia, reactivarlos con el aporte del capital extranjero para industrializar el país y financiar los planes sociales. Por esto, aun con muchos y relevantes cambios, se siguió con la licitación de El Mutún, y por esto el gobierno no tomó partido en el fallo constitucional interpuesto por los movimientos sociales en contra de los acuerdos bilaterales, como el firmado con países Bajos, que sirven de amparo a las multinacionales. En El Mutún -uno de los yacimientos de hierro más grandes del mundo- cuando Morales llegó al poder la situación estaba así: una multinacional brasilera (EBX) adelantándose a las demás, ya estaba alistándose para extraer hierro, trabajando con hornos a carbón (que se tenia que sacar cortando zonas forestales protegidas) y llevarlo a Brasil para industrializarlo.
El gobierno cambió las reglas del juego, impuso que el hierro sea industrializado en Bolivia -generando empleo y valor agregado- se propuso como socio minoritario, y también redujo la licitación al 50% del yacimiento, porque el otro 50% será entregado a la recién nacida MINENSUR, con capital público venezolano y boliviano. Al final solo una multinacional presentó su oferta, la india Jindall Steel. Este caso es exactamente paradigmático de la debilidad de la estrategia política del gobierno. Como hemos tratado de explicar y demostrar hasta aquí, aunque, hipotéticamente, el imperialismo y la burguesía, a pesar suyo, aceptaran los cambios sociales, no dejarían de seguir saboteando con todos los medios a su alcance para que, en uno, 5 o 10 años, los que sean necesarios, la revolución fracase. Pero esto no es ni siquiera el caso boliviano donde ya ahora todo el proceso está constantemente amenazado por la situación económica, la deuda, la dolarización, los parásitos burgueses y sus matones y el imperialismo. En realidad sin la existencia de Cuba y Venezuela, ni los primeros pasos que se han dado se hubieran podido llevar adelante. Sin el apoyo de Venezuela el boicot de las multinacionales petroleras tal vez ya hubiese producido sus efectos, sin la presencia de médicos cubanos tal vez los bolivianos seguirían esclavos de los traficantes de riñones, sin los capitales venezolanos tal vez El Mutún hubiese sido licitado tal como se planteaba originalmente.

¿Que defendemos?

El poder aprovechar el contexto internacional no es la única peculiaridad del proceso revolucionario boliviano, que se puede entender mas si lo comparamos con otro, que a primera vista puede parecer semejante, o sea el venezolano. En Venezuela, Chávez llegó a la presidencia después de un periodo de reflujo, concentrando en sí las esperanzas de cambio. A pesar de su programa muy moderado, el gobierno venezolano tuvo que enfrentarse al imperialismo y la oligarquía que organizaron una insurrección armada, y pudo derrotar el golpe de estado y el sabotaje de la economía sólo por la movilización popular. De allí, con la toma de empresas y su nacionalización, la clase trabajadora venezolana ha comenzado a ponerse al frente del proceso revolucionario, jugando un papel cada vez más importante.
En Bolivia el MAS y Morales fueron el resultado de un proceso que desde sus primeros pasos, ya en Cochabamba en el 1999, lleva a la lucha popular a enfrentarse al imperialismo y sus títeres, hasta llegar el año pasado a situarse a un paso de la conformación de un gobierno obrero campesino. En este proceso la dirigencia del MAS mantuvo siempre una postura “democrático-institucional”, aunque sus bases participaron decisivamente en la lucha contra los gobiernos de Goni y de Mesa. Por su parte la vanguardia revolucionaria aglutinada en la dirigencia de la COB no supo ni ser consecuente con lo que ella misma planteaba, ni, sobre todo, arrastrar de tras de sí a la masa campesina, en su mayoría vinculada al MAS. ¿Acaso eso era posible? Aquí no coincidimos ni con la ala derecha del actual gobierno, encabezada por el vicepresidente Álvaro García Linera, ni con las posturas ultraizquierdistas de la dirigencia de la COB: sí, en las jornadas de mayo junio, a pesar de no tener un partido propio y también, muchas veces, de su confianza en el MAS, existía la posibilidad de que la clase trabajadora ganara la dirección de todo el movimiento. La misma clase trabajadora, con el campesinado, no encontrando alternativas creíbles en la vanguardia revolucionaria, mientras que esta difundía el abstencionismo a las elecciones, decidió en masa darle una oportunidad al MAS y a Evo Morales, confiando en él, viendo representada sus ambiciones de cambios radicales, pero sin perder de vista sus objetivos.
Esta actitud es ejemplificada en la postura del MST: Los dirigentes de los sin tierra, mientras que piden a sus base no seguir ocupando tierras para darle al gobierno la posibilidad de repartirlas, por otro lado le dan un plazo al gobierno para que cumpla sus compromisos con el campesinado. Por su parte el gobierno, mientras intenta recuperar la soberanía nacional y mejorar la vida de los bolivianos, busca un acuerdo con la burguesía y el imperialismo, que sirva para hallar los recursos económicos que el país y su desarrollo necesitan, garantizándole seguridad jurídica a sus inversiones. Como estamos viendo con el acuerdo con la derecha para viabilizar la ley convocatoria de la Constituyente, la licitación del Mutún, las vacilaciones del gobierno frente al referéndum autonómico y, en general, todos los acontecimientos de estos primeros meses, este acuerdo es posible sólo como cuarto intermedio, que le sirva a los enemigos del pueblo para organizarse y golpear mas duro.
Habrán nuevos y más severos enfrentamientos, y el apoyo de Cuba y Venezuela sólo pueden alejar por un corto plazo esta perspectiva. ¿Cómo actuará el gobierno? Aunque tenga su fuerza principal en el campo, el MAS no es simplemente un partido campesino, lo que lo haría fácilmente presa de la burguesía. El partido gana apoyos en sectores obreros de Santa Cruz, Cochabamba, La Paz, y entre algunos sectores de mineros. En las últimas elecciones en la Federación del Magisterio Urbano de La Paz, con una participación histórica de casi 18.000 votantes, el MAS, quedó en segundo lugar con el 42%, basándose solamente “en la popularidad de Evo Morales”, como declaró la dirigente de los maestros y del POR Wilma Plata. Este apoyo, y la forma particular en que se expresa, es un arma de doble filo para la victoria de la revolución. Si por un lado es el dique que puede detener una eventual traición del gobierno, en el caso contrario de su traición o fracaso total, puede allanar el campo a la burguesía y al imperialismo.
Los que creen que fracasando el MAS se abrirán las puertas al resurgimiento de la COB o de un partido puro de trabajadores -que mientras, aunque defendiendo justamente su autonomía, no se haya unido y enraizado en las masas, interviniendo en las relaciones de fuerza en la sociedad, sino que haya seguido con la propaganda abstencionista contra el gobierno- en realidad siguen aplicando con puro formalismo las recetas del marxismo, lo mas ajeno de lo que el mismo Marx planteó como método. ¿Qué quiere decir defender el derecho de Bolivia a disponer de sus recursos contra el acoso imperialista? O creemos que Bolivia lo está haciendo, y esto tiene la consecuencia política de defender, extender y profundizar las nacionalizaciones, o no lo está haciendo, entonces defendemos una postura de oposición frontal clasista al gobierno.
Aparte de lo que pueden pensar algunos sectores de activistas políticos avanzados, está lo que piensan las masas, el elemento fundamental en el proceso. Cuanto más se agudice el enfrentamiento con la burguesía y el imperialismo, cuantos más obstáculos estos irán poniendo al camino del gobierno, con más conciencia las masas comenzarán defendiendo el gobierno y a la vez presionándolo para que se profundicen sus medidas, para que los gonistas, los terratenientes, los ratones y hambreadores del pueblo no vuelvan al poder. Como decía Lenin “con este material humano tenemos que hacer la revolución”, y tenemos que tener en cuenta este sentimiento mayoritario. Por esto no nos puede interesar darle notas al gobierno de suficiente o menos, si no explicar pacientemente que todo lo que se está haciendo no será decisivo ni irreversible hasta cuando no sean expropiados los burgueses y el imperialismo de su poder político y económico.
Por esto, y con este objetivo los marxistas toman partido en el proceso revolucionario en Bolivia defendiendo incondicionalmente todas aquellas medidas y conquistas sociales que representan un choque del gobierno masista con el imperialismo y la burguesía, y estarán hombro a hombro junto a las masas en su lucha cotidiana para mejorar sus condiciones, siendo la parte más conciente del proceso, la que aglutina las mejores fuerzas y lucha para fortalecer las organizaciones obreras y para armar la clase trabajadora del país con un programa y con todas las herramientas que necesita para ganar la dirección política de la sociedad.

¿Cómo profundizar la revolución?

Ya llegamos al punto central: el programa. En Bolivia se va planteando hace tiempo la cuestión del partido, tema trascendente para la clase trabajadora. ¿Cómo surgieron los partidos políticos de los trabajadores? La del partido fue una necesidad histórica de la clase obrera, lo que quiere decir que fue una necesidad de los trabajadores mismos. Primero nacieron los sindicatos, pero cuando fue claro que la simple lucha sindical no podía cambiar las condiciones de vida de la clase en su conjunto, nacieron en toda Europa, y no solo, los primeros partidos socialistas de masas. Ya tenían un programa, el ¨Manifiesto¨ de Marx y Engels, que estaba grabado en las ambiciones de las masas. En otras palabras los partidos son producto de procesos históricos en épocas turbulentas. Por esto un partido no puede ser simplemente proclamado, ni menos ser simplemente la suma algebraica de varias y pequeñas organizaciones. Y sobre todo no es planteando la proclamación del partido que hallamos una atajo a la debilidad política de la clase obrera, porque el partido es lo contrario, la expresión de su fortalecimiento.
Necesitamos entonces plantear un programa, el primer paso en ese recorrido, que en el marco político de las Tesis de Pulacayo, sea adecuado a la fase política, que nos permita profundizar el choque con la burguesía, avanzando los temas de la lucha cotidiana y poniendo los problemas cotidianos de la clase obrera y sus sentimientos en la perspectiva del cambio decisivo en la sociedad. Y que sobre todo, en la actual coyuntura, permita agilizar el surgimiento de las reivindicaciones obreras, y su capacidad de ser guía para el campesinado. Un programa que incluya las siguientes reivindicaciones, que planteamos como ejemplos:

1. Para defender la revolución y el cambio social impulsar la organización en cada barrio, en cada lugar de trabajo, en cada cuartel de brigadas en defensa de la tierra y de los recursos naturales, contra el acoso, el boicot y el sabotaje de la burguesía y del imperialismo. A los matones y paramilitares de los terratenientes respondamos con las milicias obreras y campesinas. Para defendernos de la infiltración de militares extranjeros y de posibles invasiones de las tropas estadounidenses que están en Paraguay, fomentar el armamento general del pueblo,

2. Para defender y profundizar la nacionalización, que se empiece por expropiar todos los campos gasíferos de las empresas que recurrirán al arbitraje internacional y de las que contrabandearon crudo y gas, evadiendo los impuestos. Acogemos la propuesta de Evo de nombrar representantes de los movimientos sociales en las ex capitalizadas, pero pedimos al gobierno que todos los consejos de administración estén conformados por representantes de los movimientos sociales y de los mismos trabajadores;

3. Para fomentar el desarrollo y la industrialización del país, nacionalizar, sin indemnización y bajo el control obrero, los bancos y las empresas, comenzando por el Banco Unión y todas las empresas transnacionales que no han cumplido sus acuerdos, como Aguas del Illimani, Electropaz, etc., y las que están en quiebra especialmente las mineras y las capitalizadas como LAB. Que la COB impulse la toma de las empresas mineras en quiebra como la mina Totoral;

4. Confiscación de los latifundios y fincas no cultivadas o infrautilizadas. Creación de un organismo nacional que gestione la producción agropecuaria, los precios de garantía y la distribución alimentaría a nivel nacional y para todos, con participación de organizaciones campesinas, sindicales y del estado. Expropiación de los latifundios bajo control obrero y sin indemnización, unida a la obtención de créditos baratos por medio de la expropiación de la banca sin indemnización y bajo un programa gestionado y controlado por comités paritarios compuesto por un tercio de trabajadores del campo, un tercio de organizaciones sindicales y un tercio de representación de la administración.

5. Juicio de responsabilidad para todos los representantes del gonismo que se mancharon con la sangre de los caídos en febrero y octubre del 2003. Como medida preventiva expropiemos sin indemnización y bajo el control obrero sus propiedades como la Compañía Minera del Sur, y todas sus acciones en otras empresas, inclusive sus latifundios. Al mismo tiempo, pensión vitalicia para todos los familiares de los héroes de la lucha al gonismo y libertad para los presos políticos;

6. No a la autonomía, cualquiera sea el resultado del referéndum, no a la descentralización administrativa que quite recursos al gobierno central: refundar toda Bolivia en forma homogénea quiere decir poder contar con todos los recursos. La única autonomía que podemos aceptar conlleva el respeto a las formas de organización tradicional de las comunidades indígena para que estas elijan sus propios representantes y sean involucradas en la toma nacional de las decisiones. Fomento de la lengua y la cultura propias (en el campo y la ciudad) para los pueblos indígenas. Creación de escuelas y centros necesarios para ello;

7. No a la libre circulación del dólar. Si los cívicos cruceños ya se sienten autónomos con su propia moneda, o sea títeres y esclavos del imperialismo, hay que hacerle entender que Santa Cruz es parte de Bolivia. Si los trabajadores recibimos sueldos en bolivianos que nadie pueda cobrarnos nada en dólares;

8. Moratoria unilateral en el pago de la deuda exterior: para que los planes de mejoras sociales no sean negociables;

9. ¡Consejo Nacional de Desarrollo ya! Que se base en los comités elegidos democráticamente en cada barrio, cuartel, lugar de trabajo, pueblo y comunidad campesina e indígena, y que tengan la última palabra en la aprobación del presupuesto nacional y de la asignación de recursos a los sectores estratégicos de la economía;

10. De la derogación del libre despido pasemos a luchar para que acabe el trabajo eventual que afecta nuestra juventud: no al empleo precario, pase a planta permanente a los 15 días;

11. En las empresas como en las minas donde hay más contenido tecnológico, no a la sobreexplotación de los trabajadores y su substitución por las maquinas: al contrario, reparto del trabajo entre todos los trabajadores (ocupados y desocupados) en cada rubro de producción sin afectar el salario, para así acabar con la desocupación;

12. Mientras que no arranque el plan nacional para las viviendas, congelamiento de los remates hipotecarios. Que el alquiler o la hipoteca de la vivienda no superen el 10% de los ingresos familiares. Congelamiento de las tarifas de los servicios públicos e instauración de una “tarifa social” gratuita para las familias pobres y desocupadas. Estatización de todas las capitalizadas que cumplen servicios públicos;

13. Para que las mejoras de la instrucción y de la salud no dependan solo del apoyo cubano, crear un único sistema sanitario nacional, y el seguro sanitario universal, que abarque todos los tres niveles de la atención sanitaria boliviana y que también una en una sola entintad nacional bajo el control de los trabajadores de la salud, del estado y de las comunidades, todas las cajas. La misma UDAPE nos señala que esta partición en niveles y en cajas hace que la mayoría de la población no tenga atención medica, particularmente en el campo. Bajo esta consigna se puede ganar confianza en los campos y también dividir los jóvenes estudiantes y enfermeros que ahora están asustados por la cínica clase medica boliviana y azuzados en contra de los médicos cubanos;

14. Abrogación del 21060 y aceleración de la nueva Ley de Pensiones que el gobierno ya esta presentando;

15. Si “el socialismo es la meta” (como Evo declaró), por una Bolivia encaminada hacia el rumbo del socialismo, en la construcción de la federación socialista de América Latina, comenzando por Cuba, Venezuela y Bolivia.

Con esta herramienta de ideas y programas llamamos a la lucha y a la organización los jóvenes y los trabajadores bolivianos. Por nuestra parte, así como lo hicimos lanzando la campaña Manos fuera de Venezuela, seguiremos llamando al apoyo y la solidaridad de la clase trabajadora mundial, y de sus organizaciones mayoritarias, a la causa de la revolución boliviana y latinoamericana.

2 de julio de 2006

NOTAS

[1] Jorge A. Muñoz: Los mercados de tierras rurales en Bolivia – editado por la CEPAL.

[2] Fernando Crespo Valdivia: Incidencia de las Reformas estructurales sobre la agricultura boliviana – editado por la CEPAL.

[3] CEPAL – Panorama social de América Latina 200/2003.

[4] Diego Montenegro Ernst – Álvaro Guzmán Bowles: inversión y productividad en el sector agrícola – agroindustrial boliviano.

[5] Incidencia de los ajustes… antes citado – CEPAL

[6] Panorama social… citado antes

[7] Montonegro – Guzmán

[8] Incidencias de las reformas estructurales sobre la agricultura boliviana

[9] La Razón – varias ediciones