Los disturbios en Afganistán subrayan las contradicciones a las que se enfrenta el imperialismo norteamericano

0
155

La ocupación de Iraq ha ensombrecido lo que está haciendo el imperialismo estadounidense en la guerra de Afganistán, pero los disturbios que estallaron en Kabul el 29 de mayo han despertado la atención de todo el mundo sobre lo que realmente está ocurriendo allí. La ocupación de Iraq ha ensombrecido lo que está haciendo el imperialismo estadounidense en la guerra de Afganistán, pero los disturbios que estallaron en Kabul el 29 de mayo han despertado la atención de todo el mundo sobre lo que realmente está ocurriendo allí.

Lo que inició el incidente fue un accidente en el que estaba implicado un vehículo militar norteamericano y varios coches civiles de los alrededores de Kabul. Según algunos informes de la televisión afgana, murieron unas 30 personas y más de 60 resultaron heridas. También hubo noticias de que las tropas norteamericanas dispararon contra una multitud desarmada.

Fue el peor estallido de violencia en Kabul desde que echaron a los talibán hace cinco años. En un intento de calmar los crecientes sentimientos anti-estadounidenses entre la población afgana, la embajada de EEUU ha prometido pagar una compensación a las familias de los muertos, pero esto no tendrá ningún efecto porque el problema va más allá de la cuestión del propio accidente.

Esta erupción de violencia no se puede explicar simplemente por el accidente de carretera. Esto simplemente ilustra el ambiente real que se está desarrollando en Afganistán. Subraya el hecho de que Afganistán, como Iraq, es un país bajo ocupación extranjera. Ninguna cantidad de propaganda por parte del gobierno norteamericano y sus aliados puede ocultar el hecho de que la población de Afganistán no quiere tropas extranjeras en su país.

EEUU y sus aliados dicen que iban a Afganistán a garantizar a su pueblo la democracia y el progreso. Pero por ahora la población ha visto muy poco de esto. El “parlamento” afgano está formado por 240 parlamentarios. Según algunas fuentes, 200 de ellos tienen su propio ejército privado. Así que lejos de ser una institución democrática representativa, este parlamento es simplemente una reunión de hombres con poder real sobre el terreno, aquellos que están al mando de las milicias locales. Mientras tanto, el presidente Karzai, sigue en el poder sólo gracias a la protección de las tropas norteamericanas. Sin ellas sólo sería un hombre muerto.

El comportamiento de las tropas norteamericanas también es un factor que contribuye al creciente resentimiento de la población hacia ellas. Aparentemente este último accidente no es algo raro, ¡todo lo contrario! Muchos conductores en Afganistán pueden contar historias de cómo los vehículos militares norteamericanos a menudo conducen sin preocuparse por la población local. Las otras tropas extranjeras aparentemente no lo hacen mucho mejor.

Entrevistaron a un taxista que decía: “Si la opresión estadounidense de la población corriente es de esta manera, tendremos que unirnos todos de nuevo a los talibán para echarlos”. Este comentario revela la profundidad del resentimiento. El régimen de los talibán era terriblemente brutal, pero este comportamiento de las tropas imperialistas está llevando a que algunas personas incluso estén comenzando a tener una opinión mejor de los talibán.

El “gobierno” no ha hecho nada para mejorar la vida de los afganos durante los últimos cuatro años. En lugar de mejorar las cosas, la población siente que las cosas empeoran y esto es lo que está detrás de este reciente estallido de furia popular. El número de desocupados está creciendo y parece que no hay perspectiva de que se creen nuevos empleos. Comenzando con la furia ante el comportamiento de las tropas extranjeras, la gente ha empezado a expresar su oposición al gobierno actual.

El comportamiento de la “policía” afgana durante este último incidente demuestra la debilidad del régimen actual. Subraya el hecho de que sin las tropas extranjeras el gobierno no duraría ni un solo día. Muchos policías en realidad mostraron simpatías hacia los manifestantes y se negaron a actuar contra ellos. En algunos casos se quitaron los uniformes y se unieron a los manifestantes gritando insultos contra el presidente Hamed Karzai.

Los analistas fieles al régimen están ahora ocupados intentando teorías conspirativas. Según estas teorías el disturbio no fue espontáneo, sino que fue cuidadosamente orquestado por fuerzas políticas como el Jamiat-e-Islami. Si es verdad o mentira no lo podemos decir. Pero incluso si fuera cierto, ¿cómo explican ellos la naturaleza tan extensa de la rebelión? Si estuvo organizada, entonces todo lo que podemos decir es que los organizadores utilizaron el ambiente real de resentimiento que existe entre la población. “Muerte a Karzai” y “Muerte a EEUU” es lo que se puede escuchar en las manifestaciones que crecen en número y que intentaron llegar a la embajada de EEUU.

La respuesta del gobierno fue imponer el toque de queda en Kabul, desde las diez de la noche hasta las cuatro de la mañana, por primera vez desde la caída de los talibán. Pero el 30 de mayo por la mañana reinaba una aparente “calma” en Kabul y los tanques estaban posicionados cerca de los lugares donde se registraron los peores disturbios. Esta calma, sin embargo, no engaña a nadie y muchas personas están preguntándose cuando estallará el próximo disturbio.

Esta es la situación en Kabul pero mientras, lejos de la capital, hay un creciente resurgimiento de las actividades de los talibán. En el sur del país los ataques talibán sobre tropas estadounidenses y extranjeras están aumentando.

El año pasado fue el peor para las tropas norteamericanas y los ataques de los talibán son los más altos desde 2001, cuando cayó el régimen talib, y ya este año han muerto 25 soldados norteamericanos en Afganistán, cantidad pequeña si se compara con Iraq pero que sigue aumentando.

El número de combatientes talibán está aumentando y en algunas zonas está aumentando la simpatía hacia ellos entre la población. Lo que está ocurriendo en la ciudad sureña de Ghazni, en el distrito de Andar, es sintomático. En las zunas rurales la autoridad real ha caído en manos de los talibán. Aparentemente patrullan libremente la zona y en los últimos dos años han conseguido reestablecer una posición donde pueden fácilmente encontrar refugio en las aldeas locales.

Esto a pesar de los bombardeos y la presencia de 20.000 soldados norteamericanos, junto con fuerzas de Gran Bretaña, Canadá, Italia, Australia y otros países, el imperialismo cada vez tiene más dificultades para controlar el país. Esto demuestra claramente que no se puede someter a la población con la fuerza pura de las armas. El ejército norteamericano es el más poderoso del mundo. Tiene a su disposición las armas más destructivas conocidas jamás por la humanidad, y aún así, no pueden pacificar y “normalizar” un pequeño y extremadamente subdesarrollado país como es Afganistán.

En 2001, tras la caída de Kabul, publicamos un artículo titulado: Afganistán tras la caída de Kabul: ¿La guerra ha terminado? escrito por Alan Woods. En aquel momento, los medios de comunicación estaban repletos de historias sobre el final de los talibán. Afganistán se convertiría en una democracia estable apoyada por EEUU y otras tropas occidentales. Por supuesto era simple propaganda que ignoraba la situación real dentro de Afganistán, Alan Woods escribía lo siguiente:

“La rapidez del colapso de la defensa de los talibán y la facilidad con la que la Alianza del Norte ha entrado en Kabul, han llevado a muchos a concluir que la guerra ha terminado y que los talibán están acabados. Esta es una malinterpretación seria de la situación…”.
Y continuaba diciendo: “Los talibán han perdido su control del poder, pero no su potencial para hacer la guerra. Están muy familiarizados con la guerra de guerrillas en las montañas. Lo hicieron antes y pueden hacerlo de nuevo. En el norte, están luchando en un territorio ajeno y hostil. Pero en las aldeas y montañas de la zona pastún están como en su propia casa. La perspectiva que se abre es la de una prolongada guerra de guerrillas que puede durar años”.

Las últimas noticias confirman este análisis. Ahora los problemas a los que se está enfrentando EEUU en Afganistán se suman a los que sufre en Iraq. Todo esto está teniendo un creciente impacto sobre la “opinión pública” en EEUU, donde la mayoría de la población ahora está contra la guerra y le gustaría ver el regreso de las tropas. La verdadera naturaleza de las operaciones militares norteamericanas en Afganistán e Iraq cada vez están más claras según pasan los días. Eso confirma lo que Trotsky dijo sobre EEUU cuando hacía referencia al gigante con pies de barro. Los pies pueden desmoronarse en cualquier momento revelando las verdaderas contradicciones de clases que se han desarrollado internacionalmente y dentro de las fronteras de los propios EEUU.