Cachemira es, con justicia, famosa por su belleza. Situada en las estribaciones del Himalaya, es un escenario salvaje que me recuerda a las zonas más montañosas de Escocia o los Pirineos. Viajando por carretera desde Islamabad, te impacta el contraste entre la llanura caliente y polvorienta, y la exuberante vegetación de las pendientes montañosas llenas de pinos. En la distancia, sólo visible sobre las copas de los árboles, están las majestuosas cumbres cubiertas de nieve de las montañas más grandesndes del mundo. Hay un sentido de calma y serenidad que contradice la realidad de esta atormentada región. Cachemira es, con justicia, famosa por su belleza. Situada en las estribaciones del Himalaya, es un escenario salvaje que me recuerda a las zonas más montañosas de Escocia o los Pirineos. Viajando por carretera desde Islamabad, te impacta el contraste entre la llanura caliente y polvorienta, y la exuberante vegetación de las pendientes montañosas llenas de pinos. En la distancia, sólo visible sobre las copas de los árboles, están las majestuosas cumbres cubiertas de nieve de las montañas más grandes del mundo. Hay un sentido de calma y serenidad que contradice la realidad de esta atormentada región.
Es el inicio de la primavera y los árboles están llenos flores. Los inviernos aquí son muy fríos y lo peor de la dura estación ya ha pasado. En la helada pensión donde me alojé durante mi estancia, sentía el frío de la noche incluso dentro de la habitación y tapado con una manta gruesa. Fuera, por la noche llovía a cántaros. El destino de muchos pobres que están durmiendo en tiendas de campaña y albergues improvisados en estas condiciones no es muy difícil de imaginar. Durante el día el tiempo es agradable. El sol brilla aunque sopla una intensa brisa de las montañas. Desde todas partes se escucha el golpeteo de los martillos de las personas que intentan volver a crear sus destrozadas vidas. La población de Cachemira es de una casta resistente, amable, hospitalaria y generosa. También son personas orgullosas e independientes, que sufren y luchan. Cuando ves los esfuerzos de la reconstrucción, los trabajadores de la construcción cargando rocas pesadas (de las que parece haber un número desmesurado), te maravillas de la capacidad del espíritu humano para superar incluso la adversidad más espantosa, y triunfar. Pero las heridas son profundas y recientes, y no han cicatrizado aún. En lugar de ardor y pena lo que hay es una rabia lenta, ardiente que no desaparecerá fácilmente. La rabia va dirigida sobre todo contra las autoridades que son en general culpadas de ineficacia y corrupción. Esta rabia tiene implicaciones revolucionarias.
Recorrimos la región en un vehículo japonés con tracción en las cuatro ruedas (los únicos vehículos capaces de circular por las carreteras cachemiras), tomando fotos de las casas derruidas para la página web. Nos detuvimos frente a unas ruinas con una tienda de campaña al lado de ellas. Una mujer miró y rápidamente se metió de nuevo dentro como para no ser vista. Un chico nos miró hoscamente y no dijo una sola palabra. Después apareció un hombre. Suponemos que tenía quizá sesenta o sesenta y cinco años de edad. Su apariencia era la de un hombre endurecido por largos años de trabajo manual. Nos saludó amablemente y nos dio la mano. Esta era mi casa, nos dijo, de pie en un espacio vacío con pocos restos aquí y allá de la pared. Me costó treinta y cinco años de trabajo en Oriente Medio poder construirla. Aquí, señalando los alrededores con un movimiento de mano, están todos los ahorros de mi vida. ¿Había perdido a alguien de su familia? Nadie murió, gracias a Dios, pero mi hija que tiene diecinueve años y se acababa de matricular en la escuela secundaria está en el hospital. Quedará lisiada para toda la vida. Nos mostró la nueva casa que estaba construyendo con sus propias manos, dolorosa y lentamente. ¿Tiene alguna ayuda? Sacudió la cabeza. Al principio el gobierno dio algo de ayuda a la población, pero ahora sólo llega a aquellos que tienen conexiones En este momento lanzó una diatriba que mis intérpretes tuvieron dificultad en seguir. Él dice que todo son promesas y que los ricos no hacen nada por los pobres. El gobierno no cuida de nosotros. Somos los olvidados.
Me despido, inseguro de lo que decir a este hombre que ha perdido todo. Prometo dar amplia publicidad de su caso y de los demás entre la clase obrera británica y que el PTUDC continuaría haciendo lo posible. Suena a bastante poco en estas circunstancias. Alejándome del escenario de la desolación soy consciente de que este hombre, que se ha sacrificado y esclavizado toda su vida, no estaba describiendo las ruinas de su casa, ladrillos, cemento y madera, sino los escombros de una vida, la ruina de un sueño y una esperanza. ¿No es suficiente con que la clase obrera sea explotada y robada cada día de su vida sino que además tiene que ser cruelmente privada de estos pequeños tesoros que ha conseguido acumular por sí misma durante una vida de esfuerzo? ¿Quién me ayudará ahora? La pregunta sigue resonando en mi mente mucho tiempo después. Nuestra campaña ayudó a muchas personas que sobrevivieron al peor terremoto. Pero la inmensa tarea de la reconstrucción exige no miles sino miles de millones de libras. ¿Existe este dinero? Sí, sí existe. Cada año el gobierno pakistaní da aproximadamente el 40 por ciento de sus ingresos al ejército para comprar juguetes caros para los generales (ahora exigirán más después de que el presidente Bush prometiera ayudar a la India a desarrollar sus armas nucleares). Aproximadamente el 60 por ciento se paga en intereses de la deuda a los grandes usureros internacionales. ¿Qué queda para ayudar a las víctimas como el hombre con quién hablé?
Nunca supe su nombre. Eso no importa. Es sólo otra víctima sin nombre, no de la Naturaleza o de Dios, sino de las injusticias del capitalismo. No podemos evitar los terremotos, no tiene sentido culpar a Naturaleza inanimada o dirigir nuestros ojos al cielo, ya sea para maldecir o para implorar. Estos problemas derivan de un orden social creado por hombres y mujeres, por lo tanto, puede ser cambiado por ellos. La solución para todas estas víctimas es un cambio fundamental del orden existente. Si al gobierno realmente le importara la población de Cachemira, inmediatamente se habría negado a pagar la deuda externa y habría desviado recursos del gobierno hacia los trabajos de reconstrucción. Habría reducido el derrochador gasto en armas para el mismo objetivo, creando en su lugar un programa de obras públicas útiles. Habría arrestado a los culpables de especular y robar a los pobres y habría bajado los precios. Habría nacionalizado los bancos y grandes empresas de construcción e iniciado un programa de construcción de carreteras, casas, hospitales y escuelas. Habría subido abruptamente los impuestos sobre ingresos para que los ricos pagaran por estas cosas. Pero sabemos que el gobierno actual no hará nada de esto. La población no puede confiar en un gobierno de los ricos sino que debe tomar el poder en sus propias manos. La lucha de liberación nacional del pueblo cachemir sólo puede triunfar si está vinculada a la lucha de clases y al programa de la transformación socialista de la sociedad. Ese es el mensaje, alto y claro, que están dando el PTUDC y The Struggle al pueblo de Cachemira. Es un mensaje que no está cayendo en oídos sordos.
Rawalakot, Cachemira, 29 de marzote 2006
A continuación transcribimos una serie de breves respuestas de distintas personas que fueron ayudadas por el PTUDC inmediatamente después del terremoto, les dijeron que nos contaran cómo los había afectado y cómo veían el trabajo del PTUDC. En primer lugar reproducimos las palabras de un médico que viajó una larga jornada desde los desiertos de Sindh para colaborar en el trabajo de ayuda en Cachemira.
1) Mi nombre es Raíz Kumar, soy médico en Hyderabad Sindh. También soy miembro del PTUDC que me pidió que fuera voluntario a Cachemira para ayudar a las víctimas del terremoto. Fui con otro médico, Aziz, también de Hyderabad. Seis meses después del terremoto creamos un campamento médico en Ali Sojhal, en el distrito de Poonch (Cachemira). Allí se trataron unas 200 personas. Establecimos el segundo campamento en Khai Gala donde tratamos a unas 300 personas. El tercer campamento se estableció en Kohkot donde tratamos unas 250 personas. El cuarto se estableció en Dator, donde tratamos a otras 250 personas. Y el último campamento en Corrí Channa donde tratamos a unas 200 personas.
La mayoría de las personas sufrían infecciones virales, congestión pulmonar, tuberculosis y síntomas postraumáticos. La gente también sufrió heridas serias debido al terremoto, como piernas y brazos rotos. También había problemas psiquiátricos. La gente se quejaba de falta de sueño y ansiedad. El alcance de la tragedia era arrollador. Por suerte, el PTUDC pudo conseguir el suficiente dinero, nacional e internacionalmente, para ayudarnos al menos con las medicinas básicas para proporcionar un cuidado médico de urgencia. La mayoría de las medicinas eran antivirales, antibacterianas, antiprotozooarias, antipirépticos, tónicos, complejos vitamínicos, suplementos nutritivos y muchas otras medicinas. Se ha establecido un Campamento de Solidaridad Revolucionaria bajo la bandera del PTUDC. Con la colaboración activa de muchos compañeros cachemiros y otros voluntarios de todo Pakistán, creamos diferentes comités que estaban formados por jóvenes y trabajadores cachemiros. Todos los productos de ayuda, recogidos en Pakistán e internacionalmente, fueron distribuidos a través de estos comités en distintas zonas de Cachemira.
Estos comités distribuyeron en total 27 camiones de ayuda. Deberían haber sido 29, pero dos camiones fueron desgraciadamente requisados por el ejército pakistaní. Distribuimos miles de mantas, tiendas de campaña, paquetes de azúcar y harina, ropas, agua potable y utensilios de cocina, todas estas cosas eran desesperadamente necesitadas por la población. Enviamos diez camiones a Muzaffarabad. Diez a Bagh y siete a Rawalakot. La ayuda se distribuyó a través de los distritos antes mencionados. Los pueblos que recibieron ayuda fueron Ghori, Ghari Dupata, Neelum Valley, Sadan Gali, Riyarra, Narra, Bagh City, Ali Sohjhal, Khai Gala, Singola, Kohkot, Dator, Drek, Mutial Mera y Rawalkot. Sin la ayuda del PTUDC esto habría sido imposible y me gustaría expresar mi profunda gratitud a todos aquellos que donaron generosamente para este importante trabajo, que sin duda salvó muchas vidas y alivió a muchas personas pobres y desesperadas en su momento de necesidad.
2) Mi nombre es Mumtaz y soy un empleado del gobierno de Ratnoi (distrito de Bagh). Mi ciudad fue duramente golpeada por el terremoto, mi familia sufrió y lloró muchas pérdidas. Yo perdí a mi padre, dos hijos y una hija, mi casa quedó totalmente destruida. Mi esposa todavía vive pero ha perdido las dos piernas. Al principio perdimos totalmente la esperanza, pero cuando los compañeros del PTUDC y del RSC se acercaron a nosotros recuperamos la esperanza. Nos dieron todo tipo de ayuda. Jugaron un papel maravilloso y continúan haciéndolo.
3) Mi nombre es Rashid Sheik y soy estudiante de Muzaffarabad. En el terremoto perdí a mi hermana y dos sobrinas. Además nuestra casa quedó destruida. Mi pueblo está a veinte millas de Muzaffarabad. Hay una carretera que nos une con la ciudad pero quedó bloqueada por el terremoto, incomunicando totalmente al pueblo. En 48 horas, los compañeros del PTUDC llegaron a mi pueblo a pie, no existía otra forma de acceso. Han hecho un trabajo increíble ayudando a personas como yo.
4) Soy Ahasn Kazmi, estudiante de Muzaffarabad. Perdí un hermano, una hermana y a mi abuela. Mi casa fue destruida por el terremoto y mi padre quedó seriamente herido. Después del terremoto nos encontramos solos, sin nadie que nos ayudara. Pero recibimos una buena ayuda del PTUDC que nos proporcionó lo necesario para vivir y de lo que carecíamos.
5) Procedo de Muzaffarabad y mi nombre es Khwaja Ibrar. Estoy desocupado. Perdí a mi madre en el terremoto y ahora vivo en una tienda de campaña. Sufrí heridas. El terremoto destruyó todo lo que teníamos. Nos quedamos sin nada. Es duro imaginar lo que hemos pasado. El PTUDC vino a ayudarnos. Nos dieron medicinas y los productos necesarios para la vida cotidiana. No sé que habría sido de nosotros sin esta ayuda.
6) Soy Atif Ali Qazi de la ciudad de Bagh y estoy desocupado. Somos una gran familia y teníamos tres casas. Todas quedaron destruidas completamente en el terremoto. Muchos miembros de la familia resultaron heridos. Desde el principio el PTUDC jugó un papel más importante que cualquier otra organización. Los trabajadores del PTUDC fueron puerta a puerta ofreciendo ayuda a la población. Nadie más hizo esto.