Los beneficiarios de la devaluación son, como siempre, los grandes capitalistas
En lo que va de estos dos años de devaluación, el sector agropecuario se ha beneficiado en gran medida. Las empresas rurales han podido recomponer sus ganancias, más allá de la depreciación que sufrió el peso. Mientras tanto, los trabajadores se mantienen con los salarios congelados, debiendo hacer frente a las subas que significan en la canasta familiar aumentos como los de la leche (181%) y la carne (117%.)
Veamos otros aumentos: Arroz: 256%, Girasol: 224%, Soja: 223%, Trigo: 191%, Maíz: 131%, Papa: 118%. La suba se ha dado en vastas regiones por ejemplo, lana patagónica (169), ajo de Mendoza (171%), manzana de Río Negro (250%) y limón de Tucumán (300%).
La situación sería diferente si el estado controlara los precios internos o aplicara las retenciones a la exportación en el orden del 5 al 20 % para subsidiar y proteger el mercado interno. Si hubiera un estado socialista, donde la producción agraria y ganadera estuviera planificada y sujeta a las necesidades del pueblo (y no en pocas manos como sucede en el capitalismo) esta situación de profundo desequilibrio se evitaría.