8 de marzo: Paro General para cambiarlo todo

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Las asambleas y actividades preparando este próximo 8 de marzo, están en ebullición.

No son sólo los 34 femicidios (hasta el 22/2) en lo que va del año, ni los 2 casos en este 2019, donde no se garantiza la ILE (Interrupción Legal de Embarazo) para dos niñas violadas y embarazadas: una de 12 años en Jujuy (donde su Gobernador es un referente del radicalismo y de Cambiemos) y otra de 11 años en Tucumán (donde su Gobernador es referente del peronismo y del kirchnerismo); ambas obligadas ilegalmente a una maternidad infantil forzada.  

Es también, la renovación del compromiso de continuar la lucha por que el derecho al aborto voluntario sea ley. Cientos de miles de mujeres y hombres en distintas ciudades de Argentina volvieron a exigir que se legisle para erradicar las muertes por abortos clandestinos inseguros, todas muertes evitables de las que el Estado es responsable.  

Después que en el 2018 la marea verde logró la media sanción en diputados, y de una movilización de millones contra el aborto clandestino, los dinosaurios del Senado en complicidad con la Iglesia Católica y cúpulas clericales, impidieron que sea ley.  

En el Parlamento también están nuestros grandes enemigos, que votaron contra la vida de millones de mujeres y personas gestantes, tanto representantes de Cambiemos como del peronismo. Son los que votaron contra nuestros jubilados, los que quieren seguir atándonos al FMI, los que han aprobado cada ley antipopular que el macrismo impulsó.

No es sólo Macri, el Parlamento o Justicia, lo que realmente hay que discutir es cómo enfrentamos este sistema para darlo vuelta todo, para terminar con el patriarcado y el sistema capitalista, que nos oprime y explota. La opresión de las mujeres es un punto de apoyo inestimable para garantizar su persistencia. Necesitamos una salida de fondo, para un problema estructural.

Por eso, este 8 de marzo tenemos que forjar una gran jornada de lucha, un paro nacional. Imponerle a las centrales obreras que se discuta junto a nuestros compañeros un pliego de reivindicaciones en nuestros lugares de trabajo y estudio. Que se pare el país por nuestros derechos y por los derechos de todos los trabajadores para no estar destinados a la miseria que impone el imperialismo con el FMI, al hambre, la pobreza y a abortos clandestinos.  

Tenemos que volver a ganar las calles con millones de trabajadoras y trabajadores ocupados y desocupados, estudiantes, jubiladas y jubilados, amas de casa, que se paralice el país.

Sólo con un movimiento realmente masivo, democráticamente organizado y basado en la independencia política, podremos no sólo ir por los derechos de las mujeres, sino conquistarlos y derrotar el ajuste. Ninguna contienda electoral entre esos políticos burgueses puede ser favorable a la resolución de fondo de nuestros problemas

Necesitamos un movimiento para darlo vuelta todo. Como lo hacen las mujeres trabajadoras en la Argentina y en el mundo, con ejemplos como los que vemos hoy en Francia con los “chalecos amarillos”. Si bien, los “chalecos amarillos” no plantean de forma explícita reivindicaciones de las mujeres, están implícitas en las reivindicaciones de fondo que reflejan una aspiración a “cambiarlo todo”. En un movimiento tan profundo, todos los aspectos de la vida social son puestos en cuestión, o acabarán por estarlo.

La presencia masiva de mujeres en las manifestaciones de los chalecos amarillos vale más que todos los discursos sobre la igualdad de la secretaria de igualdad del gobierno francés, sobre todo porque en la violencia policial y la represión, golpean “equitativamente” a los manifestantes, sin distinción de sexo. Las manifestaciones de mujeres chalecos amarillos subraya que es en la lucha práctica donde se forja la conciencia de los oprimidos.

En todas las grandes revoluciones de la historia, las mujeres hemos jugado un papel decisivo. Éste fue el caso de la Revolución francesa. El 5 de octubre de 1789, por ejemplo, fuimos las mujeres del pueblo las que tomamos la iniciativa de marchar sobre Versalles para obligar a Luís XVI a permanecer en París. Fuimos las obreras de Petrogrado las que, en febrero de 1917, comenzamos la gran Revolución rusa. Las mujeres estuvimos en primera línea en las revoluciones árabes de 2011.

Nuestros aliados son los hombres de la clase trabajadora. Luchar por nuestra emancipación como mujeres de la clase trabajadora debe ir ligada a nuestra emancipación como clase social. La mujeres no debemos luchar por tener las mismas condiciones precarias que nuestros compañeros. Mujeres y hombres debemos luchar por acabar con la precariedad de nuestras condiciones laborales y sociales para todos y todas. De igual forma que no es posible derribar al capitalismo sin incorporar a las mujeres a la lucha, no vamos a poder derribar el patriarcado dejando a nuestros compañeros atrás.