Nada de esto es mucho pedir. Aguardamos la hora en que la humanidad entera, sea por las razones que sea, se decida a dictar la orden para su liberación definitiva, con sus mejores armas y sus causas justas. Aguardamos sin distracción y con intervenciones. Aguardamos con paciencia y con urgencia. Aguardamos enamorados y esperanzados. Aguardamos en acción y sin desbocarnos. Aguardamos en la hora prima, tercia, sexta, nona y en maitines también. Aguardamos la coincidencia, la organización y la movilizaclización. Aguardamos con un ojo al gato y otro al garabato. Nada de esto es mucho pedir.
He aquí lo que queremos (por ahora)
1. Que emerja la Revolución desde el subconsciente más rebelde, que emerja de los instintos, de los huesos de los redaños… esté donde esté. Que emerja a toda costa vestida de sueños, de automatismo psíquico, de amor, de sexo, de humor… de lo que se ponga a modo para movilizarnos, para salvarnos a nosotros mismos de este lodazal putrefacto, de esta barbarie, irracional, degenerada y asesina.
2. Que emerja la Revolución como poesía a toda costa, que dé el salto definitivo y que resuelva los problemas de la vida diaria. De una vez por todas.
3. Que emerja la Revolución como un estado de ánimo fresco, poderoso y espontáneo para que no nos falten fuerzas, para que esta lucha sea una fiesta y mil triunfos enamorados.
4. Que emerja la Revolución como moral de militante a cada minuto mejor fraguada en el crisol de la praxis revolucionaria. Que salga como moral de libertad y de pasiones, como moral de verdades y aventuras una moral como la gente.
5. Que surja la Revolución como belleza nueva, convulsiva y sorprendente, Que emerja como luz y como epidermis para que dejen de gustarnos muchas cosas y comiencen a gustarnos otras. Que emerja como belleza convulsiva y que jamás vuelva a separarse de lo maravilloso. Sólo lo maravilloso es bello.
6. Que emerja la Revolución como el amor a galope y a marejadas. Que se trepe a lomos de huracanes y arremeta contra todo lo que nos ha alienado. Que surja como volcán y como alborada, que toque las partes íntimas y las partes cósmicas. Que no deje títere con cabeza. Que haga de las suyas y que nos haga suyos para siempre.
7. Que emerja la Revolución como una magia con hechizos objetivos, que venga de la mano del azar y le de un vuelco magistral a las ciencias endurecidas, que venga la magia concreta, la magia del pensar y el hacer, la magia material y dialéctica la que mueve montañas y corazones, la magia del deseo, la magia de la vida misma.
8. Que emerja la Revolución en todos los juegos y que se impulse entre carcajadas y alegría, que no haya tiempo límite ni reglamentos serios. Que no haya cansancio y no haya alevosía, que se pueda jugar como se ama y que se pueda amar como se juega. Que se pueda disfrutar sin peligro y sin mediada, que la Revolución sea un juego en serio y que todo juego nos lleve la Revolución.
9. Que brote la Revolución como el humor y la risa, que se apropie de nosotros, que jamás nos deje, que deje sus huellas, que ande por todas partes desatada y juguetona, pícara y seductora. Que no se vaya jamás, que nos de su paz y su luz a toda costa, esta vez por todas las veces va en serio.
10. Que salga la Revolución de donde esté con su ímpetu entre las convicciones más rebeldes para que nadie nunca nos someta nuevamente, para que nadie nunca vuelva a explotarnos. Que venga la Revolución de donde esté como voluntad dignificante y enigmática y ande por el mundo atesorando fuerzas para movernos todos hacia todos desde todos.
11. Que emerja la Revolución de donde debe emergen es decir de los corazones bien conectados con las razones. Que salga a florecer y a transformarse en hechos, que salga con su polen magnífico a preñar de futuro, sin retorno, todo cuanto nos falta por hacer.
12. Que avance la Revolución en nosotros todos, que se nos salga por la boca y por los ojos, que salga como enredadera en los tejados y los balcones, en los ojos y en los valles, en los paisajes y en los sueños. Que sea la imaginación en persona y la fantasía concreta.
13. Que triunfe la Revolución de todos, la más grande la verdadera, que pegue un salto cualitativo y gane tiempo, que no demore, que no escatime, que sea completa y que no repare en gastos. Una Revolución que llene el universo, que lo cambie y lo haga hermoso; una Revolución que sea poesía a todas horas, que sea trabajo feliz y fresco, que sea humor jovial, sexo seguro, amor amplio y cachondo, estremecimiento y parto diario. Una Revolución que además de ser definitiva sea permanente. Una revolución, pues, como la gente.
Señoras y señores:
Esta Revolución será indómita o será nada. Hervidero de subversiones puntuales en el intervalo de los sístoles y los diástoles. Espejo abisal desembarcado en la realidad. Vuelco cósmico. Ofrenda perturbadora y alucinatoria cargada de renuncias y compromisos. Revolución fuerza capaz de llevar en sí la única compensación perfecta a las miserias que soportamos. Cualquier emoción y cualquier espontaneidad revolucionarias serán lucha de la pasión que encuentra su camino “el destino eterno del hombre”, destino nada místico más bien carnal, Revolución que extraerá su torrente de lo dado, de las operaciones humanas más verdaderas. Revolución que a pesar de las decepciones y de los fracasos nos llevará a dar el salto definitorio desde el reino de la necesidad hacia el reino de la libertad.
Es la más audaz de nuestras prerrogativas esa que miramos fijamente a la altura de los astros. La Revolución que es para la mirada humana tan bella como el cielo que hemos de tomar por asalto. Revolución de aire puro y orgullo de pensamiento. Revolución como tizón que asciende y apresura encuentros. Revolución sol de encrucijada y amor que hunde su proa sideral en el horizonte.
Revolución como murmullo de flores en las temporadas más imprevistas. Revolución insólita llena de criaturas humanas que son ella misma. Revolución que se nos nace a nivel del corazón.
La Revolución remolino y brisa. La Revolución totalidad indivisible a la que nadie puede substraerse ni siquiera aquellos que desconfían de ella porque implica, también, una intervención interior. La Revolución no está fuera de nosotros, posee dirección, sentido, porque es nosotros mismos. La Revolución afirma el sentido de un modo paradójico: posee sentido porque va más allá, fuera de sí para ser permanente o será nada. Crecerá como un árbol, desde abajo, o será nada. Será mundial o será nada y hasta nueva orden todo cuanto signifique amor loco es revolucionario. También.
La Revolución mantendrá despierto y vivamente solicitado al Amor que es su causalidad y que no puede ser comprendido sino ligándolo a la categoría de militancia objetiva y como forma de manifestación de la necesidad revolucionaria. La Revolución contiene esa sed de vagar al encuentro de todo aquello que mantendrá, para siempre, en comunicación con el amor loco, como si fuéramos llamados a reunirnos para siempre como iguales. No se trata de trances religiosos ni místicos, es en realidad, el Amor que cada vez pide ser descifrado de maneras nuevas y que tiene por objeto hacer que una cosa que no ha sido -pero que ha sido sentida violentamente, como pudiendo y debiendo ser-, se convierta en una cosa posible y que debe pasar, como la Revolución misma.
¿A qué tenéis miedo?
La Revolución que nace no es un engendro de la euforia. La Revolución ha probado que quienes se entregan a ella la disfrutan como un amor que es principalmente un placer ético, también lo es la alegría, el odio y la tristeza. Que suelen ir juntos a muchos lugares. Ante todo interesa que todos podamos aprender a multiplicar cualquier trance amoroso… como trance político de la Revolución.
En el corazón de la Revolución reposa el amor, la poesía, lo maravilloso. La vida no es un fluir lineal predestinado, fluye en estallidos hacia fuera gracias al amor con su erotismo, por eso los modos más elevados de comunicación deben ser acción y reflexión en el pensamiento poético revolucionario. La revolución, el acto de amor y el acto de poesía no son incompatibles. La comprensión de esta premisa complementa toda nuestra táctica y estrategia… mostrar al amor como una ceremonia (un lenguaje) que no se realiza a espaldas de la sociedad y que es una necesidad primordial para una vida que se dignifique en y con la lucha. Lucha en primera y última instancia con amor revolucionario en un mundo en transición hacia un amor revolucionario permanente. El amor es en nuestra definición guerrera, reconocimiento de la Revolución en la persona amada, es la libertad, es ceremonia, purificación y piedra de fundación: el misterio de la persona libre. La poesía se hace en el lecho como el amor. Sus sábanas deshechas son la aurora de las cosas. La poesía se hace en los bosques y en las fábricas, en las escuelas y en los límites. Debe tener todo el espacio que necesite. Incluido el cielo.
Nada de esto es mucho pedir. Aguardamos la hora en que la humanidad entera, sea por las razones que sea, se decida a dictar la orden para su liberación definitiva, con sus mejores armas y sus causas justas. Aguardamos sin distracción y con intervenciones. Aguardamos con paciencia y con urgencia. Aguardamos enamorados y esperanzados. Aguardamos en acción y sin desbocarnos. Aguardamos en la hora prima, tercia, sexta, nona y en maitines también. Aguardamos la coincidencia, la organización y la movilización. Aguardamos con un ojo al gato y otro al garabato. Nada de esto es mucho pedir.
No será el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar las banderas de la imaginación
Internacional Surrealista – Derechos Reversados.
Cualquier parecido con las coincidencias es pura realidad.