El martes 15 de noviembre Australia presenció las mayores manifestaciones de trabajadores de su historia. El mitin más grandes fue en Melbourne, donde aproximadamente 200.000 trabajadores pararon la ciudad. Se celebraron mítines similares en todas las ciudades importantes del país. El Consejo Australiano de Sindicatos calcula que en la movilización estatal participaron más de 500.000 personas. Muchas más no pudieron participar debido a las amenazas e intimidación de los empresarios.
Los trabajadores se movilizan contra los ataques del gobierno Howard
El martes 15 de noviembre Australia presenció las mayores manifestaciones de trabajadores de su historia. El mitin más grandes fue en Melbourne, donde aproximadamente 200.000 trabajadores pararon la ciudad. Se celebraron mítines similares en todas las ciudades importantes del país. El Consejo Australiano de Sindicatos calcula que en la movilización estatal participaron más de 500.000 personas. Muchas más no pudieron participar debido a las amenazas e intimidación de los empresarios.
El movimiento iba dirigido contra las leyes antiobreras draconianas que ha presentado al parlamento el gobierno Howard. Las reformas de las relaciones industriales representan un ataque frontal contra los derechos de los trabajadores y sus familias. Cuatro millones de trabajadores perderán su derecho a recurrir un despido injusto, los trabajadores con salarios más bajos verán empeorar sus condiciones debido a la reducción del salario mínimo y la abolición de las multas que actualmente garantizan unas condiciones básicas mínimas para el trabajo por turnos y nocturno.
Todas las condiciones laborales están amenazadas por el ataque a la negociación colectiva que es el punto de central de esta legislación. El epicentro de la legislación es el llamado Acuerdo Australiano del Puesto de Trabajo. Todos los nuevos trabajadores en una empresa tendrán que firmar un acuerdo individual con sus empresarios y se enfrentarán al despido si se niegan a firmar. Los sindicatos se enfrentarán a multas duras si intentan ¡sugerir la representación sindical! Este acuerdo es claramente la punta de la navaja, la clase dominante australiana está intentando atomizar el poderoso movimiento obrero australiano. Una prueba de qué significará esto para todos los trabajadores australiano se puede ver en la larga disputa de Boeing. (http://awu.net.au/national/campaigns/boeing).
Estos ataques se intentan presentar bajo el manto de la elección y la flexibilidad. A pesar de la relativa salud de la economía australiana y el nivel históricamente bajo de desempleo (basado parcialmente en la manipulación de las cifras de empleo mediante el trabajo para el subsidio del desempleo), el gobierno liberal dice que estas reformas son necesarias para garantizar la salud de la economía. Se han gastado cincuenta millones de dólares del dinero de los contribuyentes en anunciar los cambios en los centros de trabajo a una opinión pública australiana muy escéptica.
Lo que realmente se escode detrás de estas pretensiones orwellianas es que los liberales están preparándose para la próxima ronda. Una economía basada en la producción de mercancías es particularmente vulnerable a las fluctuaciones del mercado mundial y los capitalistas australianos están esperando contenr a los sindicatos y evitar una nueva oleada de lucha.
Otro amenazador acontecimiento es la introducción de las leyes anti-terroristas, que recuperan la ofensa medieval de la sedición. Si Howard estuviera realmente preocupado con la protección del pueblo australiano no se habría convertido en el perrito faldero de Bush en el hemisferio sur. La realidad es que estas leyes tienen la intención de acabar con la disidencia interna en lugar de luchar contra el terrorismo internacional. El anterior primer ministro liberal, Malcom Fraser (no conocido precisamente por ser amigo del movimiento obrero), llegó a comentar que: Estos son poderes cuya naturaleza arbitraria y amplia, con ausencia de vigilancia judicial, no podrían existir en ningún país democrático.
La respuesta de los trabajadores australianos a estas amenazas fueron los magníficos mítines que se celebraron esta semana. La característica más destacada de estos mítines fue su aplastante carácter obrero. Abarrotados con banderas sindicales. En primera línea el sindicato de trabajadores de la construcción, CFMEU, cuyo sector es el que más riesgo corre con esta ley. A ellos se unieron los de sanidad, profesores y trabajadores marítimos.
Esto contrastaba con los que se encontraban en el estrado que hicieron todo lo posible para quitar importancia a la naturaleza de clase de la movilización. El mitin comenzó con el canto del himno nacional. Varios líderes eclesiásticos subieron al estrado para mostrar su apoyo y los discursos hacían referencias constantes a la naturaleza no australiana de la legislación. La mayoría de los discursos fueron recibidos con un silencio educado. Los gritos de la multitud quedaban reservados para los pioneros del movimiento obrero australiano, que correctamente ven las reformas como una amenaza a todos los avances conseguidos en sus años de lucha. También recibió gritos entusiastas la viuda de un trabajador de la construcción que señaló la amenaza calamitosa que representa esta reforma para la seguridad en el puesto de trabajo.
Esta magnífica movilización fue sólo el principio. El mayor peligro en este momento es que el movimiento pueda ser descarrilado por la burocracia sindical. Mientras que es importante garantizar que la dirección del Partido Laborista se mantiene firme en su oposición a los cambios legislativos, los trabajadores no pueden esperar a un próximo gobierno laborista. La vida de los trabajadores está en juego. La base de los sindicatos presiona a la dirección para que se oponga a la legislación con cualquier medio necesario y que se prepare para que a partir de estas movilizaciones se organice un día de huelga general.
Como Lenin y Trotsky sabían muy bien, algunas veces el látigo de la revolución es lo que despierta a la clase obrera. Después de años de retirada, el poderoso movimiento obrero australiano ha comenzado a moverse. Australia es un país rico en recursos naturales. Los trabajadores venezolanos han comenzado a demostrarnos cómo la riqueza de un país puede utilizarse para el beneficio de muchos y no el de unos pocos. Sólo es cuestión de tiempo que la clase obrera australiana se una a ellos.