El crecimiento económico mundial (visiblemente raquítico en Europa y Japón) se sostiene sobre desequilibrios gigantescos. El crecimiento económico mundial (visiblemente raquítico en Europa y Japón) se sostiene sobre desequilibrios gigantescos.
La economía mundial depende fundamentalmente del crecimiento de EEUU, a su vez ese crecimiento depende del consumo y a su vez ese consumo está basado en un endeudamiento gigantesco del Estado, de las empresas y de las familias norteamericanas. EEUU consume más de lo que produce y compra más de lo que vende. Tanto es así que las cifras de endeudamiento y de déficit comercial han alcanzado cotas históricas. En pocas décadas EEUU ha pasado de ser el mayor deudor del mundo.
Círculo infernal
Para hacer frente a esa situación EEUU necesita una financiación diaria del exterior de unos 2.000 millones de dólares. En los últimos años esa financiación ha venido fundamentalmente de los bancos centrales de los países asiáticos, que a su vez han sido los más beneficiados de la vorágine importadora de EEUU. Las economías asiáticas, interesadas en frenar la caída del dólar para favorecer sus exportaciones, se han dedicado a comprar la divisa norteamericana en cantidades ingentes. Con esos dólares han comprado bonos del Tesoro norteamericano, con unos tipos de interés muy bajos. Hace diez años el 18% de los bonos estaban en manos extranjeras, ahora esa cifra se eleva a un 43%.
Lejos de corregir su doble déficit la economía norteamericana está en una pendiente contraria. A pesar de la bajada continua del dólar, las exportaciones norteamericanas están al mismo nivel que hace 8 años. Por otro lado la administración Bush, empeñada en mantener su gasto armamentístico y favorecer a los más ricos mediante reducción de impuestos, sigue incrementando el déficit público. Este gigantesco desequilibrio hace que la economía norteamericana se haga menos fiable para sus financiadores externos, que exigirán cada vez intereses más altos para comprar bonos. Si EEUU se ve obligado a subir los tipos de interés para mantener atractiva su deuda, eso puede afectar de lleno a unos consumidores altamente endeudados, que pueden dejar de comprar e incluso declararse en quiebra. Pero si el problema afecta a muchos particulares y empresas, el problema lo tendrán realmente los bancos, con efectos generalizados en la economía productiva.
Deuda y ciclo
El efecto de una subida de tipos en EEUU acabaría afectando a todo el mundo, incluida Europa y Latinoamérica, incidiendo negativamente sobre una situación de por sí muy maltrecha.
Pero las deudas hay que pagarlas. El problema aparece cuando ese panorama empieza a cambiar. Entonces cunde el pánico financiero, pero la razón de fondo es la crisis de sobreproducción del sistema. En los últimos meses las expectativas de beneficios de algunas empresas importantes están yendo claramente a la baja. Podría darse una situación en la que la economía norteamericana entrase en una fase recesiva, agravada por los desequilibrios acumulados en los últimos años. Ninguna economía estará en condiciones de sustituir a la locomotora norteamericana para tirar de la economía mundial.
Los efectos de una recesión económica mundial empujarán a los capitalistas a exprimir aún más a la clase trabajadora, acabando con los vestigios del Estado del Bienestar y reduciendo sus salarios. No es la receta para salir de la crisis pero sí para agudizar el enfrentamiento entre las clases en el futuro próximo.