20 años de la invasión de Irak: el brutal legado del imperialismo

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Armed with an M2 50 caliber Browning machine gun, a US Marine Corps (USMC) member with the 2nd Battalion, 6th Marines stands perimeter watch around an Explosive Ordnance Disposal (EOD) team in Al Hay, Iraq and enjoys the company of local children, during Operation IRAQI FREEDOM.

La invasión de Irak liderada por Estados Unidos comenzó hace 20 años. Desde entonces, el país ha sido desgarrado por la guerra, el sectarismo y el fundamentalismo. Para acabar con el horror y la barbarie del imperialismo, debemos luchar por la revolución y derrocar al capitalismo.

El 19 de marzo de 2003, los imperialistas estadounidenses y británicos lanzaron su aventura asesina para “liberar al pueblo iraquí”. Pero 20 años después, la cuna de la civilización sigue ardiendo. Es un cementerio para más de un millón de personas, destrozadas por el imperialismo occidental.

Desde su ignominiosa retirada en 2011, los imperialistas se mantienen al margen del desorden creado en Irak. Mientras estos ‘campeones del mundo libre’ hoy en día moralizan sobre ‘guerras por la paz’ y ‘democracia ucraniana’, la guerra de Irak y su legado los expone como la fuerza contrarrevolucionaria más hipócrita del planeta.

Imperialismo y guerra

Con el colapso de la URSS en 1991, Estados Unidos quedó como la única superpotencia mundial. Los imperialistas estadounidenses creían que, dado que poseían un poder económico y militar sin igual, podían afirmar su dominio sobre cualquier rincón del mundo.

En medio del caos de Rusia, la clase dominante de los EE. UU. comenzó a intervenir inmediatamente en las antiguas esferas de influencia soviéticas en todo el mundo. En la mayoría de los casos esto se hizo a través de los métodos imperialistas ‘normales’ de comercio y ‘diplomacia’, en términos favorables a EE.UU. por supuesto.

Pero para cualquier gobierno que no estuviera dispuesto a alinearse con los intereses de Washington, una formidable maquinaria militar estaba al acecho para ayudar a persuadirlos de lo contrario. Aquellos que no estaban dispuestos a cumplir, como el régimen de Saddam Hussein en Irak, estaban destinados a la intervención.

En 1998, el congreso de EE. UU. firmó la “Ley de Liberación de Irak ” y con ella se hizo oficial el cambio en la política de EE.UU. hacia el régimen de Iraq. El hecho de que Irak poseyera la quinta reserva de petróleo más grande del mundo fue sin duda clave para el cambio.

Además, los imperialistas estadounidenses habían perdido su régimen títere en Irán con la revolución en 1979. Temiendo la inestabilidad de la monarquía saudita, buscaban un nuevo representante para ‘estabilizar la región’ en su propio interés.

Con la llegada al poder de los republicanos en 2000 bajo la presidencia de George W. Bush, los engranajes de la maquinaria bélica estadounidense se pusieron en marcha. Todo lo que se necesitaba ahora era un pretexto.

Muchos en el gabinete de Bush también tenían un interés directo en Irak. Bush, como su padre, fue un ex petrolero. La secretaria de Estado, Condoleza Rice, fue miembro de la junta directiva de Chevron. Y el vicepresidente Dick Cheney, exdirector ejecutivo de la empresa de energía Halliburton, había recibido un paquete de jubilación de 20 millones de dólares de la empresa, que casualmente recibió los contratos para la ‘reconstrucción’ de Irak después de la invasión.

Para los imperialistas británicos, la guerra fue un medio para aferrarse a su influencia en rápido declive en el escenario mundial. Con un capitalismo británico en declive a largo plazo, y habiendo perdido su antiguo imperio, el papel de Gran Bretaña era poco más que de mayordomo dependiente del imperialismo estadounidense.

Mentiras y propaganda

Los ataques terroristas del 11 de septiembre en EE.UU. en 2001, fueron el pretexto que estaban esperando los imperialistas. Inmediatamente invadieron Afganistán y se derrocó al régimen talibán. Para diciembre de 2001, habían instalado un régimen títere pro estadounidense.

Envalentonados por su ‘victoria’ aparentemente sencilla en Afganistán, los imperialistas dirigieron su atención a su próximo objetivo: el derrocamiento de Saddam Hussein en Irak.

Washington reunió la ‘coalición de los dispuestos’: una alianza de imperialistas occidentales liderada por Estados Unidos, a la que Tony Blair en Gran Bretaña estaba muy interesado en unirse. Lanzaron una incesante campaña de propaganda para justificar la intervención militar.

La llamada ‘guerra contra el terrorismo’ les pareció la artimaña perfecta para unir a sus poblaciones en torno a un conflicto. El hecho de que Al Qaeda no tuviera operaciones en Irak fue descartado como una trivialidad de la que fuera mejor no hablar.

Inicialmente, intentaron vincular a Saddam con Al Qaeda y el 11 de septiembre. Pero cuando esto quedó expuesto como una mentira, Bush y Blair se aferraron a la existencia de “armas de destrucción masiva” y la “amenaza inminente para el mundo libre” de Irak.

En buena medida, argumentaron que una operación militar rápida sería todo lo que se necesitaría para instalar una democracia floreciente, y traer la paz y estabilidad a toda la región.

Blair fue un activo particularmente útil en esto, encubriendo el sórdido asunto con sus infames ‘expedientes dudosos’, perogrulladas sobre “política exterior ética” y una dosis de moralismo cristiano.

Durante un tiempo, Estados Unidos y Gran Bretaña intentaron negociar una resolución del consejo de seguridad de la ONU, con el fin de vender mejor la idea de la guerra en casa dándole una apariencia de “legalidad”. Pero esto fue inevitablemente rechazado, los imperialistas simplemente siguieron adelante con sus planes de invasión a pesar de todo.

Algunos, incluidos algunos de los llamados ‘izquierdistas’, utilizaron esto como base para oponerse a la guerra. Pero la legalidad no alteraría ni un ápice su carácter imperialista reaccionario.

La ONU no es mejor que un gremio de ladrones. Su propósito no es defender la ‘paz mundial’ o el ‘derecho internacional’, sino negociar entre los intereses de grupos nacionales de capitalistas compitiendo entre sí. Sus intereses antagónicos, la lucha por las ganancias y la división del mundo, los restringen a tratar solo con cuestiones secundarias.

Hoy, se sabe que todos esos pretextos fueron mentiras.

La experiencia de Irak demuestra que los imperialistas no hacen la guerra por la ‘libertad’ o la ‘democracia’, sino para defender la dominación de sus monopolios nacionales, y su interminable hambre de ganancias. Esto requiere la conquista de fuentes de materias primas, mercados y esferas de influencia.

“¡Misión cumplida!”

La invasión comenzó el 19 de marzo de 2003 con una campaña de ‘conmoción y pavor’ por parte de los imperialistas. Las fuerzas de Saddam fueron diezmadas en cuestión de semanas. El 9 de abril cayó Bagdad; y el 30 de abril, la fase de invasión de la guerra se consideró completada.

Al día siguiente, 1 de mayo, George Bush declaró “misión cumplida” desde lo alto de un portaaviones. Se suponía que las operaciones de combate en Irak habían llegado a su fin.

El ejército de los EE. UU. formó rápidamente la ‘Autoridad Provisional de la Coalición’ (CPA, por sus siglas en inglés), una administración colonial que descansa sobre las fuerzas de ocupación. Esto le dio al imperialismo estadounidense carta blanca para abrir el país a la inversión, incluida la privatización de sus vastas reservas de petróleo.

La CPA, empleando la antigua política de divide y vencerás, luego procedió a imponerle a Irak una ‘democracia’ ensamblada apresuradamente, basada enun batiburrillo de divisiones étnicas y sectarias.

El talón de hierro del imperialismo estadounidense procedió rápidamente a destruir la ya paralizada maquinaria estatal iraquí. Liquidaron lo que quedaba del antiguo ejército iraquí por decreto y prohibieron que cualquier persona que fuera miembro del Partido Ba’ath de Saddam ocupara un puesto en el gobierno. Más de 100.000 personas quedaron desempleadas de la noche a la mañana.

Barbarie y guerra civil

Una operación tan arrogante de aplastamiento y robo estaba destinada a tener consecuencias.

El Estado títere estadounidense artificial estaba totalmente aislado de la población y se opuso a una insurgencia armada.

Al mismo tiempo, con la destrucción del antiguo régimen de Saddam (y sus 100.000 soldados desempleados y enfurecidos), se abrió un enorme vacío de poder que resultó en la desintegración del país en milicias armadas competidoras.

Como en Vietnam, Estados Unidos no se enfrentó a un ejército permanente que pudiera aplastar. En cambio, enfrentó ataques sorpresa a pequeña escala, tras los cuales los perpetradores podrían encontrar refugio entre una amplia población que los secundaba.

Como una ametralladora que lucha contra un enjambre de avispas, la respuesta ‘aliada’, que se basó en bombardeos indiscriminados, tortura y fósforo blanco, generó un número masivo de víctimas civiles devastando aún más a Irak y fertilizando el suelo para la reacción.

Como resultado, Estados Unidos se sumiría en una guerra de guerrillas durante los siguientes ocho años.

Para mantener el poder, la coalición equilibró divisiones religiosas y nacionales. Pero inevitablemente esto exacerbó las tensiones, que estallaron en una guerra civil sectaria en 2006.

Al mismo tiempo, al sacar del poder al ejército de Saddam, se hizo añicos todo el equilibrio del poder regional. Arabia Saudita y los países del Golfo comenzaron a financiar grupos fundamentalistas islámicos sunitas en Irak, como contrapeso a la creciente influencia de Irán.

Después de la retirada de Estados Unidos en 2011, Irak se convirtió en un campo de batalla de islamistas reaccionarios entre distintas potencias regionales.

Irónicamente, Al Qaeda no tenía un punto de apoyo en Irak antes de la guerra. Pero germinó fácilmente entre las ruinas, evolucionando hasta convertirse en el monstruoso califato de ISIL.

Las gallinas volvían de nuevo a casa para dormir en EE. UU. Al Qaeda se había desarrollado a partir de los muyahidines, que fueron financiados y entrenados por el imperialismo estadounidense para luchar contra los soviéticos en Afganistán. Ahora la historia se repetía.

Para limpiar su propio desorden, la coalición liderada por EE. UU. volvió a intervenir entre 2014 y 2020. Aunque el territorio de ISIL finalmente se dividió, el contagio ya se había extendido a la vecina Siria.

Las secuelas

La historia ha dibujado el balance de la guerra de Irak.

En total, se estima que le costó a EE. UU. alrededor de 1,9 billones de dólares y la vida de 4.614 soldados.

A cambio, Irak se quedó con más de un millón de muertos, 9,2 millones de desplazados, una tasa de pobreza del 25 por ciento, desempleo del 14 por ciento y la mayor parte de su infraestructura destruida.

Preside sobre los escombros un títere al servicio de Estados Unidos e Irán, dos de los regímenes más contrarrevolucionarios del planeta.

Los imperialistas sembraron un caos sangriento y lo llamaron ‘democracia’. Por lo tanto, no sorprende que incluso haya algo de nostalgia por la brutal dictadura de Saddam Hussein, quien mató a una cantidad relativamente menor de 250.000 personas en sus 25 años de gobierno.

Al intentar aplastar de manera demostrativa a un poder insubordinado en Irak, como en Afganistán, Estados Unidos y Gran Bretaña saltaron a una trampa para osos con ambos pies. Lejos de implantar un régimen saludable, abrieron una caja de Pandora de barbarie y se atraparon en una guerra imposible de ganar.

Un error tan costoso y prolongado, llevado a cabo con objetivos descaradamente depredadores, tuvo consecuencias políticas de largo alcance.

En el momento de la guerra civil siria, el imperialismo occidental no pudo intervenir como antes, enfrentándose a una inmensa fatiga de guerra en el frente interno. El apoyo público a la guerra de Irak se derrumbó cuando se revelaron las mentiras y los cuerpos se amontonaron. Significó el principio del fin de Bush y el Nuevo Laborismo, quienes solo se aferraron al poder por falta de una alternativa.

Lo más importante, expuso los verdaderos límites de la hegemonía estadounidense. Aunque sigue siendo un coloso sin igual en el escenario mundial, está sobrecargado y es incapaz de imponer su voluntad en todas partes al mismo tiempo.

En todo el mundo, y más significativamente en Ucrania, se enfrenta a poderes regionales envalentonados, capaces de equilibrar los múltiples polos del nuevo orden mundial, asolado por la crisis.

Aunque Estados Unidos ha sido empujado hacia atrás, no ha sacado ninguna de las lecciones. Hoy, en busca de su objetivo a corto plazo de debilitar el imperialismo ruso, está sembrando las semillas de la barbarie y la reacción. Por ejemplo, al armar y entrenar a los paramilitares fascistas en Ucrania, tarde o temprano esto volverá a atormentarlos, como con los muyahidines.

Para Gran Bretaña, el asunto fue solo uno en una serie de humillaciones, comenzando con la crisis de Suez, que refleja su largo declive desde el imperio global hasta la insignificancia.

Irak fue la última intervención seria del imperialismo británico. En Ucrania, está desempeñando el papel de perrito faldero, ignorado en gran medida por Washington y las otras grandes potencias.

Desde entonces, el propio ejército británico se ha deteriorado y, con filas mermadas y un equipo obsoleto, ha sido denominado una “fuerza hueca” en “un estado calamitoso”. Según un general estadounidense, “ya no puede defender al Reino Unido y sus aliados”.

Movimientos masivos

La clase obrera no se quedó de brazos cruzados mientras todo esto sucedía. La preparación para la guerra provocó uno de las mayores movilizaciones de todos los tiempos, 55 millones de personas tomaron las calles en todo el mundo.

Sin embargo, el amplio alcance de este movimiento también fue una fuente de debilidad. En Gran Bretaña, la Coalición “Stop the War” unió a sindicalistas y socialistas con liberales y grupos religiosos, todo bajo un eslogan vacío destinado a no ahuyentar a ninguno de ellos: “paz”.

Pero no puede haber paz sobre la base del capitalismo. A menos que un movimiento de masas de la clase obrera desarme a la clase dominante, que tiene un interés material en estas matanzas intermitentes, los imperialistas simplemente cerrarán sus ventanas, apagarán el ruido de las manifestaciones y continuarán con su saqueo.

Años más tarde vimos el estallido de la ‘Primavera árabe’ en 2011. Esto dio una idea del potencial de las masas del Medio Oriente para tomar el poder en sus propias manos.

Este fue un movimiento revolucionario que, atravesando las divisiones sectarias, se extendió por el mundo árabe como un reguero de pólvora, derrocando a varios dictadores e incluso extendiéndose a Irak.

Pero sin un partido revolucionario que presentara un programa socialista claro, estos levantamientos finalmente se descarrilaron.

Movimientos similares surgirán inevitablemente en los próximos años, aunque a un nivel superior, a medida que se profundice la crisis del capitalismo.

Revolución socialista

La guerra de Irak pasará a la historia como una lección brutal sobre la hipocresía y el cinismo del imperialismo.

Mientras los imperialistas gritan ‘defensa de la democracia’, y respeto de la ‘soberanía nacional’, en realidad sólo se preocupan por el puro interés propio, sin escrúpulos en cuanto a los medios.

El ‘cambio de régimen’ no es tarea de las tropas estadounidenses o británicas, sino de las masas trabajadoras y los pobres. Para los trabajadores en Occidente – ¡Nuestro principal enemigo está en casa!

Una paz genuina y duradera solo se puede conseguir quitando el poder de las manos a los parásitos responsables de esta horrible cruzada.

En lugar de crear un infierno en la tierra, como lo ha hecho el imperialismo en todo el planeta, la revolución socialista abre el camino para el paraíso en este mundo, al expropiar los vastos recursos despilfarrados bajo el capitalismo y aprovecharlos en interés de la humanidad.

Solo sobre esta base se pueden sanar las profundas divisiones y heridas en Irak, y enterrar de una vez por todas el monstruoso legado del imperialismo.


Cronología

  • 1991-1992: Estados Unidos lanza la Primera Guerra del Golfo contra Irak
  • 31 de octubre de 1998: EE. UU. aprueba la Ley de Liberación de Irak, haciendo oficial el cambio de régimen de Iraq
  • 16-19 de diciembre de 1998: Estados Unidos y Gran Bretaña bombardean Irak, pero suspenden la guerra por completo
  • 20 de enero de 2001: George Bush hijo llega al poder y aumenta los preparativos para la guerra
  • 11 de septiembre de 2001: terroristas saudíes atacan objetivos en los Estados Unidos. Bush declara la ‘Guerra contra el terrorismo’
  • 7 de octubre de 2001: Estados Unidos y Gran Bretaña invaden Afganistán, los talibanes son eliminados en dos meses
  • Enero de 2002: Bush declara a Irak parte del ‘Eje del Mal’
  • 15 de febrero de 2003: Protestas contra la guerra celebradas en 600 ciudades de todo el mundo, incluido un récord de 1,5 a 2 millones de manifestantes en Londres.
  • 19 de marzo de 2003: la coalición liderada por Estados Unidos comienza la invasión de Irak
  • 10 de abril de 2003: Bagdad cae ante los estadounidenses
  • 1 de mayo de 2003: el presidente Bush declara ‘misión cumplida’
  • 23 de mayo de 2003: la Autoridad Provisional de la Coalición disuelve el ejército iraquí y el estado baazista
  • 31 de marzo de 2004: comienza la primera batalla de Faluya tras una emboscada a contratistas estadounidenses. La insurgencia entra en una nueva fase
  • 18 de abril de 2004: Publicación de imágenes de las atrocidades estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib
  • 17 de octubre de 2004: Fundación de Al Qaeda en Irak
  • 31 de marzo de 2005: la Comisión de Inteligencia Iraquí concluye que la ‘inteligencia’ estadounidense anterior a la guerra sobre las armas de destrucción masiva era falsa
  • 22 de febrero de 2006: el bombardeo de la mezquita de al-Askari desencadena una guerra civil sectaria
  • 10 de enero de 2007: el presidente Bush anuncia un “aumento de tropas” de 20.000 soldados adicionales
  • 28 de mayo de 2009: las últimas tropas británicas abandonan Irak
  • 15 de diciembre de 2011: las últimas tropas estadounidenses se retiran de Irak
  • Junio de 2014: ISIL se apodera de Mosul y Tikrit. Guerra civil entre el gobierno y el ISIS. Estados Unidos vuelve a intervenir
  • Diciembre de 2017: el gobierno iraquí declara la victoria sobre ISIL