1919-2019: Centenario de la Internacional Comunista (Parte III) – La Tercera Internacional y la mujer trabajadora

0
578

La internacional Comunista dedicó un gran esfuerzo y atención a la lucha por la emancipación de la mujer, poniendo el peso dirigente de esta tarea en la mujer trabajadora. A tal fin dedicó bastante espacio en sus congresos internacionales para abordar este importante trabajo. El eje central de su actuación fue organizar a la mujer trabajadora en los sindicatos y partidos comunistas, la lucha por las reformas más inmediatas y necesarias para mejorar sus condiciones de vida y legales, y vincular la completa emancipación de la mujer con la transformación socialista de la sociedad. Publicamos en este artículo un extracto de las Tesis sobre los métodos y las formas de trabajo de los partidos comunistas entre las mujeres, aprobadas en el III Congreso de la Internacional Comunista (1921), que se pueden leer completas aquí.

El III Congreso de la Internacional Comunista, conjuntamente con la II Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas, reafirma una vez más la decisión del I y II congresos acerca de la necesidad que tienen todos los partidos comunistas de Occidente y de Oriente de reforzar el trabajo entre las mujeres proletarias, educar a las amplias masas de obreras según el espíritu comunista e integrarlas en la lucha por el poder de los soviets o en la construcción de la república obrera soviética.

El sistema económico capitalista se encuentra en un callejón sin salida. Las fuerzas productivas ya no pueden desarrollarse en el marco del capitalismo. La pauperización universal de los trabajadores, la incapacidad de la burguesía para reactivar la producción, el alto nivel de especulación, la ruina de la producción, el desempleo, la inestabilidad de los precios sin relación con los salarios: todos estos fenómenos provocan inevitablemente un recrudecimiento de la lucha de clases en todos los países. En esta lucha, se decidirá la cuestión: quién y bajo qué sistema dirigirá, orientará y organizará la producción, un puñado de capitalistas o la clase obrera sobre una base comunista.

Mientras el poder esté en manos de la burguesía, ninguna reforma, ninguna medida llevada a cabo por gobiernos democráticos o socialistas en los países burgueses podrá salvar la situación y aliviar los pesados e insoportables sufrimientos de las obreras y los obreros, causados por la ruina del sistema económico capitalista. Sólo la conquista del poder por parte del proletariado permitirá a la clase de los productores adueñarse de los medios de producción y así permitirles dirigir el desarrollo económico de acuerdo con los intereses de los trabajadores.

Para adelantar la hora de la inevitable lucha decisiva del proletariado con el podrido mundo burgués, la clase obrera debe aferrarse a las tácticas firmes y resueltas esbozadas por la III Internacional. La dictadura del proletariado —el objetivo inmediato fundamental— determina los métodos de trabajo y la línea de batalla para el proletariado de ambos sexos.

Por otra parte, el Congreso llama una vez más la atención de todas las mujeres sobre el hecho de que sin el apoyo de los partidos comunistas en todas las tareas e iniciativas para promover la liberación y la emancipación de la mujer, los plenos derechos individuales de la mujer y su emancipación verdadera son imposibles de lograr en la vida real.

Partiendo de las proposiciones antes mencionadas, el III Congreso de la Internacional Comunista establece que los partidos comunistas de todos los países deben llevar a cabo su trabajo entre el proletariado femenino sobre las siguientes bases:

1) La inclusión de mujeres como miembros del partido con igualdad de derechos y deberes en todas las organizaciones clasistas de combate —el partido, los sindicatos, las cooperativas, los comités de delegados de fábrica, etc.

2) El reconocimiento de la importancia de integrar activamente a la mujer en todos los aspectos de la lucha proletaria (incluso la autodefensa militar del proletariado), en la construcción de las nuevas bases de la sociedad y la organización de la producción y de la vida cotidiana sobre una base comunista.

3) El reconocimiento de la función de la maternidad como una función social y la puesta en marcha o salvaguarda de medidas de defensa y protección de la mujer como progenitora de la raza humana.

Si bien se opone terminantemente a toda asociación segregada y separada de mujeres dentro del partido y de los sindicatos, así como a organizaciones especiales de mujeres, el III Congreso de la Internacional Comunista reconoce la necesidad de adoptar métodos especiales de trabajo entre las mujeres y afirma la utilidad de la creación de organismos especiales dentro de todos los partidos comunistas para llevar a cabo este trabajo. A la luz de lo anterior, el Congreso llama la atención sobre lo siguiente:

  1. a) La esclavización cotidiana de la mujer no sólo en los países capitalistas burgueses sino también en los países que se encuentran en la fase de transición del capitalismo al comunismo bajo el sistema soviético;
  2. b) La gran pasividad y el atraso político de las masas de mujeres a explicarse por su exclusión secular de la vida social y por su esclavización secular en la familia;
  3. c) Las funciones especiales que la naturaleza misma les ha dado a las mujeres —la maternidad— y las necesidades especiales derivadas de mayor protección de su fuerza y su salud en el interés de toda la colectividad.

Por lo tanto, el III Congreso de la Internacional Comunista reconoce la importancia de crear organismos especiales para llevar a cabo el trabajo entre las mujeres. Tales organismos del partido deben ser secciones o comisiones organizadas en todos los comités del partido: desde el Comité Central hasta los comités de distrito metropolitano o de condado. Esta decisión es obligatoria para todos los partidos que pertenecen a la Internacional Comunista.

El III Congreso de la Internacional Comunista decreta que las tareas que los partidos comunistas llevan a cabo a través de estas secciones incluirán:

1) educar a las masas de mujeres en el espíritu del comunismo e integrarlas a las filas del partido;

2) combatir los prejuicios antimujer entre las masas del proletariado masculino y fortalecer entre los proletarios hombres y mujeres la conciencia de sus intereses comunes;

3) templar la determinación de las obreras integrándolas en todas las formas y los aspectos de la guerra civil, despertando su actividad a través de la participación en la lucha contra la explotación capitalista en los países burgueses, por medio de movilizaciones de masas contra la carestía, la falta de viviendas, el desempleo, y otras cuestiones revolucionarias de guerra civil; y, en las repúblicas soviéticas, a través de su participación en la construcción comunista de la sociedad y de la vida cotidiana;

4) poner en el orden del día del partido tareas e introducir en la legislación cuestiones que sirvan directamente a la liberación de la mujer, que afirmen su igualdad de derechos y defiendan sus intereses como progenitora de la raza humana;

5) luchar sistemáticamente contra la influencia de la tradición, las costumbres burguesas y la religión y así introducir relaciones más sanas y armoniosas entre los sexos, asegurando la vitalidad física y moral de la humanidad trabajadora.

El trabajo entre las mujeres debe estar impregnado del espíritu siguiente: propósito común del movimiento del partido, organización unida, iniciativa independiente y lucha por la rápida y completa emancipación de la mujer por el partido, independientemente de las comisiones o secciones. Por lo tanto, el objetivo no debe ser crear un paralelismo en el trabajo, sino ayudar en el trabajo del partido a través del autodesarrollo y las iniciativas de las obreras

Para realizar su trabajo de agitación, organización y educación por medio de la propaganda escrita, se delega a las comisiones para:

1) facilitar la publicación de un periódico central para el trabajo entre las mujeres en cada país;

2) asegurar la publicación en la prensa del partido de “Páginas de la Mujer Obrera” o de suplementos especiales, así como la inclusión de artículos sobre cuestiones del trabajo entre las mujeres en la prensa general del partido y en la prensa sindical; las comisiones deben preocuparse por el nombramiento de editoras de las publicaciones ya mencionadas y capacitar a otras como colaboradoras entre las filas de las trabajadoras y las activistas del partido.

Las comisiones deben velar por la publicación de literatura popular y agitativa y, junto con ello, de literatura educativa en forma de volantes y folletos, y deben asegurar su distribución.

Las comisiones deben promover el uso óptimo de todas las escuelas de educación política del partido por parte de las comunistas.

Las comisiones deben obrar para profundizar la conciencia de clase y fortalecer la voluntad de las jóvenes comunistas invitándolas a los cursos educativos y las veladas de discusión del partido y, sólo en donde sea necesario y apropiado, deben organizar sesiones especiales de lectura y discusión o una serie de conferencias especialmente dirigida a las obreras.

Para fortalecer el espíritu de camaradería entre obreras y obreros, es preferible no crear cursos y escuelas separados para las mujeres comunistas. Sin embargo, todas las escuelas del partido deben llevar a cabo un curso sobre los métodos de trabajo entre las mujeres. Las secciones deben tener el derecho de delegar cierto número de sus representantes mujeres a los cursos del partido.