En una Huelga General que merece ese nombre (y Argentina ha conocido en el pasado bravas y heroicas huelgas generales dignas de ese nombre), los obreros construyen las huelga desde abajo, hacen asambleas para discutir y votar el paro, se enfrentan a la represión patronal, a la pérdida del salario por salir a la huelga, se juegan el puesto de trabajo y el despido, sufren las calumnias de la prensa burguesa, etc. Es así como se forja la conciencia de la clase obrera y cómo los trabajadores vislumbran su enemigo de clase y los intereses antagónicos entre patrones y obreros.
Aquí tuvimos todo lo contrario: no hubo asambleas en casi ninguna empresa para explicar los motivos del paro y votarlo, muchas empresas dieron día libre e hicieron huelga patronal (Metro de Buenos Aires, por ejemplo, cuyos trabajadores votaron mayoritariamente en asamblea no sumarse al paro), no descontaron el salario ni el plus de presentismo por no acudir o llegar tarde a trabajar, los medios de la derecha (Clarín y La Nación) pusieron toda su maquinaria en los días previos a favor del “paro”, los organizadores del “paro” no incluían en sus proclamas ninguna reivindicación a los empresarios ni los denunciaron por las subidas de los precios. Al extenderse en los días previos la idea de que no habría ningún tipo de transporte, y de que iban a estar cortados por piquetes las autopistas de acceso a las grandes ciudades – como efectivamente ocurrió – cientos de miles de trabajadores pactaron con los empresarios un día libre sin pérdida de salario, con lo cual su adhesión a la huelga fue un encogimiento de hombros ante la inevitabilidad de pasar un día libre en su casa pagado por la patronal.
Se puede graficar el carácter de esta “huelga” en el apoyo explícito que le dio la reaccionaria patronal de los terratenientes argentinos, la Sociedad Rural, cuyo presidente, Luis Miguel Etchevehere, declaró: “De algún modo coincidimos con los reclamos” (La Sociedad Rural apoya el paro de Moyano previsto para el próximo 10 de abril). Por el contrario, como decíamos antes, los trabajadores del Metro de Buenos Aires (sector puntero del movimiento obrero argentino de los últimos años) decidieron en asambleas NO adherirse al paro del 10 de abril, (NUESTRA POSICION FRENTE AL PARO).
La absoluta falta de entusiasmo hacia esta “huelga” queda reflejada en que no se organizó – algo también sin precedentes en los anales del movimiento obrero mundial en una jornada de huelga general – ni una sola manifestación en todo el país para juntar a los trabajadores y darle un carácter consciente y concentrado a la protesta.
En suma, la “huelga” general del 10 de abril – como la que tuvo lugar con iguales características el 20 de noviembre de 2012 – mostró gráficamente el grado extremo de burocratización del movimiento obrero argentino, dirigido por camarillas de mafiosos y burócratas (Moyano y Barrionuevo) afines a los partidos de la derecha y de la socialdemocracia procapìtalista. Baste recordar que Binner, el dirigente del Partido Socialista vinculado a la central CTA que dirige Micheli, uno de los convocantes del paro, apoyó públicamente al candidato venezolano de derechas Capriles, frente a Chávez, en las elecciones de octubre de 2012.
El paro fue organizado no sólo para debilitar al gobierno kirchnerista sino para fortalecer las aspiraciones políticas y electorales de la oposición de derechas.
Como es habitual, la llamada “izquierda” jugó el papel de comparsa, asumiendo con entusiasmo la tarea de organizar los piquetes en las autopistas, lo que refleja cuál es su verdadero peso en el movimiento obrero. Ya hace unos años gran parte de esa “izquierda” participó codo con codo, y con el mismo entusiasmo, en el paro patronal agrario de 2008. Desde entonces la burguesía premia a sus dirigentes con apariciones generosas en sus medios de TV y prensa; eso sí, con la condición, que cumplen escrupulosamente, de no plantear una sola crítica a la derecha en sus apariciones televisivas o impresas, sino que éstas van dirigidas exclusivamente contra el gobierno.
No es casualidad que el llamado “Frente de Izquierda” en las elecciones de octubre de 2013 se presentara con un programa que no planteaba la nacionalización de un solo sector privado monopólico de la economía argentina.
Hemos sostenido que el problema de los dirigentes de la llamada “izquierda” argentina era que no comprendían la táctica del “frente único”. Ahora tenemos que rectificar parcialmente esa afirmación, es cierto que no entienden la cuestión del frente único con los verdaderos movimientos de masas, pero sí aplican muy concienzudamente – por estupidez, inconsciencia u oportunismo – el frente único con el enemigo de clase.
¿Huelga general? Sí, cuantas veces sea necesario; pero bajo la condición de arremeter al mismo tiempo contra la patronal privada y la derecha, calificándolos como los principales enemigos de la clase obrera argentina. Que es lo que la “izquierda” no hizo.