En la actual situación de crisis económica, política, social, ética e institucional que atraviesa Argentina, nos parece de suma importancia abordar las mejores tácticas para acercarnos a las masas y su vanguardia en un momento en que se ha agudizado la lucha de clases y la lucha de masas ha dado un salto cuantitativo y cualitativo.
Los clásicos dotaron al movimiento revolucionario de un bagaje teórico probado en la práctica revolucionaria. Se trata para nuestro grupo, de seguir contribuyendo al debate con el conjunto de la vanguardia que se ubica en el terreno de la izquierda revolucionaria. Vaya nuestro aporte.
En oportunidad de las elecciones legislativas de noviembre de 2017 y los resultados obtenidos por el FIT (Frente de Izquierda de los Trabajadores), el compañero Marcelo Ramal, en la Editorial Las elecciones del 22 de Octubre, Prensa Obrera #1479, señala en el punto Crisis de Dirección: “Pero ninguna determinación puramente económica explica esta aceptación electoral. La cuestión central pasa por la crisis de dirección del movimiento obrero. En estos dos años de macrismo, la clase obrera desplegó enormes esfuerzos para rechazar la política de cierres de fábricas, despidos y paritarias con cepo” y luego sigue diciendo en el punto El Frente de Izquierda: “La campaña electoral ha demostrado de un modo todavía más agudo que en el pasado, que el Frente de Izquierda, siendo indudablemente referencia electoral, está lejos de constituir un polo político capaz de vertebrar cotidianamente a la clase obrera en la lucha contra el Estado y los partidos capitalistas”.
Compartimos que el-FIT se ha transformado en una referencia electoral pero que se encuentra lejos de vertebrar cotidianamente a la clase obrera en la lucha contra el Estado y esta afirmación nos parece un buen comienzo para debatir la táctica del Frente Único y la independencia de la clase frente al Estado capitalista.
Trotsky explica en su informe sobre la cuestión de los comunistas franceses (Moscú, marzo de 1922) en el punto Las tácticas del Frente Único que “En estos choques, que envuelven ya sea a los intereses del conjunto del proletariado, o de su mayoría, o a este u otro sector, las masas obreras sienten la necesidad de la unidad de acción: de unidad para resistir el ataque del capitalismo, o de unidad para tomar la ofensiva en su contra. Todo Partido que se oponga mecánicamente a esta necesidad del proletariado de unidad en la acción, será condenado infaliblemente por los obreros”. Y luego sigue diciendo “Por otra parte, la cuestión del Frente Único no es, ni en su origen ni en su esencia, una cuestión de relaciones mutuas entre la fracción parlamentaria comunista y la socialista, o entre los Comités Centrales de ambos Partidos, o entre “L’ Humanité” y “Le Populaire”. El problema del Frente Único- a pesar del hecho de que es inevitable una escisión en esta época entre las organizaciones políticas que se basan en el voto- surge de la urgente necesidad de asegurarle a la clase obrera la posibilidad de un Frente Único en la lucha contra el capitalismo”.
Si acordamos con Trotsky en la necesidad de la clase obrera de forjar la unidad de acción, nos preguntamos, ¿por qué teniendo la oportunidad de dar un salto cualitativo como dirección los dirigentes del FIT persisten en una línea política que separa a los cientos de militantes que abrazan las ideas de la revolución del resto de la inmensa mayoría obrera y popular y de sus cuadros medios? Esta línea política muestra la ceguera hacia esa inmensa mayoría que abraza las ideas “nacional y popular” y educa a los militantes de izquierda en métodos y políticas hostiles a la mayoría. Guste o no, un amplio abanico de masas y sus dirigentes siguen ilusionados en la dirección kirchnerista ya que les resulta una alternativa viable ante la embestida del gran capital.
Pero esta ceguera, se basa en un supuesto que Jorge Altamira, dirigente del FIT, sostiene de tiempo y es que el nacionalismo de contenido burgués se encuentra agotado.
Pero esta sentencia se ve negada ante la crisis de dirección donde el nacionalismo de contenido burgués viene a ocupar el lugar de oposición al capitalismo “salvaje”. Podemos acordar que su programa está agotado en tanto no puede dar cuenta de las necesidades de las masas, pero ante la crisis de dirección se muestra como viable ante los ojos de millones de trabajadores.
No podemos soslayar que la viabilidad del kirchnerismo se dio en un contexto de boom tras una severa recesión y es lo que persiste en el imaginario de un sector de las masas. Por eso, decir que el kirchnerismo es igual a Macri o a Menen es un error que deja tranquilos con su conciencia a aquellos que lo sostienen, tan solo eso; y muy lejos de construir un verdadero Partido de la clase obrera imbuido en las mejores tradiciones del marxismo revolucionario.
Entonces, nos preguntamos, ¿cómo hacemos los revolucionarios para demostrar que esta dirección burguesa que levanta un programa de conciliación de clases no puede dar ninguna solución a los grandes problemas nacionales que padecemos?
Sostenemos que la izquierda debe ubicarse en la trinchera junto a los millones de explotados, acompañando su experiencia ante los embates de los capitalistas, presentando el programa revolucionario ante la crisis, que ofrezca a la clase obrera y sectores populares una solución a los problemas de salud, empleo, salarios, jubilación, educación, ligándola a la necesaria construcción de un gobierno propio.
Veamos un poco de historia reciente.
En el año 2001, en aquellos momentos tan excepcionales para las masas, donde entraban en un proceso de aprendizaje a saltos y la historia no se encontraba en manos de los escribas a sueldo, sino que la escribían con sus manos, con su acción y cabezas en el calor del debate, millones de hombres y mujeres tomaron en sus manos su propio destino. Se organizaron en asambleas para definir los pasos a seguir, buscando clarificar lo que se debía hacer; sabían lo que no querían al grito “que se vayan todos”.
En ese contexto, la izquierda no ayudó en desenvolver hasta lo más profundo la situación revolucionaria. Priorizaron sus intereses de tienda en vez de los intereses generales de los explotados que intentaban organizarse en las asambleas populares.
No se trata de hacer especulación histórica de las jornadas de diciembre y el desenvolvimiento ulterior. Pero sí podemos aseverar que, si la izquierda no hubiera recaído en viejos vicios sectarios tal vez la conciencia y, por lo tanto, la situación política, hubiera avanzado más lejos de lo que llegó.
Este comportamiento en 2001, privó a la izquierda de potenciarse como un partido revolucionario de masas.
Producto de la crisis de dirección, en 2003 el kirchnerismo capitalizó ese descontento y a modo de ejemplo, tomaremos algunos momentos puntuales de la década del 2000 donde la izquierda volvió a equivocar su táctica.
Durante el paro agropecuario, lock out patronal y bloqueo de rutas en 2008, sostenido por las cuatro organizaciones del sector empresario de la producción agro-ganadera en la Argentina (Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas, CONINAGRO y Federación Agraria Argentina), contra la Resolución nº 125/2008 que establecía un sistema móvil para las retenciones impositivas a la soja, el trigo y el maíz, la izquierda nuevamente se privó de tender los puentes hacia la mayoría que se encolumnaba tras el gobierno kirchnerista y contra la vieja y rancia oligarquía. En lugar de golpear juntos y marchar separados, la izquierda mostró su incomprensión de la táctica de Frente Único, hasta llegar al absurdo de que algunas tiendas políticas del llamado “trotskismo” marcharan junto a la Sociedad Rural en Parque Norte.
¿Expresaba esta lucha un avance sobre los sectores más rancios de la economía y puntualmente sobre los grandes pools de siembra y el gran latifundio? Sí compañeros, estamos convencidos. Una intervención correcta de Frente Único, hubiera ubicado a la izquierda revolucionaria en el mismo campo, la misma trinchera de clase con las masas que apoyaban estas medidas contra la oligarquía terrateniente y nos hubiera habilitado mantener un diálogo para explicar pacientemente la necesidad de llevar adelante la expropiación de los grandes terratenientes y por esta vía la necesidad de derrotar al capitalismo sobre la base la organización y acción directa, haciendo avanzar al movimiento de conjunto, captando su atención y acercando a parte de la vanguardia más radicalizada a las genuinas ideas del Socialismo Revolucionario.
Pero sigamos un poco más. 2015: Cristina Fernandez entrega el mando a Macri y advierte ante un acto multitudinario de despedida, del 11 de diciembre que entregaba un país “normal”, dirigiéndose claramente a la burguesía. La misma burguesía que acompaña a Macri en el timón del Estado y que en tan solo 30 meses arrasó al país “normal”, mostrando la precariedad de las reformas país y el empeoramiento de las condiciones de vida de las masas.
Ahora bien, en estos treinta meses, el kirchnerismo a través de múltiples ocasiones y por varios caminos le ha dado gobernabilidad al macrismo. Ante el proceso de deterioro gradual y sostenido de las condiciones de vida y de trabajo, la clase obrera y los sectores populares dieron batalla, desplegando sus músculos y diciendo a su manera no al avance capitalista. Esto sucedió sin el apoyo de la dirección K a las movilizaciones, paros y luchas.
En este contexto, la izquierda tuvo oportunidades para demostrar el papel de la dirección K y la inviabilidad del capitalismo y aplicar la táctica del Frente Único, en movilizaciones y demás expresiones de lucha.
Veamos algunos ejemplos. El 24 de marzo que representa una fecha emblemática para el campo popular en nuestro país, en general la izquierda tiene el hábito de marchar separada de las decenas de miles de personas que año tras año se encolumna en el acto “oficial”.
Veamos otro ejemplo. Las innumerables movilizaciones convocadas por los “gremios kirchnerisas”, como la del 18 de diciembre y luego el 21F. En ambas oportunidades la izquierda, optó por marchar al margen de las inmensas columnas, privándose de dar una lucha política y ofrecer una programa de izquierda alternativo a la dirección de estas movilizaciones. Conformaron una raquítica columna, que lejos de mostrar una alternativa clasista, hizo más visible las posiciones intransigentes.
O la movilización en repudio a la política del gobierno que habilita a las FFAA a intervenir en conflictos internos y mantener presencia en las calles. Mientras una manifestaban de cuadras y cuadras de jóvenes que repudiaban esta decisión del gobierno y el sometimiento al imperialismo y al FMI, se movilizaba frente al Ministerio de Defensa, la izquierda apenas juntó 1000 asistentes en Plaza de Mayo.
Eso demuestra que las ilusiones son aún fuertes en las direcciones K. Entonces nos preguntamos, ¿por qué regalar a este gran movimiento a los cantos de sirena de direcciones “nacionalistas” que pretenden regular y controlar al capitalismo?
¿Acaso no nos deberíamos debatir contra el argumento de aquellos que sostienen que se puede controlar el capitalismo y que es lo único posible de hacer? ¿No deberíamos plantear claramente que en épocas de crisis estructural, de crisis de sobreproducción, la única alternativa es el socialismo?
Otra vez, la sombra que no permite ver, la ceguera que impide percibir lo obvio. Nuevamente decimos con León Trotsky, “El Frente Único, ¿comprende solo a las masas trabajadoras o incluye también a sus dirigentes oportunistas? El solo hecho de hacer esta pregunta demuestra incomprensión del problema.
Si pudiésemos simplemente unir al proletariado en torno a nuestra bandera o alrededor de nuestras consignas prácticas, y saltar por encima de las organizaciones reformistas, ya fuesen partidos o sindicatos, lógicamente, esto sería lo mejor del mundo. En este caso, el problema del Frente Único no existiría en su forma actual.” (Trotsky, Sobre el Frente Único).
No solo hay una discrepancia con el FIT sobre la “aplicación” de la táctica del Frente Único, sino además sobre la evaluación que hacen de las masas al sostener que “las masas no han comprendido los planteos del FIT”. En en realidad, los trabajadores y los jóvenes están rechazando su conducta sectaria. No se trata de la conciencia de las masas sino de una dirección que respuestas en este período de inestabilidad creciente.
El Frente Único que sostuvieron Lenin y Trotsky, expresaba antes que nada la debilidad del Partido Revolucionario, y la necesidad de potenciar el programa revolucionario entre las masas y con su experiencia en la lucha de clases avancen en la comprensión de los programas y herramientas que posibiliten una victoria segura y duradera.
Otra vez la pluma del viejo revolucionario “el partido comunista muestra en los hechos a las masas y a sus organizaciones que está dispuesto a luchar con ellas incluso por los objetivos más modestos, a condición de que vayan en el sentido del desarrollo histórico del proletariado; el partido comunista tiene en cuenta durante esta lucha, en cada momento, el estado de ánimo real de la clase; no solamente se dirige a las masas, sino también a las organizaciones cuya dirección es reconocida por las masas; ante las masas, obliga a las organizaciones reformistas a tomar posición públicamente sobre las tareas reales de la lucha de clases.
La política de frente único acelera la toma de conciencia revolucionaria de la clase, desvelando en la práctica que no es la voluntad escisionista de los comunistas, sino el sabotaje consciente de los jefes de la socialdemocracia, lo que impide la lucha común.” (Trotsky, ¿Y ahora? Problemas vitales para el proletariado alemán).
Hegel decía que la naturaleza aborrece el vacío. Ante la crisis de dirección que señala León Trotsky, sostenemos que el nacionalismo de contenido burgués solo va ser superado a condición de que exista un poderoso Partido Revolucionario de masas y para que esto suceda la táctica de Frente Único es indispensable. De lo contrario, el nacionalismo de contenido burgués no desaparecerá de la escena política y por lo tanto se reciclará.
Marx, Engels, Lenin y Trotsky “sí entendían perfectamente el papel de las organizaciones políticas de masas. Y él [Trotsky] explica que la creación del partido tiene dos partes, si quieres, la primera parte es la elaboración del programa, de las ideas, la teoría, sin la cual obviamente un partido revolucionario jamás puede existir. Sí, pero eso solo es la primera parte, la formación de los cuadros revolucionarios. Y el mismo Trotsky explica que hay una segunda parte, que es cómo vincular estas pequeñas fuerzas marxistas con las masas, y ahí entramos en el tema de las organizaciones reformistas, como puede ser el Partido Laborista en Gran Bretaña, incluso el kirchnerismo en Argentina, el peronismo antes, Podemos en España, o incluso, como no, el movimiento bolivariano en Venezuela. Es muy fácil criticar a estos movimientos, sus dirigentes, a la carencia en sus programas e ideas, es muy fácil de hacerlo pero no cambia el tema de que son movimientos que agrupan a millones de trabajadores. Y la primera tarea nuestra no es la conquista del poder, es precisamente la conquista de las masas, llegar a las masas, establecer lazos profundos con las masas, establecer un idioma común con las masas, porque sin eso, francamente, no vamos a ninguna parte.” Alan Woods Entrevista realizada por Sociedad Futura Noviembre 2017.
Si sostenemos de manera sistemática, tenaz una propaganda de las ideas revolucionarias hacia la vanguardia, explicando pacientemente, con método. Si explicamos las tendencias depredadoras del capitalismo, la ruptura del equilibrio capitalista no solo se produce en Argentina sino en el mundo. Si explicamos que Macri solo aceleró un proceso que ya venía de mucho antes. Si explicamos que la crisis que se instaló en 2008, lejos de resolverse, después de 10 años, se ha exacerbado de manera violenta en el planeta. Si explicamos que no se puede controlar lo que no se tiene, y que solo es posible en la medida que avancemos en la expropiación de los grandes capitalistas. Si explicamos que a pesar de que se inyectaron billones de dólares al sistema capitalista nada ha mejorado y todo ha empeorado. Si explicamos que la tribuna Parlamentaria es tan solo eso, una tribuna de denuncia y que resulta un ambiente hostil para los trabajadores y sectores populares y que no resulta el mejor ambiente para los tribunos obreros. Si explicamos que solo confiando en nuestras fuerzas, en el vigor de las asambleas de base, en la lucha callejera, en la movilización y en la construcción de una nueva legalidad alternativa al sistema capitalista. Si vinculamos estas ideas con las demandas de las masas, no estaremos destinados a transitar tan solo los márgenes del movimiento. Se trata, entonces, de análisis, pronóstico y propaganda; línea política, agitación y organización, y sobre todo cómo este conjunto se hace fuerza material.
El movimiento revolucionario necesita de un fraternal debate y en especial con los compañeros del FIT sobre los puntos que abordamos en este artículo. Llamamos al conjunto de la vanguardia revolucionaria a debatir en momentos tan especiales para las masas y generar una verdadera alternativa revolucionaria.