Cuando los combates se extienden a las dos principales ciudades sirias (Alepo y Damasco), el movimiento de masas, de manera general, ha sufrido un reflujo en los últimos meses dando paso a una guerra de guerrillas armadas dirigida por el Ejército Libre de Siria (ELS). Así que las preguntas que debemos hacernos son ¿Adónde va Siria? y ¿qué resultados dará la revolución o lo que queda de ella?
Las debilidades de la revolución
En los artículos anteriores hemos explicado las razones por las cuales la revolución siria ha sido tan lenta y sangrienta, y los motivos que han permitido al régimen mantenerse en el poder por un período tan largo de tiempo. Abajo enumeramos dichas razones, pero el lector puede consultar los artículos precedentes para mayores explicaciones:
1,- La revolución siria, principalmente un movimiento de la juventud en sus inicios, comenzó bajo la influencia de la revolución árabe. Sin embargo, un sector significativo de la sociedad siria, especialmente en los centros urbanos fue sorprendido por el movimiento revolucionario. Si Siria no hubiera recibido la influencia de la revolución tunecina o Egipcia, hubiera tardado algunos años más en entrar en erupción con un movimiento de este tipo.
2.- La clase obrera siria ha sido aplastada y atomizada durante décadas. Más importante aún, la clase obrera siria no tenía, y no tiene aún, organizaciones independientes a través de las cuales pueda expresar sus intereses de clase y jugar un papel dirigente en las luchas que se están dando, lo cual es de una importancia capital. Las huelgas de masas llevadas a cabo por las clases obreras tunecina y egipcia paralizaron el Estado y decantaron la balanza a favor de la masas. Esto no ha ocurrido en Siria. En general, mientras eran organizadas manifestaciones de masas en diferentes partes de país, las fábricas, las centrales eléctricas, las telecomunicaciones y los transportes continuaban funcionando normalmente, dando al régimen un alto grado de estabilidad y el acceso a los recursos que necesitaba para la represión de la revuelta popular.
3.- Siria es un país muy diverso con grandes y variadas minorías religiosas y étnicas, y con una estructura social muy heterogénea. El núcleo duro del régimen sirio está basado en la minoría alauita. El régimen se ha asegurado el apoyo de la mayoría de alauitas, cristianos, drusos y musulmanes sunnitas liberales, aprovechándose con éxito del miedo a la opresión que sufrirían con la llegada de un régimen fundamentalista islámico, que los marginaría y que podría fin a su modo de vida y a sus libertades. Hay que decir que muchos elementos que luchan contra el régimen sirio han utilizado consignas y fraseologías religiosas que han sido convenientemente utilizadas por el régimen para su guerra de propaganda.
4.- Siria está situada en un zona políticamente muy sensible y tiene fronteras con Irak, Jordania, Israel, Libano y Turquía. En ese sentido, se ha convertido en el lugar donde se juegan diferentes intereses regionales. Las monarquías árabes sunnitas de un lado y grupos o régimenes chiítas apoyados por Irán del otro; al mismo tiempo refleja el conflicto de intereses de China y Rusia contra los Estados Unidos, junto con Francia y Turquía que buscan promover sus propios intereses. Además, después de la devastadora experiencia de la ocupación de Irak en 2003, muchos sirios tienen miedo de una intervención imperialista en su país que tendría resultados catastróficos. El régimen se ha apoyado en esos miedos para sacar el apoyo de amplias capas de la población de todos los grupos religiosos y étnicos.
5.- Todos los factores antes mencionados podrían haber sido sobrellevados, y las masas sirias de todos estos grupos étnicos y religiosos podrían haberse unido bajo la bandera unitaria de la revolución, si hubiera existido una dirección revolucionaria genuina con un programa económico, político y social claro; es decir, un programa socialista claro que hubiera podido atraer a los trabajadores y campesinos sirios.
6.- La oposición oficial siria representada por el Consejo Nacional Sirio (CNS) está lejos de ser esa dirección que se necesita, en realidad es precisamente lo contrario. El CNS está vinculado a empresarios ricos que aspiran a sustituir al régimen de Assad y que no tienen ningún interés en común con las masas en lucha. De hecho, sus intereses son diametralmente opuestos a los de aquéllas. El CNS es una herramienta del imperialismo norteamericano, está basado en el extranjero y está financiado por el imperialismo, y sin vínculos con la oposición activa sobre el terreno. Ha sido muy dañino el llamado del CNS (y también de algunos dirigentes del ELS) a una intervención imperialista en Siria, que sólo ha empeorado la imagen de la revolución y ha servido para alejar a muchas capas de la sociedad siria, empujándolas a los brazos del régimen. Muchos sirios podrían haber sido ganados a las filas de la revolución con una dirección alternativa y consignas y demandas correctas.
La lucha continúa
En diciembre de 2011 publicamos, en un artículo titulado Siria: el régimen de Assad comienza a resquebrajarse, conforme la revolución se eleva a un nivel superior en el que planteamos el siguiente análisis:
“La revolución Siria se está desarrollando en condiciones particulares, sin sindicatos independientes, y sin un partido revolucionario que pueda guiar la revolución y llevar a cabo las tareas necesarias para lograr la victoria. Las presiones de la revolución no pueden esperar a que todo esté perfectamente organizado; simplemente, han estallado y se han expresado a través del Ejército Libre. Esta es, en este momento, la única organización de masas de la revolución siria. Debido a la falta de una alternativa, también se ha convertido en la organización dirigente de la revolución. Esto significa que, en las condiciones actuales, todos los problemas de la revolución se expresarán en esta organización. Las preguntas abundan sobre la naturaleza del ELS ¿Es un cuerpo de genuinos soldados revolucionarios, la milicia armada de la revolución? ¿Está dominado por elementos islamistas radicales? ¿Es una herramienta en manos de las potencias imperialistas? Cualquier observador serio de su desarrollo no puede negar que el ELS no es solamente ni una milicia islamista ni un agente de los poderes imperialistas: la verdad es que su carácter no ha sido decidido aún.¨
Los acontecimientos de los últimos meses han confirmado nuestro análisis. El ELS ha aumentado su talla, fuerza y popularidad. Se ha convertido en el punto focal de la lucha contra el régimen de Assad. Sin embargo, esto no lo explica todo. Este desarrollo ha venido a costa del movimiento de masas. Está claro que la participación de las masas ha estado en declive, dejando la lucha en manos del ELS. Por ejemplo, el levantamiento en varios barrios de Damasco fue fundamentalmente una operación del ELS que no fue acompañada de un movimiento generalizado de las masas. Hemos visto el mismo modus operandi en los últimos días en Alepo. De hecho, en Damasco el régimen estaba muy debilitado y una muestra de fuerza de las masas podría haberlo hecho caer, pero esto no ocurrió. El movimiento de masas ha desaparecido en gran medida y lo que queda se ha convertido en un apéndice del ELS. Esto significa un gran paso atrás y un desarrollo reaccionario para la revolución. También nos tenemos que preguntar la misma cuestión que nos hicimos en diciembre 2011: ¿Cuál es la naturaleza del ELS? ¿Está constituido por fuerzas revolucionarias o hay otros elementos dentro con unas prioridades diferentes?
No es ningún secreto que las fuerzas reaccionarias, como los gobiernos de Arabia Saudita y Qatar, así como ricos donantes privados, han podido canalizar millones de dólares y armas a algunas milicias que componen el ELS. Turquía también alberga campos de entrenamiento militar para el ELS, con el claro objetivo de impulsar su propia agenda dentro de Siria. Francia también está desempeñando un papel importante en la promoción de las fuerzas reaccionarias que han surgido entre las milicias. Aquí Francia está tratando de recuperar su esfera de influencia que había perdido en la región, lo que explica su fuerte participación. Los EE.UU., después de quemarse los dedos en Irak y Afganistán, no tienen ningún deseo de ser arrastrados hacia una nueva guerra, aunque han admitido abiertamente ayudar a algunas de las milicias.
La cuestión es ¿quién recibe esta ayuda? ¿Se está distribuyendo a todas las milicias que luchan? Esto está lejos de ser la realidad sobre el terreno. De hecho, muchos de los combatientes del ELS se han quejado de la falta de recursos y de armas, y han expresado su frustración con otros grupos que rechazan compartir recursos con ellos ¿Quiénes son los grupos que reciben ayuda extranjera y cuáles son sus prioridades? Es muy importante ser claros en este tema, dichos grupos son fuerzas reaccionarias que no se diferencian de las tropas de Assad. Defienden una ideología fundamentalista y los intereses de aquéllos que los financian; o sea, aquellos que tienen intereses diametralmente opuestos a los de las masas sirias. Son las fuerzas de la contrarrevolución, que mientras luchan contra el régimen, están trabajando para socavar lo que queda de la auténtica revolución.
La realidad de la situación es la siguiente: el ELS contiene miles de combatientes revolucionarios honestos, hijos e hijas de trabajadores, de campesinos y de los pobres de la ciudad. A menudo están vinculados a los comités locales de coordinación y a los consejos revolucionarios. Sin embargo, el ELS también tiene un ala reaccionaria que tiene acceso a recursos externos y ha ido creciendo día a día, a expensas del ala revolucionaria. El reflujo del movimiento de masas ha servido para socavar considerablemente y aislar a los revolucionarios, y se ha creado un vacío peligroso que está siendo ocupado por las fuerzas reaccionarias y oportunistas.
En ausencia de una alternativa clara y con el giro hacia la lucha armada, no hay duda de que aquellos grupos que están mejor organizados, tienen más disciplina y, sobre todo, acceso a armas, métodos de comunicación, logística y financiamiento, están tomando una posición de dirección. Y estos son los grupos más conservadores y reaccionarios, de carácter sectario, organizados alrededor de los Hermanos Musulmanes, los salafistas e incluso organizaciones vinculadas a Al-Qaeda que están beneficiándose del dinero y apoyo de Qatar, Arabia Saudita y otras fuentes. Ayuda y apoyo siempre vienen con condiciones.
La situación anteriormente descrita muestra un proceso general que ha estado sucediendo dentro y fuera del ELS: la degeneración del movimiento revolucionario. Esto se puede ver no sólo en signos cuantitativos, tales como la disminución de la participación de las masas en las actividades revolucionarias, sino también en los signos cualitativos. Muchas de las consignas que se plantean hoy son radicalmente diferentes, y de hecho reaccionarias, diferentes de las que vimos al comienzo de la revolución. Por ejemplo, en los primeros días escuchamos la consigna: “uno, uno, uno, el pueblo sirio es uno”; en cambio, ahora tenemos: “estamos llegando, estamos llegando, Alá”. ¡Esto no es un detalle! Y esto no está alentando a las minorías religiosas y a los musulmanes liberales a unirse a la revolución, todo lo contrario ¡los empuja bien lejos!
El régimen tuvo éxito en utilizar las masacres para provocar fuertes sentimientos anti-alauitas entre grandes sectores de la población sunnita y luego empujar al movimiento en líneas sectarias. Este no es un tema secundario y está siendo explotado por los elementos más reaccionarios al plantear una bandera abiertamente anti-alauita, y presentar consignas que nunca pueden capturar el espíritu de la mayoría de las masas. Consignas como “defender nuestra religión… defender a los musulmanes sunnitas… esta es la la guerra santa (jihad) contra los infieles… los alauitas son infieles y enemigos del Islam, etc.” no hacen más que dividir a la población y empujar a un sector hacia el régimen.
¿Adónde va Siria?
Es muy difícil predecir cómo va a terminar una situación tan complicada como la siria. Está claro que el régimen de Assad va a caer tarde o temprano, ya que está podrido por dentro como demostró la defección hacia la ‘revolución’ de su primer ministro. Como en Libia, conforme quede más claro que, pese a estar bien armado, el régimen tiene los días contados, el número de defecciones aumentará entre los elementos que buscan asegurar su propio futuro. El hecho de que dichos elementos se puedan pasar a la llamada ‘revolución’ muestra cuán reaccionaria se ha vuelto la situación en ambos lados de las barricadas. Estos elementos no cambian de barco en apoyo a la revolución, sino precisamente para lo contrario. Está preparándose para el futuro, cuando intentarán socavar lo que quede de la revolución.
Esto explica por qué un colapso del régimen no necesariamente significaría una victoria para la revolución. Por el contrario, parece que el movimiento revolucionario ya está en camino de ser derrotado, ya que ha estado perdiendo el control a manos de fuerzas que no puede controlar. Esto no quiere decir que este proceso no pueda ser revertido, pero en el último período ésta ha sido la tendencia general. Es necesario admitir muy claramente este hecho ante los verdaderos revolucionarios y la juventud siria.
Sin embargo, el análisis no puede detenerse aquí ya que puede haber distintas variantes en el resultado final. El régimen, que ha tratado de afianzar el conflicto sectario desde el principio, podría retirarse a la zona costera donde cuenta con el apoyo de los alauitas y librar una larga guerra civil, e incluso tratar de establecer un mini-estado de facto. Esto es totalmente posible dado el hecho de que miles y miles de milicianos alauitas seguirán armados hasta los dientes, incluso si el régimen es expulsado de Damasco. Países como Irán y Rusia están dispuestos a apoyar estas milicias. Por otro lado, países como los EE.UU., Arabia Saudita y Qatar están dispuestos a seguir apoyando a las milicias que les son leales. Un escenario de guerra civil prolongada aislaría a los elementos progresistas de la ecuación. Esto llevaría a un escenario de guerra civil como la guerra del Líbano y sería una catástrofe completa para Siria y el pueblo sirio.
Otro elemento en la ecuación es la cuestión Kurda. Viendo que ya no podía controlar las zonas Kurdas, el régimen parece haberse retirado a favor de grupos armados apoyados por el PKK (Partido de los Trabajadores Kurdos, de Turquía). Esto es algo que Turquía no puede permitir a riesgo de dar alas a las propios insurgentes kurdos en la propia Turquía. Así, el régimen de Assad obtiene dos objetivos: uno, sacar las zonas kurdas (que ya no controla) de un frente único de oposición; y dos, presentar el conflicto como una resistencia a la intervención extranjera (en este caso turca).
Los alauitas, y tal vez los cristianos y otras minorías, lucharán del lado de Assad contra los elementos islámicos reaccionarios dominantes entre los “rebeldes” que proponen una plataforma religiosa islámica y anti-alauita. Lo que se necesita es que los trabajadores y jóvenes sirios se unan tanto contra Assad como contra los elementos reaccionarios fundamentalistas que están empezando a florecer bajo el nombre del ELS. Esta es la única manera de ganar a la tropa y a los alauitas ordinarios al lado de la revolución. Pero a medida que los elementos reaccionarios están pasando claramente al primer plano, este escenario es el menos probable a desarrollar. La falta de un partido revolucionario socialista capaz de unir a los trabajadores de las diferentes étnicas y religiones en que se encuentran divididos es lo que explica el estancamiento actual.
Incluso si una guerra civil sectaria es evitada, lo mejor que los sirios pueden esperar en el próximo período es un país fracturado como Libia. No hay dirección política creíble con un programa revolucionario que pueda unir a las masas detrás suyo. Elementos oportunistas están apareciendo y van a aparecer aún más a todos los niveles y a reclamar posiciones de dirección. Las masas están muy cansadas y es improbable que den la batalla contra el oportunismo al principio. Las diferentes milicias del ELS, ahora unidas contra Assad, ya empiezan a competir entre sí por el poder e influencia después de su caída. No debemos hacernos ilusiones de que, una vez que Assad sea derrocado, todos los problemas de las masas oprimidas de Siria serán resueltos. Y, menos aún, podemos llevar a creer esta conclusión, con nuestros análisis, a los revolucionarios y a la juventud de Siria. El régimen que podría llegar al poder tras el derrocamiento de Assad podría ser aún más reaccionario y brutal que el del mismo Assad.
¿Qué defienden los marxistas?
Los marxistas no trabajan en abstracto y no creen que haya una situación de blanco o negro. Nuestro análisis de la situación es sólo una guía para la acción; de hecho, un intento de guiarnos hacia la acción correcta. ¿Dónde situamos los marxistas, en esta situación complicada que se ha desarrollado en Siria en relación al ELS, el papel de los revolucionarios y de la juventud?
Las milicias del ELS, los comités de coordinación locales, los consejos revolucionarios, etc. son todos organismos improvisados por las masas revolucionarias y los soldados. Algunas de estas organizaciones están bajo la dominación de elementos reaccionarios. Otras probablemente retengan el carácter inicial democrático, popular y no sectario del levantamiento revolucionario.
La principal debilidad del movimiento revolucionario, que ha permitido que estos elementos reaccionarios pasen a un primer plano y seguir el juego del régimen, es ante todo política. El callejón sin salida en que se encuentra el movimiento, y que dio lugar a una dinámica cada vez más militar, podría haberse roto con un programa revolucionario auténtico, combinando demandas sociales y económicas con consignas democráticas, que habrían atraído a las masas sirias pese a la división sectaria, socavando así decisivamente la base social de apoyo al régimen.
Una guerra revolucionaria no puede ser reducida a una cuestión de armas. Es, primero y principalmente, una cuestión de programa político de la revolución. Muchas veces en la historia vimos cómo fuerzas revolucionarias con medios técnicos y militares inferiores han derrotado ejércitos más fuertes y mejor armados y al aparato del Estado, siempre que estaban armadas con un programa que fuera capaz de dividir dichos ejércitos y aparatos del Estado en líneas de clase.
Desde nuestro punto de vista, por lo tanto, esta es el primer aspecto que debe abordarse. ¿Por qué estamos luchando? No es suficiente decir que estamos a favor de la caída del régimen de Assad, en la medida que a grandes sectores de la población no les resulta indiferente con qué se sustituye a dicho régimen, en particular si eso implica una dictadura religiosa. La perspectiva de la sustitución de la familia Assad por los Hermanos Musulmanes aliados con hombres de negocios no es atractiva para los trabajadores y la juventud revolucionaria, particularmente para aquéllos que se consideran a sí mismos seculares o que no son sunnitas. La idea de que el régimen de Assad será reemplazado por otro que sea un protectorado de EE.UU., como en Irak o Afganistán, o que esté respaldado por Turquía o Arabia Saudita repele a muchos sirios, y con razón, ya que están muy orgullosos de su independencia nacional y de sus tradiciones antiimperialistas.
La tarea de los marxistas es explicar pacientemente la necesidad de un programa socialista, el único que puede unir las genuinas aspiraciones democráticas de la población con sus demandas económicas. Los revolucionarios genuinos deben organizarse como una fracción independiente y defender su programa abiertamente y de manera colectiva. Creemos que la única forma de avanzar que tienen las fuerzas revolucionarias es proponer el programa siguiente:
a) No a la lucha religiosa, es necesario una lucha de las masas. No Guerra Santa, sino una Guerra Revolucionaria.
b) Defender las ideas originales de la revolución. Democracia, libertad, justicia social y respeto e igualdad para todos, son los principios por los que miles de revolucionarios han luchado y dado sus vidas.
c) Derrotar al régimen de Assad significa también expropiar la riqueza que ha sido robada por su familia y poner le economía siria bajo control democrático de las masas trabajadoras.
d) No tener ilusiones en las potencias imperialistas. Contra la injerencia imperialista en Siria de EEUU, Francia, Rusia, Qatar, Turquía y Arabia Saudita. Manos fuera de Siria, sólo el pueblo sirio puede liberarse a sí mismo.
e) Los cuerpos armados deben ser puestos bajo control político de los consejos revolucionarios a todos los niveles.
f) TODOS los consejos revolucionarios y las milicias del ELS deben ser democráticos bajo el principio de una persona un voto. Defender la libertad de debate y discusión en el seno de las organizaciones de la revolución, nada debe ser impuesto a la voluntad de la mayoría.
g) Total desconfianza hacia los elementos oportunistas de las cúpulas del régimen y de los consejos de la ‘oposición’ respaldados por Occidente. Todas las decisiones deben ser tomadas por los consejos democráticos que representen a aquellos involucrados en la lucha sobre el terreno.
h) Crear comités en todos los lugares de trabajo para que la clase obrera pueda surgir como una fuerza dentro de la revolución. Mediante la coordinación de estos comités de base a nivel local y nacional, se preparará la formación de un gobierno que represente los intereses de los trabajadores y de los pobres de Siria. Sin esto, la dirección será tomada por las fuerzas reaccionarias que serán totalmente incapaces de resolver los verdaderos y ardientes problemas sociales de los trabajadores.
Traducción: Pablo Sánchez