La Provincia de Salta se ha caracterizado en su historia, por haber tenido una acentuada concentración en la tenencia de tierras en manos de una burguesía criolla, desarraigada y funcional a intereses externos. Tal burguesía, solo se ha encargado de apropiarse de algunos simbolismos revolucionarios como el del General Martín Güemes y las guerras de guerrillas gauchas independentistas, como lúcidamente ha señalado alguna vez, Jorge Spilimbergo.
El apropiarse acentuadamente de estos simbolismos -entre otras cuestiones- les ha permitido establecerse y legitimarse en la historia, cultura y economía de Salta y vaciar de contenido las antiguas luchas sobre la tenencia de tierras, la distribución de riquezas y el papel del Estado que se remontan discrecionalmente a 1817.
En la historia reciente de Salta (1976-2014), la manutención de un Estado neo-colonial ha sido la constante. La dinámica de conquista y avance de la frontera pecuaria en territorios indígenas y sobre grandes parches de bosques subtropicales entre otras áreas naturales ha pasado también, de la mano estatal primero, a manos privadas y de transnacionales en la actualidad. Esta concentración de territorialidad en manos de corporaciones ha dejado relegado al Estado provincial en un plano secundario, en donde las transnacionales y terratenientes se han constituido en pseudo-estados, o estados paralelos, con toma de decisiones en cuanto al manejo y uso de las tierras, la salud y educación de las comunidades locales.
El papel de la izquierda en Salta
En este marco el creciente papel de la izquierda en Salta, con el Partido Obrero a la cabeza, y en el Concejo Deliberante capitalino, ha permitido acentuar las fuerzas en la discusión sobre la teoría de desarrollo neoliberal que aún prima en la Provincia. El PO también se ha establecido en mayoría en otros departamentos de arraigo pecuario industrial como el Departamento de Orán. Sin embargo, a mas de 4 meses de realizadas las elecciones legislativas provinciales, las propuestas de la izquierda salteña han quedado sólo (por el momento) en prácticas discursivas. La actual acentuación de prácticas liberales, con desplazados sin tierra, el control hidrocarburífero en manos privadas y las políticas de benchmarking (esto es compraventa y competitividad de territorios) crean el cuadro histórico para que Salta abandone el neoliberalismo. Mientras tanto, las transnacionales de la soja siguen penetrando a las carteras estatales y recientemente, vejando la ley de bosques, el ministerio de producción y ambiente les autorizo la deforestación de más de 10.000 hectáreas de bosque en chaco seco. La necesidad de una propuesta de izquierda no solo es necesaria, si no que es ahora más urgente que nunca.
Con los avances y los retrocesos del Gobierno Nacional, la izquierda se encuentra ante una gran responsabilidad, en tanto los sectores más rancios del capitalismo quieren a capa y espada voltear al gobierno de CFK. Los boicoteadores de la economía, de la disparada de precios y de la corrida cambiaria ponen sobre el tapete en qué vereda ubicarse, con los trabajadores y el gobierno, señalando las limitaciones de este.
La izquierda tiene la posibilidad de enmendar años de errores políticos, y resulta fundamental la responsabilidad política, no tanto por lo que se pueda modificar o mover la aguja de la situación en la Provincia, o de Salta Capital, sino más bien, la responsabilidad esta puesta en la política que debe o tiene que dirigir hacia la vanguardia obrera y juvenil; de acumulación y construcción hacia un programa Socialista, incluyendo a la base que simpatiza, por los avances de estos últimos años, con la gestión del gobierno Nacional de la Presidenta Cristina Fernández.
Es lógico además que la educación o formación de la vanguardia en tal programa, recorra obligatoriamente una relación con las cuestiones o reivindicaciones más sentidas por la clase obrera y campesinado salteño.
Se trata por lo tanto de que los puestos legislativos estén al servicio de los de abajo y de tal construcción.
Manos a la obra.