Prosperar en el diálogo, profundizar el proceso

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Después de tres días de peleas callejeras, marchas y bloqueos en la sede del gobierno y el anuncio de la COB de postergar su Congreso y radicalizar las medidas de presión en todo el país, Evo Morales decidió finalmente reunirse directamente con los trabajadores como estos últimos exigían. A pocos meses de la abrogación del “gasolinazo” la movilización de los trabajadores abre una nueva brecha en que tanto las bases como el mismo gobierno puedan rectificar y reconducir al proceso.

Después de tres días de peleas callejeras, marchas y bloqueos en la sede del gobierno y el anuncio de la COB de postergar su Congreso y radicalizar las medidas de presión en todo el país, Evo Morales decidió finalmente reunirse directamente con los trabajadores como estos últimos exigían. A pocos meses de la abrogación del “gasolinazo” la movilización de los trabajadores abre una nueva brecha en que tanto las bases como el mismo gobierno puedan rectificar y reconducir al proceso. Este dialogo tiene entonces que prosperar así como la movilización de los trabajadores debe ahora consolidarse en un programa de profundización del proceso en beneficio de todos los sectores azotados por la crisis y de organización de la real participación popular.  

A medida que el conflicto ha avanzado, nuevos sectores han ido sumándose y sumando de manera aparentemente chapuceada diferentes reclamos. Los gremiales de El Alto, que sin duda jugaron un papel importante en los levantamientos de Octubre de 2003, anunciaron un ampliado de emergencia en que debatirían de sumarse a las movilizaciones de la COB en protesta contra el desabastecimiento y la falta de productos, asimismo vecinos, estudiantes etc. de la urbe alteña. Dirigentes sindicales del MAS –como los del magisterio rural de La Paz– fueron rebasados por su base y tuvieron que anunciar la determinación de su sector de marchar hacia La Paz a partir de la próxima semana. Es que esta movilización lanzada por la COB está fungiendo de catalizador de un malcontento evidentemente más difuso en la población, tras crisis de desabastecimiento, gasolinazo, etc.

Por esto mismo la actitud del Vicepresidente Álvaro García Linera y de varios ministros de amenazar con juicio y despidos a dirigentes y trabajadores movilizados y seguir descalificando a la COB y las movilizaciones es una equivocación que consigue el solo efecto de debilitar dentro de las movilizaciones mismas la voz de aquellos que aseguran no estar marchando en contra del proceso sino por redireccionarlo, fortaleciendo al contrario los que al interior del movimiento obrero afirmaban que “o el Presidente acepta el diálogo o la COB dialogará con el próximo Presidente”.

No se puede proponer un diálogo en medio de amenazas, ni se puede ofrecer un diálogo en que se anticipa que ninguno de los reclamos de los trabajadores será realmente atendido. Ni se puede olvidar que la desconfianza de los trabajadores al diálogo con los ministros es consecuencia del fracaso total de anteriores negociaciones en que distintos ministros dieron ya prueba de soberbia, arrogancia e incluso desprecio al no presentarse o llegar con horas de retraso.

Ningún dirigente sindical es capaz de la noche a la mañana de revertir el apoyo en oposición si no existen las bases materiales para aquello, como demuestra claramente el hecho que dirigentes sindicales afines al MAS sean rebasados por sus bases. Los mineros, los fabriles, los maestros y todos los demás sectores que se van movilizando estuvieron en la trinchera de la batalla a la derecha golpista en las calles y las urnas. La radicalidad de su protesta hoy es consecuencia de una crisis que azota a la clase trabajadora y los sectores populares en la forma de desabastecimiento, aumento de precios, intensificación de la explotación laboral, multiplicación de accidentes mortales (en la minería sobre todo), falta de empleo, etc.

Una crisis que además tiene su contraparte en las espectaculares ganancias de los últimos años realizadas por empresarios nacionales y multinacionales gracias a especulación y saboteo productivo. Y en los cierres de un partido –el MAS– donde los espacios de crítica constructiva sobre estrategias y ritmo del proceso son siempre más reducidos y sofocados por sectores burocráticos siempre más aferrados a viejas prácticas de cuoteo político y oportunismo, como ha denunciado por el propio Evo Morales, quien –a propósito de la situación de la Caja Nacional de Salud– dijo a los dirigentes de la COB “[hay que] limpiar esa situación o cuoteo del MAS, para transparentar el manejo de esta institución”. Una crisis que por todos estos motivos rebasa cuanto de bueno el gobierno podía jactarse de haber hecho hasta el momento.

Una crisis que es también de irrecuperable credibilidad política de todo el entorno de Ministros y asesores de Evo Morales. Tomamos por ejemplo la cuestión de la Caja Nacional de Salud (CNS). Los trabajadores salubristas están en pié de lucha porque consideran que el artículo 23 de la actual Ley Financial expropia los aportes a la CNS como primer paso hacia su cierre. Los mismos ministros y exponentes del gobierno, que 3 días antes del levantamiento de las subvenciones al precio del carburante negaban un posible gasolinazo y lo promulgaban 3 días después en ausencia de Evo Morales, querían tranquilizar a los trabajadores salubristas diciéndoles que sus dirigentes son unos “mentirosos”, que el gobierno no tiene ninguna intención de intervenir la CNS para realizar el Seguro Universal de Salud.

Evo Morales en cambio, en rueda de prensa tras las primeras 3 horas de diálogo, ha declarado “he pedido que entre el Gobierno y la COB debemos cerrar la Caja, para construir otra institución, que de verdad sirva y beneficie a los aportantes”. Esta honestidad es lo que los trabajadores y el pueblo aprecian en Evo y explica el porqué quieren reunirse solo con él. El engaño y las mentiras de su entorno tienen en cambio patas cortas, particularmente si son condimentados con las usual dosis de ataques calumniosos.

La cuestión de la CNS es otro tema emblemático de las actuales contradicciones. Nadie puede negar que el nivel de las prestaciones de la CNS sea insatisfactorio e insuficiente. Los mismos trabajadores salubristas se han expresados en diferentes ocasiones a favor del Seguro Universal de Salud. Pero ¿Por qué la CNS está en una situación “muy grave”, como ha afirmado Evo? Porque su principal aportante, el Estado, debe a la CNS 600 millones de bolivianos, así como numerosas empresas privadas. Como nos recuerdan las luchas de la fallecida compañera Delicia Mendoza –dirigente del sector salud en Santa Cruz de la Sierra y del MAS– esto se traduce en una crónica deficiencia de personal, infraestructuras y equipamientos médicos. Así los que pueden pagarse una clínica privada, como la Foianini de Santa Cruz u otras en el resto del país, tendrán atención médica de calidad, mientras que en sectores mas políticamente atrasado del pueblo se abre paso la idea que tal vez si las clínicas privadas son mejores, es mejor privatizar todo el sector salud.

El Estado tiene estas enormes deudas con la CNS porque no tiene recursos suficientes para atender a todas las demandas. Y le faltan recursos porque bancos privados, tierra y grandes empresas siguen en manos privadas. Bolivia es un país rico en minerales, hidrocarburos, tierra etc. Pero mientras estos recursos sigan respondiendo a la ley del lucro capitalista seguirá siendo imposible una real planificación económica en beneficio del pueblo. La violencia con que el Vicepresidente arremete contra la COB, los trabajadores y sus dirigentes es señal que esta no es simplemente una crisis económica, es más bien una crisis política. Es la idea que “somos todos una sola familia”, que es posible y necesario en esta etapa desarrollar el país apoyándose y apoyando el emprendimiento privado y no las nacionalizaciones, la idea de un “bloque entre todas las clases sociales” –inclusive la burguesía saboteadora– para transformar el país, es esta vieja idea que la historia ha superado muchas veces la que está perjudicando al proceso.

En ocasión de la lucha salarial del año pasado el gobierno pudo desarticular la movilización de los trabajadores ofreciéndoles una nueva ley de pensiones que a pesar de todas (y son muchas) sus limitaciones reduce la edad para jubilarse cuando en el mundo la misma se eleva y por lo tanto fue asumida por la mayoría de los trabajadores como un pequeño paso adelante. En la actual situación lo único que el gobierno pueda ofrecer para cumplir con los reclamos del movimiento obrero y de los demás sectores que se han sumado a él en esta movilización es de dar un profundo giro a izquierda, avanzando con las nacionalizaciones de multinacionales de todos los sectores –como las del gas, responsables del gasolinazo y del saboteo productivo, como el propio Evo Morales aprendió en una reunión con los sindicatos petroleros, y San Cristóbal–, la disolución del latifundio -por la soberanía alimentaria etc. Sólo así podrán garantizarse aumentos salariales dignos preservando las inversiones. Cualquier tergiversación en este sentido sería en la actual coyuntura muy peligrosa y sólo desataría una nueva espiral conflictiva a un nivel mucho más encarnizado.

Como escribimos tras el abrogado gasolinazo, el movimiento obrero está aprendiendo en la lucha que no es la movilización la que peligra el proceso, sino la pasividad y la búsqueda de atajos. La demostración más grande de la fuerza de la clase trabajadora boliviana es la capacidad de haber ido sumando a su lucha diferentes sectores populares y de clase media. Corresponde ahora a la vanguardia proletaria dotar a estos sectores de un programa y una organización. Por esto y para que el diálogo pueda prosperar es necesario no desmovilizar sino estructurar la actual movilización en una nueva Agenda de profundización y radicalización hacia el socialismo del llamado “proceso de cambio”. Una Agenda que tenga su eje central en la expropiación bajo control obrero y campesino de todas las principales palancas de la economía.

El diálogo debe ser estrictamente controlado por las bases a través de delegados democráticamente elegidos en cada sindicato y que en nombre de cada sindicato de base participen de los ampliados de la COB y las evaluaciones que se harán. El apoyo que la COB ha demostrado saber ganarse a la cabeza de sus sectores más resueltos, como el proletariado minero, debe consolidarse ahora en la conformación de Comités y Asambleas populares, estructuras donde aunar, dar espacio y organizar a todos los sectores afectados por la crisis económica y política del país, evitando su dispersión y particularismos y dándoles un espacio concreto de participación.