Francis Fukuyama, el renombrado cientista del capitalismo ha vuelto sobre sus pasos. Con la caída del muro de Berlín y el colapso de la URSS, Fukuyama había anunciado al mundo el fin de la historia, el germen latente de una prosperidad sin límites para la humanidad, sin guerras, ni desigualdad, sin más intrigas creadas por la Guerra Fría, sin más hambrunas se erigiría incólume sobre las masas. La historia había culminado, y la constitución de este mundo libre, cuya libertad solo se entendía por el establecimiento pleno de la sociedad de consumo –o libre consumo, de lo que el mercado disponga- y libre mercado para el capital concentrado aseguraría en los días por venir un mundo de desarrollo igualitario, paz y prosperidad. No han pasado siquiera 30 años para lo que se establecía como una lectura concluyente sobre la historia, y la misma historia ha desmentido con gravidez a Fukuyama como a otros teóricos del capitalismo moderno. Ninguno de sus pronósticos se han cumplido, todo lo contrario se han erigido nuevas formas de especulación y concentración de la riqueza más allá del control de los medios de producción, como ha resultado con el capitalismo financiero. Una forma que se pretendió más sofisticada con escaso o funcional control del Estado, y sin la pretensión de manejar las palancas mecánicas de la producción para la generación de la riqueza. Sino concentrar la misma, solo en función de la especulación financiera y con el empleo de un complejo de índices económicos siempre soportados por un nuevo fenómeno, las democracias burguesas subyugadas a la globalización y las teorías económicas del Mundo Libre que respondía a los intereses del imperialismo norteamericano.
Hacia la médula de las sociedades modernas también han pululado otros procesos, que aunque muchas veces atomizados y productos del posmodernismo; por ej., los movimientos de lucha anti-capitalista, los movimientos por la tenencia de la tierra, contra la minería, igualdad de género, en defensa de la biodiversidad o por los derechos de los animales e inclusive con una mirada bio-centrista pugnando por el Planeta, los territorios y la biota como sujetos de derecho marcan que hay demandas intestinas que en algunos casos deja aflorar la lucha de clases siempre latente. Las masas se movilizan y luchan, aún en estos tiempos post “fin de la historia”, lo cual desmiente nuevamente que se haya levantado el último hombre y la historia se dé por culminada.
El post-keynesianismo, una nueva ciencia que la experiencia desmiente
Dentro de la memoria genética del hombre moderno, pareciera que aún hay nichos disponibles para absorber nuevas deidades o mitologías. En tiempos de la pos-modernidad y de la anunciada muerte de las ideologías, los teóricos e ideólogos del capitalismo bien saben de esto. Y ante la grave crisis de pérdida de biodiversidad, de desplazados sin tierras, de grandes capas sociales bajo los niveles de pobreza y de cotas de desigualdad e inequidad social crecientes con riquezas cada vez más concentradas: un grupo de cientistas en el marco del Governance of Economic Transition se ha propuesto culminar un documento acerca de la gobernabilidad a nivel global en el marco de una transición económica aparentemente fundada en el cambio climático, la caída de retorno energético y la pérdida de biodiversidad. Al respecto en 2019, la Organización de Naciones Unidas (ONU) publicará un nuevo Informe Global para el Desarrollo Sostenible, el cual traza como objetivo contribuir con una base científica sólida para la elaboración de políticas que permitan terminar con la pobreza y el hambre a nivel global hacia el 2030. No obstante hay una intención subyacente en la elaboración y difusión parcial de los objetivos del documento, en primer lugar es la necesidad de marcar el carácter acabado y científico de que el mundo necesita una transición en su gobernanza global debido a la crisis de pérdida de biodiversidad y el cambio climático y su impacto para la supervivencia de la humanidad. Esto es, no por una crisis del capitalismo, sino por aparentes factores exógenos -que no son tales, sino que a la vez son producto de la puja del capital por la cada vez mayor necesidad de materias primas y su explotación-. Y en segundo lugar, basados en una suerte de positivismo es dentro de las estructuras del capitalismo que este proceso puede ser llevado a cabo. Se pretende con esto -no sin marcada manipulación- darle probidad y carácter científico al proceso y sus premisas, y se teje nuevamente el mito del fin de la historia provisto de una manipulación conveniente que vuelve a dar luz.
El grupo de investigación independiente BIOS de Finlandia -participantes del proceso de Informe Global-, integrado por economistas, físicos y filósofos va aún más lejos, proponen directamente “un mundo keynesiano con fronteras planetarias”. Lo cual re-significaría el papel del Estado al entender del post-keynesianismo, en un capitalismo de Estado con supuestas economías únicas, autónomas y sociedades que participarían en el comercio internacional, ya no regulado por el Libre Mercado sino por la defensa de la soberanía alimentaria y las necesidades estratégicas de conservación de la biodiversidad como elementos conducentes. Es difícil concebir traspasando los niveles del positivismo post-keynesiano esgrimido, que sea posible un mundo de pleno empleo, donde el capital se mueva libre pero solo limitado por una aparente nueva conformación de Estado con una conciencia capitalista sobre el uso responsable mediando también la conservación de los recursos de la naturaleza. Todavía más preocupante resulta, que partidos de izquierda reformista con relativa inserción en los movimientos de masas tengan una lectura contradictoria y confusa respecto al post-keynesianismo. Una publicación puntual de Izquierda Diario del PTS de la coalición del Frente de Izquierda, fechada el 23 de octubre de 2018, no solo es una transcripción literal y acrítica sobre citas de diversos ideólogos en defensa del planeta y el post-keynesianismo sino que hasta resulta finalmente en una ponderación de la teoría y el método dentro de la estructura capitalista. Sin dudas, la posmodernidad también ha configurado a algunos elementos reformistas de izquierda, pues terminan respondiendo a la lógica del positivismo de nuevos cientistas del capital, inclusive prescindiendo del método cartesiano o del empirismo de la dialéctica-materialista para el análisis de los procesos.
Sin lugar a dudas, estas teorías rompen con la ortodoxia actual del capitalismo, pero sin embargo la experiencia histórica termina por desmentirlas. De la misma manera en que la revolución verde y los planes Marshall de Estados Unidos constituidos en la década del 70, para palear el hambre en el mundo solo han re-significado el lucro a costa del hambre de enormes capas sociales y la maximización de ganancias con el control de los territorios por parte de las grandes corporaciones norteamericanas, alemanas y ahora chinas. El post-keynesianismo es solo un reflujo propuesto con la pretensión falaz de promover un cambio en la historia dentro de los márgenes del capitalismo. Los intentos de teorizar en el marco de la ONU, sobre un nuevo orden mundial en función de una gobernanza “post-keynesiana”, esconden otra vez dos aspectos: el establecimiento de una nueva potencia capitalista y la constitución de un nuevo mundo unipolar-hegemónico y el sostenimiento del capitalismo como sistema probado científicamente para beneficio de las sociedades modernas. No obstante, el capitalismo seguirá siendo el mayor de los males, y solo la lucha de clases y la conciencia más sentida de trabajadores y campesinos revolucionarios podrían promover, a través de la revolución socialista, un salto cualitativo en bien de la humanidad.