México: En la defensa de las pensiones estamos con los maestros y contra los banqueros

La reciente lucha magisterial ha expuesto fisuras en el gobierno de la llamada Cuarta Transformación (4T) y en su relación con el movimiento social, particularmente con el magisterio. Más allá de la coyuntura, este conflicto expresa los límites del programa gubernamental. Aunque el gobierno se ha mostrado abierto al diálogo, señalando estar dispuesto a avanzar hasta donde lo permita el presupuesto, esta postura, en la práctica, impide resolver los problemas que demanda el magisterio. No se trata de diálogo, se trata de la solución de las demandas de la clase obrera.

El magisterio exige una mejora sustancial en los salarios, la abrogación de la reforma a las pensiones de 2007 y que los ahorros de los trabajadores no sean administrados por los grandes bancos privados. En esencia, se demanda lo que la propia presidenta ha declarado: que todo trabajador al servicio del Estado tenga una pensión y un salario dignos. Pero para pasar de las palabras a los hechos es necesario enfrentarse a los grandes banqueros y capitalistas iniciando por quitarles el control de los ahorros para el retiro de los trabajadores. Ese es el límite de la 4T: avanza hasta donde no se confronten con los intereses centrales de la clase capitalista. Por tanto, no es capaz de solucionar los problemas de fondo de la clase obrera y las masas.

Si bien se han implementado muchos programas sociales, no se han atacado los problemas sistémicos. Un ejemplo de ello es que, en 2024, los banqueros obtuvieron ganancias récord de 288 mil 340 millones de pesos. Un país donde los multimillonarios incrementan sus ganancias refleja, en el otro extremo, una mayoría sobreexplotada que vive en la pobreza. Esa es la realidad, pese a las reformas de la 4T. Los banqueros utilizan los cuantiosos ahorros de la clase obrera —administrados a través de las Afores— para invertir y obtener ganancias significativas, incluso si ello pone en riesgo el futuro de los trabajadores.

Es significativo que, pese a los altos niveles de popularidad del actual gobierno, se haya desarrollado un movimiento proletario de la magnitud del magisterial. Los maestros han tomado una terminal del aeropuerto, carreteras y cercaron Palacio Nacional (obligando a realizar la conferencia matutina de la presidenta sin periodistas, debido al bloqueo).

Durante el sexenio de AMLO, su enorme autoridad bastaba para con una declaración aislar y marginar a las disidencias, tanto de derecha como de izquierda. Claudia Sheinbaum ha criticado a los maestros por realizar acciones de presión mientras —según ella— había una puerta abierta al diálogo. También los ha cuestionado por manifestarse ante instituciones que, según su postura, no tienen relación con sus demandas. Incluso ha señalado que “los extremos se tocan” y que protestar contra el INE o amenazar con boicotear las elecciones coloca a la CNTE al nivel de la derecha, que también amenazó con boicotear las elecciones del poder judicial. Sin embargo, estas declaraciones no han aislado al movimiento; por el contrario, han polarizado la opinión de la izquierda y de los trabajadores. Hoy vemos a seguidores de la 4T criticar a los maestros con argumentos que históricamente ha usado la derecha. Parece que, cuando se trata de ir al fondo del problema, reformistas y reaccionarios se unen.

Los reformistas de la 4T utilizan teorías como la del “golpe blando” para justificar su moderación: por un lado, dicen que avanzar más podría provocar una reacción derechista y, por el otro, critican cualquier protesta obrera argumentando que podría abrirle la puerta a la reacción.

Pero la realidad es que los límites de su programa llevan inevitablemente a que sectores de trabajadores se movilicen para resolver de fondo sus demandas. La única forma de avanzar no es moderando las luchas ni descalificando la acción de la clase trabajadora, sino asumiendo un programa que supere al capitalismo, que es el verdadero problema de raíz.

Se ha desatado una campaña desde medios públicos y privados para criticar al magisterio, pero lo interesante es que esto no ha disminuido la intensidad de la lucha. La esencia de esta movilización radica en la respuesta de la base magisterial, que exige una solución real a problemas como garantizar una jubilación digna.

La 4T nació con una base de masas que aspiraba a transformar la sociedad, en oposición al viejo régimen del PRI y el PAN —partidos que siguen en bancarrota política—. Sin embargo, Morena y los gobiernos locales y federal no solo han hecho alianzas con figuras del antiguo régimen, sino que han incorporado a muchos de sus elementos en sus estructuras. Claudia Sheinbaum, mientras critica a los profesores de la CNTE, se ha aliado con la estructura burocrática y charra del SNTE. Basta ver la asistencia corporativa de este sindicato a cualquier mitin convocado por la presidenta. Pero en la lucha magisterial actual se ha dado una rebelión contra los dirigentes charros en varios estados como Chihuahua, Sonora, Quintana Roo y Baja California Sur.

Nosotros sí creemos en una lucha democrática, que empiece por la democratización de los sindicatos. A diferencia de la democracia timina que defiende la 4T, nosotros planteamos una democracia profunda: con control obrero democrático en todas las estructuras del Estado, las cuales deben ser barridas y sustituidas por otras al servicio de la sociedad. En esencia planteamos que el actual régimen democratico burgués sea sustituido por un Estado obrero democrático.

Por supuesto, ha habido errores en la lucha magisterial, como la agresión de un pequeño grupo de maestros a un periodista o ciertos forcejeos con la policía. Sin embargo, esa no ha sido la tónica general, que se ha caracterizado por acciones masivas y firmes. El movimiento debe rechazar estos actos sectarios y ultraizquierdistas, pues el reformismo los utiliza como pretexto para justificar su política.

En esta disputa, nosotros nos hemos mantenido firmes. Ni siquiera se requiere ser comunista para ello. ¿Qué es ser de izquierda? Estar con los trabajadores. ¿Qué significa no luchar por la abrogación de la reforma a la Ley del ISSSTE de 2007? En el mejor de los casos, ceder ante las presiones del capital financiero. Nosotros estamos con los maestros, no con los banqueros.

Lo importante de esta lucha y esta disputa, más allá de la coyuntura, es que hemos visto una oposición y crítica de masas. El actual gobierno mantiene aún una gran base de apoyo. Nosotros no deseamos que les vaya mal, pero sabemos que si mantienen su programa reformista sin aspirar a una revolución socialista, entrarán tarde o temprano a un callejón sin salida.

Cuando escribimos estas líneas el Banco de México ha bajado su perspectiva de crecimiento de 0.6 a 0.1%. Trump, que no ha dejado de acosar a México, amenazaba la estabilidad mundial y puede catalizar desastres económicos y sociales. El panorama futuro no será de estabilidad y México estará en medio de las turbulencias mundiales. En este contexto es más necesario un programa revolucionario comunista, que el gobierno de la 4T no quiere aplicar. Lo que veremos es un incremento de la polarización y la crítica. En este contexto debemos posicionarnos a favor de los intereses de nuestra clase y avanzar en construir un Partido Comunista Revolucionario, palanca necesaria para transformar la sociedad.

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