A la hora de plantear alternativas los grupos más relevantes de la izquierda han enarbolado la consigna de Asamblea Constituyente para la ciudad. El sentido que tiene una Asamblea Constituyente es elegir legisladores para elaborar una nueva Constitución o legislación para la ciudad ¿De qué manera una nueva Constitución o nuevas leyes puedan impedir que sucesos trágicos como el habido en el boliche "República de Cromañón" se vuelvan a repetir? A la hora de plantear alternativas los grupos más relevantes de la izquierda han enarbolado la consigna de Asamblea Constituyente para la ciudad. El sentido que tiene una Asamblea Constituyente es elegir legisladores para elaborar una nueva Constitución o legislación para la ciudad ¿De qué manera una nueva Constitución o nuevas leyes puedan impedir que sucesos trágicos como el habido en el boliche "República de Cromañón" se vuelvan a repetir? Esto es algo que merecería la pena ser explicado. Porque, aparentemente, las leyes que deberían haber evitado esta catástrofe, y que podían haberla evitado, ya existen en la actual legislación de la ciudad, y los funcionarios encargados de ejecutarlas y hacerlas cumplir también. De la misma manera la legislación nacional también prohíbe y persigue la corrupción de los funcionarios, pero la corrupción sigue; las leyes castigan y prohíben la inseguridad y la insalubridad en el trabajo pero eso no impide que 1.700 obreros mueran anualmente en nuestro país en accidentes laborales; la legislación prohíbe el trabajo infantil pero en Argentina actualmente trabajan 2 millones de chicos menores de 15 años; la Constitución nacional garantiza el derecho a un trabajo digno pero la mitad de los trabajadores laburan "en negro" sin ningún tipo de derechos.
Luego, la cuestión no es tener mejores leyes, sino explicar que mientras la economía, el gobierno y el aparato del Estado estén en manos de los grandes empresarios y de los políticos patronales que responden solamente a ellos, ni las leyes más perfectas podrán acabar con la corrupción y las coimas a los funcionarios, legisladores, jueces y policías para que hagan la vista gorda ante negligencias tan graves como las habidas en República de Cromañón y cientos de boliches más.
Creemos que aquí, estos compañeros se equivocan y caen en un injustificable cretinismo parlamentario en lugar de apuntar a la verdadera esencia de las cosas. Es verdad que mientras los trabajadores y los jóvenes no acumulemos la fuerza suficiente para terminar con este sistema capitalista bárbaro y criminal, los problemas fundamentales permanecerán. Pero la historia también nos enseña que no es con medidas parlamentarias como se transforman las cosas importantes, sino con la movilización masiva y la organización activa de jóvenes y trabajadores. Ahí es donde debería centrarse la actividad y la agitación de la izquierda.
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