Margaret Thatcher ha muerto: recordamos sus crímenes contra los trabajadores

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Está la televisión llena de efusiones aduladoras por parte de comentaristas de derecha y políticos acerca de la repentina muerte de Margaret Thatcher. El establishment se ha reunido para alabarla. La Reina ha enviado un mensaje personal de condolencias a la familia Thatcher. Las noticias están llenas de homenajes, retratando a Thatcher como una especie de paladín de la libertad. Por supuesto, nada podría estar más lejos de la verdad. Era un paladín, sí, pero del capitalismo, de la clase dominante, y de todo lo que representa.

Ahora su muerte está siendo utilizada para “rehabilitarla”, para presentarla como una heroína. Por supuesto, Margaret Thatcher es muy admirada por los representantes de su clase, las damas y caballeros de la clase dominante, como una ferviente defensora del capitalismo, el orden social existente, y sus intereses de clase. Para nosotros, Thatcher representaba y personificaba el privilegio, la riqueza y la desigualdad de la sociedad de clases.

Mientras fue Primer Ministro, entre 1979 y 1990, personificó el capitalismo en su forma más cruda. Se dedicó a intentar destruir el poder de los sindicatos y a saquear el Estado a golpe de privatizaciones, todo en un vano intento de restablecer la posición del capitalismo británico. Trató de devolver a la clase obrera a la época victoriana, atacando a todos aquellos que se resistieran, en especial a los mineros, considerados como “el enemigo interno”. Una larga legislación antisindical fue concretada en los Estatutos. El derecho de huelga quedó casi eliminado.

Atrás quedó la imagen del conservadurismo de Una Sola Nación. Los Grandes Tories quedaron apartados por la chusma Tory, quien le entregó el liderazgo del partido Conservador a Thatcher. Ella representaba a una nueva generación de Tories: la de la estrechez de miras de una advenediza hija de tenderos. Reflejaba la degeneración del capitalismo británico, sumido en un proceso de declive a largo plazo.

Sus políticas, basadas en las doctrinas económicas del monetarismo -que simplemente representaban una vuelta a los presupuestos equilibrados del periodo de preguerra– resultaron en la destrucción del 20% de la industria manufacturera entre 1979 y 1981. Esto causó una destrucción mayor de la industria que la que ocasionó la Luftwaffe alemana durante la Segunda Guerra Mundial y elevó los niveles de desempleo a más de tres millones, mientras que el dirigente tory Norman Tebbit instaba a los desempleados a “montar en su bicicleta” para ir a buscar trabajo.

En 1984–85, Thatcher se dedicó intentar destruir el Sindicato Nacional de Mineros y a aplastar a la industria minera. Hizo lo que fuera para que el hambre devolviera a los mineros al trabajo. Thatcher esperaba una victoria rápida, algo así como su “Guerra de Malvinas en la industria”, pero los mineros resistieron durante otros doce meses. En última instancia, fue el sabotaje de los dirigentes del TUC y del Partido Laborista lo que selló el destino de los mineros, entregándole la victoria a Thatcher.

Al igual que con los acontecimientos de 1926, la experiencia de la huelga de 1984-85 quedó marcada a fuego en la conciencia de la clase obrera. Nunca olvidarán ni nunca perdonarán.

El credo del monetarismo (del thatcherismo) eleva la codicia y el egoísmo a la condición de principios. Su filosofía es que cada uno debe agarrar todo lo que puede, a pesar de las consecuencias. Deben ascender en la escala social a expensas de los demás. Los más ricos de la élite se elevan hasta los cielos, mientras que los pobres son condenados como perezosos e indolentes. Representan al “pobre indigno”, como los describió la época victoriana, los “gorrones del bienestar”, como los describe la prensa Tory hoy, que han de encontrar el empleo que no existe o verse privados de ayuda. Esta es la ley de la selva, la ley del capitalismo, la que Thatcher abrazó.

Ella negó la existencia de la Sociedad (con decía) y promovió el egoísmo individual, que resume las perspectivas de la burguesía en esta época de declive. El mercado tiene a sus sumos sacerdotes, y Thatcher era uno de estos apologistas. Junto con Reagan, su homólogo en los Estados Unidos, encabezó una “contrarrevolución” contra los trabajadores, despojándolos de sus derechos y conquistas pasadas. Thatcher reflejaba el hecho de que el capitalismo en declive ya no podía permitirse las reformas del pasado.

Para los súper ricos, la carrera sin sentido por la riqueza y la veneración de la codicia son los principios primordiales. Esta es su moral, su religión. Por supuesto, todo esto se oculta detrás de una pantalla moralizante de patriotismo, de libertad y de espíritu emprendedor. Esto, por supuesto, no es otra cosa que la libertad de explotar y enriquecerse a expensas de los demás. El sistema capitalista se basa en esto, en la búsqueda del máximo beneficio, y la extracción de trabajo no remunerado de la clase obrera.

Thatcher representó al establishment -un establishment que se encuentra en crisis y está quedando cada vez más desacreditado: el Parlamento, el Gobierno, la prensa, la Policía, la Iglesia. Un escándalo tras otro, que involucran a empresarios, políticos, jefes de policía y jueces, han puesto al descubierto el pozo negro de la corrupción que se extiende hasta lo más alto. Bajo la “democracia” de Thatcher, los jefes de policía fabricaban pruebas contra los mineros en huelga en Orgreave y contra los hinchas del Liverpool en Hillsborough. Pero todo quedaba perfectamente en orden. Los medios se justificaban por los fines.

Uno se espera lo de la adulación de los políticos conservadores hacia Margaret Thatcher, pero la dirección laborista, para su vergüenza, también se rebaja a este nivel. Consideran la “política” no como una guerra entre las clases, sino como un juego parlamentario. Son ajenos a las vidas de los trabajadores de a pie que han sido afectados directa e indirectamente por el thatcherismo.

“Ella será recordada como una figura única”, afirma Ed Miliband. “Remodeló la política de toda una generación. Fue la primera mujer británica Primer Ministro. Desplazó el epicentro de la política británica y fue una figura muy importante en la escena mundial¨.

Pero toda esta “remodelación” y “desplazamiento” se hizo en nombre del genuino conservadurismo azul y en perjuicio de la clase trabajadora. Ed Miliband añadió: “El Partido Laborista no estuvo de acuerdo con mucho de lo que hizo y ella siempre seguirá siendo una figura polémica. Pero podemos estar en desacuerdo y también respetar mucho sus logros políticos y su fuerza personal. “

¿Y cuales eran esos logros? Thatcher hizo al rico más rico y al pobre más pobre. Destruyó comunidades obreras en beneficio de la Renta, el Interés y la Ganancia.

Es vergonzoso que el Partido Laborista haya anunciado que suspenderá su campaña en las elecciones locales hasta nuevo aviso después de la muerte de Thatcher. Hubiera sido más apropiado haber declarado que iban a compensar a todos los mineros que fueron despedidos por el gobierno de Thatcher, mientras actuaban en defensa de su clase.

Los ex primeros ministros laboristas, Blair y Brown, se han perdido en alabanzas a la mujer despreciada por millones de personas. Brown sacó la siguiente declaración: ¡”conmemorando las muchas décadas de servicio de Lady Thatcher a nuestro país”! Hubiera sido más correcto hablar del servicio a los banqueros y especuladores, a la City de Londres y a los gigantescos monopolios.

Brown continuó: “Ella será recordada no sólo por ser la primera mujer en llegar a Primer Ministro de Gran Bretaña y ocupar el cargo durante 11 años, sino también por la determinación y la resistencia con la que llevó a cabo todas sus tareas a lo largo de su vida pública. Incluso aquellos que no estaban de acuerdo con ella nunca dudaron de la fuerza de sus convicciones y de su fe inquebrantable en el destino de Gran Bretaña en el mundo”.

Hacer semejante afirmación es escupir a la cara de todos aquellos que estaban preparados para hacer frente a Thatcher y al thatcherismo. Es un insulto a los que estaban con la clase obrera cuando enfrentó la ofensiva de los Tories a lo largo de los años ochenta y noventa.

“Durante el tiempo en el que estuvimos en el número 10, Sarah y yo invitamos a Lady Thatcher a regresar a Downing Street y a Chequers. Algo que sabemos que disfrutaba mucho” [el nº10 de Downing Street es la residencia del Primer Ministro, y Chequers, la casa de campo del mismo – NdT]

Una vez más, esto pone de manifiesto cómo se codean los dirigentes laboristas con los conservadores, a los que no miran como enemigos de clase, sino como amigos. Estos últimos también “disfrutaban mucho” de la compañía de esta dama burguesa.

Tony Blair también hizo su propio homenaje. Describió a Lady Thatcher como “una figura política imponente” y continuó: “muy pocos dirigentes llegan a cambiar no sólo el panorama político de su país, sino del mundo. Margaret era una líder de este tipo. Su impacto global era enorme. Y algunos de los cambios que hizo en Gran Bretaña fueron, en algunos aspectos, al menos, mantenidos por el gobierno laborista de 1997, y llegaron a ser implementados por los gobiernos de todo el mundo”.

Blair fue, como él mismo reconoce, un continuador de las políticas de Thatcher. Es por eso que mantuvo las leyes antisindicales. Por eso continuó con las privatizaciones. Es por eso que él también se inclinó ante el Mercado. Blair era un agente del capitalismo en las filas del movimiento obrero.
Incluso el antiguo izquierdista y ex ministro del Interior David Blunkett describió a Thatcher como una “líder extraordinaria y, en tanto que fue la primera mujer Primer Ministro en el Reino Unido, una política pionera”.

Mientras tanto, Harriet Harman, líder adjunta del Partido Laborista, tuvo la audacia de sacar el siguiente mensaje: “Mis condolencias a la familia Thatcher. La primera mujer PM [Prime Minister], una figura destacada de la política británica. “

Muchas feministas se rindieron ante esta tontería de que Thatcher como Primer Ministro representaba un progreso para las mujeres. Era la línea de ‘La Dama de Hierro’, la reciente película, donde Thatcher era interpretada por Meryl Streep, tratando una vez más de justificar su papel. Esta gente sólo tenía que haberles pedido a las esposas de los ex mineros que las enderezaran. Se trate de un hombre o una mujer quien ataque a la clase obrera, es completamente irrelevante. Son los intereses de clase los que son importantes y no el sexo de un político. Para la gran mayoría de las mujeres, especialmente en las zonas mineras antiguas destruidas por su gobierno, Thatcher no era una persona a quien admirar, sino una persona a quien despreciar.

Se desprende de estas observaciones que la dirección laborista se encuentra a un millón de kilómetros de distancia del movimiento sindical y de los trabajadores de a pie. Sabíamos que Thatcher representaba nuestro enemigo de clase. Ahora tenemos que limpiar el movimiento obrero de aquellos que simplemente lo utilizan para sus propios fines y carreras. Los líderes procapitalistas deben ser reemplazados por verdaderos luchadores a favor de los intereses de la clase obrera.

La única cosa que podemos decir sobre Thatcher es que luchó lealmente por los intereses de su clase, aunque ciegamente. Es hora de que tengamos líderes de nuestro movimiento que, en vez de hacerle el juego al enemigo, representen leal y vigorosamente nuestros intereses de clase, a saber, la lucha por acabar con el capitalismo y por el establecimiento del socialismo. Sólo entonces habremos pagado la deuda con todos los que lucharon hasta el final contra el thatcherismo y el sistema al que representó.