El último trimestre de 2010 y el comienzo de 2011 no pueden pasar inadvertidos. La discusión acerca de las luchas sindicales y su relación con las luchas políticas debe incluirse en la agenda de todas las estructuras del FMLN, los sindicatos y demás organizaciones de la clase obrera. Es necesario que el movimiento saque las conclusiones que aglutinen, y hagan del movimiento un golpe uniforme contra el capital.
El último trimestre de 2010 y el comienzo de 2011 no pueden pasar inadvertidos. La discusión acerca de las luchas sindicales y su relación con las luchas políticas debe incluirse en la agenda de todas las estructuras del FMLN, los sindicatos y demás organizaciones de la clase obrera. Es necesario que el movimiento saque las conclusiones que aglutinen, y hagan del movimiento un golpe uniforme contra el capital.
El terreno de las luchas sindicales puede ser mal interpretado si solo vemos los números superficiales, si desde fuera percibimos la lucha solamente en términos económicos. Estos números al final son la expresión del carácter atroz que toma la explotación en nuestro país.
Sabemos que la canasta básica no alcanza a ser cubierta por el salario mínimo, también sabemos que el salario en la empresa privada es uno de los peor pagados, además de ser el sector donde lógicamente se encuentra la mayoría de trabajadores en una economía mayoritariamente privada. La crisis ha golpeado las economías de la mayoría de países. El Salvador por supuesto no se escapa a esta espantosa realidad. En muchos países los despidos en el sector público han sido tremendos como en Cuba, lo que demuestra que las presiones del capitalismo no permiten que el socialismo se desarrolle en un solo país.
Aun así en El Salvador el gobierno determinó dar un aumento salarial en el sector estatal que se desglosa así: el salario menor se aumentó hasta los $300, los que ganaban entre $300 y $600 recibirán un aumento del 10%, y los que ganaban más de $600 tendrán un aumento del 6%. Ante esto, gremiales como la Cámara de comercio y la Asociación Salvadoreña de Industrias (ASI) dijeron que era una irresponsabilidad pues el gobierno atraviesa dificultades económicas.
Es cierto que hay dificultades económicas pero lo que en realidad les preocupa es que se desencadene una lucha por aumento salarial en el sector privado. Ellos defienden el Libre mercado, que es libre en tiempos de crecimiento económico pero en momentos de crisis se aferran mas a sus tasas de ganancia como aves de rapiña custodiando el ultimo animal muerto de la sequia. Lo podemos ver con el sector transporte que presiona por un aumento en el pasaje pero no mejora las condiciones de vida de sus trabajadores. O como cuando las licoreras se oponían al aumento tributario.
Aun así se dan golpes de pecho cada vez que son entrevistados. Hablan de que son los voceros de toda la población. En la palabra “población” intentan hacernos creer que sus intereses son los de la mayoría de explotados lo cual es falso. En lo que si tenían razón es en que este aumento tarde o temprano contagiará a la manufactura e industria del país.
LUCHA DE CLASES
Es muy común ver personajes y medios de comunicación de derecha que hablan de que la lucha de clases no existe o no debería de ponerse como argumento para luchar por reivindicaciones. Eso está bien para los sectores privilegiados, pero para la mayoría queda claro que las clases existen y que la burguesía explota al máximo los recursos y la mano de obra Salvadoreña. Aclarado esto, es necesario mencionar que solo por el hecho de que la izquierda ganó las últimas elecciones la lucha de clases no se detuvo. Al contrario, el capitalismo con todo y la crisis sigue en pie y nuestra tarea de derribarlo sigue presente.
Ahora bien, ¿cómo se refleja la economía en la conciencia?, además de muchos más factores como el arte, la iglesia, las presiones familiares, etc. Nuestra táctica y estrategia se debe desprender precisamente de cómo esta afecta a las organizaciones y sus dirigentes con tal de aprovechar el descontento en la lucha contra el capitalismo. En el último gobierno se han creado casi un centenar de sindicatos, seña de que con los gobiernos de ARENA había gran represión y el ministerio de trabajo y previsión social estaba empantanado para coartar a los trabajadores/as de organizarse pero también de que el triunfo del FMLN fue un importante giro a la izquierda en nuestra sociedad. De esto se desprende que un buen sector del FMLN y los sindicatos presionen para radicalizar la revolución salvadoreña.
Pero la radicalización tampoco es un proceso lineal, que siempre es ascendente o descendente. Tiene muchos altibajos antes de expresar sus polos. Lo cierto es que si comparamos la radicalización con un embarazo, el primer mes tiene grandes diferencias con el noveno. Pero ignorar estas diferencias, o peor aún, restarles importancia puede conducir a un aborto. La Crisis económica parece ser algo raro, nuevo para la mayoría. Pero solo se necesita un breve repaso por la historia para demostrar cómo estas son parte integral del capitalismo.
Ese “shock” desconcertante producido al principio de la crisis es muy significativo, muchos obreros pueden sacar la conclusión de que no es momento de luchar por mejoras pues el trabajo está escaso. En la crisis de 1929 por ejemplo, tuvieron que pasar casi 5 años para que un breve levantón económico animara a salir a la lucha de manera más o menos uniforme. La moral de los obreros no es la misma si está en un momento donde los despidos en masa están a la vuelta de la esquina, que la moral dentro de un periodo de recuperación donde se crean empleos aunque sea en poca cantidad.
En ese caso el proceso de lucha podría ir más adelante. Aunque no se tiene una formula acabada para el desarrollo de la lucha de clases en cada país en particular, lo que se puede decir es que hay sectores que perciben primero la necesidad de salir a la lucha como los estudiantes, los sindicatos jóvenes, o ligados a los sectores ligeros de la industria. Es hasta bien entrado el proceso revolucionario que el proletariado entra en escena de manera homogénea, compacta. En este momento en El Salvador las luchas económicas nos indican que se está dando un giro en la situación. No necesariamente un proceso revolucionario, tampoco pre revolucionario pero sí profundos cambios en la situación de los trabajadores.
Es necesario mencionar además que la naturaleza de los sindicatos es muy distinta a la de los partidos. El programa sindical necesariamente es reducido, eso no significa que no puede entrar de lleno a luchas más profundas. El partido por su naturaleza puede abrigar bajo su programa la más amplia gama de reivindicaciones del movimiento, incluyendo las sindicales. Pero el papel del partido revolucionario debe ser la toma del poder político de la sociedad. Desterrar a la burguesía y comenzar la transformación socialista de la sociedad.
LA DURA ESCUELA DE LAS CALLES
En la sociedad las conclusiones políticas no llegan de manera uniforme, la masa de trabajadores abrumada por las extensas jornadas de trabajo, las enfermedades, etc. suelen estar presionadas para no participar en la lucha. Y mucho menos de formarse políticamente.
Puede ser que sectores avanzados, al ver la necesidad de un programa revolucionario se decepcionen al ver medidas timoratas. También está el problema del sectarismo: sacar la conclusión de que mi partido de masas o mi sindicato se ha corrompido y que se debe construir uno nuevo. Pero no es tan sencillo, las organizaciones de masas no se construyen por la intención de 1 ó 100 personas. La dinámica de la sociedad en los grandes acontecimientos lleva a la clase trabajadora a formar sus herramientas. Tal es el caso del FMLN quien goza de amplio apoyo precisamente porque ha costado años de sufrimiento y alegrías. En ese caso, intentar construir organizaciones demuestra una incomprensión del papel que juega la clase trabajadora, y su relación dialéctica entre el partido y su dirección. El sectarismo solo logra dividir al movimiento, lo cual no debe permitirse.
El movimiento también puede sacar conclusiones aceleradas y tomar acciones ultra izquierdistas en la cual un pequeño grupo intente sustituir a la masa. También debemos oponernos intransigentemente a las posturas que opinan que el sindicalismo debe estar alejado de la vida política.
¿CÓMO PODEMOS SOLVENTAR ESTA SITUACIÓN?
La militancia activa del FMLN y los sindicatos debe empujar dentro de sus estructuras para que la formación política esté puesta en un primer plano. El debate acerca de las perspectivas, la táctica y estrategia debe llevarse a todos los niveles. Solo así podremos atacar como una sola fuerza. Como decía Lenin: Demos la mayor apertura al debate, para tener como resultado la mayor unidad en la acción. Esto compete dentro de una organización revolucionaria. Así como también es necesario el debate entre distintas organizaciones.
Los sindicatos deben sumarse a los debates dentro del FMLN con representaciones en las que se saque acuerdos y compromisos. No debemos ver separado al movimiento. En cuanto al trabajo se debe tener una visión de construcción de nuestras organizaciones. Se debe tener un balance entre la teoría y la práctica. Es un grave error el poner el activismo por delante, cuidado con los intelectuales que infravaloran la teoría al grado de creer que los obreros no están preparados para debatir y que deben relegarse al activismo. Se debe luchar por construir cuadros revolucionarios a todo nivel.
Se debe tener siempre presente que en cualquier momento la situación puede tener un salto importante. Acontecimientos como los de Venezuela, Ecuador, Honduras, Irán, y más recientemente Túnez y Egipto nos recuerdan la base frágil sobre la que el capitalismo esta maniobrando. Pronto puede llegar nuestro turno y debemos estar a la altura de la situación. En cuanto a las luchas económicas, el partido debe estar presente en todas ellas recordando que estas luchas educan a los obreros en la defensa de sus intereses, es decir que le da confianza en sus propias fuerzas a la vez que les ayuda a comprender la necesidad de la unión. Solo sobre la base de la unión del movimiento nuestras reivindicaciones pueden ser arrancadas con seguridad.