Mi visita a Venezuela a finales de junio coincidió con la especulación, rumores y, finalmente, los anuncios sobre la salud de Hugo Chávez. Este incidente puso de manifiesto una serie de preguntas importantes sobre la revolución venezolana, el papel que juega el presidente Chávez en la misma y el carácter de la oposición contrarrevolucionaria.
Para empezar, la oposición intentó sacar provecho de la estancia, sin explicación, de Chávez en Cuba, exigiendo que el Vicepresidente Elías Jaua asumiera el cargo de presidente, e incluso presentó una moción en la Asamblea Nacional en este sentido. Ellos entienden claramente que si Chávez se retirara sería mucho más fácil derrotar la revolución bolivariana. Ninguna de las otras principales figuras, ministros, gobernadores, dirigentes del PSUV, etc. tienen la misma autoridad política y moral ante las masas, que el mismo Chávez.
Cínicamente, argumentaron que había un “vacío de poder” y que se tenía que llenar. Esta línea de argumentación resultó contraproducente, ya que les recordó a todos el abril de 2002, cuando la oligarquía trató de justificar el golpe de Estado contra Chávez, alegando falsamente que había “renunciado”, dejando así un “vacío de poder”, que ellos simplemente procedieron a llenar.
Durante muchos días no se sabía nada acerca de las verdaderas razones de la ausencia de Chávez del país. Había salido de Venezuela, en un viaje oficial por varios países, y después de llegar a Cuba, simplemente no regresó. Uno podía sentir la profunda ansiedad de las masas bolivarianas, en especial cuando se enfrentaban a la creciente campaña de insinuaciones y rumores, que diseminaba la oposición.
Las primeras noticias que se anunciaron oficialmente, no detuvieron los rumores. Chávez había sufrido supuestamente de un “absceso pélvico” y se había sometido a dos intervenciones quirúrgicas en Cuba, se dijo. Una vez más, el comportamiento grosero y repugnante de la oposición creó una nueva ola de repudio. La contrarrevolución inventó todo tipo de teorías conspiratorias. Algunos fueron tan lejos como para decir que Chávez no estaba en realidad enfermo y que todo era un complot para recuperar popularidad sobre la base de la simpatía.
Cuando, finalmente, el último día de junio, el propio Chávez anunció que tenía cáncer y se había sometido a dos operaciones en La Habana, la noticia conmocionó al país entero. Las masas bolivarianas se quedaron atónitas. Nadie sabía cómo reaccionar. Un par de incidentes reflejan el estado de ánimo en las calles. En Los Teques alguien en una estación de Metro se atrevió a hacer una observación cínica en contra de Chávez en voz alta y fue inmediatamente rodeado por una multitud enfurecida, que no estaba de humor para bromas o ataques en contra de su líder revolucionario. Nosotros nos encontramos con una militante revolucionaria experimentada, que ha participado activamente en la revolución bolivariana, y cuando empezamos a comentar la noticia, su voz temblaba, estaba casi en lágrimas.
Todo el mundo estaba pensando en las implicaciones del anuncio. ¿Podría Chávez presentarse a las elecciones presidenciales de 2012? ¿Quién entre los líderes de la revolución sería capaz de reemplazarlo, si no podía?
Algunas de estas preocupaciones se disiparon a los pocos días, cuando Chávez regresó a Venezuela el 4 de julio. En una muestra de la profunda conexión que las masas bolivarianas tienen con él se produjo una manifestación espontánea frente al Palacio de Miraflores cuando se anunció que estaba de vuelta, y miles estaban presentes cuando pronunció un discurso. La concentración no había sido organizada por nadie, era otro ejemplo del pueblo revolucionario de Caracas, bajando de los cerros y los barrios .
Es evidente que las masas bolivarianas tienen una relación emocional muy profunda con Chávez, que se ha forjado a través de muchas batallas revolucionarias. Para ellos, Chávez es la persona que representa la revolución, que ha jugado un papel clave en el proceso del despertar revolucionario que el pueblo venezolano ha experimentado durante la última década o más. Habla el lenguaje de la gente y arremete contra la oligarquía y el imperialismo.
Pero hay más. Durante los últimos 12 años desde que fue elegido, las masas revolucionarias han experimentado cómo la burocracia estatal (tanto del viejo aparato estatal, como de los nuevos advenedizos “Bolivarianos”) se ha convertido en un freno a su propia iniciativas revolucionaria. Hay toda una capa de gerentes, directores, gobernadores regionales, alcaldes, ministros, etc., que son considerados por las masas como incapaces, ineptos, corruptos, que solo están interesados en su progreso personal o son abiertamente contrarrevolucionarios. Muchos ya han saltado la talanquera al campo contrarrevolucionario (Miquilena, Baduel, PODEMOS, el PPT, el ex gobernador de Aragua Didalco Bolívar, el ex gobernador de Lara, Henry Falcón, etc.) Otros permanecen en el campo bolivariano, pero claramente bloquean el avance revolucionario de las masas. A los ojos de las masas sólo el propio Chávez es un dirigente genuino y honesto de la revolución.
Todavía hay una gran reserva de apoyo a Chávez como el dirigente de la revolución bolivariana entre las masas del pueblo venezolano. A lo largo de estos acontecimientos, la oposición de derecha también reveló su insensibilidad y fueron sorprendidos con la guardia baja, reaccionando a los acontecimientos y también revelando sus debilidades.
Lo que está claro es que los problemas de salud de Chávez son un factor que complica aún más las elecciones de 2012. En los últimos años el número de votos para la revolución bolivariana en las diferentes elecciones ha ido disminuyendo. Como hemos explicado antes, esto no es en general porque gente que antes apoyaba a la revolución ahora apoya a la oposición. La hemorragia principal de los votos chavistas ha ido a la abstención.
Hay decenas, cientos de miles, que se han desilusionado, que son escépticos con la revolución, por el hecho de que después de tantos años, a pesar de los avances y logros, hay un montón de problemas urgentes y básicos que siguen sin resolverse. La inflación, el aumento de la delincuencia, la falta de empleo, el sabotaje de la economía, la escasez de alimentos básicos, los cortes de electricidad, etc., son parte de la experiencia diaria de los venezolanos de la clase trabajadora. A esto hay que añadir el hecho de que en muchas ocasiones, cuando las masas revolucionarias pasan a la acción directa para tratar de resolver algunos de estos problemas, se enfrentan con el impenetrable muro de la burocracia, con el sabotaje abierto de la quinta columna “bolivariana”, que juega un papel abiertamente contra-revolucionario en el proceso.
Hemos dado algunos ejemplos de esto ya. El sabotaje al control de los trabajadores en las industrias básicas, los ataques a los consejos socialistas de trabajadores en las instituciones del Estado, la impunidad con la que activistas sindicales y campesinos son asesinados, la impunidad de los dirigentes contrarrevolucionarios más destacados que participaron en el golpe de Estado y están en libertad para continuar con sus provocaciones.
Recientemente se han publicado cables de Wikileaks, que revelan cómo los funcionarios “Bolivarianos” han estado en contacto directo con la embajada de EE.UU. en Caracas, algunos criticando a otros por ser “demasiado radicales”, otros ofreciéndose como una alternativa más “moderada”. La embajada de EE.UU. sabía de antemano acerca de la eliminación de Eduardo Samán como ministro de Comercio, quien era conocido como la figura más radical dentro del gabinete.
A esto hay que añadir el hecho de que a pesar de todas las esperanzas suscitadas por la creación del PSUV y el debate democrático en profundidad de sus dos congresos, las estructuras democráticas de la organización están siendo vaciadas de contenido real. A principios de este año se tomó la decisión de que las estructuras de dirección local del partido a nivel parroquial y municipal serán designadas y no electas. Esto también ha significado que supuestos “cuadros”, que nunca han estado activos en un barrio en particular, fueron enviados como paracaidistas para reorganizar el trabajo. La organización juvenil del PSUV, tres años después de su congreso fundacional, donde fue derrotada la burocracia en todos los temas, aún no cuenta con dirigentes elegidos y no hay planes para otro congreso. Todo esto, necesariamente, tiene un impacto profundamente desmoralizador en las capas activas, que son cruciales para organizar y movilizar a las amplias masas de la revolución bolivariana.
Todo se reduce a una cuestión: la lucha entre reforma y revolución. Hasta ahora la revolución bolivariana ha logrado maravillas, especialmente en los campos de la educación, la salud y, sobre todo en el proceso de elevar la conciencia política y el nivel de organización de las masas de los trabajadores y los pobres a un nivel sin precedentes. La revolución ha planteado la cuestión del socialismo y ha lanzado un desafío para el sistema capitalista, la podrida y parasitaria clase gobernante venezolana y el imperialismo. El problema es que este desafío no ha sido adoptado y llevado hasta el final.
Los capitalistas siguen controlando sectores clave de la economía y el Estado sigue siendo el viejo Estado burgués que fue creado y perfeccionado para servir a los intereses de la clase dominante. El funcionamiento normal del sistema capitalista se ha visto alterado, creando el caos, el crimen, la desorganización, pero no ha sido barrido a un lado y reemplazado por un nuevo sistema de planificación racional de la economía bajo el control democrático de los trabajadores. Una ruptura clara con el capitalismo es lo único que puede desenredar la situación actual de estancamiento. Lo que se requiere es la expropiación de la clase capitalista y poner las palancas fundamentales de la economía y la sociedad en manos del pueblo trabajador a través de comités y consejos elegidos democráticamente.
Este es el contexto en el que las elecciones de 2012 se llevarán a cabo. Es de esperar que a medida que se acerca la fecha de las elecciones, en un contexto de incertidumbre sobre los resultados, otras figuras dentro del campo bolivariano pueden abandonar el barco y unirse a la oposición. Si la situación actual de medias tintas no se revierte, la victoria en las elecciones presidenciales de ninguna manera está asegurada. Es cierto que las masas revolucionarias han respondido hasta ahora a todos los retos y han estado a la altura de los desafíos. Sin embargo, el entusiasmo revolucionario de las masas también tiene sus límites.
Hay decenas de miles de activistas revolucionarios que están hartos y cansados de esta situación. La enfermedad de Chávez también reveló los peligros que enfrenta una revolución que es, en la práctica, demasiado dependiente de un solo hombre. Si el ala izquierda del movimiento bolivariano se organizara en torno a un claro programa socialista, inmediatamente ganaría el apoyo entusiasta de millones de personas.
- ¡¡ No hay tiempo que perder !!
- ¡¡ Ni burócratas, ni capitalistas, adelante con la revolución socialista !!