Bagdad está hecha añicos y ensangrentada. La batalla sangrienta parece haber entrado en una fase decisiva. Nunca se dudó del resultado final, pero el tiempo que tardaría en desarrollarse la acción militar y el costo en vidas sólo se podía revelar con la marcha de los acontecimientos. Bagdad está hecha añicos y ensangrentada. La batalla sangrienta parece haber entrado en una fase decisiva. Nunca se dudó del resultado final, pero el tiempo que tardaría en desarrollarse la acción militar y el costo en vidas sólo se podía revelar con la marcha de los acontecimientos. De la misma forma que en la metalurgia, la resistencia del acero sólo se puede demostrar con la presión, el poder de resistencia de los iraquíes ante el ataque de estadounidenses y británicos sólo se podría revelar en el combate.
La situación es bastante clara. Los estadounidenses estaban alarmados por la inesperada y feroz resistencia iraquí en el sur y en el centro del país. Esto provocó una crisis dentro de la administración, con ataques furiosos del Pentágono contra Rumsfeld por haber subestimado el potencial de resistencia. Exigían, y lo consiguieron, una gran cantidad de refuerzos. Al mismo tiempo, ante el temor de un gran número de muertes entre las fuerzas atacantes dentro de Bagdad, el alto mando estadounidense decidió emplear una cantidad masiva de potencia de fuego, para bombardear, aplastar y eliminar todo lo que se encontraran a su paso, independientemente de si esto provocaba bajas civiles.
La tremenda potencia de fuego del ejército estadounidense se concentró sobre el indefenso pueblo iraquí, cuyas fuerzas armadas no eran ni remotamente comparables. Un acontecimiento puede servir como ejemplo. En un movimiento hacia el Tigris desde el norte, murieron al menos cincuenta soldados iraquíes y dos soldados estadounidenses resultaron heridos. Los mandos iraquíes enviaron autobuses y camiones llenos de soldados a través del Tigris para atacar a las tropas estadounidenses que vigilaban la principal intersección. Pero las fuerzas estadounidenses bombardearon a los iraquíes desde los aviones con fuego de artillería y mortero. Las tropas iraquíes lanzaron un feroz contraataque sobre las fuerzas enemigas, que estaban intentando controlar la mayor parte del centro de la ciudad, pero tuvieron que retroceder por la aplastante superioridad numérica y la potencia de fuego.
La superioridad de la fuerza aérea estadounidenses hacía que la lucha fuera muy desigual. Contra esta clase de poderío militar no basta con el valor. Cuando las fuerzas estadounidenses se aproximaron a Bagdad todavía había una feroz resistencia, aunque los medios de comunicación estadounidenses han intentado negarlo. Uno de los generales estadounidenses describió a los soldados iraquíes como “cobardes”. Pero los verdaderos cobardes son aquellos que hacen las guerras sin ver jamás al enemigo, los que tiran bombas desde gran altura, los que se ocultan detrás de una colosal superioridad tecnológica, esos llamados “héroes” que declaran la guerra sólo al débil, aquellos que son valientes cuando luchan contra un Iraq desarmado y debilitado, pero que tienen miedo a hacer lo mismo con Corea del Norte.
Esos “héroes” estaban aterrorizados por la resistencia iraquí en el sur y no estaban dispuestos a poner un pie en Bagdad antes de haberla pulverizado con ataques aéreos violentos e indiscriminados. Incluso así, han sufrido un número no conocido de pérdidas antes de llegar a Bagdad. El hecho de que todavía no estén dispuestos a dar las cifras de bajas nos dice su propia historia. Aún así, sí aparecieron algunos detalles de las pérdidas de la coalición. Al menos un avión A-10, uno de los docenas que se utilizaron para bombardear a las fuerzas iraquíes, fue derribado cuando fue alcanzado por un misil iraquí tierra-aire. Otro caza estadounidense fue derribado cerca de Tikrit, al norte de Iraq, la ciudad natal de Sadam Hussein y un posible centro de resistencia continuada.
El diario británico The Independent (9 de abril), informaba de lo siguiente: “Cualquiera que sea su objetivo [de los estadounidenses], estaba claro que las fuerzas iraquíes tenían que presentar algo de lucha; en realidad, la pasada noche todavía estaban luchando —al menos en el este de la ciudad—. En los últimos días, se ha visto una lucha particularmente feroz en la zona circundante a los cuatro puentes sobre el río Diyala. Dos de los puentes visitados ayer por The Independent fueron destruidos. Las zonas circundantes estaban llenas de vehículos quemados, edificios dañados y las carreteras estaban cubiertas de cápsulas de proyectiles usados”.
Las fuerzas estadounidenses avanzaron calle a calle, se encontraron con ataques esporádicos, pero la resistencia era feroz. Pero las pequeñas armas iraquíes los lanza cohetes no sirven de mucho frente a los tanques que arrasan con todo lo que encuentra a su paso por la ciudad, sin importarles absolutamente nada la vida o la propiedad de los civiles. Todas las mentiras sobre el “humanitarismo”, las “bombas inteligentes” y “no atacar objetivos civiles”, han quedado desenmascaradas ante la opinión pública mundial, demostrando la hipocresía y el cinismo. Entre los “objetivos no civiles” destruidos por las bombas estadounidenses estaban los suministros de electricidad y bombas de agua que mantenían a los cinco millones de habitantes y que suministraban los requisitos mínimos para una existencia semi-civilizada.
El hospital principal de Bagdad tuvo que hacer frente sin luz y agua a una masiva afluencia de víctimas. La gente luchaba desesperadamente para llevar agua al hospital en botellas de litro. Los médicos han abandonado todos los intentos de contar el número de bajas, la aplastante mayoría de ellas son civiles. Como no había desinfectante, el hedor de la sangre pasada y las heridas abiertas era penetrante. Estos son los primeros regalos que los “libertadores” civilizados y humanitarios de Bagdad han llevado al pueblo de Iraq.
Ya nadie cree que las fuerzas imperialistas no lanzaran deliberadamente las bombas sobre objetivos civiles. Según un informe, más del 25 por ciento de los edificios de Bagdad están dañados o destruidos. Ayer, bombardearon el edificio donde se albergaba la cadena de televisión Al Jazeera. Este canal de televisión ha mantenido al mundo informado sobre la realidad de esta guerra de agresión brutal contra Iraq. Ahora ha pagado el precio. Los estadounidenses la consideraron un objetivo militar. Asesinaron a uno de sus periodistas quien, por casualidad, ¡antes había trabajado para la CNN! Robert Fisk, un periodista temerario y honrado, confirmó que las oficinas de Al Jazeera fueron bombardeadas deliberadamente por un tanque estadounidense, que continuó disparando incluso después de que el edificio fuera destruido:
“Una hora después, uno de los tanques en el puente Jumhuriya disparó un proyectil a los escombros. Dieciocho civiles —quince de ellos mujeres— todavía estaban encerrados en el sótano la pasada noche sin esperanza alguna de rescate”. (The Independent, 9/4/03).
Pero los ataques a la prensa no se detuvieron aquí. La oficina del canal de televisión de Abu Dhabi también fue bombardeada y el Hotel Palestina, donde se alojaban la mayoría de los periodistas, también fue atacado por un proyectil lanzado desde un tanque estadounidense. En la “breve nota de prensa” posterior, el general de brigada Vincent Brown, negó que hubiera sido un ataque deliberado. Pero el valor de estas negativas quedó en entredicho en la posterior rueda de prensa.
Cuando se le preguntó por qué habían disparado al hotel, Brown respondió que “las fuerzas de la coalición habían sido disparadas desde el vestíbulo del hotel”. La siguiente pregunta fue: ¿si los disparos provenían del vestíbulo por qué el tanque disparó al piso superior? ¿Qué relación tiene con la precisión de los disparos de las fuerzas de coalición y qué implicaciones tiene para las bajas civiles? El general respondió que quizá estaba equivocado en lo del vestíbulo, que quizá los disparos procedían de otro lugar. Sin embargo, otro periodista respondió que los que estaban dentro del hotel insistían en que no se había disparado ningún tiro desde el hotel. Llegado a este punto, el general pasó a otras cuestiones.
Robert Fisk demuestra la fría crueldad de los imperialistas cuando informaba que la Cruz Roja Internacional había intentado hacer llegar un convoy a Bagdad, pero, inexplicablemente, los estadounidenses le negaron el acceso a la ciudad: “Los trabajadores de la Cruz Roja esperaban llevar con ellos a un cámara de televisión español que estaba gravemente herido —había perdido la pierna después de que el proyectil impactase debajo la habitación de su hotel— pero murió por la tarde. El comandante estadounidense de infantería hizo una declaración donde sugería que el cámara de Reuters era un francotirador dispuesto a disparar contra el tanque estadounidense, un comentario tan extraordinario —como incierto— que provocó las protestas de los periodistas de todo el mundo”.
Fisk continúa: “¿Es posible creer que esto fue un accidente? ¿O es posible que la palabra correcta para estas muertes —el primero con un avión y el segundo con un tanque M1A1 Abrams— fuera asesinato? Por supuesto no eran los primeros periodistas que morían en la invasión anglo-estadounidense de Iraq. Terry Lloyd de la ITV murió por un disparo de las tropas estadounidenses que, aparentemente, confundieron su coche con un vehículo iraquí. Su tripulación todavía está desaparecida. Michael Kelly, del Washington Post, se ahogó trágicamente en un canal. Dos periodistas murieron en Kurdistán. Dos periodistas —un alemán y un español— murieron el lunes por la noche en una base estadounidense en Bagdad, junto a dos estadounidenses, cuando les alcanzó un misil iraquí. Y no deberíamos olvidar a los civiles iraquíes que están muriendo a cientos y que —a diferencia de los periodistas— no pueden abandonar la guerra y volver a casa. Los hechos de ayer hablan por sí solos. Desgraciadamente para los estadounidenses, se parecen más a un asesinato”.
El objetivo de esta barbaridad está bastante claro, los carniceros de Bagdad no quieren ningún testigo de sus crímenes. Como señala el teniente general de la marina retirado, Bernard E. Trainor: “No hay nada sacrosanto en un hotel con un puñado de periodistas en él”. (MSNBC, 9/4/2003).
Según Bush: “Nuestras fuerzas armadas están comportándose con una gran valor y, al mismo tiempo, con gran humanidad. Estoy orgulloso de nuestras fuerzas. Estoy orgulloso de las fuerzas británicas”. (Estas palabras las pronunció en Irlanda del Norte el 8 de abril de 2003). Continúa divulgando esta idea de la visión “humanitaria” del ejército estadounidense, pero algunos de sus oficiales y soldados dicen abiertamente lo que están haciendo. El capitán Chris Wachter, piloto de B-1, cuando le preguntaron que pasaba por su cabeza cuando recibía la orden de bombardear, respondió lo siguiente: “Con relación a quién es el objetivo, no nos preocupa necesariamente. Seguimos las órdenes que nos dan, bombardeamos los objetivos que necesitamos atacar”. (8/4/2003). El ejército estadounidense —como todos los ejércitos— está entrenado precisamente para eso, ¡para asesinar! No están entrenados para ayudar a las ancianas a cruzar la calle. Stephen Eagle Funk, de veinte años de edad, fue el primer objetor de conciencia estadounidense y explicaba qué clase de entrenamiento recibía: “Cada día de entrenamiento de combate tenían que gritar: ‘¡Matar! ¡Matar!’ y podías tener problemas si no lo gritabas”. (1/4/2003).
¿Es posible la guerra de guerrillas?
El continuo y devastador bombardeo del centro de la ciudad obligó a las fuerzas defensoras a retirarse. Las perspectivas para la guerra en sí mismas eran inciertas. El ejército iraquí ha recibido un golpe del que va a ser difícil que se recupere. Está por ver si ha sido totalmente eliminado como una fuerza efectiva de lucha. Ahora parece remota la perspectiva de una guerra de guerrillas abierta. Si la resistencia es capaz de reagruparse, sus acciones consistirán en ataques guerrilleros a pequeña escala, bombardeos y emboscadas. Sin embargo, la experiencia del ejército estadounidense en Líbano y Somalia hace que esta perspectiva sea inquietante. No es casualidad que Washington advierta de los peligros imprevistos que podrían encontrarse.
El régimen, evidentemente, calculó que podría llevar a cabo una campaña guerrillera dentro de las ciudades. Los estadounidenses y los británicos no se tomaron esta amenaza en serio, pero todavía es posible. El paradero de Sadam Hussein y la dirección iraquí todavía es desconocida. Los estadounidenses todavía pueden encontrarse con lo que llaman “bolsas de resistencia” que pueden durar algún tiempo y que puede provocarles muchas más bajas de las que sufrieron hasta ahora.
Es difícil imaginar lo que pasaba por la mente del círculo interno de Sadam Hussein cuando los soldados estadounidenses penetraban en el corazón de Bagdad. El gran asedio prometido con la Guardia Especial Republicana luchando hasta la última bala, finalmente no se materializó. Si eso significa que el régimen ha colapsado, o si se está reagrupando para otro tipo de conflicto, es demasiado pronto para decirlo. Pero lo que está claro en cualquier caso es que la primera fase de la guerra ha terminado. Ahora, ha comenzado un período de gran incertidumbre e inestabilidad. La cuestión decisiva aquí, como siempre, es la cuestión de la moral. Hasta el momento, parece que el grupo dirigente se mantiene unido. Pero en las circunstancias actuales siempre es posible que un sector de la élite dominante elija salvar el pellejo con un acto de traición. La CIA apuesta por esta opción, pero en el pasado siempre se vio decepcionada. Mientras tanto, todavía no hay señales de Sadam Hussein.
Los estadounidenses todavía persisten en su objetivo de destituir a su odiado enemigo por el simple recurso del asesinato (o “sacarle” como dicen en Washington). Cuatro bombas de mil kilogramos cada una destrozaron un restaurante que se creía era utilizado por Sadam Hussein para una reunión. Aunque las fuentes de inteligencia británicas dijeron que había escapado “por cuestión de minutos”. Los funcionarios estadounidenses no han podido confirmar si fue asesinado. Pero las autoridades iraquíes dicen que al menos nueve personas, incluido un niño, murieron y cuatro resultaron heridas. Cuatro casas fueron arrasadas. Por las imágenes está claro que que nadie en el edificio arrasado pudo haber sobrevivido al ataque del lunes, que dejó un cráter de veinte metros. Hay informes locales de casas circundantes destruidas y varios cuerpos de civiles enterrados entre las ruinas. Los trabajadores de rescate iraquíes dijeron que habían muerto catorce civiles, incluido un niño.
Que el régimen todavía no se ha extinguido quedó demostrado en el hecho de que todavía tiene la posibilidad de emitir, al menos por radio. La televisión estatal no ha conseguido emitir las noticias de la mañana, sólo emitió una vieja película con el presidente Sadam aplaudido en los mítines. La radio también guardó silencio brevemente, pero volvió a emitir canciones de alabanza al presidente Sadam. Esto sugiere que todavía existen algunos elementos del régimen. No se han rendido. Un número significativo de los guardias republicanos y otros elementos se han mezclado con la población. Es posible que recurran a la guerrilla urbana, o puede que el golpe asestado por las fuerzas invasoras haya provocado demasiada desmoralización como para organizar una resistencia efectiva. Sin embargo, en cualquier caso, las fuerzas ocupantes se enfrentarán a una actividad guerrillera de bajo nivel y a la posibilidad de atentados terroristas, a los asesinatos y a los atentados suicidas, no por un período de meses, sino de años.
Cuando escribía este artículo, todavía llegaban informes de una feroz resistencia en Bagdad occidental. Los más importante es que en los dos últimos días se desvaneció el ejército regular y las divisiones de la guardia republicana. También está claro que el mando central ya no está guiando a las fuerzas terrestres. A pesar de esto, la resistencia ha continuado. Esto indicaría que son focos de resistencia espontánea de grupos aislados de soldados o incluso gente normal. Según una periodista italiana de Indymedia que está en Bagdad, en las primeras horas de la mañana se reanudó la lucha en diferentes partes de la ciudad. Merece la pena citar algo importante que ella dice: “… Enfrentamientos duros pero desiguales. Los marines se enfrentan a hombres y jóvenes, armados con armas ligeras e incluso cócteles molotov. Ellos [los marines] responden con cañones y ametralladoras que llenan las fachadas de los edificios con miles de balas que rompen las ventanas que estaban, inútilmente, cubiertas con cinta”.
La actitud de la población
Este detalle es importante. La cuestión decisiva es la actitud de la población iraquí. Los imperialistas hablan de “ganar el corazón y la mente”. Pero después de las terribles injurias que han inflingido a la población de Iraq, esto es un sueño. La brutalidad de los imperialistas, su completa despreocupación por la vida humana, les ha granjeado el odio, no sólo de la mayoría de los iraquíes, también de los pueblos de todo Oriente Medio y las personas civilizadas de todo el mundo. Los sentimientos de millones fueron resumidos por Dima Ayoub, la viuda del reportero de Al Jazeera, advirtió que “el odio engendra odio”.
Sistemáticamente, implacablemente, las fuerzas ocupantes están destruyendo todo lo que encuentran a su paso. Al hacer esto, están creando las condiciones para la anarquía. Los últimos remanentes del tejido de una existencia semi-civilizada se están desmoronando. También en Basora, las fuerzas británicas luchan para controlar el saqueo y el desorden civil. Según algunos informes, las oficinas gubernamentales, las tiendas, los edificios de la ONU, son saqueados por los civiles que se llevan los muebles y la comida. Las imágenes de televisión mostraban a los saqueadores saliendo los edificios oficiales en el centro de Bagdad llevando muebles, frigoríficos, todo lo que podían agarrar. Los pobres urbanos, hambrientos y desesperados, están aprovechándose del colapso del orden para tomar todo lo que encuentran a su paso y todo lo que puedan vender para obtener las necesidades básicas para vivir. Entre éstos se encuentra el habitual lumpemproletariado y los elementos criminales que siempre se regocijan ante la perspectiva del caos social y el saqueo.
En medio de todo esto, sin embargo, también hay cierta iniciativa privada por parte de algunos “libertadores” estadounidenses, como lo demuestra la siguiente cita: “Los soldados estadounidenses que llegaron al palacio con la cúpula dorada y azul, utilizaron los aseos, saquearon los documentos que quedaban después del bombardeo y se llevaron ceniceros, almohadas, oro, cristalería pintada en oro y otros souvenirs”. (MSNBC News, 7/4/2003).
Las fuerzas ocupantes británicas y estadounidenses intentaron presentar estas escenas de “regocijo” como una prueba de que la gente normal les daba la bienvenida. Esto no tiene sentido. La población quiere desesperadamente que acabe el bombardeo que ha convertido su vida en un infierno. Necesita urgentemente comida y agua. Como los británicos y los estadounidenses son los únicos que pueden proporcionar estas cosas, necesariamente, tienen que dirigirse a ellos y, si es necesario, ponerles buena cara, o al menos ocultar sus verdaderos sentimientos. Pero cuando algunos soldados estadounidenses neciamente intentaron poner la bandera estadounidense en Bagdad, se enfrentaron con las protestas de la población local que exigían que siguiera ondeando la bandera iraquí.
La propaganda de los invasores estadounidenses y británicos que decía específicamente que el pueblo iraquí les estaban dando la bienvenida como libertadores, es completamente falsa. Si se desea ver realmente cuántas personas dan la bienvenida a un ejército libertador, basta con mirar las viejas películas que muestran cómo la población italiana o francesa daba la bienvenida a las fuerzas aliadas en 1944-45. En aquel momento, la gran mayoría de la población, en una ciudad tras otra, salió a dar la bienvenida a las tropas. Las calles estaban llenas de gente gritando de alegría, felicidad y entusiasmo. Se podía ver en sus caras, bailaban en las calles y los soldados victoriosos eran agasajados con flores.
Nada de esto se puede ver en Iraq. Es interesante mirar lo que se puede ver en nuestras pantallas de televisión. No había cámaras que filmasen desde muy arriba o que tomasen planos de grandes plazas o de principales avenidas. Las imágenes siempre eran de pequeñas zonas. Si se hubieran producido escenas como las que se produjeron durante la Segunda Guerra Mundial, podemos estar seguros de que nos las habrían enseñado.
Esto nos lleva a creer a la periodista italiana de Indymedia (citada anteriormente) cuando relataba las llamadas “celebraciones” ante la caída de la estatua de Sadam Hussein. Ella dice lo siguiente: “La fiesta terminó. Los ‘libertadores’ regresaron a sus tanques y vehículos acorazados… Los jóvenes iraquíes, entre 150 y 200, que sirvieron como “extras” para las celebraciones de la Plaza Paraíso que se han retransmitido en todo el mundo, desaparecieron. Han regresado a sus casas, donde no hay agua ni electricidad, pero con los paquetes de comida que les dieron los tenderos del ejército estadounidense”.
La periodista italiana no estaba satisfecha con la visión simplista de los acontecimientos en la plaza. Decidió pasear por las calles para ver el ambiente. Se encontró con un cuadro totalmente diferente: “Los vehículos acorazados y los tanques estaban posicionados para bloquear la carretera y sus cañones estaban dirigidos contra los cientos de civiles que no estaban dispuestos a unirse a las ‘celebraciones’”. Un poco más abajo, pudo presenciar un intercambio de fuego, los soldados estadounidenses perseguían a hombres y mujeres, abrían fuego con sus ametralladoras. Vio a los tanques resonando en el pavimento aplastando todo lo que se encontraban a su paso, coches, bicicletas, carros, etc.,
Lo que hoy vemos en Iraq es una aceptación a regañadientes de lo inevitable y el deseo de un sector de la población de complacer al más fuerte. Los hombres y las mujeres deben comer, deben alimentar a sus familias. Esta es la realidad de la vida. Por supuesto, la sociedad iraquí es muy heterogénea y contradictoria. La naturaleza represiva y corrupta del régimen de Sadam Hussein significa que muchos dan la bienvenida a su caída. Los primeros informes es que los civiles iraquíes están mostrando su desafío al régimen que llega desde Sadam City, un distrito chiíta pobre situado al este de la capital. Los chiítas de Iraq sufrieron la persecución a manos del régimen de Sadam. Sí, estas personas no amaban a Sadam Hussein, pero eso no significa que les guste la idea de una ocupación estadounidense.
Un ejército conquistador siempre encontrará colaboradores. Siempre están aquellos elementos que se ponen del lado vencedor. Muchos miembros del antiguo régimen cambiarán su chaqueta y se pondrán al servicio del nuevo poder. Muchas personas de clase media y profesionales, esperarán que el cambio de régimen les traiga algo positivo. Muchos más, sólo esperarán y verán.
Hace una semana, la televisión británica mostraba la escena de un oficial del ejército británico entrando en la clínica de una pequeña ciudad cerca de Basora. El médico estaba claramente aterrorizado, cuando el oficial británico anunció secamente que había llegado para liberarle. El oficial se subió a una silla y agarró el retrato de Sadam Hussein que colgaba sobre la pared. El médico intentó sonreír nerviosamente pero eso sólo le hizo parecer más aterrorizado que antes.
Es posible que el médico no fuera un seguidor de Sadam Hussein. Pero en ese preciso momento, la visión de un soldado extranjero subiéndose a una silla y quitando un retrato de su pared debió provocarle una mezcla de temor, furia, humillación e impotencia. Estos sentimientos deben existir ahora en los corazones de muchos iraquíes.
Los comentaristas serios no tienen ninguna ilusión en el significado de esta “bienvenida”. The Independent comenta lo siguiente: “¿Qué piensan realmente los iraquíes de la llegada de los estadounidenses? El general Mattis dijo que le había encantado ver a los aplausos de la multitud de civiles, pero también la población de Camboya, inicialmente, aplaudió a los Yemeres Rojos cuando entraron en Phnom Penh. ¿Realmente seguirán aplaudiendo cuando las tropas no estén allí para verlos?”
La actitud de muchos iraquíes se puede resumir en la siguiente cita del The Independent: “Sadam no es bueno. Queremos la libertad”, estas son las palabras de Kasir Hassan, un joven mecánico. Un anciano profesor, Shaqir Ayyad, dijo lo siguiente: “Un corto espacio de tiempo, EEUU OK, mucho tiempo no”.
Los buitres están merodeando
Cuando las grandes empresas estadounidenses pongan sus garras en las riquezas de Iraq no abandonarán rápidamente. Está preparado el escenario para una renovación de la lucha antiimperialista. Cuando aparezca la cruda realidad de la ocupación estadounidense, el ambiente de furia reprimida encontrará una expresión en actos hostiles. Los estadounidenses tienen cierta experiencia en este tipo de cosas, en Líbano y Somalia. En Afganistán, la lucha todavía continúa, como si fuera un persistente dolor de muelas, y parece no tener final a la vista. El futuro de las fuerzas de ocupación estadounidenses en Iraq es incluso más incierto.
Las fuerzas imperiales que entraron ahora en Bagdad se comportan como conquistadores arrogantes, no como libertadores. La administración Bush ha distribuido el botín de la conquista. Los contratos para la reconstrucción de lo que ellos mismos han destrozado en Iraq fueron concedidos hace unos meses a las empresas de construcción estadounidenses. Los campos petrolíferos, que fueron rápidamente capturados en los primeros días de la guerra, se dividirán entre las empresas petroleras estadounidenses, que los gestionarán amablemente y “en confianza” para el pueblo iraquí. Este último los recuperará de nuevo, cuando se hayan pagado todos los boletos. Pero esto tardará mucho tiempo. Mientras tanto, la considerable riqueza petrolera de Iraq estará completamente a disposición de los estadounidenses.
Los buitres ya están merodeando sobre la carne ensangrentada de Iraq, incluso antes de su muerte. Los estadounidenses intentan apropiarse de la parte del león. No está claro en qué medida estarán dispuestos a compartir su riqueza con los “aliados” británicos. Después de haber servido lealmente a los intereses del imperialismo estadounidense, el perrito faldero de Blair recibirá como recompensa una patada en los dientes. Como dice el viejo refrán: la amistad es la amistad, pero los negocios son los negocios.
Detrás de bambalinas se esconde una lucha feroz entre los imperialistas europeos y estadounidenses. Los franceses y los alemanes (y también los británicos) no quieren quedar fuera de los lucrativos beneficios que reportarán la reconstrucción iraquí. Por esa razón, levantan frenéticamente la bandera de las Naciones Unidas, que, insisten, debe jugar un “papel clave” en la posguerra iraquí. En clave quiere decir: “Queremos tener un poco del botín también”.
Henchidos con su sentido de poder, los imperialistas estadounidenses responden con una sonrisa cínica: ciertamente, queridos amigos, la ONU puede jugar ALGÚN papel en la posguerra iraquí, puede pagar los boletos (es decir, USTEDES). Pero NOSOTROS estaremos al mando y nos llevaremos todos los beneficios. Todo está preparado para nuevas y amargas peleas, cuando las bandas rivales de gángsteres imperialistas luchen por la división del mundo, mientras que millones de personas sufren las consecuencias.
Los vándalos del siglo XXI
Cuando los talibán destruyeron algunas estatuas budistas antiguas con artillería, el mundo occidental expresó su conmoción y escándalo. Esta clase de comportamiento llevó al régimen afgano más allá de los límites de las naciones civilizadas. Todavía no sabemos qué daño han hecho las tropas imperialistas a los muchos monumentos históricos de Iraq, una de las civilizaciones más antiguas del mundo. No sabemos cuántos museos han quedado reducidos a cenizas, cuántas cosas valiosas y obras de arte han sido destruidas. No sabemos cuánta herencia cultural del mundo ha desaparecido para siempre.
Pero sí sabemos lo siguiente: que por sus acciones el imperialismo estadounidense ha quedado desenmascarado como la fuerza más bárbara y contrarrevolucionaria que existe sobre la faz de la tierra. Debajo de la máscara sonriente de “civilización” y “democracia”, se esconde la dictadura violenta y rapaz de los grandes bancos y empresas cuyo único objetivo en la vida es saquear y violar todo el mundo. Sabemos que detrás de toda la azucarada palabrería sobre la “paz” y el “humanitarismo” se esconde un monstruoso completo militar-industrial que crece y engorda con la riqueza producida por la sociedad, que podría servir de base para la prosperidad universal y la felicidad; y en su lugar, se derroca gobiernos con guerras, asesinato y destrucción. A estas personas no les importa nada las vidas de los seres humanos, ni de su propio país ni del resto de las naciones. ¿Cómo les puede importar entonces las conquistas de miles de años de cultura? Comparados con Bush, Rumsfeld, Powell y sus generales, los talibán eran tan inocentes como los niños.
El general estadounidense Blount, dio permiso hace un mes a sus tripulaciones para que usaran en sus tanques munición de uranio empobrecido, el mismo tipo de armamento que se cree es responsable de una explosión de cáncer en Iraq después de la Guerra del Golfo de 1991. También utilizaron bombas inteligentes contra objetivos civiles, que se suponía eran ilegales. Y estos mismos caballeros que torturan a los prisioneros y los mantienen en unas condiciones bárbaras en Guantánamo, tienen la insolencia de acusar a los iraquíes de “violar la Convención de Ginebra” cuando mostraron las imágenes de los prisioneros de la coalición por la televisión. La hipocresía de estas personas no conoce límites.
Otro hecho importante. No hay señal de las famosas “armas de destrucción masiva”. Los medios de comunicación controlados por EEUU armaron mucho jaleo con el descubrimiento de ropas y máscaras contra armas químicas. Pero eran para objetivos defensivos y los tienen prácticamente todos los ejércitos del mundo. No hay evidencia de estas armas, por lo tanto, toda la justificación para esta aventura militar ha desaparecido. Y después de mucho tiempo, incluso si existiera alguna prueba, siempre se sospechará que fue obra de la CIA. Nadie dará crédito a las mentiras de Londres y Washington. Los mentirosos se han pasado en las últimas semanas y meses. Nadie los cree ya. Todo ha quedado al descubierto: un acto desnudo de agresión imperialista contra un país débil de Oriente Medio.
El apetito de los imperialistas por los mercados extranjeros, las materias primas y las esferas de influencia, es insaciable. Es una expresión del callejón sin salida del capitalismo a escala mundial, que los obliga a luchar por cada mercado, de la misma forma que los perros luchan por un hueso. En la época actual, son inevitables las guerras y se reproducirán a intervalos regulares. Así que quejarse por esto y lanzar llamamientos lacrimógenos por la paz es una pérdida de tiempo. Es como intentar convencer a un tigre que se alimente sólo de lechuga. La única forma de evitar la guerra es desarmando a la clase capitalista, esto sólo se puede conseguir con métodos revolucionarios. El movimiento contra la guerra se debe transformar en un movimiento de masas contra el imperialismo y el capitalismo, si no es así, estará condenado a la impotencia.
En la primera década del siglo XXI, la rueda de la historia ha completado el círculo. Los métodos de los imperialistas se asemejan a la política de guerra, conquista y saqueo perseguida por el Imperio Romano, sólo que a una escala mucho mayor. En palabras del historiador romano Tácito: “Y cuando han creado un desierto, lo llaman paz”.
Viena
10/4/2003