Hace 10 años, Haití se encuentra bajo una sangrienta dictadura militar establecida por la ONU, por imposición de Washington y dirigida por el ejército brasileño. Algunos argumentan que se trata de una “misión de paz” de la ONU. Pero la verdad es otra. Iniciada a partir de un golpe militar en el cual las tropas norteamericanas secuestraron al entonces presidente electo de Haití, Jean Bertrand Aristide, la MINUSTAH (Misión de las Naciones Unidas por la Estabilización en Haití) no es más que una ocupación militar represora que impide al pueblo haitiano manifestarse, luchar por mejores condiciones de vida y por cambios, garantizando así el control del imperialismo en la región.
[Este artículo fue publicado en el número 11 de América Socialista, revista política de la Corriente Marxista Internacional.]
El imperialismo del “Tío Sam”, igual que planeó y financió dictaduras militares en toda América Latina en las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial para contener el avance de las ideas socialistas y reprimir el movimiento obrero, ahora utiliza fuerzas armadas de diversos países – bajo el comando de Brasil – para clavar sus garras en la isla de América Central con una historia de lucha popular que ya fue ejemplo para los pueblos oprimidos de todo el continente.
Para aquellos que todavía dudan de esta breve introducción y sostenen ilusiones en la supuesta “Misión de Paz” de la ONU, les sugerimos ver el video documental de una hora de duración, dirigido por Kevin Pina, llamado: “Haiti: We must kill the bandits”.
Las raíces de la histórica lucha del pueblo haitiano
Hace más de cinco siglos, con la llegada de los europeos a América, la segunda isla más grande del Caribe, llamada Ayiti o Quisqueya por los indígenas, fue bautizada Hispaniola por Cristóbal Colón, que estableció allí, en 1493, la primera colonia en América. Tras el genocidio que en menos de dos décadas redujo la población nativa al 12% de los cerca de 500 mil indígenas que habitaban la isla, los españoles se llevaron casi todo el oro. A medida que los españoles abandonaban parte del territorio donde el oro se volvía escaso, los franceses comenzaban a ocuparlo por el norte de la isla. Finalmente en 1697, los españoles reconocen la parte occidental de la isla como colonia de Francia y los franceses la bautizan como Santo Domingo (Saint-Domingue). Casi sin oro, los colonizadores franceses apuestan por la caña de azúcar y el café, producidos con mano de obra de esclavos traídos de África.
Santo Domingo se vuelve una potencia productora de azúcar y fuente de altísimos ingresos con el tráfico de negros. Fue la colonia francesa más próspera en América y el azúcar de buena calidad competía con el que se producía en Brasil. Ya poco antes de 1770 la colonia exportaba 35 mil toneladas de azúcar bruto y 25 mil toneladas de azúcar blanco al año. Entre 1764 y 1771, la media anual era de 10 mil nuevos esclavos comprados, traidos por los navíos procedentes de África. A finales de la década de 1780, la producción de azúcar casi se duplicó en la isla y de 1787 en adelante, eran más de 40 mil nuevos esclavos comprados por año. La pequeña isla fue “colonizada” con esclavos africanos, los cuales recibían el peor tratamiento imaginable por parte de sus “dueños” franceses.
“Los africanos que llegaban esclavizados eran supervivientes: los negros se enfrentaban a un viaje trasatlántico por la Ruta del Medio como cargas salvajes de un traficante. No era extraño que casi un cuarto de los esclavos transportados muriera dentro de los navíos por las pésimas condiciones de alimentación e higiene. Cuando llegaban a los puertos, eran examinados, comprados y quemados con hierro en brasa en cada lado del pecho para identificar a su dueño. Los malos tratos que se seguían estimulaban juramentos de contra-ataque. Algunos de ellos eran proferidos en los rituales nocturnos de vudú, sincretismo de los rituales africanos con el catolicismo.” (Aloisio Milani, Revolución Negra, Revista Historia Viva, nº 51, Enero 2008).
Una masa numerosa de esclavos -que hablaba criollo y francés- fue puesta a trabajar en toda la extensión de la colonia (parte occidental de la isla). Con cargas inhumanas de trabajo, torturas y castigos, los esclavos se sublevaban.
En su libro “Los Jacobinos Negros”, el historiador trotskysta Cyril Lionel Robert James describe: “En idioma criollo, bailaban y gritaban canciones amenazadoras. ¡E! ¡E! ¡Bomba! ¡Heu! ¡Heu! ¡Canga, bafio té! ¡Canga, mauné de lé! ¡Canga, del ki la! ¡Canga, leí!” La traducción sería algo como: “Juramos destruir a los blancos y todo lo que poseen; que muramos si fracasamos en esta promesa”. Había “quilombos” (comunidades de resistencia, donde los esclavos podían vivir libremente) organizados en las montañas haitianas para montar una resistencia contra la esclavitud. El más temido fue el líder Mackland. Negro de Guinea, era un visionario, gran orador y se decía inmortal con los poderes del vudú. Tenía gran cantidad de seguidores. En 1758 planeó envenenar el agua de las casas de los blancos para liberar a los esclavos. Fue traicionado, capturado y quemado vivo.
Empero, no fueron sólo los malos tratos de los franceses contra los esclavos lo que alentaron las revueltas. Las noticias de la independencia de los EEUU en 1776 – inspirada por las ideas de la ilustración- y la propia Revolución Francesa de 1789 agitaban el ambiente en la isla caribeña.
Revolución Francesa y lucha contra la esclavitud
En 1789, la gran revolución estalla en Francia. Pero los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad que inspiraron la revolución francesa no podían ser empleados en la colonia de Santo Domingo, pues contrariarían los intereses económicos de los dueños de esclavos. Los colonos de Santo Domingo son cuestionados por los franceses en plena revolución. A partir de esto, la lucha de los esclavos de Santo Domingo se vuelve intrínseca a la lucha por la revolución en Francia.
Después de la caída de la Bastilla, con el desarrollo de la revolución en Francia, en 1790 se permite la institución de una asamblea colonial en Santo Domingo, dividida entre “latifundistas, blancos pobres, mulatos libres y esclavos”. Pero en los debates prevalecía el poder de los latifundistas. No hasta 1791, en la asamblea constituyente de Francia, se aprobó la igualdad de derechos entre todas las personas en Santo Domingo.
La noticia de la decisión llegaba lentamente a los oídos de los esclavos en la isla. Los latifundistas no la aceptaron y contra-argumentaban que los negros y los mulatos no eran personas y, por tanto, no podían tener derechos. Un clima revolucionario recorría todas las haciendas. Y fue Boukman -un capataz y sacerdote de vudú- quien lideró una revuelta que prendió fuego a todas las haciendas de la llanura del norte de Santo Domingo, matando a los latifundistas.
Los esclavos del sur y del este español de la isla se suman a los rebeldes. La represión aumenta y Boukman muere en combate, ¡pero la revuelta no para! Cada día aumentaba el número de insurrectos. Sobrepasaron los 100 mil hombres y esa cantidad propició un salto cualitativo llevando la lucha a la madurez y a levantar la bandera por la independencia de la colonia.
Lucha por la independencia
Tras Boukman hubo otros líderes, pero el que más destacó fue Toussaint L’Ouverture, un ex-esclavo que tuvo acceso a la literatura política y se reveló como un gran estratega militar. Él unificó los grupos de rebeldes y organizó un ejército capaz de derrotar las tropas europeas. Sin embargo, se inclinaba a la conciliación con los latifundistas que, por su parte, rechazaban cualquier acuerdo de paz. Francia envía entonces tres comisarios con 6 mil soldados para contener las rebeliones de los esclavos y resolver la situación.
Pero, mientras los comisarios intentaban negociar un acuerdo, la nueva república francesa declaraba guerra a Inglaterra. La guerra implica a las colonias europeas y el ejército de Toussaint defiende la isla, combatiendo tropas francesas, inglesas y españolas.
En 1794, la república francesa declara la abolición de la esclavitud en todos sus territorios y el ejército de Toussaint, ahora aliado a los franceses, expulsa los ingleses y españoles de la isla (incluso de la parte española). Con eso, Toussaint fue nombrado por la metrópoli Jefe del Ejército de Santo Domingo. En 1801, Santo Domingo proclamó una Constitución, volviéndose provincia autónoma.
Sin embargo, en 1802, Napoleón Bonaparte se lanza a la dominación de todo y de todos. Ya con el dominio de la Louisiana, al sur de los EEUU, vio en la isla de Santo Domingo un punto clave para la expansión del imperio francés en el Nuevo Mundo y envió una armada para retomar el control de la colonia: 47 mil hombres bajo el mando del General LeClerc.
Toussaint combatió las tropas napoleónicas, pero su instinto conciliador lo traicionó una vez más: el líder negro hizo un acuerdo de paz y se dejó llevar, preso, hasta Francia, en un intento de negociar. Terminó muerto en una prisión en Fuerte Joux, en los Alpes.
Pero la lucha por la independencia prosiguió. Los ex-esclavos se organizan bajo el liderazgo de Jean Jacques Dessalines y derrotan las tropas de LeClerc el 28 de Noviembre de 1803. El día 1º de enero de 1804, Dessalines proclama la independencia de la colonia (de la isla entera) que pasa a llamarse Haití, en homenaje al antiguo nombre indígena de la isla que significaba “isla de montañas altas”.
La derrota de las tropas francesas hizo que Napoleón vendiera Louisiana a precios bajos e impidió su posible expansión en las Américas. Generó un gran impacto en el mercado del tráfico de esclavos y en el precio del azúcar. Sí… la historia da vueltas: la burguesía que tomó el poder en Francia inspiró las revueltas en Haití; y la revolución en Haití terminó con una importante fuente de ingresos de la burguesía francesa.
Ejemplo de lucha para los pueblos
La lucha del pueblo haitiano que se desarrolló de 1791 a 1803 fue y es considerada la única revuelta de esclavos exitosa desde la Antigüedad Clásica. Tuvo gran repercusión en todo el mundo y representó un gigantesco punto de apoyo para todos los que luchaban contra la esclavitud. Los dueños de esclavos en toda América estaban preocupados con la repercusión de la victoriosa revolución negra. En los EEUU, los propietarios de tierra se interesaban más por los acontecimientos en la isla del Caribe que por la guerra entre las potencias europeas.
Entre los esclavos y abolicionistas el interés no podía ser otro. En Brasil, hay registros de milicianos mulatos en Río de Janeiro que usaban retratos de Dessalines; y los que luchaban contra la esclavitud y el racismo pasaron a ser calificados como “haitianistas” durante algún tiempo:
“En el periodo de la Regencia (1831-40), el término ‘haitianismo’ fue usado como un epíteto contra periódicos que supuestamente representaban los intereses de la población de color libre y abordaban persistentemente la cuestión racial.” (Stuart Schwartz, Secretos internos – Ingenios y esclavos en la sociedad colonial).
Dos siglos de más explotación y represión
Los imperialistas no podían dejar pasar de largo lo que los haitianos hicieron. La derrota que los ex-esclavos infligieron a las tropas napoleónicas se la hicieron pagar caro al pueblo. ¡El presidente de los EEUU Thomas Jefferson (1801-1809) -defensor de la libertad y propietario de esclavos- declara que de Haití venía un mal ejemplo y que la peste debía ser confinada a aquella isla!
“En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron ‘la deuda francesa’. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte. A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos.” (Eduardo Galeano, La Maldición Blanca, 2004).
Tras la independencia de 1804, los habitantes de la isla viven muchos conflictos. La presión externa es muy grande. La república es inestable. Dessalines se proclama emperador y es asesinado en 1806. El país se divide en dos y los españoles retoman el este de la isla. Los conflictos continúan y, en 1822, el presidente de la república de Haití, Jean-Pierre Boyer, ocupa militarmente el lado español de la isla. Eso sólo dura hasta 1844, cuando este es derrumbado y es declarada la independencia de la República Dominicana (que ocupa dos tercios de la parte este de la isla). En 1861 los españoles retoman el control del lado este de la isla y en 1865 es proclamada de nuevo la independencia de la República Dominicana.
El pueblo haitiano pasa por décadas de terribles dificultades económicas. A pesar de la deuda que seguía pagando a Francia, el país invierte en el aumento de la producción agrícola, pero ese proceso le cuesta un gran endeudamiento externo, especialmente con capitales norteamericanos. Esa dependencia creció hasta el momento en que los EEUU, bajo la justificación del no cumplimiento de los contratos, invaden Haití en 1915.
“Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restaurantes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho. No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública.” (Eduardo Galeano, La Maldición Blanca, 2004).
El saldo del régimen militar bajo mando norteamericano que duró hasta 1934 es de más de 10 mil haitianos muertos. A partir de la década de 1930 el imperialismo norteamericano trata las islas del Caribe como patio trasero de explotación de mano de obra barata, contrabando y prostitución. Aún después de 1934, la influencia norteamericana continuaba fuerte en Haití. A pesar de la salida militar del país, mantuvieron una policía nacional fiel a sus órdenes.
Después de sucesivos golpes militares, en 1957, François Duvalier -un médico más conocido como Papa Doc- asumió la presidencia bajo el patrocinio de los EEUU e implantó un nuevo régimen de terror masacrando a todos los que se oponían a su voluntad. La oposición que quedó estaba férreamente controlada por Papa Doc.
En la misma época en que la isla vecina, Cuba, pasaba por una revolución liderada por Fidel Castro y Che Guevara, Papa Doc reprimía cualquier manifestación del pueblo haitiano. Entrenó milicias armadas llamadas de Tontons Macoutes (bandas armadas o, literalmente, “tíos armados con cuchillos”), que promovían matanzas, abusos sexuales y controlaban el contrabando de armas y tráfico de drogas en la región. Un régimen cruel con el pueblo pobre y sumiso a los intereses del imperialismo norteamericano.
En la década de 1960, muchos haitianos de izquierda se organizan en la iglesia católica. En esa época Papa Doc extermina sistemáticamente a todos los que están bajo “influencia cubana” y persigue a la Iglesia Católica.
El régimen de Papa Doc era la expresión de la degeneración de una sociedad sometida a todos los males del capitalismo. Bajo el patrocinio de Washington, Papa Doc montó un enorme sistema comercial ilegal que transformó Haití en ruta obligatoria del narcotráfico entre Colombia y EEUU. Al final de su gobierno, Haití ya era el país más pobre de América, con la mayor tasa de analfabetismo y mortalidad infantil. Muerto en 1971, Papa Doc fue sustituido por su hijo, Baby Doc.
Baby Doc impuso un sistema brutal de explotación de la mano de obra, que benefició en gran medida a las multinacionales norteamericanas y también a la raquítica burguesía haitiana. El pueblo trabajador reacciona. Baby Doc decreta estado de sitio, hasta que, en 1985, las protestas populares se intensifican y Baby Doc huye a Francia en un avión de la Fuerza Aérea Norteamericana, dejando en su lugar una Junta comandada por el General Henri Namphy.
Se inicia una disputa entre los militares por el mando del Estado y del narcotráfico. Se sucede una serie de golpes hasta que bajo fuerte presión popular se aprueba una nueva Constitución y se convocan elecciones directas a presidente, en un tipo de sistema parlamentario, en Diciembre de 1990.
El origen de la crisis actual
Con una campaña de denuncia del dominio imperialista en Haití, Jean Bertrand Aristide, ex sacerdote católico, defensor haitiano de la Teología de la Liberación, fue elegido presidente con un enorme apoyo popular del 67 por ciento, tomando posesión en febrero de 1991. Líder de un movimiento popular llamado Lavalas (avalancha o torrente en kréyòl), nombró un primer ministro de su confianza. Aristide estableció como ejes de su gobierno la lucha contra la corrupción y el narcotráfico y la lucha contra la pobreza. Siete meses después sufrió un golpe militar, liderado por el General Raoul Cedras y patrocinado por la CIA.
Exiliado en los EEUU, Aristide busca ayuda internacional. Es la oportunidad de oro del imperialismo para volver al mando de Haití desde que Baby Doc huyó y establecer un control militar directo en el transporte de las drogas, conteniendo al mismo tiempo la insatisfacción popular a través de Aristide. El gobierno de los EEUU propone apoyar la vuelta de Aristide al poder a condición de que este endorse y apoye la presencia de tropas norteamericanas para “estabilizar el país”.
El ex presidente americano Jimmy Carter se presenta a sí mismo como “mediador” y llega a un “acuerdo” con Cedras: a cambio de una amnistía, los militares dejan el poder, el ejército haitiano es disuelto y tropas norteamericanas entran en el país en Septiembre de 1994 para “asegurar el retorno a la legalidad”. Aristide reasume la presidencia en Octubre escogiendo a Smarck Michel como su primer ministro. En abril de 1995, las tropas de los EEUU son sustituidas por soldados de la ONU.
Aristide es recibido por el pueblo haitiano con grandes manifestaciones de bienvenida. En junio de 1995, en las elecciones, René Préval, el candidato del movimiento Lavalas, apoyado por Aristide -y también por la Casa Blanca-, es elegido presidente con el 87,9 por ciento de los votos. El pueblo quería a Aristide, sin embargo, la constitución de Haití no permite la reelección para un mandato consecutivo y Préval se lleva los votos de su antecesor. Pero esto no corresponde a las expectativas del pueblo. Él mantiene la presencia de las tropas de la ONU y nombra para el puesto de primer ministro a un economista alineado con Washington, llamado Rony Smarth.
En marzo de 1996, Préval anuncia un plan de privatización de todas las empresas estatales y servicios públicos, desencadenando huelgas y grandes manifestaciones de protesta. En agosto del mismo año, Lavalas es responsabilizado por el asesinato de dos líderes burgueses. La situación se vuelve inestable y la población es reprimida por las tropas de la ONU. Aristide rompe con Préval y crea el movimiento Fanmi Lavalas, anunciando que será candidato a la presidencia en 2000.
En enero de 1997, la República Dominicana decide expulsar a los inmigrantes ilegales haitianos, pero interrumpe el envío debido a las protestas del pueblo haitiano tras la llegada de los primeros 16 mil deportados. Las protestas callejeras ganan fuerza y posibilitan la formación de un movimiento nacional contra la imposición de un programa de recortes de gastos públicos acordado entre el primer ministro Smarth y el FMI. Centenares de miles salen a la calle. La crisis institucional se acentúa y menos del 10 por ciento de los electores vota en las elecciones legislativas y municipales de abril de 1997.
En esa época la población de Haití ya llega a casi ocho millones de habitantes. El desempleo alcanza el 70 por ciento de la población activa. El hambre se propaga en las zonas rurales. ¡Una huelga general de los profesores cierra las escuelas de todo el país! El pueblo trabajador haitiano tenía las condiciones para efectuar una insurrección victoriosa y la toma del poder en 1997. Pero, además de la presencia de las tropas militares de la ONU, le faltaba un partido revolucionario. La fragmentación política es impresionante. Hay más de un centenar de partidos y organizaciones políticas en Haití. Con la reciente ruptura entre Préval y Aristide y la traición del Gobierno Préval, el Movimiento Lavalas que tiene el mayor apoyo popular no consigue ocupar este papel.
El primer ministro Smarth renuncia en junio, pero continúa en el cargo hasta octubre. En noviembre, el presidente Préval elige a Hervé Denis para el cargo de primer ministro. La ONU retira las tropas militares y coloca una Policía Civil de las Naciones Unidas (MIPONUH) para contener la ola revolucionaria y para profesionalizar la Policía Nacional de Haití -única fuerza represora del Estado, ya que el ejército fue disuelto en 94-. Esa misión de la ONU permanece en Haití hasta marzo de 2000.
Un golpe preparado cuatro años antes
Aristide fue elegido presidente nuevamente en las elecciones de Diciembre de 2000 en un proceso conturbado. Aunque en el pasado ha demostrado que puesto ante presiones sigue fielmente las órdenes del imperialismo, él representa la voluntad de cambio de millones de haitianos y por eso la burguesía y los señores de Washington no confían en él.
Una fuerte oposición compuesta de latifundistas, empresarios, paramilitares, grupos narcotraficantes y ONGs acusan a Aristide de haber manipulado las elecciones parlamentarias de principios del año y por eso boicotean las elecciones presidenciales. La verdad es que sabían que no tendrían fuerzas para vencer a Aristide, el cual contaba con gran apoyo popular y prometía no dar continuidad al gobierno entreguista de Préval. Sin adversarios, Aristide fue elegido con una participación del 50%. Toma posesión en marzo de 2001. Sin embargo, esta vez Washington está del lado de la oposición y el Banco Mundial corta la ayuda anual de 500 millones de dólares que enviaba al gobierno anterior.
La política económica aplicada por Aristide fue ambigua, pues al tiempo que hacía críticas abiertas al FMI, seguía su dictado al pie de la letra. El desempleo aumentó. La miseria y el hambre también. La epidemia de SIDA alcanzó cifras alarmantes. Su popularidad cayó. Sin dinero para programas sociales, Aristide pasa a exigir de Francia la devolución de 22 millones de euros como compensación por riquezas entregadas por Haití a lo largo del siglo XIX.
En Enero de 2004, las conmemoraciones de los 200 años de independencia de Haití se transforman en grandes manifestaciones callejeras por comida. Los empresarios haitianos organizan huelgas y grupos armados comienzan a atacar a los partidarios de Aristide en las calles. La prensa informa de conflictos con decenas de muertos. El Gobierno de los EEUU se pronuncia diciendo que Aristide tiene que estabilizar su país y garantizar la democracia. La oposición derechista armada exige la renuncia de Aristide amenazando con un golpe. Grupos de seguidores de Aristide resisten, pero la oposición tiene muchos más recursos. Aristide dice que no renuncia y que no abandonará el Palacio del Gobierno aunque tenga que pagarlo con su vida. El pueblo sale a la calles.
Como Haití ya no tiene ejército (disuelto en 1994) eso dificulta para los opositores la toma del poder militarmente como estaban habituados en el pasado. Fue así que, el 29 de febrero de 2004, la infantería de marina norteamericana secuestra al presidente electo de Haití y declara que había renunciado. Un gobierno interino es nombrado por los americanos y tropas francesas, canadienses y americanas reprimen las masivas manifestaciones de apoyo a Aristide, dejando decenas de muertos, hasta que en 1º de junio de 2004 llegan las tropas de la ONU, comandadas por el ejército brasileño.
La Misión de la ONU y el Gobierno Lula (Brasil)
El golpe de 2004 en Haití resulta más escandaloso que aquel de 2002 en Venezuela en el que Chávez fue secuestrado por tres días. No fue un golpe de militares haitianos patrocinado por los EEUU. ¡Fue un golpe ejecutado directamente por militares norteamericanos! ¡Y en el contexto de entonces, en que Bush se vio enfrentado a la mayor movilización global de la historia contra la guerra de Irak, con millones de personas en las calles por todos los rincones del mundo, Washington no podía permitir que pareciera que estaba comenzando otra guerra en América Central, en una isla a dos brazadas de Cuba y Venezuela!
Era muy importante para los EEUU que la ocupación militar en Haití tuviera la apariencia de una “misión humanitaria”, una “misión de paz”. Para eso necesitaban que un país no imperialista “de buena reputación” comandara las tropas de la ONU. Y Brasil vino como anillo al dedo, pues tenía como presidente recién elegido una figura respetada por los movimientos de izquierda en todos los países: Lula.
Lula, que ya venía siguiendo la orientación de Washington en Brasil (alianzas con la burguesía, contra-reforma de la seguridad social, subsidios al latifundio, aumento del superávit primario para el pago de la deuda externa, etc.) no lo piensa dos veces. ¡Y argumenta que eso ayudará a Brasil a conquistar un sitio permanente en el genocida Consejo de Seguridad de la ONU!
¡Los trabajadores brasileños no eligieron a Lula para conseguir un lugar para Brasil en un consejo que decide que país debe ser invadido militarmente, tampoco para participar en ninguna de esas invasiones militares! Pero Lula es inteligente y hace una fuerte propaganda sobre la “misión de paz” de la ONU. Incluso organiza un partido amistoso de fútbol de la selección brasileña contra la selección haitiana en Haití en agosto de 2004. Se llama “el juego de la paz”. Brasil vence por 6 a 0.
Nosotros, marxistas brasileños, organizamos recogida de firmas antes y después del envío de las tropas. Miles de firmas dirigidas a Lula diciendo: “¡No envíe las tropas!”; “¡Retire las tropas!”. Pero el gobierno no hizo caso. Y no lo hará hasta que haya una exigencia de las masas. Volveremos a eso más adelante.
La MINUSTAH (Misión de las Naciones Unidas por la Estabilización en Haití) fué creada con la participación de tropas de los siguientes países:
Efectivos militares: Argentina, Benin, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Croacia, Ecuador, España, Francia, Guatemala, Jordania, Marruecos, Nepal, Paraguay, Perú, Filipinas, Sri Lanka, Estados Unidos y Uruguay. Fuerzas policiales: Argentina, Benin, Burkina Faso, Camerún, Canadá, Chad, Chile, China, Colombia, Egipto, El Salvador, Francia, Granada, Guinea, Jordania, Madagascar, Mali, Mauricio, Nepal, Níger, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Rumanía, Federación Rusa, Ruanda, Senegal, Sierra Leona, España, Togo, Turquía, Estados Unidos, Uruguay, Vanuatu y Yemen.
Nótese que además de Brasil, hay tropas de otros países de América del Sur cuyos presidentes fueron llevados a la victoria electoral como expresión de la lucha por cambios de las masas trabajadoras en sus países: ¡La Bolivia de Evo Morales, el Chile de Bachelet, el Paraguay de Lugo, eñ Uruguay de Vásquez y el Ecuador de Rafael Correa!
Todos están cumpliendo un papel asqueroso a mando del imperialismo, enviando tropas, usando recursos materiales y humanos para reprimir y asesinar el pueblo pobre y sufrido de Haití. Además Fidel en Cuba, en 2004 sólo Chávez se posicionó contra la ocupación de Haití. ¡Pero no es para menos, hay una revolución en marcha en Venezuela!
En el inicio, la ONU anunció una misión de seis meses. Después, fue prorrogada hasta que hubiera elecciones. Tras muchos aplazamientos, hubo elecciones en 2006, pero a Aristide -el presidente de hecho electo por el pueblo, exiliado en Sudáfrica- le estaba y le sigue estando prohibido regresar a Haití! Préval acabó elegido nuevamente. Después, en 2010-2011, en otras elecciones turbulentas y sin Aristide, el cantante y actor Michel Martelly, también conocido por su nombre artístico Sweet Micky, fue elegido y es el actual presidente de Haití.
Ahora ya hay presidente “electo” – impuesto, de facto -. ¡Y las tropas continúan allá! La ONU argumenta que sin la presencia de las tropas las bandas de narcotraficantes y secuestradores hundirían nuevamente el país en el caos. ¡Pero eso es falso!
Policía de Élite y Escuadrones de la Muerte
Son innumerables los muertos, asesinados por las tropas de la ONU en Haití en esos más de 4 años de ocupación. Y es muy claro que no se trata de combate contra los traficantes de drogas. Se trata de represión al movimiento Lavalas que se opone a la dictadura impuesta por los EEUU y la ONU y sigue con un fuerte apoyo de las masas, exigiendo el regreso de Aristide.
En los cerros y favelas de Brasil ¿acaso la policía no mata también al negro pobre bajo el pretexto de combatir el tráfico de drogas? No es por nada que el BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales) de la Policía Militar de Río de Janeiro hizo un convenio con el ejército brasileño para “intercambiar experiencias de combate” con las tropas brasileñas en misión en Haití y que algunos contingentes, antes de ser enviados al Caribe, pasaron por semanas de entrenamiento en la “favela del BOPE”, en Río.
Soldados brasileños que volvieron de Haití dieron entrevistas al diario “Folha de SP” donde afirmaban que el nombre “misión de paz” daba una impresión falsa de lo que estaba aconteciendo en Haití. Uno de los soldados identificado como “S”, explica: “Hasta parece que este nombre es para tranquilizar a la gente en Brasil. La verdad es que no pasa un día en que las tropas de la ONU no maten un haitiano en intercambio de tiros. Yo mismo, con certeza, matéa dos. Otros, yo no me volví para ver.” (Folha de SP, 29/01/2006).
Y lo más indignante: desde 2005 las tropas de la ONU han realizado matanzas de haitianos en represalia explícita por manifestarse por la retirada de las tropas y por el retorno de Aristide -Titid, como el pueblo pobre lo llama-. Manifestaciones con decenas de miles de haitianos son reprimidas a tiros por las fuerzas policiales y tropas de la ONU. Cuando las manifestaciones son muy grandes, el día siguiente las tropas de la ONU acostumbran a hacer incursiones en Cité Soleil -con 300 mil habitantes es la mayor favela en la periferia de la capital del país, Puerto Príncipe- y disparan durante horas sin parar contra las casas de los habitantes, matando hombres, mujeres y niños. A los ancianos simplemente no los matan porque escasean en Haití. ¡La esperanza de vida es de 49 años!
En esas incursiones -llamadas “castigos colectivos” por algunos periodistas presentes en Haití – los soldados disparan desde el interior de sus coches blindados y helicópteros. Muchas personas, principalmente niños, son alcanzadas en la cama, mientras duermen, por balas de calibre pesado que atraviesan los tejados de sus casas.
¡Tras contar y llorar sus muertos, el pueblo pobre de Cité Soleil vuelve a la calles protestando y es reprimido otra vez! La situación de un pueblo desarmado enfrentándose a fuerzas externas tan poderosas cómo esas, puede aniquilar física y psicológicamente toda una generación. Y este es el objetivo de la ONU: acabar con Lavalas y cualquier posibilidad de resistencia política a los planes imperialistas.
Los que buscan organizarse o participar en movimientos de resistencia son asesinados o detenidos sin motivo, ilegalmente. Tras ser apresados sufren torturas y, generalmente, son “desaparecidos” por la Policía Nacional. Ya son innumerables los presos políticos y activistas desaparecidos. Los periodistas independientes hablan de más de 20.000 muertos y desaparecidos en estos 10 años!
La situación en Haití ocupado
Como si no bastaran las muertes causadas por las tropas extranjeras y por la Policía Nacional, los haitianos aún corren muchos otros riesgos de su vida.
Hambre: ¿Quién no se quedó horrorizado al ver imágenes en la televisión de los bizcochos de barro que los haitianos comen? ¡Cuando no hay comida los haitianos tratan de hacer como las plantas, sacando los nutrientes directamente del suelo! No es difícil conocer a alguien en Haití que tenga en la familia un niño que haya muerto de hambre. Más del 80 por ciento de la población vive por debajo de la llamada “línea de la pobreza”. ¡Y todo aún puede empeorar! Con la crisis mundial de aumento de los precios de los alimentos, en 2008, el saco de 23 kilos de arroz pasó de 35 a 70 dólares en Haití, mientras que el maíz, el frijol y el aceite de cocinar registraron aumentos del 40 por ciento. Eso provocó protestas masivas, con saqueos a depósitos de alimentos y barricadas con neumáticos quemados en las calles. Las tropas de la ONU reprimieron a los manifestantes hambrientos con balas. Hoy 80 por ciento del arroz consumido en Haití es comprado a los EEUU con altas tasas de importación.
Enfermedades: Ya llegan a 300 mil los haitianos portadores de VIH (4% de la población). Otras epidemias como malaria y tuberculosis también se ceban con los más pobres. La mortalidad infantil es de 57 por cada mil niños. La mortalidad materna es de 630 por cada cien mil partos. Faltan remedios elementales en las farmacias -y faltan farmacias-. Faltan médicos, recursos y estructura en los hospitales -y faltan hospitales-. En la mayoría de los barrios no hay alcantarillado ni recogida de basura. El índice de contaminación del agua que la población bebe es muy elevado. La falta de higiene y saneamiento agrava los problemas de salud y aumenta el riesgo de contracción de muchas enfermedades que podrían ser fácilmente prevenidas. En 2010, después del gran terremoto, una epidemia de cólera aplastó al pueblo con miles de muertos en unos meses! Superexplotación del trabajo: Según el consejero de la Asociación de Abogados de Brasil (OAB-RJ), Anderson Bussinger Carvalho, la ocupación militar internacional bajo el mando de Brasil “tiene intereses de explotar la mano de obra haitiana a través de zonas francas”. Las jornadas de trabajo muchas veces sobrepasan las 12 horas diarias y el salario mínimo fue doblado en 2008, pasando a un valor correspondiente a 120 dólares mensuales. Empresas de capital americano, canadiense y dominicano hacen la fiesta. Sindicatos haitianos denuncian el aumento de maquiladoras en el país. El gobierno brasileño está en constante diálogo con el Gobierno de los EEUU sobre industrias brasileñas que se interesaron en crear sucursales en Haití para exportar productos a Estados Unidos desde 2006. Pero, los obreros industriales suman sólo 3% de los trabajadores activos en Haití. La gran mayoría está en los sectores informales y trabajando en el campo, donde la precarización del trabajo es aún peor. No es raro que haya muertes en el campo por exceso de trabajo.
Huracanes: Imagine todos esos problemas batidos en una licuadora. Frecuentemente huracanes y tempestades tropicales se forman en el Atlántico y avanzan en dirección al sudeste de los EEUU. En su camino pasan por las Antillas. Incluso cuando no afectan a Haití de lleno, sino que pasan próximos a la costa, causan fuertes destrozos, provocando subidas del nivel del mar e inundaciones de los ríos. En 2004, Gonaives, principal ciudad de la región norte, alcanzada por el huracán Jeanne, fue enterrada por una avalancha de lodo de 3 metros de altura: ¡casi 3 mil muertos! Eso ocurrió inmediatamente después de la ocupación militar de la ONU. El gobierno interino de la época batió todos los récords de corrupción: los supervivientes -que habían perdido todas sus posesiones- tenían que pagar (!) por la tarjeta de identidad que daba derecho a ayuda a los que perdieron su hogar. Muchas ONGs recibieron grandes cuantías de dinero de ayuda humanitaria internacional, pero nadie sabe donde fue a parar ese dinero. En 2008, el país fue alcanzado por cuatro tempestades más (Hanna, Gustav, Ike y Fay) provocando gran devastación y centenares de muertes. El gobierno haitiano pidió que las donaciones se hicieran directamente al gobierno y no a través de las ONGs. En la prensa circulaban denuncias de desvío de alimentos que deberían de entregarse a los desamparados (que ya pasaban de 20 mil haitianos).
“El huracán Jeanne devastó Haití en 2004, ocho meses después del golpe que derrumbó Jean-Bertrand Aristide. Gerard Latortue [el primer ministro del gobierno provisional], el cabecilla de la dictadura de la ONU y natural de Gonaives, recibió dinero de todo el mundo para ayudar a reconstruir la ciudad. Desgraciadamente, las víctimas recibieron pocos beneficios de este dinero. Gonaives se encuentra por debajo del nivel del mar, pero nunca se han construidos diques; muchas carreteras ni siquiera han sido reparadas. Los pocos resultados obtenidos con el dinero de la ayuda internacional sólo refuerzan la convicción de que, en Gonaives, los amigos de Latortue y ONGs corruptas simplemente se embolsaron el dinero.” (Wadner Pierre, HaitiAnalysis.com, 9/9/2008).
El terremoto de 2010 desenmascara la “misión de paz” de la ONU
Reproducimos aquí extractos de un artículo nuestro, escrito pocos días después del terremoto que mató a más de 300.000 haitianos en enero de 2010:
“Todos hemos quedados conmovidos con las noticias e imágenes que llegan desde Haití a partir del 12 de enero, cuando un fuerte terremoto destruyó la capital y varias ciudades del país. Las agencias de noticias internacionales ya hablan de 70 mil cuerpos quemados y enterrados en fosas comunes. Algunos analistas hablan de cifras de 100 mil muertos, otros de 200 mil y hay algunos que hablan de 500 mil muertos. Cerca de 3 millones de haitianos están sin hogar en este momento, ¡un tercio del país!
También llegan noticias de que “aumenta la violencia”. Reporteros relatan que la población sobreviviente, hambrienta y sedienta, comienza a saquear establecimientos comerciales en busca de comida.
‘Los focos de violencia en las calles de Haití, aunque casos aislados, son un problema de seguridad que dificulta las tareas humanitarias en Haití, afirmaron hoy dos funcionarios de alto rango del Gobierno de los Estados Unidos. Tanto el teniente general del Ejército norteamericano y subcomandante del Comando Sur, P.K. Keen, como el administrador de la Agencia Americana para el Desarrollo Internacional (USAID), Rajiv Shah, hicieron esa advertencia en diversos programas dominicales de la televisión norteamericana. “Hay casos aislados, pero nos preocupan y tenemos que hacer frente a ese problema. Tenemos que establecer un ambiente seguro para poder tener éxito con nuestra misión de asistencia humanitaria”, dijo a CNN Keen, que coordina las actividades de las Fuerzas Armadas de los EEUU en los trabajos de rescate y reconstrucción.’ (EFE, 17/01/2010)
Pero, ¿por qué una semana después del terremoto los haitianos sobrevivientes están obligados a saquear almacenes en busca de la comida que, según menciona la prensa, está demorada en el Aeropuerto de Puerto Príncipe, además de medicamentos y agua que llegan de todas partes del mundo para las víctimas del terremoto? ¡La verdad es que la ayuda que llega, en gran parte, no está siendo distribuida a los desamparados!
‘Muchos damnificados se quejan de que no recibieron ninguna asistencia, a pesar de que el aeropuerto de Puerto Príncipe sufre verdaderos embotellamientos de aviones con cargas de comestibles y remedios. (…) “Sólosée que en tres días comí un plato de arroz que recibí de una vecina”, contó Bobien Ebristout, que está en una barraca hecha con cuatro lonas en una colina polvorienta de Peguyville, donde el olor a excrementos inunda todos los ambientes.’ (EFE, 17/01/2010)
‘Las agencias de ayuda internacional, sin embargo, advierten que muchos haitianos sin hogar o heridos se están muriendo mientras los equipos tratan de superar el caos en la organización de la entrega. Algunos de ellos, dice el periódico británico “The Guardian”, critican el excesivo control de los estadounidenses como parte del problema. Los médicos de la ONG Sin Fronteras dicen que la confusión sobre quién está dirigiendo el esfuerzo -si los norteamericanos o la ONU- está obstaculizando la entrega de suministros de primera necesidad a miles de personas. “La coordinación no existe o no está funcionando hasta ahora”, dijo al diario Benoit Leduc, director de operaciones de la ONG en Puerto Príncipe.’ (Folha de Sao Paulo, 19/01/2010)
La gran cantidad de ayuda que llega a Haití demuestra que los pueblos de todo el mundo son solidarios. Esto desmiente los argumentos de aquellos que tratan de atribuir a la “naturaleza humana” la causa de la injusticia y la desigualdad en todo el planeta. La humanidad está pronta para la solidaridad y la cooperación. El obstáculo es el sistema de competencia entre los individuos, el sistema de la propiedad privada de los medios de producción: el capitalismo.
Y es por la subordinación al capital que las condiciones de vida en Haití ya eran tan baja antes del terremoto, lo que maximiza las consecuencias de los desastres naturales. Y es al servicio del capital que están las tropas de la ONU. Después de todo, en lugar de que los EEUU envíen 11 mil soldados más armados a Haití para “hacer frente al problema de la violencia” y “garantizar un entorno seguro”, ¿no deberían las tropas de las Naciones Unidas estar comprometidas en la distribución de los suministros que llegan de otros países? Y en regiones donde el acceso es más difícil, ¿no deberían los propios soldados tomar la iniciativa y abrir los almacenes donde se halla la comida y distribuirla a los supervivientes?
El relato de un estudiante brasileño que estaba en Haití, antes, durante y después del terremoto, con un grupo de investigadores de antropología de la Universidad de Campinas (UNICAMP), no podría ser más claro:
‘¿Qué hicieron Brasil y las Naciones Unidas en seis años de ocupación en Haití? Las casas hechas de arena, la falta de hospitales, la falta de escuelas, la basura. ¿Algunos de estos problemas se resolvieron con la presencia de miles de soldados de todo el mundo?
La ONU gasta 500 millones de dólares al año para hacer de Haití un test de guerra. Ayer por la mañana estábamos en BRABATT, el principal batallón brasileño de la MINUSTAH. Cuando se le preguntó sobre el interés militar de Brasil en la ocupación de Haití, el coronel Bernardes no dudó: Haití, ciertamente sirve como un laboratorio (exactamente, laboratorio) de los militares brasileños para contener las rebeliones de las favelas cariocas. Lamentablemente, esto es lo mejor que podemos hacer por este país.
Hoy, 13 de enero, el pueblo haitiano se está preguntando más que nunca: ¿dónde está la MINUSTAH cuando necesitamos de ella?
Puedo responder a esta pregunta: la MINUSTAH está removiendo los escombros de los hoteles de lujo donde se hospedaban los ricos huéspedes extranjeros.
Lejos de mí estar en contra de cualquier medida en ese sentido, aunque seamos extranjeros y blancos, también podríamos necesitar el apoyo que pudiera provenir de la MINUSTAH.
La realidad, sin embargo, ya nos muestra el resultado de esta tragedia -el pueblo de Haití será el último en ser atendido, y si es posible. Lo que vimos en la ciudad hoy y lo que oímos de los haitianos es lo siguiente: estamos abandonados.
La policía haitiana, frágiles y pequeña, ya está cumpliendo su papel muy bien – proteger a los supermercados destruidos de un pueblo pobre y hambriento. Como de costumbre, poniendo a la propiedad antes que a la humanidad.’ (Haití: “Estamos abandonados”, por Otávio Calegari Jorge)
Informes de la Cruz Roja indican que 6 días después del terremoto del precio del pan se ha duplicado en Haití y que “la búsqueda de cuerpos parece haber terminado, ya que las personas buscan entre las ruinas cualquier cosa que podría ser útil o comida.”
Por otra parte, la situación que se arrastra desde antes del terremoto podría ser clasificada como catastrófica. ¡Y las tropas de las Naciones Unidas sirven para mantener esta situación!
Para que no queden más dudas, veamos lo que dijo en una entrevista en 2009 el Director del Comité Democrático de Haití, Henry Boisrolin, al portal argentino Resumen Latinoamericano:
‘El accionar de las tropas de las Naciones Unidas es algo que indigna a cualquier ser humano con un poquito de sensibilidad. En un país donde hay un 70% de su población activa que no tiene trabajo, donde tenemos una tasa de mortalidad infantil superior al 80 por mil y una tasa de analfabetismo, en el campo, que supera el 70% y en las ciudades el 50%, o donde se da una esperanza de vida que no supera los 50 años. Estamos hablando de un país con sus estructuras económicas destruidas, donde el 60% del presupuesto haitiano proviene de la ayuda internacional y de las remesas que envían los haitianos que trabajan fuera. Por todo ello, plantear que hay que ir con tanques, aviones y helicópteros para resolver eso, es totalmente falso y cruel.
¿Qué han hecho estos “salvadores”? Han violado a niñas y mujeres haitianas, han golpeado y torturado a nuestros jóvenes. No lo decimos nosotros, sino que una propia investigación de la ONU confirmó esos hechos, y lo único que se hizo fue sacar a algunos soldados y mandarlos a su casa, porque según el Convenio de la Resolución 545, que permitió la entrada de las tropas el 1º de junio del 2004, Haití no tiene derecho de juzgar a ningún militar extranjero, por más que haya cometido crímenes de lesa humanidad. Más sometimiento que eso, no puede existir.
(…)Hay que ver, por ejemplo, en Puerto Príncipe, en algunos de los barrios más acomodados, como a la noche (porque no hay prácticamente vida nocturna en Haití, no hay luz, ni los servicios que se pueden encontrar en otros países) se ve un continuo desfile de autos de las Naciones Unidas, al frente de los mejores bares y restaurantes, gastando muchos dólares, y afuera el pueblo durmiendo en las calles.
(…)Esto llama a la reflexión, porque hemos escuchado a algunos gobiernos, cuando pasan los huracanes o suceden otros acontecimientos climáticos, decir que las tropas están allí precisamente para ayudarnos en los malos momentos. Pero eso no es lo determinante ni mucho menos. La ocupación de Haití es un nuevo esquema para doblegar a la rebelión popular en un país donde las clases dominantes no tienen posibilidad alguna de ganar las elecciones de manera limpia. Entonces, hace falta imponer, por la fuerza de las armas una estrategia de dominación. Ese es el verdadero rol de los ocupantes. Y para quienes dicen que “mejor esas tropas en vez de las de EEUU”, nosotros decimos que es todo lo contrario. De la otra forma hubiéramos tenido enfrente al enemigo de manera más clara. En cambio, ver a hermanos latinoamericanos enviados por gobiernos que tendrían que tener otro tipo de comportamiento frente al drama haitiano, es durísimo. Yo estuve en barrios populares muy castigados por estas tropas, y escuché lo que dice el corazón de esa gente. La indignación con que cuentan cómo bombardean en horas de la madrugada para sacar supuestos bandidos de estos barrios. O cuando los soldados entran en tropel y patean las puertas, arrastrando fuera a los aterrorizados pobladores. Por eso no hay lugar a más mentiras: se trata de una ocupación lisa y llana de la República de Haití, y en la medida que esta situación siga, habrá más resistencia.’
Pero los que tratan de resistir, organizar manifestaciones contra la ocupación militar inmediatamente son criminalizados, etiquetados como traficantes de drogas, contrabandistas, secuestradores, son perseguidos, encarcelados, torturados y desaparecidos, como un auténtico régimen fascista. Al igual que en Brasil, la policía trata a los habitantes de barrios y comunidades más pobres siempre como sospechosos. Veamos lo que dijo en una conferencia de prensa un enviado especial de la ONU:
‘Hay muchos sectores a los que no les gusta nuestra presencia allí. Eso es cierto y nos tienen una enorme antipatía. Los he identificando como involucrados en el tráfico de drogas, aquellos se benefician de la impunidad, el desorden, la falta de Estado, la falta de instituciones, que se benefician del contrabando… (Edmond Mulet, enviado especial de la ONU a Haití, Ene/2007).
Ayuda humanitaria
Henry Boisrolin, Director del Comité Democrático Haitiano, deja claro en una entrevista de 2009, cuál es la ayuda que necesitan los haitianos:
‘Pedimos la solidaridad para que los gobiernos de América Latina entiendan que este no es el camino, que Haití no necesita tropas. Lo que necesitamos es el tipo de ayuda que dan Cuba y Venezuela, este es el modelo válido de ayuda, de humanidad, del respeto a nuestra independencia y soberanía.’
Mientras que el gobierno de EE.UU. anunciaba el envío de otros 10 mil soldados armados a Haití, dos días después del terremoto, Fidel Castro explicó que los 400 médicos cubanos enviados al día siguiente del terremoto ya estaban salvando vidas en muchas ciudades de Haití. Los primeros aviones en llegar con medicinas, alimentos, médicos y bomberos fueron los venezolanos
Pero hoy, 19/01 el Consejo de Seguridad de la ONU decidió enviar 3.500 soldados de la MINUSTAH! Para qué sirve esta decisión? Para qué enviar soldados armados a un lugar donde se necesitan médicos, alimentos, agua, ingenieros, maestros?!
Las ONU hizo un llamamiento a los gobiernos de todo el mundo pidiendo que contribuyesen a reunir una cantidad de 575 millones dólares para ayudar a Haití tras el terremoto. La ONU ha anunciado que ha recaudado el 19% de eso, es decir, 110 millones dólares!
Aquí es donde todas las máscaras caen de los capitalistas y los defensores de este sistema podrido. Todos vimos el desarrollo de la crisis mundial: en unos pocos meses, los gobiernos capitalistas y sus bancos centrales han donado a un puñado de banqueros de más de 15 billones de dólares de dinero público! Con ese dinero sería posible alimentar para siempre a miles de países como Haití. Y para qué necesitamos a las ONG? Para desviar el dinero como lo hicieron en Haití en 2004?! Hay dinero y recursos para toda la población de la Tierra!
Para salvar a un puñado de banqueros: billones de dólares! Para librar del hambre a casi mil millones de seres humanos en el planeta: miles de ONG! Y para el pueblo de un país destruido por un terremoto: más tropas! Este es el sistema actual, que no permite ningún futuro para la humanidad.
Y todos ellos lloran. Frente a las imágenes de televisión lloran por los miles de haitianos, cuyas vidas fueron tomadas por el terremoto. Y los soldados fuertemente armados con rifles de alto calibre, tanques y helicópteros que ellos enviaron para “pacificar” a los haitianos, ahora se travisten de héroes y salvadores. Pero es por poco tiempo. Pronto estarán pisoteando con sus botas las cabezas de los haitianos de nuevo. Porque tienen miedo de otro tipo de terremoto. Un terremoto social que sacudió a Haití hace más de 200 años. La única rebelión exitosa de esclavos desde la Antigüedad Clásica, que dio nacimiento a la primera República Negra del mundo! Y cada vez que sienten un pequeño temblor, un pequeño signo de aquel terremoto, ellos se desesperan y aumentan el número de tropas. Y envían balas! Pero la historia es más fuerte! Este terremoto va a ser implacable. Dejará al capitalismo con su crisis, impuestos, precios, ONG, leyes, tasas de beneficio, tropas pacificadoras, maquiladoras, multinacionales bancos, todo bajo escombros.”
¡Hay una salida! ¡Luchar por el socialismo!
El pasaje citado de nuestro artículo de 2010 sigue vigente. ¡El pueblo haitiano pide ayuda! ¡Necesita comida, medicinas, infraestructura, empleos, hospitales, escuelas! Pero la ayuda llega en forma de balas que alcanzan los pechos y las cabezas de los niños. Parece que está siendo seguido al pie de la letra lo que Thomas Jefferson quería: “confinar la peste a la isla”.
¡A pesar de todas las dificultades, de alguna forma los haitianos encuentran fuerzas para levantar la cabeza y gritar! ¡Para levantar los brazos y con los puños cerrados, marchar! ¡Luchan esos hombres y mujeres masacrados! ¡Y cómo luchan! ¡Y continuarán luchando, pues la historia les pertenece! ¡La historia es nuestra! ¡De los que luchan! ¡La lucha de clases es el motor de la historia y la historia no va a terminar antes de que venzamos!
Así como hicieron los haitianos a finales del siglo XVIII, por todas partes del mundo los pueblos dan el ejemplo. Algunas brazadas por el mar del Caribe al sur de Haití, llegamos a las playas de Venezuela, donde una revolución está en curso y más larga que la actual ocupación de Haití por la ONU.
La defensa de la revolución cubana y la profundización de la revolución en Venezuela y en toda América Latina son fundamentales para la lucha del pueblo haitiano. Se puede decir que, de la misma forma que a finales del siglo XVIII la lucha por la independencia haitiana estaba intrínsecamente ligada al desarrollo de la revolución francesa, hoy, la lucha por la autodeterminación del pueblo haitiano está intrínsecamente ligada al desarrollo de la revolución en Venezuela.
Es la teoría de la revolución permanente: las conquistas democráticas más elementales en los países atrasados están invariablemente asociadas a la lucha por la toma del poder del Estado por la clase trabajadora. No es posible la lucha por la soberanía de Haití al margen de la lucha por el socialismo.
Para hacer frente a todos los problemas de Haití, que en cierto aspecto son comunes a todos los países atrasados del mundo, es preciso planificar la economía, socializar la propiedad de los medios de producción y establecer la democracia de los consejos de obreros y campesinos. Con el socialismo mundial podremos planificar la producción y la distribución de todos los bienes, de tal forma que todos podrán vivir con sus necesidades satisfechas. Así se acabará de una vez con el Estado y se establecerá una sociedad sin clases: ¡el comunismo! El hambre no existirá más, tampoco las guerras. No habrá más explotación.
Pero para llegar a este punto será necesario luchar. Y para luchar es preciso organizarse. En Haití, para que los trabajadores y campesinos y el pueblo pobre luchen y se organicen, es preciso restablecer como mínimo los derechos democráticos. ¡Urge la retirada de la dictadura militar instalada por la ONU!
Una tarea inmediata
En Brasil estamos desde antes del inicio de la ocupación exigiendo que Lula no envíe soldados; que traiga los soldados de vuelta. Seguimos requiriendo que Dilma retire las tropas de Haití. Pero lo más que conseguimos fueron algunas miles de firmas. Sabemos que debemos seguir exigiendo del gobierno brasileño la retirada de las tropas, pero no tenemos ilusiones de que Dilma se sensibilice con nuestros llamamientos. No se trata de que ella no sea consciente de lo que pasa en Haití. Lo sabe muy bien y aprueba la masacre. Esa fue la opción que Lula y la dirección del PT tomaron al aliarse con la burguesía brasileña y someterse completamente al imperialismo americano. La única circunstancia por la que Dilma cedería y retiraría las tropas sería una campaña de masas que tuviera la fuerza suficiente como para obligarla a hacer eso.
Por eso se vuelve urgente y necesaria una campaña amplia de propaganda y agitación. Textos, fotos, vídeos que expliquen que no podemos aceptar que dinero público brasileño sea destinado para ese fin, ni que jóvenes militares brasileños sean enviados a Haití para masacrar a nuestros hermanos haitianos, ni tampoco que esa misión de ocupación sirva de escuela para que las tropas aprendan a masacrar a los jóvenes negros y pobres en las favelas y periferias de Brasil.
Lo mismo debe hacerse en otros países de América Latina, donde los gobiernos “de izquierda” mantienen las tropas de sus ejércitos en la “misión de paz” de la ONU, como Bolivia, Ecuador, Uruguay, Argentina, El Salvador.
Debemos exigir:
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¡Fin de la Ocupación Militar Ya! ¡Fuera las tropas de la ONU!
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¡La ayuda humanitaria debe ser con médicos, profesores e infraestructura! ¡Basta de tropas militares!
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¡Por el derecho a la autodeterminación del pueblo haitiano! ¡Que los haitianos tengan la libertad de organizarse y manifestar! ¡Que puedan luchar por mejoras y por decidir su propio futuro!
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¡El Presidente Aristide debe tener la libertad de retornar a Haití!
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¡Basta de asesinatos, abusos sexuales y masacres de los pobres por parte de las tropas de la ONU y de la Policía Nacional!
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¡Libertad a los presos políticos! ¡Basta de detenciones ilegales y torturas en Haití!
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¡Los ejecutores del golpe y las masacres de pobres deben ser castigados! ¡Las víctimas deben ser indemnizadas!
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En Brasil: ¡Dilma, retire las tropas inmediatamente!
Diciembre 2014